domingo, 31 de agosto de 2014

Venganza en la Sangre por Julie Terrie -primera parte-


                                                                                     Para mi amor.
                                                                                     Somos la viva demostración de que   cuando el amor es verdadero, no importa el tiempo que te hayas conocido antes.
Gracias por estos 24 años de amor.
















VENGANZA EN LA SANGRE

Julie Terrie




Capítulo uno

SANDRA


6.00 de la mañana. BIP.BIP.BIP. Maldito despertador. Sólo unos minutos más. POR
FAVOR…No, me tengo que levantar, abro los ojos. Tengo que ir a clase. Me levanto,
voy al baño, me miro en al espejo. Veo mis ojos faltos de sueño. Estuve ayer
estudiando, estoy matriculada en la facultad de Economía la Universidad de Salamanca.
Voy a la ducha, desayuno, me visto y me voy. De lunes a viernes todo igual. Por la
noche iré a mi trabajo de camarera en el restaurante mejicano de la calle del Prior. Y
mañana todo igual. En realidad no me importa. Soy una privilegiada. Estoy haciendo lo
que quiero.

Llego andando a la Universidad. Veo a mis amigas.

-Hola Sandra ¿Qué tal hoy?
-Bien gracias Silvia, ¿y tú?
-Liada, ya sabes, demasiadas cosas por hacer y demasiado poco tiempo. Luego nos
vemos.
-Vale

Primero tengo clase de contabilidad. Me gusta. Entro en la clase y me dispongo a sacar
el libro cuando se me cae una hoja de mis apuntes. Me agacho y oigo un murmuro en
clase. Levanto la vista y ahí está. Un nuevo profesor.

-Buenos días clase, soy el profesor David Sansano. Sustituyo al profesor Albarca
durante estos dos últimos trimestres. Como sabrán tuvo un accidente de coche y no se
va a recuperar a tiempo

Justo en ese momento sus ojos se posan en mí. Me doy cuenta de que está mirándome
fijamente. No puede apartar sus ojos de los míos. Y yo no puedo apartar los míos de él.
Cómo describirlo. Moreno, alto, labios gruesos, un verdadero Adonis.

-Eh, profesor…!!despierte!!!. Oigo gritar a alguien del otro lado de la clase. El profesor
sale como de un sueño y sigue hablando.
-Quiero que se presenten, uno por uno. Empiezo yo.
-Soy David Sansano. Tengo 30 años y mi vocación es enseñar. Tengo un perro, un
setter irlandés. Me gusta ir en moto, leer y escuchar música.
-Ahora Vds.

Uno por uno, van los alumnos presentándose hasta que llega mi turno.

-Soy Sandra Sempere. Tengo 23 años. Trabajo de camarera en un mejicano de la calle
del Prior por las tardes.

Ya está. No puedo articular más palabras. No consigo que aparte su mirada de mí.
Parece que ve a través mío o dentro de mi corazón. Es una sensación rara.
Transcurre la clase con todos nosotros presentándonos pero ni hago el más mínimo
caso. Sólo  miro al profesor que a su vez sólo me mira a mí.
Se acaba la clase. Me quedo rezagada a propósito. La última. Sólo quedamos él y yo en
la clase. Me paro y le digo

-Me alegro de que Vd. esté aquí.

Me sonríe. Dios, qué sonrisa, qué dientes más perfectos. Sus ojos se iluminan.

-Espero no defraudarla.

Le doy una de mis fantásticas sonrisas y me voy. No puedo tenerme en pie. Tengo taquicardia. No soy una chiquilla quinceañera. No soy una adolescente. Tengo 23 años. Soy una mujer adulta. ¡Cómo me ha afectado!

-Vamos Sandra. Supéralo- me digo.

Voy con retraso a mi siguiente clase.

El día trascurre pero no me lo puedo quitar de la cabeza. Qué hombre, agradable, simpático, profesor y además guapísimo. Y parece que le gusto. Pues no será posible nada entre nosotros porque los profesores tienen prohibido relacionarse con los estudiantes así que será un sueño sin cumplir.

Tras comer en casa, estudiar, limpiar un poco y echar una pequeña siesta, me visto y me voy al curro. Llego al restaurante y me pongo a mis tareas. Mi compañera de trabajo, Alicia nota algo en mí.

-¿Qué te pasa hoy?, parece que estés en Babia
-¿Si te lo digo, me prometes no reírte?,
-Claro
-Pues hoy ha venido el sustituto del profesor Albarca y casi me muero. Qué hombre, ojala todos estuvieran así de buenos. Parece un Dios. Tuvimos unas palabras al terminar la clase y te juro que se me salía el corazón. Uf. No sé cómo voy a poder controlarme
-Joder, pues sí que tiene que estar bueno el tío. Yo nunca te he escuchado hablar así de nadie
-Es que no es como nadie. Es singular. Especial
-¡Niñas, a trabajar, vamos!- Oímos gritar detrás de nosotras.
-Vale, ya vamos

La tarde noche transcurre normalmente. Trabajando, atendiendo mesas, como un lunes normal. No hay demasiada gente pero éste es un restaurante que está abierto los lunes, cosas rara pero así es. Nosotros cerramos los martes y los miércoles.

DAVID

6.00 Lunes. Alguien me está besando. Qué rico. Oh no, es Rufo. Abro los ojos. Mi setter irlandés me está chupando la cara dándome besitos. Es hora de levantarse. Hoy empiezo en la Universidad. A ver si la sustitución me dura más que la última. No he podido completar ni un curso aún. No me gusta dejar a los alumnos justo cuando estoy empezando a cogerles el gusto, pero así es mi vida. Por lo menos me han dicho que aquí serán mínimo 6 meses. Me gustaría terminar el curso con ellos y eso que aún no los conozco. Llevo en Salamanca desde Enero del año pasado, me llamaron para unas sustituciones y me gustó mucho la ciudad. Tenía dinero ahorrado y decidí quedarme aquí. Tuve suerte porque en Diciembre me llamaron para una sustitución de dos trimestres.

Tras presentarme en la sala de profesores y recoger el horario me encamino a mi primera clase, contabilidad. Es una asignatura que me gusta pero hoy no vamos a dar nada. Hoy será una clase de presentación.

Llego y oigo murmuros entre las alumnas. Sí, suelen tener esa reacción. Se supone que es porque estoy “bueno”, yo no me veo nada del otro mundo pero la verdad es que la mujeres suelen reaccionar así ante mí.

Hay una alumna doblada hacia abajo, sólo le veo el cabello, es un rojo intenso, no de color zanahoria, más bien rojo oscuro. No puedo dejar de mirarla. Levanta su cara y me salta el corazón. Es una preciosidad. Tiene unos ojos verde esmeralda, unos labios carnosos y una nariz perfecta. Su larga cabellera cae por detrás de su espalda hasta casi la cintura. Nos miramos. No podemos apartar los ojos. Se sonroja pero no retira la mirada.

-Eh.. profesor ¡¡despierte!! oigo decir.

Entonces les comento que quiero que se presenten y yo empiezo haciéndolo también. No escucho lo que los alumnos dicen, no puedo dejar de mirarla. Llega su turno. Se presenta. Se llama Sandra y trabaja de camarera en un mejicano. Habrá que ir al restaurante.

Acaba la clase y se queda rezagada. Se aproxima a mí. Me late el corazón con fuerza. ¿Qué querrá?

Me dice que se alegra de que esté ahí. Yo le digo una tontería y se sonroja. Su respiración se acelera. Le estoy afectando sin duda, igual que ella a mí. Se va.

Suspiro. Dios, ¿qué me pasa? Tío, supéralo. Es una alumna. Está prohibido. Ni lo intentes.

Quiero convencerme de que no puedo hacer nada pero mi corazón y mi entrepierna no me dejan. Esto no es sano. Paso todo el día pensando en ella.

Ya en casa intento olvidar lo que ha pasado esta mañana. Paseo al perro, hago footing, pesas, todo lo que puedo para descargar energía pero mis pensamientos no se van de aquella pelirroja preciosa.

A última hora de la tarde cojo a Rufo y me dirijo hacia el restaurante mejicano de la calle Prior. No sé cómo se llama pero no creo que haya muchos. Recorro la calle por completo y tengo suerte, sólo hay uno. Me detengo en la cristalera. La veo, está de espaldas a mí pero ese pelo no se puede confundir.
Está tomando nota de un pedido. Se dirige hacia dentro del restaurante. ¿Qué hago?. No sé si entrar y pedir algo, haciéndome el encontradizo o esperar hasta que salga o simplemente marcharme.

Ya sé donde trabaja, ya sé donde puedo verla de nuevo. Mi conciencia me dice que estoy siendo un chiquillo, un adolescente. Un tío de 30 años no puede actuar así pero no lo puedo remediar. La necesito. Necesito tenerla, poseerla, satisfacerla. Paseo por delante de la cristalera con Rufo a mi lado. Esperando, esperando, esperando.

Capítulo dos

SANDRA

Falta una hora para el cierre, estoy sirviendo unos platos, levanto la vista y ahí lo veo. Al otro lado de la cristalera. ¿Es él? No sé. Me acero más. Está de perfil y sí, es él. Parece estar esperando a alguien. No será a mí. No me lo puedo creer. No quiero hacerme ilusiones pero ¿por qué está ahí?

-Alicia, cúbreme unos minutos, necesito salir a tomar el aire
-Claro guapa, descuida

Abro la puerta del restaurante y lo primero que me da en la cara es el frío del mes de enero, qué tonta soy. Ni siquiera he cogido mi abrigo. Cuando estoy a punto de entrar al restaurante para cogerlo, él se da la vuelta y me ve. Esa maravillosa sonrisa aparece en su cara. Sus ojos sonríen.

-Hola Sandra ¿Trabajas aquí?, mirándome el uniforme.
-Sí, ¿qué hace Vd. Por aquí?
-No me trates de Vd. Por favor, por lo menos fuera de la Uni
-Vale, pero no me has contestado
-Te podía mentir y decir que pasaba por aquí o que he salido al pasear al perro pero la verdad es que quería verte. Como dijiste que trabajabas en un mejicano de la calle del Prior pues me la he recorrido toda y sólo he visto éste. Así que me he acercado y te he visto. Estaba dudando de si entrar o no cuando has salido tú.
-Es que te he visto a través del cristal y no me lo podía creer. Qué casualidad
-Casualidad ninguna. He venido a buscarte

Entonces mi latido se acelera, mis mejillas se ruborizan y mi respiración se distorsiona. Ha venido a por mí. No me lo puedo creer.
Lo siguiente que noto es que me coge de los hombros. Me empuja hacia atrás, noto la pared del edificio contra mi espalda y sus labios sobre los míos. Deseosos, hambrientos de los míos. Le devuelvo el beso. Le muerdo el labio, él hace lo mismo. Nuestras lenguas se encuentran, se tocan, toco sus dientes perfectos. Le oigo jadear, me desea, igual que yo a él. Finalmente se aparta.

-Mira lo que me haces- me dice y coge mi mano y la pone sobre su corazón. Noto que va a mil por hora.
-Oh- pero no retiro mi mano. -Te deseo- le susurro, casi sin voz.
-Vámonos
-No puedo, aún no ha terminado mi turno
-¿Cuándo?- Me pregunta suplicante.
-En una hora
-En una hora estoy aquí. Voy a casa a dejar al perro y vuelvo. ¿Me esperas?
-No lo dudes
Me da un pequeño beso casto en los labios y me dice
-Hasta ahora

Regreso al restaurante. Estoy colorada del frío y al mismo tiempo del calor de mi cuerpo y el suyo. Hoy estará dentro de mí, gozando. No puedo esperar.

-Tía ¿qué te ha pasado?, parece que te ha atropellado un tren
-¿Recuerdas al profesor del que te he hablado antes?. Pues ha venido a por mí. Estaba ahí afuera y lo he visto.

Le relato a Alicia lo sucedido.

-Tía, no me lo puedo creer, qué suerte tienes jodida. Pero claro, no me sorprende con lo buena que estás. Todos los tíos suspiran por ti. Qué suerte tienes- me vuelve a decir.

Pasa la hora, me encuentro alterada, sólo espero que regrese.
Justo en el momento aparece. Igual de guapo como siempre. Me sonríe.

-¿Preparada?
-Como nunca
-¿Vives por aquí?
-A dos manzanas ¿y tú?
-Al otro lado de la ciudad.
-Pues vamos a mi casa que está más cerca
-Vale

Me coge de la mano y caminamos hacia mi casa. No hablamos en el trayecto. Yo dirijo la caminata. Lo dos estamos absortos en nuestros propios pensamientos. ¿Es esto real? ¿Es esto bueno? ¿Puedo acostarme con un hombre que acabo de conocer? Me da igual. Le deseo y él a mí y eso es todo lo que importa.

Llegamos a mi casa. Abro la puerta y nada más cerrarla, viene con paso firme a mi lado. Igual que antes me coge de los hombros y me besa, apasionadamente.

Susurra -Esto es lo que quería hacer desde el primer momento en que te vi. No podía apartar mis ojos de ti. Te deseo más que a nada en el mundo.

Soy incapaz de articular palabra.
Finalmente me retiro de su beso

-Tengo que ducharme, huelo a cocina
-Me ducho contigo
Le cojo de la mano y le digo –ven- dirigiéndole hacia la bañera.

Tengo una bañera de esas antiguas con pie y una ducha con cortina de plástico. Nada romántico pero eso ahora no importa. Le doy al grifo y espero hasta que el baño está lleno de vapor. Apenas puedo verle. Me empiezo a desnudar. Él hace lo mismo. Nos cogemos de la mano y nos metemos en la bañera. Cae el agua sobre nosotros y entonces me percato de su cuerpo. Alto, fuerte, moreno, con pelo en el pecho pero no demasiado. Miro hacia abajo y veo su virilidad, ahí expuesta en toda su magnitud. Me desea, está claro.
Él me está mirando. No sé qué piensa pero sus ojos revelan deseo. Me atrae hacia él y me besa. Primero despacio y luego a medida que su pasión aumenta, con más presión. Fuertemente. Se retira. Coge el jabón y empieza a enjabonar mis pechos donde se detiene un buen rato, masajeando y tirando de los pezones. Qué placer. Mi estómago, mi ombligo, en donde mete su lengua y da círculos. Creo que voy a tener un orgasmo nada más que de eso. Baja hacia abajo.

-Pues sí, es del mismo color
-¿Qué?
-Es que desde que te vi me preguntaba si tu pelo era del mismo color en todas partes
Me ruborizo.
-Pues sí, soy pelirroja y ¿qué?
-Me encanta. Eres tan especial.

Empieza a frotarme con el jabón ahí. Justo donde tengo tanto placer. Me voy a correr nada más que de su tacto. No puedo más. Entonces le cojo el jabón y hago lo mismo. Le froto desde la cabeza hasta los pies. Me detengo en su pene. Lo enjuago  y me lo meto en la boca. No me cabe, es muy grande y está completamente empalmado. Lo quiero dentro de mí.

Él me retira.

-Vamos.

Me coge de la mano y me saca de la bañera. Me seca con la toalla y yo hago lo propio con él. No podemos más. Nos deseamos tanto. Le dirijo a la cama. Me siento en ella y él me tumba. Empieza a chuparme, a lamerme, qué placer. Me retuerzo. Me voy a correr pero no quiero, quiero hacerlo cuando él esté dentro de mí pero parece que no quiere hacerlo. Sigue chupando, mordiendo, lamiendo. No puedo más y le paro.

-No tengo preservativos
-Yo tampoco
-No creo que pueda bajar a la farmacia en estas condiciones- me dice, mirando su gran virilidad.

Hago un cálculo mental y le digo.

-No importa, me tiene que venir la regla en dos días así que ya he ovulado y tirado el óvulo. No hay peligro
-¿Segura?
-Sí

Entonces abre mis pliegues con su mano y empieza a follarme con sus dedos. No puedo más. –Métemela- le digo, con voz ronca. No me quiero correr aún. Quiero que sea con él dentro de mí.

-Shhh. No estás aún preparada
-Y una mierda- y cojo su pene en mis manos y lo meto dentro de mí.

El empuja, hasta el fondo, noto dolor, es tan largo que toca el final de mí. Dolor y placer al mismo tiempo.
Él sigue empujando y retirándose. Una y otra vez, una y otra vez. Finalmente le digo -me voy a correr- y el contesta –sí- y me dejo llevar a la más absoluta satisfacción y placer. Él hace lo mismo. Hemos llegado al clímax con segundos de diferencias. Cuando mi cuerpo ha dejado de temblar me coge y me dice -Aún no he terminado contigo-
Pone una almohada debajo de mi culo y empieza otra vez a lamerme. No creo que pueda resistir otro orgasmo pero así es. Estiro mis piernas hasta más no poder, los dedos de los pies se estiran y contraen a medida que las sacudidas me embargan.
Tras mis orgasmos le miro.

-Ahora me toca a mí, ven

Le cojo y empujo hasta el borde de la cama y le tomo en mi boca. Chupando y absorbiendo hasta que me duelen las mejillas. Se corre con un suspiro de placer. Nos recostamos sobre la cama y no podemos ni hablar. Sólo sostenernos.

Cuando despierto, él ya no está. Hay una hoja sobre la almohada.

-Me voy a sacar al perro, luego nos vemos- D

Por lo menos la excusa de haberse ido es creíble y la promesa de vernos luego adormece el lamento de no haber podido despertar junto a él.

DAVID

Voy para mi casa. Tengo que sacar a Rufo. El pobre estará desesperado.
Qué noche. Pienso en lo que pasó y sonrío para mí mismo. Menudo polvo. Estoy en una nube. Increíble que me desee tanto a mí como yo a ella.
Llego al piso y saco a Rufo. Cuando vuelvo me fijo en que hay varios mensajes en el contestador. Qué raro que no me hayan llamado al móvil. Meto la mano en la chaqueta y no lo encuentro. Mierda, me lo dejé anoche en casa. Con las ganas que tenía de ver a Sandra, ni me acordé de cogerlo. Lo miro. 10 llamadas perdidas. Qué raro. Primero oigo el contestador. Se me cae el mundo a los pies
“David, cariño, soy mamá. Tu padre ha tenido un ataque al corazón. Estamos en el 12 de Octubre. Ven en cuanto puedas”
“Hola David, soy el tío Julián. Tu padre ha tenido un ataque al corazón. Supongo que ya lo sabrás por tu madre. Tenemos que hablar. Los médicos dicen que está muy mal. Tenemos que ver lo de la empresa.”

Mi tío Julián, el hermano de mi padre y su mano derecha. Seguramente él será nombrado Presidente cuando mi padre fallezca. Yo no quiero saber nada de la empresa. A mí me gusta enseñar y esa es la vida que quiero pero no puedo negarme a ir a ver a mi padre.
Toco el timbre de la vecina. Una mujer de la edad de mi madre y muy simpática y servicial.

-Perdona que te moleste, Rosa, me han llamado porque mi padre ha tenido un ataque al corazón y me tengo que ir a Madrid ¿te puedes encargar de Rufo unos días hasta que vuelva?
-Claro cariño, sabes que nos llevamos muy bien. Tú no te preocupes. Espero que lo de tu padre no sea nada. Llámame
-Gracias Rosa, lo haré- dándole un beso en la mejilla -Eres la mejor-

Llamo a la Universidad. Les digo lo que ha pasado y que me tengo que coger unos días por asuntos personales.

Cojo algo de ropa y la meto en una bolsa. Cuando veo que lo tengo todo me bajo al parking y cojo la moto. El viaje de Salamanca a Madrid no será grato. Espero que mi padre se recupere porque si no, no sé lo que voy a hacer. Sé lo que quiero hacer pero no sé si me dejarán hacerlo.
Entonces pienso en Sandra. Había quedado con ella para hoy pero no tengo ni su número de teléfono. Cuando llegue a Madrid la buscaré y la llamaré para explicárselo.

Como voy en la moto, cojo carretera y manta y me planto en Madrid. Voy directamente al hospital. Cojo mi bolsa y entro.

Cuando llego al hospital, pregunto por mi padre. Me dicen la habitación en donde está y al entrar se me cae el mundo. Mi padre está entubado, conectado a máquinas por todas partes. Estoy desolado. Parece que esté muerto excepto por el bip, bip que sale de la máquina que registra su latido. Al verme mi madre, se levanta

-David, cariño, ya has llegado- y me abraza y llora.
-Mama, no llores, todo se arreglará
-No cariño, los médicos no le dan esperanzas, su corazón no funciona

La impotencia que siento en este momento es inigualable. Ver al hombre más fuerte que he visto en mi vida, postrado en la cama con todas esas máquinas a su alrededor… No puedo contenerme. A pesar de nuestras diferencias, es mi padre y le quiero. Como hijo único, él tenía la esperanza de que algún día yo le sustituyera en la presidencia de la empresa. Pero yo no quería eso. Yo quería enseñar. Por eso me fui. Hice mi vida. Estudié y no hice uso de la fortuna de mis padres. Yo quería y sigo queriendo ser independiente y hacer en la vida lo que me gusta, no lo que otros me impongan. ¿Ahora qué pasará con mi vida?

Capítulo tres

SANDRA

Martes. Voy a la Universidad. Espero ver a David. Hoy no tengo clase con él pero en la nota dijo que nos veríamos.

En cuanto llego noto algo en el ambiente.

-¿Te has enterado?- me dice Silvia.
-¿Qué?
-El profe nuevo, que se ha ido. Ha llamado esta mañana diciendo que su padre ha tenido un ataque al corazón y se ha ido para Madrid.

Me quedo estupefacta, no por mí, por él. Pobre David. No ha dicho nada de su familia pero si se ha ido tan deprisa estarán muy unidos. No tengo su teléfono. No puedo llamarle. Voy a secretaría.

-¿Me puedes dar el teléfono de David Sansano?
-No, sabes que eso es ilegal
-Por favor, tengo que hablar con él
-No

A regañadientes me tengo que marchar del mostrador.

Tengo tiempo libre. Miro en Internet. ¡Google, cómo te quiero!
Tecleo. David Sansano, ni siquiera sé su segundo apellido. Pongo Profesor.

Enseguida sale la información.

David Sansano Pérez, presidente de la compañía líder Ecotex, sufre un infarto anoche en su casa. Su esposa, Matilde y su único hijo David, esperan junto a la cama del hospital el trágico desenlace.

“¿Qué?”. No me había contado nada. Ahora resulta que es el heredero de una empresa puntera. No me lo puedo creer. No puede ser el mismo. Miro la foto de David Sansano Pérez y se me cae el alma a los pies. La similitud es inapelable. Es hijo de su padre. La misma cara, ojos, cabello y labios. Sí, es hijo del magnate.

Lo que significa que le he perdido.

No, no me rendiré, lo que me hizo sentir anoche no lo voy a perder, nunca, me cueste lo que me cueste.

Pincho en el link. Me dirige a la página de la empresa. Busco Contacto. Y ahí está el email.

No tengo nada que perder.

Estimados Sres.

Por favor remitan el siguiente archivo de Word al Señor David Sansano hijo. Gracias.

Entonces me dedico a escribirle una carta.

David, me acabo de enterar de lo de tu padre. Espero que se recupere. Entiendo que en estos momentos tan difíciles estés con tu familia. No puedo olvidar anoche y deseo verte de nuevo.

Éstos son mis datos de contacto.

Sandra Sempere Díaz
Tlf. 667414397

Contacta conmigo por favor.

Adjunto el archivo de Word al email y lo envío.

¿Qué más puedo hacer? No tengo su teléfono, no tengo su dirección. Sólo sé la dirección de la empresa. Estoy decidida, iré a Madrid a buscarle.

Tardo una semana en dejar mis asuntos arreglados. Compro un billete de autobús para el próximo lunes. Lo único que sé es el hospital en donde está el padre de David y la dirección de su empresa. Creo que es mejor ir a la empresa. En el hospital no me dejarán entrar y verle, al no ser familiar directo, es un hospital grande y lo más seguro es que se me escape si espero junto a la puerta principal. Además habrá periodistas y no quiero que se sepa nada de lo nuestro.

Cuando llego a Madrid, dejo en los casilleros de la estación de autobuses mi portátil. No quiero llevar peso. Cojo el metro y me voy directamente al edificio Ecotex. Una vez ahí, ya decidiré lo que hago.


DAVID

Mi padre ha muerto. ¿Qué haré ahora?. Tengo que quedarme con mi madre. Ahora está sola y se encuentra mal. No puedo dejarla, por lo menos durante un tiempo.

Llamo a la Universidad.

-Hola, soy David Sansano. Ha muerto mi padre. No puedo regresar
-Está bien David- me dice el rector.
-Tómate tu tiempo. Ya hemos cursado otro sustituto. Te acompaño en el sentimiento, todos nosotros

-Gracias

Estoy en el despacho de mi padre. Lo veo por todas partes y me recuerda mi niñez. Mis años felices, de niño, rodeado de mi padre y mi madre que se desvivían por mí. Llegué tarde a sus vidas, desesperados por no tener hijos. Cuando mi madre tenía 37 años se quedó por fin embarazada. No se lo podían creer pero era cierto. Tras casi 20 años de matrimonio por fin tendrían un hijo. Y vine yo. Muy deseado, querido y cuidado.

Pasaba los fines de semana con mis padres en la casa de la Moraleja, jugando con ellos. Ellos se amaban con locura, se casaron muy jóvenes. Mi madre ayudaba a mi padre vendiendo camisetas por los mercados. De ahí a una tienda y de ahí a un imperio. Mi padre tenía mucho ojo con los negocios. Invirtió muy bien y todo el trabajo dio resultado. Ahora poseía una de las mayores empresas del país. Daba trabajo a miles de personas y ahora me tocaba a mí. No me veía capaz, no quería esa responsabilidad, por eso me fui. La empresa no era lo mío, lo mío era enseñar.

Han pasado unos días de la muerte de mi padre, estoy en su despacho con mi tío Julián.

-Esto es ahora tuyo David, ¿qué vas a hacer?
-No lo quiero, tú lo sabes, tú tienes que ser el heredero
-No, tú eres hijo de tu padre, sabrás llevarlo adelante
-No quiero, no es lo mío

Capítulo cuatro

SANDRA

Estoy en la empresa de David. Acabo de llegar a Madrid. Paso diciendo que busco un baño.

Veo en una puerta el nombre de David Sansano Pérez. Ahí tiene que ser. Abro la puerta y entro. Detrás de mí, viene corriendo una secretaria

-Lo siento señor, le he dicho que no se puede pasar

En el momento en que le veo me da vueltas la cabeza.

-Sandra
-David

Y nos abrazamos y besamos. Como el primer día.

-No sabía cómo localizarte. Te mandé un correo pero no me has contestado
-Un correo, ¿a dónde?
-Aquí a la empresa, a tu atención
-Pues no me ha llegado nada, espera

Va al escritorio y mira el correo.

-Cuál es tu dirección.

Se la digo y la pone en el buscador.
Aparece el correo en la papelera. Alguien lo ha movido ahí.
Lo abre y lo lee.
Me mira. Me mira con deseo y con algo más, ¿puede ser amor?.

-Ven- me dice y me abraza. No hay nadie más para nosotros en ese momento.
-Ejem.- dice Julián.
-Tío, te presento a Sandra, Sandra, éste es mi tío Julián, la mano derecha de mi padre
-Encantada- le digo estrechando mi mano.
-¿Qué tal?, me dice.
-Tío, Sandra es mi novia, nos conocimos en Salamanca

Abro la boca para decir algo y no puedo, ese reconocimiento es absurdo, si sólo nos hemos visto un par de veces pero no quiero contradecirle. Sus razones tendrá.

-Estoy aquí con mi tío discutiendo el futuro de la empresa. Sabrás ya quien soy
-Sí, me enteré por Internet
-Tío, lo dejo en tus manos, lo que hagas, bien hecho estará, yo no quiero esta vida y tú lo sabes. También mamá
-David no puedes hacer eso. Tu padre te quería al frente. Este negocio es tuyo
-No, yo no he hecho nada por el negocio, es tuyo
-Por favor, considéralo, tu madre no puede volver a perderte, no ahora
-No puedo tío, no puedo

Nos miramos los tres, sin saber qué hacer. Estoy incómoda, no tenía que haber venido pero tampoco podía quedarme en Salamanca sabiendo que él estaba aquí, necesitándome. Por lo menos eso es lo que yo quiero pensar y por la forma en la que me recibe, parece que sí, que me necesita. No suelta mi mano en ningún momento.

-Me voy, lo voy a pensar. Mañana hablamos- y me arrastra tras él, aún sujetándome de la mano. -Ven, vámonos. Vamos a tomarnos un café. ¿Vale?
-Sí

Vamos a una cafetería que está a la vuelta del edifico de Ecotex. Nos pedimos unos cafés y me mira.

Su mirada es triste. Le cojo la mano y la beso. Me mira con ternura.

-¿Te puedo ayudar?- le pregunto.
-Ya me ayudas simplemente estando aquí. Tengo tantas cosas en la cabeza. Me siento culpable ahora por no haberme quedado y ayudado a mi padre en su negocio
-No parece que le haya hecho falta tu ayuda. Mira lo que ha conseguido
Sonríe.
-Tienes razón, mi padre se bastaba pero también pienso en mi madre. Está desolada, tantos años juntos, se querían tanto. No creo que levante cabeza
-No puedes estar lejos de ella ahora, te necesita
-Lo sé, pero ¿qué puedo hacer?. Yo no quiero esto, no es lo mío
-Lo sé, lo tuyo es enseñar.

Me sonríe de nuevo. Se me llena el corazón, puede ser amor. Rechazo la idea. No puede ser, casi no lo conozco.

Estamos unos minutos mirándonos, sólo eso pero es suficiente. Me tiene atrapada y creo que yo a él. Su reacción al verme lo demuestra.
Traen los cafés, pido sacarina y me la traen.

-¿Sacarina? ¿No te gusta el azúcar?
-No puedo, soy diabética
-Oh- Algo mío que no sabe, casi no sabemos nada uno del otro.
-Cuéntame algo más
-Pues, no sé. Soy de Madrid pero de adolescente mis padres me llevaron a vivir a Cuenca. Mis padres viven ahí ahora. Desde pequeña quería estudiar Economía y me fui a Salamanca a estudiar
-¿Te quedarías conmigo en Madrid si te lo pidiera?
-No me gusta Madrid
-Por qué
-Tengo mis razones, algún día te las contaré
No me presiona, acepta mis palabras sin más. Confía en mí.

-¿Quieres que te presente a mi madre?
-Lo que tú quieras
-Ahora estoy viviendo con ella en la casa. ¿Dónde estás tú?
-Acabo de llegar, por ahora en ningún sitio
-Pues te vienes conmigo, la casa es grande y a mamá le vas a encantar
-No crees que vas muy deprisa
-Sólo sé lo que me haces sentir, ahora que estás aquí no quiero que te vayas de mi lado
-Yo siento lo mismo

En ese momento veo en sus ojos que quiere estar conmigo otra vez. Quiere amarme con locura y yo también a él.
Nos tomamos los cafés y nos vamos.
Paseamos con las manos entrelazadas. Sin decir nada pero hablando con nuestros gestos. Me besa la mano, me acaricia la cara. Yo me derrito.

DAVID

Llegamos a casa

-Ven que te presento a mi madre
-Mamá, ¿dónde estás?
-Aquí cariño, yo.. -y corta su frase al vernos.
-Mamá, te presento a Sandra, mi novia
-Sandra, ésta es mi madre
-Encantada
-Igualmente
-David, no me habías dicho que tenías novia
-No me lo habías preguntado

Veo a mi  madre, está  inquieta, incómoda. Raro en ella porque tras todos estos años con mi padre creí que se había acostumbrado a socializar. Pero veo que no, por lo menos con Sandra.

-Sandra se va a quedar conmigo aquí, en casa

Por una milésima de segundo veo en sus ojos su rechazo pero se recompone y me dice

-Claro hijo, lo que tú quieras, si quieres, le digo a Sofía que le enseñe la habitación de invitados. ¿No traes equipaje bonita?
-No señora, no traigo nada
-No te preocupes mamá, se quedará conmigo en mi habitación y ya compraremos algo por ahí

Su desilusión es evidente. No sé por qué. Debería estar contenta de que he encontrado a alguien para mí. Muchas veces me decía que a mi edad ya llevaban mi padre y ella muchos años de casados.

-Te importa bonita que te quite a David un segundo, necesito hablar con él
-Por supuesto -y Sandra retira su mano de la mía.

La coge mi madre y vamos al despacho.

-Hijo, yo quiero tu felicidad pero esa niña no me gusta. Tú te mereces algo mejor. Entiendo que tengas necesidades y si es con ella pues vale pero sólo eso. No vayas a llevarlo a algo más profundo
-¡¡Qué dices mamá!!. Yo a Sandra la quiero. Quiero que esté conmigo. Me hace feliz, ha venido a por mí desde Salamanca”
-Vale, pero ¿cuándo ha venido?. ¿Al saber de la muerte de tu padre y de que heredarás todo esto?. Busca tu dinero. Se ve en su mirada. No me gusta
-Ya nos conocíamos de antes de esto
-Pero ha venido ahora
-Cuando ha podido
-No me gusta, desahógate con ella, aplaca tus deseos pero nada más
-Haré lo que yo quiera, soy mayor de edad y tú no me puedes obligar a nada. Si no me iré
-¿No dejarás a tu pobre madre aquí sola, sin  nadie, ahora que tu padre ya no está?
-Mamá por favor, no hagas eso, sabes que me siento mal, que esto no es lo mío
-David, cariño, tu padre quería que estuvieras al frente
-Lo sé, y por eso estoy aquí contra mi voluntad
-Pruébalo unos meses, si no te convence vuelve a enseñar

Lo pienso un poco. Realmente unos pocos meses no me van a perjudicar y si así tengo a mi madre contenta, pues me sacrifico.

-Vale, unos meses y si no me gusta me voy
-De acuerdo- y me besa en la mejilla.

Volvemos al salón y ahí está ella. Confusa. Tiene una expresión de desazón.
Suelto a mi madre y voy hacia Sandra. La beso. Mi madre se ruboriza y mira para otro lado. Sandra me devuelve el beso. Quiere más y yo también.

-Ven que te enseño la casa

La cojo de la mano y nos vamos dejando a mi madre con la boca abierta.
Paseamos por la enorme casa. No entiendo el por qué de una casa tan grande para sólo dos personas.
Vamos hasta mi habitación.
Echo el pestillo. La miro y la abrazo.

-Mi madre piensa que estás conmigo por mi dinero
-¿Qué?
-Pues eso, lo que te acabo de decir.
Me suelta.
-Mira David, si tienes la menor duda de lo que siento por ti,  más vale que me marche y ya está. No puedo soportar que dudes de mí

-Yo no dudo, yo te amo

sábado, 16 de agosto de 2014

Venganza en la Sangre-segunda parte-

Capítulo cinco

SANDRA

Me quiere.

-Yo también te amo- y corro hacia sus brazos besándole desesperadamente.

Intento quitarle la ropa y no puedo. Mis dedos tiemblan. Necesito tenerle dentro. Le deseo, no lo puedo evitar. Él a mí también.
Nos despojamos de la ropa y los dos, ahí uno frente al otro, desnudos y deseosos. Jadeando incluso antes de tenernos el uno al otro.
Da un paso hacia mí y me coge. Me lleva a la cama, suavemente me deposita encima y empieza a besarme suavemente por todo el cuerpo. Me estremezco. Quiero hacer lo mismo con él pero no me deja.

-No he acabado contigo- me dice como la última vez. También me doy cuenta de que fue la primera. Esta será la segunda. No podrá ser mejor que la primera, imposible. Estoy temblando de placer y aún no ha hecho casi nada, sólo besos por la piel. Sus labios son suaves. Empiezo a notar el placer entre mis muslos. Cojo su mano y la dirijo ahí.
-No, aún no, espera

Y sigue besando todo mi cuerpo. Los dedos de mis pies los chupa y absorbe. Pasa la lengua entre los dedos de los pies, por detrás de mis rodillas, de mis codos. Sube al cuello. Mi zona más erógena. Los besos ahí me vuelven loca. Me puedo correr sólo con besarme ahí. Me estremezco de nuevo. Él se da cuenta de cuánto me gusta eso y lo repite. No puedo más.

-Por favor David, fóllame ya
-No, espera

Intento coger su pene pero no me deja. Está dándome placer a mí, sólo a mí, todo es para mí.
Pero yo quiero dárselo a él. Le tumbo con toda mi fuerza. Ahora estoy yo encima y empiezo a hacer lo mismo. Le beso suavemente en el cuello, en el pecho, cojo sus pezones con mis dientes y aprieto. Él grita de dolor y placer. Le encanta. Bajo para el ombligo. Lo chupo, lo rodeo con mi lengua. Bajo más. Aspiro su olor. Cómo me gusta. Le tomo en la boca. No me cabe. Es tan grande. No me importa. Necesito tenerle, necesito darle placer. Entonces me siento a horcajadas y lentamente lo introduzco dentro de mí. Suspira, le gusta. Empiezo a moverme, haciendo círculos, para arriba, para abajo. Me froto, tiro de sus pezones, del pelo en su pecho. Le agarro los huevos y los aprieto. Grita del gusto. Sus pupilas se dilatan. Se va a correr y yo con él. Llegamos al unísono. Me desplomo encima de él. Entonces me doy cuenta de que no se ha puesto un preservativo. Descarto la idea que me aborda la cabeza. Da igual. Nos queremos y eso es lo importante.
Me mira con ternura. Juguetea con mi pelo.

-Me encanta tu pelo, el color, el olor
-Gracias, a mí también me gusta el tuyo, todo lo tuyo- y le cojo el pene y se lo beso. Se estremece. Ya está a su tamaño normal y me encanta. Ahora sí me cabe en la boca, entero. Empiezo a chuparlo, lo rodeo con la lengua y noto como empieza a crecer. Le gusta. David hace ruidos de placer. Coge mi cabeza entre sus manos y la dirige, arriba y abajo, atrás y delante, una y otra vez. Ya ha crecido tanto que no me cabe.
-Cómo puedes ser tan grande. No me gusta que no entres entero en mi boca
-Da igual, me encanta cómo lo haces

Sigo chupándole, jugueteando con mi lengua.
David tiembla. Me mira y suspira. Se deja llevar. Agarra las sábanas y se corre.
Se deja caer hacia atrás y me mira.

-He debido ser muy bueno en la otra vida para que en esta te haya encontrado. Te quiero
-Yo también te quiero y la afortunada soy yo

Me coge otra vez pero ésta me da la vuelta. Empieza a apretar mi culo. Separa los dos lados y empieza a pasar su lengua por mi ano. No he hecho anal nunca y me siento rara. Es un parte muy íntima de mi cuerpo que nadie ha tocado nunca. David es el primero. Me avergüenzo pero él no lo nota o no quiere hacerse el enterado. Siento gusto. No quiero que pare. Quiero ver hasta donde me lleva. Introduce un dedo dentro. Lo noto pero no duele. Siempre me he negado al juego anal porque pienso que duele pero por ahora no es así. Separo más mis piernas y me abro completamente a él. David gime de placer. Creo que no se lo esperaba. Ahora empieza a lamerme la zona con la lengua  e introduce los dedos de la otra mano por mi vagina. Noto la presión por delante y por detrás. Noto sus dedos dentro de mí por delante y por detrás. Con el dedo gordo empieza a dar círculos en mi clítoris y creo que me voy a morir. Es tan instantáneo el orgasmo que no tengo tiempo de prepararme. Grito de placer, lloro, vuelvo a gritar. Sí, definitivamente ésta vez ha sido mejor. ¿Cómo será la siguiente?

Cuando ya no puedo más le digo que pare. Que me duele tanto placer. Tengo la zona tan sensible que soy capaz de tener otro orgasmo sólo con un roce. Y va y lo hace. Me siento desencajada. No puedo más. Mi cuerpo ha respondido al suyo de una forma increíble.

-Por favor, para, no puedo más
-Estás segura, yo puedo seguir así un buen rato más. Sólo quiero darte placer
-Sí, estoy segura. Sólo abrázame

Entonces me abraza y nos quedamos los dos mirándonos y suspirando.

DAVID

La miro con ternura. ¿Cómo puede mi madre decir que está conmigo por mi dinero?. Eso nunca. Ella me quiere como soy yo, no por mi dinero. Vino conmigo el primer día sin saber quién era yo. Ahora todo lo que ocurra es de más. La abrazo. Está durmiendo. Su respiración es relajada. No tiene nada que ver con lo ocurrido horas antes. Nuestros cuerpos están compenetrados. Somos uno, somos el uno para el otro.

Me voy a quedar en Madrid unos meses, a ver qué tal con la empresa de mi padre. Tendrá que ayudarme mi tío pero sé que puedo contar con él. Le diré a Sandra que se quede conmigo. No podré soportar que se marche. Pero no sé si va a querer. Su sueño es estudiar, aquí también lo puede hacer. Sólo tiene que pedir un traslado de matrícula. A lo mejor pierde un año pero qué es un año en toda tu vida. Se lo tengo que pedir, y seguro que me dice que sí. No puedo vivir sin ella.

-Hola preciosa
-Hola precioso

Me dice con los ojos entreabiertos.

-¿Qué hora es?
-Ya es por la tarde
-Mierda, mi pastilla.
Se levanta rápido de la cama y va a su bolso. Saca una pastilla, se la mete en la boca, va al baño, oigo correr el grifo y entonces vuelve.
-Es que tengo que tomar unas pastillas al día para controlar la diabetes
-Ah, pensé que hablabas de otro tipo de pastilla
-No, no estoy tomando la píldora. De hecho creo que lo de hace un rato me puede perjudicar. Estoy en medio del ciclo
-No te preocupes por algo que no sabemos si va a pasar o no. Pero tendrás que empezar a tomarla. No me gustan los preservativos
-A mí tampoco, cuando vuelva a Salamanca, pediré cita con mi ginecólogo
-¿Cómo que cuando vuelvas a Salamanca?
-Hombre, David, no me puedo quedar aquí. Tengo mis estudios y mi trabajo.

Se me cae el alma a los pies. Ya no sé si pedirle lo que he pensado antes. Bueno, el no ya lo tengo, a lo mejor tengo el sí.

-Pues quería pedirte que te quedaras conmigo unos meses. He decidido darle una oportunidad a la empresa, por mi madre, sabes, hemos pensado en unos meses y si la cosa no me convence, entonces volveré a enseñar. Por favor quédate conmigo. ¿Qué es un año en relación a toda una vida?
-Tú sabes lo que significa mi vocación, igual que yo sé lo que significa la tuya
-Sólo son unos  meses, por favor, te necesito. No podré estar aquí sin ti
-Sabes que no me gusta Madrid
-No me has dicho por qué

Se sienta en la cama y empieza a contarme su historia.

Capítulo seis

SANDRA

-Mi padre es militar. Estuvo destinado en Madrid durante unos años. Ahora está retirado. Yo nací aquí y tuve unas malas experiencias y estar en esta ciudad me las recuerda a cada paso.

-Fui una niña a la que acosaban en el colegio. A mí nadie me hizo caso. Tuve un intento de suicidio cuando cumplí los 15. No lo podía soportar más. Quiero a mis padres pero nunca les perdonaré que no me creyeran. Nadie me creyó. Me encerré en mí misma y sólo quería desaparecer. Un día no pude más y cogí una de las pistolas de mi padre. La tenía junto a mi sien a punto de disparar cuando entró mi madre en el despacho. Gritó y entonces parece que mi conciencia despertó. Cogió la pistola y la descargó. Me llevó al psiquiatra. Es una cosa que no se olvida y no creo que lo supere nunca. Ahora si quieres que me marche, me iré. No te culpo, estar con una loca no es lo más aconsejable.

David, me coge por la cintura y me aproxima a él. Me besa con ternura.

-No quiero que te vayas. Te amo igual, no quiero ni pensar lo que has tenido que sufrir

Le devuelvo el beso. Despierta mi deseo de nuevo y nos amamos con locura una vez más.


Me despierto. Ya ha anochecido. Está durmiendo junto a mí. Su respiración es tranquila, relajada. Nada comparado con lo de hace unas horas. Abre los ojos. Sonríe y me atrae hacia él. Me besa suavemente al principio pero después con pasión. Está encendido de nuevo. De repente oímos el rugir de unas tripas, las nuestras, y nos ponemos a reír. No hemos comido en horas.

-Deberíamos bajar a comer algo
-Sí, además tengo que tomar la pastilla de la cena y tiene que ser con algo de comida.

David me da una bata para que me la ponga y él se pone otra.
Me coge de la mano y me dirige sigilosamente hacia la cocina. Me siento en uno de los taburetes que hay. Es una cocina enorme, tipo americana y con un montón de electrodomésticos en metalizado. Abre la gigantesca nevera y saca cosas para hacer unos sándwiches.

-¿Qué puedes comer?
-Casi de todo, sólo tengo evitar cosas que contengan azúcar. ¿Tienes pan integral?
-Aquí hay de todo.
-Pues ponme un sándwich de pan integral con aceite de oliva, tomate, lechuga y queso.
-¡Qué bueno¡, me voy a hacer otro para mí.

Veo a David como se maneja en la cocina, no es mucho tener que hacer dos sándwiches pero hay hombres que no son capaces ni de eso.

-Entonces, ¿te quedas conmigo aquí?.
-No quiero perderte pero tengo mucho en Salamanca. Tengo mi trabajo, mis estudios, mi apartamento. Le dije a Luis mi jefe que estaría fuera unos días pero no he dicho nada a mi casera ni en la Universidad. Mi amiga Alicia es la única que sabe la verdad de todo.
-Todo lo que tienes en Salamanca lo tienes aquí también y además me incluyo en el paquete. Si no quieres vivir aquí en esta casa, nos alquilamos un piso. Ahora tendré un mejor sueldo y me lo puedo permitir. Le diré a mi tío que interceda por ti en la Universidad que quieras y te haga un traslado de expediente y si quieres puedes acabar el curso. Y si no, te tomas unos meses de descanso.
-No quiero estar lejos de ti.
-Pues quédate conmigo. Te puedo ofrecer todo lo que necesites.
-No quiero todo, sólo te quiero a ti.

DAVID

¿Qué puedo hacer para convencerla?. No puedo ofrecerle más. Todo, puede tener todo y a mí también.

-Por favor Sandra, ahora que te he encontrado, no quiero perderte.
-Yo tampoco pero es un paso grande, ¿y si lo nuestro no funciona? Me quedaré aquí tirada.
-Te prometo que lo nuestro funcionará
-Me lo prometes.
-Por supuesto

Y la cojo en mis brazos y la beso.

Faltan un par de horas para que amanezca. Volvemos a la cama. Tenemos los dos demasiado en que pensar y nos dormimos abrazados.

Al despertar a la mañana siguiente veo que Sandra ya levantada y duchada.

-Buenos días dormilón
-Buenos días preciosa
-He decidido quedarme. Voy a llamar a Luis para decirle que no vuelvo por ahora. Sin trabajo no podré pagar mi piso así que tengo que ir a recoger mis cosas y decirle a mi casera que me voy.
-Espera, si te sientes más segura con el piso, yo te pagaré el alquiler y así si necesitas espacio, siempre puedes volver a él.
-¿Harías eso por mí?
-No hay nada que no haría por ti.
-Pero no quiero deberte nada. Si me pagas el piso tendré que devolverte el dinero algún día.
-Algún día.

Sonrío y viene a mis brazos. Nos besamos.
Sandra se retira.

-Vamos, levántate, que si no, no salimos de aquí en tres horas.
-Tienes razón, tengo que hablar con mi tío y comentarle nuestra decisión. Tiene que ver lo de tu matrícula y lo del piso.
-Yo quiero hacer algo. Déjame a mí buscarnos piso.
- Bien, confío en ti.
-Cogeré todos los periódicos y empezaré a mirar. ¿cuál es el presupuesto?
Levanto una ceja y río,
-El que tú pongas.
-Claro, se me olvidó lo tuyo. ¿Por donde lo quieres?
-Cerca de Ecotex y de las Universidades.
-Vale, ya me encargo yo de todo eso. Tú tienes que ir a trabajar. Vístete.
-Sólo porque tú me lo pides.

Bajamos a la cocina y sólo vemos al servicio.

-Buenos días señorito David.
-Buenas María. ¿Dónde está mi madre?
-Salió temprano. Me dijo que no volvería hasta la hora de comer. ¿Desea algo?
-No descuida, desayunaremos en la cafetería. Gracias.

Cojo a Sandra de la mano y nos vamos al garaje.

-Tendré que comprar algo de ropa, sólo tengo esto- señalando su atuendo me dice Sandra.
-Ropa es una de las cosas que más tenemos. Acuérdate, Ecotex. Empresa de ropa.
-Es verdad. Perdón.
-Nunca pidas perdón por ser tú misma.

Llegamos al garaje y el coche de mi madre no está. No sé donde habrá ido.
Cojo mi casco y le doy a Sandra el que se puso ayer de los tantos que hay en Ecotex.
Sandra coge el casco y se lo pone. Yo se lo abrocho. Nos montamos en la moto y vamos hacia Ecotex.
Llegamos al edificio y aparco en la zona reservada. Cojo los dos cascos y se los doy a Martín, el vigilante, él los guardará.
Cojo a Sandra de la mano y subimos a la cafetería. La gente me saluda cuando se cruza conmigo.

La cafetería es tipo self service así que cogemos unas cosas como un dispensador de sacarina para Sandra, no se me olvidará nunca que la tengo que cuidar. Tengo que decirle que me cuente más cosas sobre la diabetes, si alguna vez le pasa algo, quiero estar preparado.
Nos sentamos en una  mesa libre. Todos nos miran pero sonríen. Parece que les gusta que estemos juntos.

-Cuando acabemos vamos a subir al despacho de mi tío que quiero darle instrucciones.
-Instrucciones de qué
-Pues de todo, de lo del piso, de lo de la universidad, tu médico, vamos de todo.
-Pero el piso lo quiero buscar yo.
-Es verdad, me lo dijiste. Vale eso lo haces tú pero el resto que se encargue él.

Acabamos nuestro desayuno y subimos al despacho de mi tío.

Toco en la puerta y la abro

-David, qué alegría, buenos días
-Buenos días tío
-Hola Sandra, ¿Cómo estás?
-Bien gracias.
-Tío, tengo algunas cosas que necesito que hagas. Vamos a sentarnos.
-Claro David, lo que quieras.
-Pues he decidido quedarme durante 6 meses por lo menos e intentar lo de la empresa.
-¡Qué bien!, cuánto me alegro.
-Sandra se quedará aquí conmigo.
-Me alegro, creo que la necesitas
-Sí, los dos nos necesitamos.
-Ella se va a encargar de buscarnos piso. Necesito que le ingreses dinero en su cuenta todos los meses.
-¿Cuánto quieres que te ingresemos?
-No sé.
-¿Cuánto cobrabas en el mejicano?- dice David.
-1000 euros, más o menos, dependía de las propinas.
- Vale, tío Julián, ingrésale 1200 euros todos los meses.
-¿De qué partida lo saco?
-De mi sueldo.
-Bien.
-Ahora, búscale un portátil o monitor que se va a encargar de buscarnos piso.
-Yo ya tengo portátil. Está en la taquilla de la estación de autobuses. Lo dejé ahí para no llevar peso.
-Perfecto, entonces lo puedes coger. En la última planta hay una especie de biblioteca con WiFi, que puedes usar para navegar.
-De acuerdo.
-¿Puedes mirar si es posible pasar la matrícula de la Universidad de Salamanca a la Complutense por ejemplo?
-Espera David, he estado pensando y creo que me lo voy a tomar con calma. Si mantengo el piso de Salamanca, siempre podré volver ahí y así estos meses los puedo pasar haciendo otras cosas.
-¿De verdad?
-Sí, tú me dijiste que un año no es nada en toda la vida, así que he decidido pasar el tiempo de otra forma.
-Me alegro pero sólo si tú quieres. No te impongo nada.
-Ya lo sé.
-Entonces qué nos falta, ah, sí, el ginecólogo. Tío, necesito que le busques a Sandra un ginecólogo. ¿Podrás hacerlo?
-Hombre, yo no tengo pero mi mujer sí y mi hija también. Les preguntaré.
-Vale, apúntate el móvil de Sandra y le llamas y se lo dices.

Sandra le muestra el número del móvil y se lo graba en el suyo.

-Pues creo que ya está. Gracias tío.
-Ven, vamos a mi despacho.

Cogidos de la mano nos vamos a mi despacho.

-Berta, no nos interrumpas en los próximos 5 minutos. Cuando salga Sandra, ya puedes entrar.
-Sí señor.

Abro la puerta de mi despacho y atraigo a Sandra hacia mí. La beso.

-Bueno pues ahora sólo queda que te compres ropa.¿Cuánto dinero necesitas?
-No sé.
Voy a la caja  fuerte de mi despacho la abro y saco un fajo de billetes.
-Toma, llévate esto.
-Ni hablar. Eso es mucho. Dame 300 euros.
-¿Seguro?
-Sí.
-Vale, toma además esto. Es una tarjeta de empresa. En el reverso están todas las tiendas de la marca. Cuando vayas a pagar, la presentas y te hacen el descuento de empleado. Además les dices que te lo envíen al edifico Ecotex a mi despacho y así no irás cargada.
-Es que piensas en todo. Sabes, desde que te he visto entrar por la puerta del edificio, has cambiado. Eres un líder. La gente te aprecia y toma tus órdenes muy bien. Sabes mandar. Creo que saldrá todo bien. Lo llevas en los genes.
-Gracias. Aún no sé si me obedecen porque les puedo despedir o qué.
-Estoy segura de que te obedecen porque eres buen jefe y seguro que apreciaban a tu padre.
-Eso es verdad, todo el mundo le quería.

Capítulo siete

SANDRA

-Entonces me voy ya que tengo mucho que hacer. ¿Podremos comer juntos?
-Lo intentaré. De todas formas te llamo, déjame que me grabe tu número.
-De acuerdo.

Me aproximo a él y le beso. Es un beso prolongado. Pasional. De amor.

Cuando nos separamos, los dos estamos rojos y excitados pero ahora no es el momento.

-Lo siento, me tengo que ir.
-Ya lo sé preciosa pero nunca lo sientas. Luego recuperaremos el tiempo.

Me voy del despacho y bajo a la calle. Decido llamar a Alicia a contarle todo.

-Eh, figura. ¿Dónde te metes?
-Estoy en Madrid, con David.
-¿Osea que le has encontrado?
-Sí, al final en el edificio de su padre. Hemos estado toda la noche hablando y con otras cosas y he decidido quedarme aquí por lo menos 6 meses que es el tiempo que se ha dado él para ver si encaja o no.
-Jo tía, seis meses sin verte. ¿A quién voy a contar mis problemas ahora?. No, que es broma. Me alegro por ti. Tendrás que decírselo a Luis y a tu casera, y también en la Uni.
-A Luis le llamaré luego y a la Uni también pero lo de la casera es otra cosa. Fíjate si David es generoso que se ha prestado a pagarme el alquiler y todo lo demás para que si decido volver no pierda el piso. Piensa en todo. Acabo de verle actuar con sus empleados y tiene un don natural para mandar. Es increíble.
-Nena, estás colada por él. Pero la verdad es que me alegro mucho. Te mereces alguien así.
-Gracias. Sólo me falta buscar ginecólogo. El tío de David me va a buscar uno pero no sé si fiarme. Es algo muy privado.
-Pues ahí te puedo ayudar. Mi hermana vive en Madrid y tiene ginecólogo. Si quieres la llamo y le pido el teléfono.
-Sería fantástico. No me gustaría que mis chismes íntimos estén en boca de toda la familia de David. Si es alguien externo sería mejor.
-Te comprendo. Pues lo miro y te llamo. ¿Qué vas a hacer ahora?.
-Pues me voy a buscar piso. He conocido a su madre y no nos caemos bien así que David me ha dicho que busque un piso para los dos.
-Ese tío es genial.
-Y que lo digas. Me ha dicho que no ponga límite en el precio pero no quiero abusar. Me ha dado dinero para comprar ropa y todo.
-Lo que te digo, ese hombre es un regalo del cielo. No me has dicho qué tal está en la cama.
-Ni te lo diré. Sabes que eso es muy personal pero te aseguro que no tengo quejas.
-Eso es lo importante. Un tío que lo tiene todo, jolines, yo creía que de esos no había.
-Pues yo te aseguro que así es. Incluso le dije lo del suicidio y en vez de rechazarme me consoló. Es maravilloso.
-Estás hasta las trancas por él.
-Sí, no te lo puedo negar y creo que él por mí también. Te dejo que estoy viendo un piso en alquiler aquí en la Castellana y voy a entrar a preguntar.
-La Castellana, pues eso debe ser muy caro.
-No te preocupes, no me gastaré tanto, es sólo por curiosidad.
-Vale. Te llamaré en cuanto sepa lo del médico.
-Gracias guapa. Hablamos.
-Adiós
-Adiós.

Me acerco al edificio donde veo el cartel de Se Alquila. Entro al edificio y busco al portero.

-Buenos días.
-Buenos días, señorita. Dígame.
-Es por el piso que alquilan. ¿Se puede ver?
-Es el ático. Tienes 3 habitaciones, son unos 200 metros. ¿Le interesa?
-Sí, estoy buscando un piso por la zona, que pille cerca del trabajo.
-¿Dónde es el trabajo?
-En el edificio Ecotex.
-Sí, está bastante cerca. Voy a por las llaves y lo vemos.
-Muy bien.

Enseguida regresa el portero con las llaves y nos montamos en el ascensor.
Cuando llegamos arriba, abre la puerta.
El piso es señorial. Antiguo. Techos muy altos, con ventanales enormes y mucha luz. Me encanta.

-Venga por aquí señorita que se lo enseño.

Vamos pasando por todas las habitaciones y finalizamos en la magnífica terraza. Aquí tienen puesto como una especie de jardín zen que me enamora nada más verlo.

-Me encanta el piso pero tendrá que verlo también mi novio.
-Son 7000 euros al mes más 2 de fianza. A parte están los gastos de portería y mantenimiento que son 500 euros al mes.
-Pues hablaré con mi novio. Me deja un teléfono para contactar, por favor.
-Por supuesto señorita.

Me da los datos del piso y un número de teléfono.

-Yo soy Agustín. Pregunte por mí.
-Gracias, ha sido Vd. Muy amable.

Me marcho pensando en lo bonito del piso pero lo caro que es. Voy hacia la estación de autobuses a recuperar mi portátil pero pienso que es mejor ir primero de compras. Mientras, me fijo en otros carteles de Se Alquila y voy viendo más pisos pero cada vez están más lejos del edificio de Ecotex y me gustaría que David fuese a trabajar andando, no en moto.

Me dedico casi toda la mañana a comprar ropa y ver más pisos.

En las tiendas me tratan muy bien y con la tarjeta de empresa no me ponen ningún problema. Recibo miradas curiosas al decirles que envíen lo comprado al edificio Ecotex al despacho de David. No sé qué pensarán.

Me paso por la estación de autobuses a por mi portátil y después me paso por una cafetería a mirar pisos por Internet. Mientras navego por Internet, me tomo un café con una tostada y aceite. Qué rico. Me encanta que me atiendan. Viviría así siempre. A qué tengo que renunciar, me planteo. Por ahora a los estudios pero esos los puedo retomar más adelante. No sé si mi forma de ser me permitirá vivir de David. Yo siempre he trabajado y no me gusta ser una carga para nadie. Tendré que buscarme un trabajo pero como está la cosa ahora lo veo difícil. Tengo que pedirle referencias a Luis. Tengo que llamarle, se me ha olvidado.

Le llamo y le explico lo que ha pasado. No le gusta pero me entiende. Le digo que me envíe una carta de recomendación al edificio de Ecotex, al despacho de David. Ahí lo podré recoger. Otra cosa hecha.

Miro pisos y más pisos, en numerosas páginas web. Veo uno que me llama la atención, dice que la calle está cerca de la Castellana.

Llamo por teléfono.

-Buenos días. Llamo por  lo del piso en alquiler.
-Hola. Es un segundo sin ascensor. Quiero que lo sepa antes que nada.
-Bueno, nosotros somos jóvenes.
-Tiene dos dormitorios. Está recién reformado aunque el edificio es antiguo. Es todo exterior.
-Se puede ir a ver.
-Claro, ¿Cuándo le viene bien?
-Ahora mismo, si puede ser.
-Pásese que yo ahora mismo estoy como a 5 minutos y nos encontramos en el portal.
-De acuerdo, voy para allá. Hasta ahora.
-Nos vemos en un momento.

Y cómo sé yo donde está esa calle. He vivido en Madrid pero es imposible saberse todas las calles, a menos que seas taxista o policía. Le pregunto al camarero.

-Oiga, para llegar a la calle Justiniano, cómo voy.
-No está muy lejos. Coja esta calle y vaya todo recto, en la segunda manzana gire a la derecha. Hay un semáforo. Cruce la calle y está por ahí. Luego pregunte.

Mientras está hablando el camarero me estoy tomando nota de lo que me dice. Espero no perderme. De todas formas siempre puedo preguntar.

Recojo mis cosas, le doy las gracias y me voy.

Sigo sus instrucciones y llego al semáforo, cruzo la calle y le pregunto a un señor paseando a un perro, seguro que es de la zona.

-Sí, está ahí mismo. Gire en la esquina y es la segunda calle a la izquierda.
-Muchas gracias, muy amable.

Llego a la calle y empiezo a mirar números. Tengo que recorrer un buen trozo hasta encontrarme con el número que me ha dicho el hombre.

-En el portal veo a un hombre de mediana edad.
-Hola, yo soy la que ha llamado antes.
-Hola, ¿ha llegado bien?
-Sí, gracias, preguntando se llega a Roma.
-Es verdad, ¿Subimos?
-De acuerdo.

Me fijo en el edificio, realmente es antiguo. Tiene una puerta además de la del portal y me pregunto qué será. Subimos por unas escaleras de mármol antiguas pero muy bonitas. Al llegar al segundo el caballero abre la puerta y me deja pasar primero.

-Pues ésta es la casa, pase.
-Gracias.

Paso y me quedo de piedra, la casa está como nueva. Parece mentira que un piso tan moderno y cuidado esté en un edificio tan viejo.

El hombre ha visto mi reacción y me dice

-Le dije que estaba reformada.
-Sí, es preciosa.

Vamos mirando la casa, sólo tiene un baño pero es grande y dos dormitorios. Uno puede ser perfectamente un despacho. La cocina también es muy grande, incluso con sitio para una mesa para comer. Las estancias principales tienen balcón. Me gusta mucho.

-Le quería preguntar una cosa. Mi novio trabaja en el Edificio Ecotex en la Castellana y lo que no queremos en tener que coger medios de transporte, ¿cómo se llega desde aquí hasta el edificio?.
-Lo conozco. Pues es muy fácil. Saliendo por el portal y andando por la calle en dirección a la izquierda, tiene que pasar un par de manzanas y luego a la derecha cruzar la avenida y ya está. No creo que sean  más de 10 minutos andando.
-Perfecto. Otra cosa. Mi novio tiene moto, hay algún lugar donde dejarla.
-Al entrar no sé si se habrá fijado que hay una puerta algo más grande que la del portal. Pues es el acceso a los trasteros. Son individuales y con cierre. La moto seguro que le cabe ahí.
-Dígame entonces qué condiciones tiene.
-Pues son 1800 euros al mes con tres meses de fianza. La comunidad son 50 euros porque no tenemos ni portero ni ascensor. Vds. se hacen cargo del gas, luz y agua y si quieren, tienen que poner teléfono porque eso sí que ahora no hay.
-Tengo que consultarlo con mi novio. Le llamaré en cuanto nos decidamos. La verdad es que me gusta mucho y no está lejos del trabajo.
-Muy bien señorita. Dígame su  nombre para saberlo cuando me llame. Han venido más personas para ver el piso.
-No lo dudo. Soy Sandra Sempere.

Nos damos la mano y me voy. Realmente me gusta y es más barato que el otro piso que me gustó. Es más pequeño y no tiene ascensor, además de estar algo más lejos pero la verdad es que me veo viviendo aquí.

Al salir del piso me fijo en las tiendas que hay alrededor. Un supermercado, una carnicería y una farmacia. No nos hace falta más.

Voy caminando hacia la Castellana y suena mi móvil, ¿será Alicia?. Lo miro, no, no es su número, ¿Quién me llamará?

-Hola
-Hola preciosa, ¿por dónde vas?
Es David
-Hey, ¿es éste tu número?. No lo tenía.
-Pues ahora ya lo tienes, además es el personal así que para lo que quieras, cuando quieras, ya sabes donde encontrarme.

Me salta el corazón. Me quiere y yo a él.

-Pues acabo de salir de un piso que me encanta y voy andando hacia Ecotex, osea que si lo cogemos podrás ir andando al curro.
-Estupendo. ¿vienes para aquí?
-Sí, voy hacia Ecotex.
-Cuando llegues, sube hasta mi despacho y vamos a comer juntos ¿vale?
-Claro, no me lo perdería.
-Nos vemos ahora entonces.
-Vale, un beso.
-Uno no, muchos besos. Adiós

Me río y cuelgo.

Soy feliz, no sé qué puede pasar ahora pero las perspectivas son buenas. Soy muy afortunada y  no me lo puedo creer.

Tengo que preguntar en un par de ocasiones pero llego al edificio sin problemas.

Llego al control de entrada.

-Buenos días, Stra. Sempere, me dice uno de los guardias.

David está en todo, les habrá dicho que me dejen pasar sin pedirme el DNI, ni nada.

Subo por el ascensor hasta el piso de su despacho. Ahí, a la entrada de su despacho está la mesa de Berta, su secretaria, es guapa y si no estuviera segura de lo que siente David por mí, estaría celosa sin duda.

-Buenos días Stra. Sempere, puede Vd. Pasar
-Gracias, buenos días.

Toco en la puerta y paso. Ahí está David, al teléfono. Se ha quitado la chaqueta y está en mangas de camisa. Está disgustado hablando con alguien de no sé qué.

-Vamos hombre, no me digas eso. Yo sé que tú puedes hacerlo. Llámame cuando lo hayas acabado. Adiós.

Cuelga, se levanta y viene hacia mí presto. Me coge en brazos y me da una vuelta, dos, tres, por fin me pone en el suelo y me besa.

DAVID

Por fin aquí está. He tenido mucho que hacer pero he estado pensando en ella en todo momento. Es mi paz.

Cuando la suelto estamos los dos acalorados. Dios, lo que me hace esta mujer. No lo puedo comprender.

-¿Has venido bien, has tenido algún problema?
-No, qué va. Todo el mundo parece saber quien soy. Hasta el guardia de la entrada me ha saludado. Increíble.
-Sí, ya todos saben quien eres y que tienes acceso ilimitado al edificio y a cualquiera de sus oficinas. Puedes ir a la cafetería, a la biblioteca, al gimnasio, vamos a donde tú quieras.
-¿Gimnasio?
-Sí, también tenemos gimnasio. ¡¡Este edificio es la leche!!
Nos reímos.
-¿Cuándo vamos a ver el piso?
-Cuando puedas. Había dos que me gustaron pero éste que te he dicho antes es más barato y más acogedor porque es más pequeño.
-El precio no es problema, ya te lo dije pero si lo prefieres tú, pues ahí mismo. Me da igual donde sea siempre que sea contigo.

Sandra me mira con ternura y se le humedecen los ojos.

-Eh, no llores por Dios, es lo último que quiero verte hacer.
-Perdona, es que soy tan feliz.
-Y por eso lloras, pues qué harás cuando estés triste.
-No querrás saberlo.
-No, nunca te quiero ver triste.

Nos abrazamos de nuevo.

-Voy a llamar al hombre a ver cuando puede ir a enseñarnos el piso.
-Vale

Llama al hombre y se ponen de acuerdo para ver el piso a las 5 de la tarde. Tengo una reunión a las 7 osea que tendré tiempo.

-Tengo una reunión a las 7 pero cuando acabe me tendrás sólo para ti.
-¿Tardarás mucho en la reunión?
-Mínimo una hora. Es lo que tiene ser el jefe.
-Lo entiendo pero no me gusta.
-¿Quieres que la anule?
-Ni hablar, sé que tienes obligaciones y no voy a ser yo quien te quite de ellas. Me aguantaré.
-Haré que merezca la pena.

Se le iluminan los ojos anticipándose a lo que pasará esta noche. Los dos nos ruborizamos. Parece que seamos quinceañeros, por Dios.

-Nos vamos a comer- le digo cogiéndola de la mano.
-¿Qué te apetece?
-¿Qué tal un chino?, me apetece.
-Pues vamos.

Cojo mi chaqueta y salimos del despacho.

-Berta, nos vamos a comer. Estaré de vuelta en dos horas como mucho. Luego tendré que salir un rato pero estaré para la reunión de las 7.

-Sí señor, buen provecho.
-Gracias.

Salimos del edificio y nos dirigimos hacia un chino cercano, pequeño pero acogedor.

Nos pedimos un menú cada uno.

Sandra se toma su pastilla mientras comemos.

-Madre mía, me acabo de acordar. Tengo que ver qué médico me toca porque tengo pastillas para dos semanas nada más. Necesito médico para que me haga las recetas.
-No te preocupes, al empadronarte te asignan médico y si no, que seguro que sí, siempre tienes el de la familia.
-Ya pero mi pastillas son caras y necesito hacerlo por la Seguridad Social.
-Descuida, al coger piso y tener dirección, ya le digo a mi tío que lo gestione todo.
-Bueno, hay dos semanas de margen, espero que sea suficiente.
-Claro mujer, si no ya te digo, el médico de mi familia te lo puede recetar.

Terminamos de comer y a los dos se nos nota que queremos estar juntos. Pero ¿dónde?

-¿Qué hacemos ahora?
-Yo sé lo que quiero hacer ¿y tú?
-Lo mismo que tú, lo leo en tus ojos.
-¿Dónde?
-Pues justo eso es lo que estaba pensando ahora. ¿volvemos a mi despacho?
-¿En tu despacho?, no sé, ¿y si entra alguien?
- Cierro con llave mujer, no soy descuidado.
-Pues si tú crees que es seguro..
-Claro, vamos.

Pago la cuenta. Me hace gracia porque Sandra saca su cartera para pagar su parte y por supuesto no la dejo.

-David, por favor, no es justo, ya pagas bastante.
-Mientras estés conmigo no pagarás nada. No lo permitiré.

Nos cogemos de la mano y vamos  a Ecotex. Subimos a su despacho. Berta no está y entramos sin que nos vea nadie. La gente está comiendo. Cierro la puerta, la cojo y la beso.

La separo de mí y la miro. Está sofocada. Cómo responde su cuerpo a mí. Es maravilloso. La cojo de nuevo. La llevo al sofá. Lo haremos ahí. Sandra está pensativa. Me deja hacer. La desnudo y la beso. Ella se ha mostrado hasta ahora bastante activa cuando hacemos el amor, ¿qué le pasa hora?

Paro y la miro, ella también me mira.

-¿Qué te pasa, no quieres hacerlo?
-Perdona, sí quiero, siempre quiero, ese es el problema, no sé si es sano desearte tanto, a todas horas.
-Yo también te deseo y además te amo y es lo único que importa, sea o no sea sano, si es lo que los dos queremos, adelante, ¿o no?
-Claro

Y me coge de las solapas de la chaqueta y me atrae hace ella. Me besa con pasión. También me desea.

Hacemos el amor, no es sólo sexo, es amor, primero con pasión y la siguiente vez con delicadeza.

Permanecemos juntos, cogidos, abrazados. Creo que es el momento de contarle algo muy íntimo que debe saber. Apenas hemos estado juntos unas pocas horas en total pero ya la siento como mi alma gemela… como mi otra mitad.

-Tengo algo que decirte. No sé si te va a gustar o no pero necesito que lo sepas.
Sandra se incorpora y me mira.
-Dime, no quiero secretos entre nosotros.
-He tenido relaciones con hombres.
-¿Qué? ¿Cómo? ¿Desde cuándo?. No es posible. Nunca he tenido un amante mejor, es imposible que seas bisexual, si eres maravilloso!!.
-Que sea bisexual no quiere decir que sea malo. Es que tengo mis preferencias. Me encantan las mujeres y a ti te amo. Pero quiero que sepas que en el pasado también me acostaba con hombres y me gustaba.

Veo en su rostro su decepción. Su duda.

-No dudes, yo te quiero a ti. No te voy a dejar por nadie, ni por un hombre ni por una mujer.
-¿Pero y si no soy lo suficiente?. ¿Y si necesitas un hombre?. No lo entiendo. La forma en la que me haces el amor, no pones reservas, no parece que te falte nada de mí, que cumplo con lo que necesitas.
-Y así es. Sólo quería que lo supieras. Nunca me he enamorado de un hombre, sólo fue sexo puro y duro y nada más. Tuve una novia hace años pero nunca un novio. Mis relaciones con los hombres son eso, sólo sexo.
-Pero justamente eso, yo no te lo puedo dar. Yo soy mujer y no sé lo que te puede dar un hombre que yo no pueda.
-Por ahora nada, tú eres todo lo que necesito.

Sandra se levanta y se viste.

-La gente estará apunto de volver. Más vale que te vistas.

Su voz es fría. No queda nada de la pasión de unos minutos antes. ¿Qué he hecho?. Se lo tenía que decir. No quiero mentiras entre nosotros. Una relación no puede empezar con mentiras o medias verdades. Ella tenía que saberlo, tenía que saberlo todo de mí.

-Por favor Sandra, no reacciones así. Te lo tenía que decir. No ves que sólo quiero ser sincero contigo. Te quiero y quiero que lo sepas todo de mí.
-Te importa que lo dejemos para esta noche. Necesito reflexionar.
-Claro, esta noche lo hablamos.

Mira el reloj

-Son las 16.30. Deberíamos ir al piso que a las 17.00 viene el hombre a enseñárnoslo.

Por lo menos aún tiene un pensamiento de futuro. Si no, se hubiera negado a ver el piso juntos. Suspiro. Me visto y salimos del despacho. Berta está al ordenador.

-Buenas tardes señor, señorita.
-Buenas tardes Berta. Voy a hacer una gestión y estaré de vuelta para la reunión.
-Sí señor.

Entramos en el ascensor y me asalta una duda.

-¿Dónde dormimos esta noche?
-¿Qué?
-¿Dónde dormimos esta noche? No parece que te guste estar bajo el mismo techo que mi madre y pensé que hasta que encontráramos piso, pues habrá que ver donde dormimos y eso.

Sandra se echa a reír. Por fin, no me lo creo.

-No me gusta tu madre, es cierto pero no vamos a coger una habitación de hotel sólo para dormir. Me parece un despilfarro. Serán sólo unos días, no te preocupes. Con tal de evitarnos, creo que tu madre y yo nos llevaremos bien.

Ahora soy yo el que me río. ¿Cómo es posible que hace sólo unos minutos había tanta tensión entre nosotros y ahora no?

Vamos hacia el piso, Sandra se acuerda perfectamente hacia donde ir. Tiene un buen sentido de orientación, cosa rara en las mujeres.

Llegamos un poco pronto, faltan unos 10 minutos para la cita. Nos quedamos viendo el edificio.

-Es antiguo.
-Ya te lo dije, pero por dentro el piso está reformado. No tiene nada que ver con el edificio, de verdad.
-Te creo.

Permanecemos abrazados mientras llega la hora. Justo en punto se acerca el propietario.

-Buenas tardes.
-Buenas tardes. Aquí estamos- dice Sandra.
-Pues vayamos a ver el piso- dice mientras nos da la mano.

Cuando abre la puerta no puedo menos que sentirme orgulloso de Sandra. Tenía toda la razón. El piso está todo reformado y es muy bonito. Me encanta.

Recorremos las habitaciones y terminamos en el salón.

-Bueno pues ya han visto la casa. ¿Qué les parece?
-Nos gusta mucho- le digo.
-Pues ya saben, hay más gente que ha venido a verlo. Si lo quieren, tendrán que darse prisa en entregar una señal.

Sandra y yo nos miramos y sonreímos. Esta es nuestra casa, nos vemos viviendo aquí.

-¿Cuánto quiere de señal?
-No sé, ¿Cuánto puede darme?

Abro la cartera y miro cuanto llevo. Veo varios billetes de 200 y de 100.

-¿Qué le parece 500 euros?
-Me parece bien. Son tres meses de fianza. 1800 al mes más 50 de comunidad. Ya se lo dije a su novia. Venga que le haré un recibo. La casa tiene agua, luz y gas pero no tiene teléfono. Si lo quieren tendrán que ponerlo Vds. mismos.
-No se preocupe por eso. Tenemos los móviles.

Vamos todos hacia la cocina en donde el propietario saca unos folios de un cajón. Escribe a mano un recibo pero antes de terminar parece que se acuerda de algo y comenta

-Necesito una nómina para que el gestor emita el contrato.
-No hay problema- le digo.
-Serán 6 meses renovables a no ser que cualquiera de los dos diga lo contrario.
-Me parece bien- digo.
-Entonces ¿cómo hacemos lo de los papeles?
-Se puede Vd. pasar o su gestor por el edificio Ecotex. Yo trabajo ahí y pueden darle todos los papeles que necesite.
-Claro, ¿Cuándo le viene bien?
- A partir de mañana cuando quiera. Dejaré dicho en recepción que irá Vd. Y ya le llevarán a administración que es quien tiene todos los papeles. ¿Cuál es su nombre?
-Aquí en el recibo lo pongo, soy Juan Pérez Santiago. También he puesto mi DNI.
-Perfecto.
-Entonces mañana nos vemos, recojo todo y a ver si para por la tarde está hecho el contrato y ya intercambiamos las llaves y el dinero. ¿Le parece bien?
-Sí, perfecto.

Le entrego el dinero y me da el recibo. Nos damos la mano y nos despedimos. Realmente me gusta a la casa. Creo que seremos felices aquí.