domingo, 31 de agosto de 2014

Venganza en la Sangre por Julie Terrie -primera parte-


                                                                                     Para mi amor.
                                                                                     Somos la viva demostración de que   cuando el amor es verdadero, no importa el tiempo que te hayas conocido antes.
Gracias por estos 24 años de amor.
















VENGANZA EN LA SANGRE

Julie Terrie




Capítulo uno

SANDRA


6.00 de la mañana. BIP.BIP.BIP. Maldito despertador. Sólo unos minutos más. POR
FAVOR…No, me tengo que levantar, abro los ojos. Tengo que ir a clase. Me levanto,
voy al baño, me miro en al espejo. Veo mis ojos faltos de sueño. Estuve ayer
estudiando, estoy matriculada en la facultad de Economía la Universidad de Salamanca.
Voy a la ducha, desayuno, me visto y me voy. De lunes a viernes todo igual. Por la
noche iré a mi trabajo de camarera en el restaurante mejicano de la calle del Prior. Y
mañana todo igual. En realidad no me importa. Soy una privilegiada. Estoy haciendo lo
que quiero.

Llego andando a la Universidad. Veo a mis amigas.

-Hola Sandra ¿Qué tal hoy?
-Bien gracias Silvia, ¿y tú?
-Liada, ya sabes, demasiadas cosas por hacer y demasiado poco tiempo. Luego nos
vemos.
-Vale

Primero tengo clase de contabilidad. Me gusta. Entro en la clase y me dispongo a sacar
el libro cuando se me cae una hoja de mis apuntes. Me agacho y oigo un murmuro en
clase. Levanto la vista y ahí está. Un nuevo profesor.

-Buenos días clase, soy el profesor David Sansano. Sustituyo al profesor Albarca
durante estos dos últimos trimestres. Como sabrán tuvo un accidente de coche y no se
va a recuperar a tiempo

Justo en ese momento sus ojos se posan en mí. Me doy cuenta de que está mirándome
fijamente. No puede apartar sus ojos de los míos. Y yo no puedo apartar los míos de él.
Cómo describirlo. Moreno, alto, labios gruesos, un verdadero Adonis.

-Eh, profesor…!!despierte!!!. Oigo gritar a alguien del otro lado de la clase. El profesor
sale como de un sueño y sigue hablando.
-Quiero que se presenten, uno por uno. Empiezo yo.
-Soy David Sansano. Tengo 30 años y mi vocación es enseñar. Tengo un perro, un
setter irlandés. Me gusta ir en moto, leer y escuchar música.
-Ahora Vds.

Uno por uno, van los alumnos presentándose hasta que llega mi turno.

-Soy Sandra Sempere. Tengo 23 años. Trabajo de camarera en un mejicano de la calle
del Prior por las tardes.

Ya está. No puedo articular más palabras. No consigo que aparte su mirada de mí.
Parece que ve a través mío o dentro de mi corazón. Es una sensación rara.
Transcurre la clase con todos nosotros presentándonos pero ni hago el más mínimo
caso. Sólo  miro al profesor que a su vez sólo me mira a mí.
Se acaba la clase. Me quedo rezagada a propósito. La última. Sólo quedamos él y yo en
la clase. Me paro y le digo

-Me alegro de que Vd. esté aquí.

Me sonríe. Dios, qué sonrisa, qué dientes más perfectos. Sus ojos se iluminan.

-Espero no defraudarla.

Le doy una de mis fantásticas sonrisas y me voy. No puedo tenerme en pie. Tengo taquicardia. No soy una chiquilla quinceañera. No soy una adolescente. Tengo 23 años. Soy una mujer adulta. ¡Cómo me ha afectado!

-Vamos Sandra. Supéralo- me digo.

Voy con retraso a mi siguiente clase.

El día trascurre pero no me lo puedo quitar de la cabeza. Qué hombre, agradable, simpático, profesor y además guapísimo. Y parece que le gusto. Pues no será posible nada entre nosotros porque los profesores tienen prohibido relacionarse con los estudiantes así que será un sueño sin cumplir.

Tras comer en casa, estudiar, limpiar un poco y echar una pequeña siesta, me visto y me voy al curro. Llego al restaurante y me pongo a mis tareas. Mi compañera de trabajo, Alicia nota algo en mí.

-¿Qué te pasa hoy?, parece que estés en Babia
-¿Si te lo digo, me prometes no reírte?,
-Claro
-Pues hoy ha venido el sustituto del profesor Albarca y casi me muero. Qué hombre, ojala todos estuvieran así de buenos. Parece un Dios. Tuvimos unas palabras al terminar la clase y te juro que se me salía el corazón. Uf. No sé cómo voy a poder controlarme
-Joder, pues sí que tiene que estar bueno el tío. Yo nunca te he escuchado hablar así de nadie
-Es que no es como nadie. Es singular. Especial
-¡Niñas, a trabajar, vamos!- Oímos gritar detrás de nosotras.
-Vale, ya vamos

La tarde noche transcurre normalmente. Trabajando, atendiendo mesas, como un lunes normal. No hay demasiada gente pero éste es un restaurante que está abierto los lunes, cosas rara pero así es. Nosotros cerramos los martes y los miércoles.

DAVID

6.00 Lunes. Alguien me está besando. Qué rico. Oh no, es Rufo. Abro los ojos. Mi setter irlandés me está chupando la cara dándome besitos. Es hora de levantarse. Hoy empiezo en la Universidad. A ver si la sustitución me dura más que la última. No he podido completar ni un curso aún. No me gusta dejar a los alumnos justo cuando estoy empezando a cogerles el gusto, pero así es mi vida. Por lo menos me han dicho que aquí serán mínimo 6 meses. Me gustaría terminar el curso con ellos y eso que aún no los conozco. Llevo en Salamanca desde Enero del año pasado, me llamaron para unas sustituciones y me gustó mucho la ciudad. Tenía dinero ahorrado y decidí quedarme aquí. Tuve suerte porque en Diciembre me llamaron para una sustitución de dos trimestres.

Tras presentarme en la sala de profesores y recoger el horario me encamino a mi primera clase, contabilidad. Es una asignatura que me gusta pero hoy no vamos a dar nada. Hoy será una clase de presentación.

Llego y oigo murmuros entre las alumnas. Sí, suelen tener esa reacción. Se supone que es porque estoy “bueno”, yo no me veo nada del otro mundo pero la verdad es que la mujeres suelen reaccionar así ante mí.

Hay una alumna doblada hacia abajo, sólo le veo el cabello, es un rojo intenso, no de color zanahoria, más bien rojo oscuro. No puedo dejar de mirarla. Levanta su cara y me salta el corazón. Es una preciosidad. Tiene unos ojos verde esmeralda, unos labios carnosos y una nariz perfecta. Su larga cabellera cae por detrás de su espalda hasta casi la cintura. Nos miramos. No podemos apartar los ojos. Se sonroja pero no retira la mirada.

-Eh.. profesor ¡¡despierte!! oigo decir.

Entonces les comento que quiero que se presenten y yo empiezo haciéndolo también. No escucho lo que los alumnos dicen, no puedo dejar de mirarla. Llega su turno. Se presenta. Se llama Sandra y trabaja de camarera en un mejicano. Habrá que ir al restaurante.

Acaba la clase y se queda rezagada. Se aproxima a mí. Me late el corazón con fuerza. ¿Qué querrá?

Me dice que se alegra de que esté ahí. Yo le digo una tontería y se sonroja. Su respiración se acelera. Le estoy afectando sin duda, igual que ella a mí. Se va.

Suspiro. Dios, ¿qué me pasa? Tío, supéralo. Es una alumna. Está prohibido. Ni lo intentes.

Quiero convencerme de que no puedo hacer nada pero mi corazón y mi entrepierna no me dejan. Esto no es sano. Paso todo el día pensando en ella.

Ya en casa intento olvidar lo que ha pasado esta mañana. Paseo al perro, hago footing, pesas, todo lo que puedo para descargar energía pero mis pensamientos no se van de aquella pelirroja preciosa.

A última hora de la tarde cojo a Rufo y me dirijo hacia el restaurante mejicano de la calle Prior. No sé cómo se llama pero no creo que haya muchos. Recorro la calle por completo y tengo suerte, sólo hay uno. Me detengo en la cristalera. La veo, está de espaldas a mí pero ese pelo no se puede confundir.
Está tomando nota de un pedido. Se dirige hacia dentro del restaurante. ¿Qué hago?. No sé si entrar y pedir algo, haciéndome el encontradizo o esperar hasta que salga o simplemente marcharme.

Ya sé donde trabaja, ya sé donde puedo verla de nuevo. Mi conciencia me dice que estoy siendo un chiquillo, un adolescente. Un tío de 30 años no puede actuar así pero no lo puedo remediar. La necesito. Necesito tenerla, poseerla, satisfacerla. Paseo por delante de la cristalera con Rufo a mi lado. Esperando, esperando, esperando.

Capítulo dos

SANDRA

Falta una hora para el cierre, estoy sirviendo unos platos, levanto la vista y ahí lo veo. Al otro lado de la cristalera. ¿Es él? No sé. Me acero más. Está de perfil y sí, es él. Parece estar esperando a alguien. No será a mí. No me lo puedo creer. No quiero hacerme ilusiones pero ¿por qué está ahí?

-Alicia, cúbreme unos minutos, necesito salir a tomar el aire
-Claro guapa, descuida

Abro la puerta del restaurante y lo primero que me da en la cara es el frío del mes de enero, qué tonta soy. Ni siquiera he cogido mi abrigo. Cuando estoy a punto de entrar al restaurante para cogerlo, él se da la vuelta y me ve. Esa maravillosa sonrisa aparece en su cara. Sus ojos sonríen.

-Hola Sandra ¿Trabajas aquí?, mirándome el uniforme.
-Sí, ¿qué hace Vd. Por aquí?
-No me trates de Vd. Por favor, por lo menos fuera de la Uni
-Vale, pero no me has contestado
-Te podía mentir y decir que pasaba por aquí o que he salido al pasear al perro pero la verdad es que quería verte. Como dijiste que trabajabas en un mejicano de la calle del Prior pues me la he recorrido toda y sólo he visto éste. Así que me he acercado y te he visto. Estaba dudando de si entrar o no cuando has salido tú.
-Es que te he visto a través del cristal y no me lo podía creer. Qué casualidad
-Casualidad ninguna. He venido a buscarte

Entonces mi latido se acelera, mis mejillas se ruborizan y mi respiración se distorsiona. Ha venido a por mí. No me lo puedo creer.
Lo siguiente que noto es que me coge de los hombros. Me empuja hacia atrás, noto la pared del edificio contra mi espalda y sus labios sobre los míos. Deseosos, hambrientos de los míos. Le devuelvo el beso. Le muerdo el labio, él hace lo mismo. Nuestras lenguas se encuentran, se tocan, toco sus dientes perfectos. Le oigo jadear, me desea, igual que yo a él. Finalmente se aparta.

-Mira lo que me haces- me dice y coge mi mano y la pone sobre su corazón. Noto que va a mil por hora.
-Oh- pero no retiro mi mano. -Te deseo- le susurro, casi sin voz.
-Vámonos
-No puedo, aún no ha terminado mi turno
-¿Cuándo?- Me pregunta suplicante.
-En una hora
-En una hora estoy aquí. Voy a casa a dejar al perro y vuelvo. ¿Me esperas?
-No lo dudes
Me da un pequeño beso casto en los labios y me dice
-Hasta ahora

Regreso al restaurante. Estoy colorada del frío y al mismo tiempo del calor de mi cuerpo y el suyo. Hoy estará dentro de mí, gozando. No puedo esperar.

-Tía ¿qué te ha pasado?, parece que te ha atropellado un tren
-¿Recuerdas al profesor del que te he hablado antes?. Pues ha venido a por mí. Estaba ahí afuera y lo he visto.

Le relato a Alicia lo sucedido.

-Tía, no me lo puedo creer, qué suerte tienes jodida. Pero claro, no me sorprende con lo buena que estás. Todos los tíos suspiran por ti. Qué suerte tienes- me vuelve a decir.

Pasa la hora, me encuentro alterada, sólo espero que regrese.
Justo en el momento aparece. Igual de guapo como siempre. Me sonríe.

-¿Preparada?
-Como nunca
-¿Vives por aquí?
-A dos manzanas ¿y tú?
-Al otro lado de la ciudad.
-Pues vamos a mi casa que está más cerca
-Vale

Me coge de la mano y caminamos hacia mi casa. No hablamos en el trayecto. Yo dirijo la caminata. Lo dos estamos absortos en nuestros propios pensamientos. ¿Es esto real? ¿Es esto bueno? ¿Puedo acostarme con un hombre que acabo de conocer? Me da igual. Le deseo y él a mí y eso es todo lo que importa.

Llegamos a mi casa. Abro la puerta y nada más cerrarla, viene con paso firme a mi lado. Igual que antes me coge de los hombros y me besa, apasionadamente.

Susurra -Esto es lo que quería hacer desde el primer momento en que te vi. No podía apartar mis ojos de ti. Te deseo más que a nada en el mundo.

Soy incapaz de articular palabra.
Finalmente me retiro de su beso

-Tengo que ducharme, huelo a cocina
-Me ducho contigo
Le cojo de la mano y le digo –ven- dirigiéndole hacia la bañera.

Tengo una bañera de esas antiguas con pie y una ducha con cortina de plástico. Nada romántico pero eso ahora no importa. Le doy al grifo y espero hasta que el baño está lleno de vapor. Apenas puedo verle. Me empiezo a desnudar. Él hace lo mismo. Nos cogemos de la mano y nos metemos en la bañera. Cae el agua sobre nosotros y entonces me percato de su cuerpo. Alto, fuerte, moreno, con pelo en el pecho pero no demasiado. Miro hacia abajo y veo su virilidad, ahí expuesta en toda su magnitud. Me desea, está claro.
Él me está mirando. No sé qué piensa pero sus ojos revelan deseo. Me atrae hacia él y me besa. Primero despacio y luego a medida que su pasión aumenta, con más presión. Fuertemente. Se retira. Coge el jabón y empieza a enjabonar mis pechos donde se detiene un buen rato, masajeando y tirando de los pezones. Qué placer. Mi estómago, mi ombligo, en donde mete su lengua y da círculos. Creo que voy a tener un orgasmo nada más que de eso. Baja hacia abajo.

-Pues sí, es del mismo color
-¿Qué?
-Es que desde que te vi me preguntaba si tu pelo era del mismo color en todas partes
Me ruborizo.
-Pues sí, soy pelirroja y ¿qué?
-Me encanta. Eres tan especial.

Empieza a frotarme con el jabón ahí. Justo donde tengo tanto placer. Me voy a correr nada más que de su tacto. No puedo más. Entonces le cojo el jabón y hago lo mismo. Le froto desde la cabeza hasta los pies. Me detengo en su pene. Lo enjuago  y me lo meto en la boca. No me cabe, es muy grande y está completamente empalmado. Lo quiero dentro de mí.

Él me retira.

-Vamos.

Me coge de la mano y me saca de la bañera. Me seca con la toalla y yo hago lo propio con él. No podemos más. Nos deseamos tanto. Le dirijo a la cama. Me siento en ella y él me tumba. Empieza a chuparme, a lamerme, qué placer. Me retuerzo. Me voy a correr pero no quiero, quiero hacerlo cuando él esté dentro de mí pero parece que no quiere hacerlo. Sigue chupando, mordiendo, lamiendo. No puedo más y le paro.

-No tengo preservativos
-Yo tampoco
-No creo que pueda bajar a la farmacia en estas condiciones- me dice, mirando su gran virilidad.

Hago un cálculo mental y le digo.

-No importa, me tiene que venir la regla en dos días así que ya he ovulado y tirado el óvulo. No hay peligro
-¿Segura?
-Sí

Entonces abre mis pliegues con su mano y empieza a follarme con sus dedos. No puedo más. –Métemela- le digo, con voz ronca. No me quiero correr aún. Quiero que sea con él dentro de mí.

-Shhh. No estás aún preparada
-Y una mierda- y cojo su pene en mis manos y lo meto dentro de mí.

El empuja, hasta el fondo, noto dolor, es tan largo que toca el final de mí. Dolor y placer al mismo tiempo.
Él sigue empujando y retirándose. Una y otra vez, una y otra vez. Finalmente le digo -me voy a correr- y el contesta –sí- y me dejo llevar a la más absoluta satisfacción y placer. Él hace lo mismo. Hemos llegado al clímax con segundos de diferencias. Cuando mi cuerpo ha dejado de temblar me coge y me dice -Aún no he terminado contigo-
Pone una almohada debajo de mi culo y empieza otra vez a lamerme. No creo que pueda resistir otro orgasmo pero así es. Estiro mis piernas hasta más no poder, los dedos de los pies se estiran y contraen a medida que las sacudidas me embargan.
Tras mis orgasmos le miro.

-Ahora me toca a mí, ven

Le cojo y empujo hasta el borde de la cama y le tomo en mi boca. Chupando y absorbiendo hasta que me duelen las mejillas. Se corre con un suspiro de placer. Nos recostamos sobre la cama y no podemos ni hablar. Sólo sostenernos.

Cuando despierto, él ya no está. Hay una hoja sobre la almohada.

-Me voy a sacar al perro, luego nos vemos- D

Por lo menos la excusa de haberse ido es creíble y la promesa de vernos luego adormece el lamento de no haber podido despertar junto a él.

DAVID

Voy para mi casa. Tengo que sacar a Rufo. El pobre estará desesperado.
Qué noche. Pienso en lo que pasó y sonrío para mí mismo. Menudo polvo. Estoy en una nube. Increíble que me desee tanto a mí como yo a ella.
Llego al piso y saco a Rufo. Cuando vuelvo me fijo en que hay varios mensajes en el contestador. Qué raro que no me hayan llamado al móvil. Meto la mano en la chaqueta y no lo encuentro. Mierda, me lo dejé anoche en casa. Con las ganas que tenía de ver a Sandra, ni me acordé de cogerlo. Lo miro. 10 llamadas perdidas. Qué raro. Primero oigo el contestador. Se me cae el mundo a los pies
“David, cariño, soy mamá. Tu padre ha tenido un ataque al corazón. Estamos en el 12 de Octubre. Ven en cuanto puedas”
“Hola David, soy el tío Julián. Tu padre ha tenido un ataque al corazón. Supongo que ya lo sabrás por tu madre. Tenemos que hablar. Los médicos dicen que está muy mal. Tenemos que ver lo de la empresa.”

Mi tío Julián, el hermano de mi padre y su mano derecha. Seguramente él será nombrado Presidente cuando mi padre fallezca. Yo no quiero saber nada de la empresa. A mí me gusta enseñar y esa es la vida que quiero pero no puedo negarme a ir a ver a mi padre.
Toco el timbre de la vecina. Una mujer de la edad de mi madre y muy simpática y servicial.

-Perdona que te moleste, Rosa, me han llamado porque mi padre ha tenido un ataque al corazón y me tengo que ir a Madrid ¿te puedes encargar de Rufo unos días hasta que vuelva?
-Claro cariño, sabes que nos llevamos muy bien. Tú no te preocupes. Espero que lo de tu padre no sea nada. Llámame
-Gracias Rosa, lo haré- dándole un beso en la mejilla -Eres la mejor-

Llamo a la Universidad. Les digo lo que ha pasado y que me tengo que coger unos días por asuntos personales.

Cojo algo de ropa y la meto en una bolsa. Cuando veo que lo tengo todo me bajo al parking y cojo la moto. El viaje de Salamanca a Madrid no será grato. Espero que mi padre se recupere porque si no, no sé lo que voy a hacer. Sé lo que quiero hacer pero no sé si me dejarán hacerlo.
Entonces pienso en Sandra. Había quedado con ella para hoy pero no tengo ni su número de teléfono. Cuando llegue a Madrid la buscaré y la llamaré para explicárselo.

Como voy en la moto, cojo carretera y manta y me planto en Madrid. Voy directamente al hospital. Cojo mi bolsa y entro.

Cuando llego al hospital, pregunto por mi padre. Me dicen la habitación en donde está y al entrar se me cae el mundo. Mi padre está entubado, conectado a máquinas por todas partes. Estoy desolado. Parece que esté muerto excepto por el bip, bip que sale de la máquina que registra su latido. Al verme mi madre, se levanta

-David, cariño, ya has llegado- y me abraza y llora.
-Mama, no llores, todo se arreglará
-No cariño, los médicos no le dan esperanzas, su corazón no funciona

La impotencia que siento en este momento es inigualable. Ver al hombre más fuerte que he visto en mi vida, postrado en la cama con todas esas máquinas a su alrededor… No puedo contenerme. A pesar de nuestras diferencias, es mi padre y le quiero. Como hijo único, él tenía la esperanza de que algún día yo le sustituyera en la presidencia de la empresa. Pero yo no quería eso. Yo quería enseñar. Por eso me fui. Hice mi vida. Estudié y no hice uso de la fortuna de mis padres. Yo quería y sigo queriendo ser independiente y hacer en la vida lo que me gusta, no lo que otros me impongan. ¿Ahora qué pasará con mi vida?

Capítulo tres

SANDRA

Martes. Voy a la Universidad. Espero ver a David. Hoy no tengo clase con él pero en la nota dijo que nos veríamos.

En cuanto llego noto algo en el ambiente.

-¿Te has enterado?- me dice Silvia.
-¿Qué?
-El profe nuevo, que se ha ido. Ha llamado esta mañana diciendo que su padre ha tenido un ataque al corazón y se ha ido para Madrid.

Me quedo estupefacta, no por mí, por él. Pobre David. No ha dicho nada de su familia pero si se ha ido tan deprisa estarán muy unidos. No tengo su teléfono. No puedo llamarle. Voy a secretaría.

-¿Me puedes dar el teléfono de David Sansano?
-No, sabes que eso es ilegal
-Por favor, tengo que hablar con él
-No

A regañadientes me tengo que marchar del mostrador.

Tengo tiempo libre. Miro en Internet. ¡Google, cómo te quiero!
Tecleo. David Sansano, ni siquiera sé su segundo apellido. Pongo Profesor.

Enseguida sale la información.

David Sansano Pérez, presidente de la compañía líder Ecotex, sufre un infarto anoche en su casa. Su esposa, Matilde y su único hijo David, esperan junto a la cama del hospital el trágico desenlace.

“¿Qué?”. No me había contado nada. Ahora resulta que es el heredero de una empresa puntera. No me lo puedo creer. No puede ser el mismo. Miro la foto de David Sansano Pérez y se me cae el alma a los pies. La similitud es inapelable. Es hijo de su padre. La misma cara, ojos, cabello y labios. Sí, es hijo del magnate.

Lo que significa que le he perdido.

No, no me rendiré, lo que me hizo sentir anoche no lo voy a perder, nunca, me cueste lo que me cueste.

Pincho en el link. Me dirige a la página de la empresa. Busco Contacto. Y ahí está el email.

No tengo nada que perder.

Estimados Sres.

Por favor remitan el siguiente archivo de Word al Señor David Sansano hijo. Gracias.

Entonces me dedico a escribirle una carta.

David, me acabo de enterar de lo de tu padre. Espero que se recupere. Entiendo que en estos momentos tan difíciles estés con tu familia. No puedo olvidar anoche y deseo verte de nuevo.

Éstos son mis datos de contacto.

Sandra Sempere Díaz
Tlf. 667414397

Contacta conmigo por favor.

Adjunto el archivo de Word al email y lo envío.

¿Qué más puedo hacer? No tengo su teléfono, no tengo su dirección. Sólo sé la dirección de la empresa. Estoy decidida, iré a Madrid a buscarle.

Tardo una semana en dejar mis asuntos arreglados. Compro un billete de autobús para el próximo lunes. Lo único que sé es el hospital en donde está el padre de David y la dirección de su empresa. Creo que es mejor ir a la empresa. En el hospital no me dejarán entrar y verle, al no ser familiar directo, es un hospital grande y lo más seguro es que se me escape si espero junto a la puerta principal. Además habrá periodistas y no quiero que se sepa nada de lo nuestro.

Cuando llego a Madrid, dejo en los casilleros de la estación de autobuses mi portátil. No quiero llevar peso. Cojo el metro y me voy directamente al edificio Ecotex. Una vez ahí, ya decidiré lo que hago.


DAVID

Mi padre ha muerto. ¿Qué haré ahora?. Tengo que quedarme con mi madre. Ahora está sola y se encuentra mal. No puedo dejarla, por lo menos durante un tiempo.

Llamo a la Universidad.

-Hola, soy David Sansano. Ha muerto mi padre. No puedo regresar
-Está bien David- me dice el rector.
-Tómate tu tiempo. Ya hemos cursado otro sustituto. Te acompaño en el sentimiento, todos nosotros

-Gracias

Estoy en el despacho de mi padre. Lo veo por todas partes y me recuerda mi niñez. Mis años felices, de niño, rodeado de mi padre y mi madre que se desvivían por mí. Llegué tarde a sus vidas, desesperados por no tener hijos. Cuando mi madre tenía 37 años se quedó por fin embarazada. No se lo podían creer pero era cierto. Tras casi 20 años de matrimonio por fin tendrían un hijo. Y vine yo. Muy deseado, querido y cuidado.

Pasaba los fines de semana con mis padres en la casa de la Moraleja, jugando con ellos. Ellos se amaban con locura, se casaron muy jóvenes. Mi madre ayudaba a mi padre vendiendo camisetas por los mercados. De ahí a una tienda y de ahí a un imperio. Mi padre tenía mucho ojo con los negocios. Invirtió muy bien y todo el trabajo dio resultado. Ahora poseía una de las mayores empresas del país. Daba trabajo a miles de personas y ahora me tocaba a mí. No me veía capaz, no quería esa responsabilidad, por eso me fui. La empresa no era lo mío, lo mío era enseñar.

Han pasado unos días de la muerte de mi padre, estoy en su despacho con mi tío Julián.

-Esto es ahora tuyo David, ¿qué vas a hacer?
-No lo quiero, tú lo sabes, tú tienes que ser el heredero
-No, tú eres hijo de tu padre, sabrás llevarlo adelante
-No quiero, no es lo mío

Capítulo cuatro

SANDRA

Estoy en la empresa de David. Acabo de llegar a Madrid. Paso diciendo que busco un baño.

Veo en una puerta el nombre de David Sansano Pérez. Ahí tiene que ser. Abro la puerta y entro. Detrás de mí, viene corriendo una secretaria

-Lo siento señor, le he dicho que no se puede pasar

En el momento en que le veo me da vueltas la cabeza.

-Sandra
-David

Y nos abrazamos y besamos. Como el primer día.

-No sabía cómo localizarte. Te mandé un correo pero no me has contestado
-Un correo, ¿a dónde?
-Aquí a la empresa, a tu atención
-Pues no me ha llegado nada, espera

Va al escritorio y mira el correo.

-Cuál es tu dirección.

Se la digo y la pone en el buscador.
Aparece el correo en la papelera. Alguien lo ha movido ahí.
Lo abre y lo lee.
Me mira. Me mira con deseo y con algo más, ¿puede ser amor?.

-Ven- me dice y me abraza. No hay nadie más para nosotros en ese momento.
-Ejem.- dice Julián.
-Tío, te presento a Sandra, Sandra, éste es mi tío Julián, la mano derecha de mi padre
-Encantada- le digo estrechando mi mano.
-¿Qué tal?, me dice.
-Tío, Sandra es mi novia, nos conocimos en Salamanca

Abro la boca para decir algo y no puedo, ese reconocimiento es absurdo, si sólo nos hemos visto un par de veces pero no quiero contradecirle. Sus razones tendrá.

-Estoy aquí con mi tío discutiendo el futuro de la empresa. Sabrás ya quien soy
-Sí, me enteré por Internet
-Tío, lo dejo en tus manos, lo que hagas, bien hecho estará, yo no quiero esta vida y tú lo sabes. También mamá
-David no puedes hacer eso. Tu padre te quería al frente. Este negocio es tuyo
-No, yo no he hecho nada por el negocio, es tuyo
-Por favor, considéralo, tu madre no puede volver a perderte, no ahora
-No puedo tío, no puedo

Nos miramos los tres, sin saber qué hacer. Estoy incómoda, no tenía que haber venido pero tampoco podía quedarme en Salamanca sabiendo que él estaba aquí, necesitándome. Por lo menos eso es lo que yo quiero pensar y por la forma en la que me recibe, parece que sí, que me necesita. No suelta mi mano en ningún momento.

-Me voy, lo voy a pensar. Mañana hablamos- y me arrastra tras él, aún sujetándome de la mano. -Ven, vámonos. Vamos a tomarnos un café. ¿Vale?
-Sí

Vamos a una cafetería que está a la vuelta del edifico de Ecotex. Nos pedimos unos cafés y me mira.

Su mirada es triste. Le cojo la mano y la beso. Me mira con ternura.

-¿Te puedo ayudar?- le pregunto.
-Ya me ayudas simplemente estando aquí. Tengo tantas cosas en la cabeza. Me siento culpable ahora por no haberme quedado y ayudado a mi padre en su negocio
-No parece que le haya hecho falta tu ayuda. Mira lo que ha conseguido
Sonríe.
-Tienes razón, mi padre se bastaba pero también pienso en mi madre. Está desolada, tantos años juntos, se querían tanto. No creo que levante cabeza
-No puedes estar lejos de ella ahora, te necesita
-Lo sé, pero ¿qué puedo hacer?. Yo no quiero esto, no es lo mío
-Lo sé, lo tuyo es enseñar.

Me sonríe de nuevo. Se me llena el corazón, puede ser amor. Rechazo la idea. No puede ser, casi no lo conozco.

Estamos unos minutos mirándonos, sólo eso pero es suficiente. Me tiene atrapada y creo que yo a él. Su reacción al verme lo demuestra.
Traen los cafés, pido sacarina y me la traen.

-¿Sacarina? ¿No te gusta el azúcar?
-No puedo, soy diabética
-Oh- Algo mío que no sabe, casi no sabemos nada uno del otro.
-Cuéntame algo más
-Pues, no sé. Soy de Madrid pero de adolescente mis padres me llevaron a vivir a Cuenca. Mis padres viven ahí ahora. Desde pequeña quería estudiar Economía y me fui a Salamanca a estudiar
-¿Te quedarías conmigo en Madrid si te lo pidiera?
-No me gusta Madrid
-Por qué
-Tengo mis razones, algún día te las contaré
No me presiona, acepta mis palabras sin más. Confía en mí.

-¿Quieres que te presente a mi madre?
-Lo que tú quieras
-Ahora estoy viviendo con ella en la casa. ¿Dónde estás tú?
-Acabo de llegar, por ahora en ningún sitio
-Pues te vienes conmigo, la casa es grande y a mamá le vas a encantar
-No crees que vas muy deprisa
-Sólo sé lo que me haces sentir, ahora que estás aquí no quiero que te vayas de mi lado
-Yo siento lo mismo

En ese momento veo en sus ojos que quiere estar conmigo otra vez. Quiere amarme con locura y yo también a él.
Nos tomamos los cafés y nos vamos.
Paseamos con las manos entrelazadas. Sin decir nada pero hablando con nuestros gestos. Me besa la mano, me acaricia la cara. Yo me derrito.

DAVID

Llegamos a casa

-Ven que te presento a mi madre
-Mamá, ¿dónde estás?
-Aquí cariño, yo.. -y corta su frase al vernos.
-Mamá, te presento a Sandra, mi novia
-Sandra, ésta es mi madre
-Encantada
-Igualmente
-David, no me habías dicho que tenías novia
-No me lo habías preguntado

Veo a mi  madre, está  inquieta, incómoda. Raro en ella porque tras todos estos años con mi padre creí que se había acostumbrado a socializar. Pero veo que no, por lo menos con Sandra.

-Sandra se va a quedar conmigo aquí, en casa

Por una milésima de segundo veo en sus ojos su rechazo pero se recompone y me dice

-Claro hijo, lo que tú quieras, si quieres, le digo a Sofía que le enseñe la habitación de invitados. ¿No traes equipaje bonita?
-No señora, no traigo nada
-No te preocupes mamá, se quedará conmigo en mi habitación y ya compraremos algo por ahí

Su desilusión es evidente. No sé por qué. Debería estar contenta de que he encontrado a alguien para mí. Muchas veces me decía que a mi edad ya llevaban mi padre y ella muchos años de casados.

-Te importa bonita que te quite a David un segundo, necesito hablar con él
-Por supuesto -y Sandra retira su mano de la mía.

La coge mi madre y vamos al despacho.

-Hijo, yo quiero tu felicidad pero esa niña no me gusta. Tú te mereces algo mejor. Entiendo que tengas necesidades y si es con ella pues vale pero sólo eso. No vayas a llevarlo a algo más profundo
-¡¡Qué dices mamá!!. Yo a Sandra la quiero. Quiero que esté conmigo. Me hace feliz, ha venido a por mí desde Salamanca”
-Vale, pero ¿cuándo ha venido?. ¿Al saber de la muerte de tu padre y de que heredarás todo esto?. Busca tu dinero. Se ve en su mirada. No me gusta
-Ya nos conocíamos de antes de esto
-Pero ha venido ahora
-Cuando ha podido
-No me gusta, desahógate con ella, aplaca tus deseos pero nada más
-Haré lo que yo quiera, soy mayor de edad y tú no me puedes obligar a nada. Si no me iré
-¿No dejarás a tu pobre madre aquí sola, sin  nadie, ahora que tu padre ya no está?
-Mamá por favor, no hagas eso, sabes que me siento mal, que esto no es lo mío
-David, cariño, tu padre quería que estuvieras al frente
-Lo sé, y por eso estoy aquí contra mi voluntad
-Pruébalo unos meses, si no te convence vuelve a enseñar

Lo pienso un poco. Realmente unos pocos meses no me van a perjudicar y si así tengo a mi madre contenta, pues me sacrifico.

-Vale, unos meses y si no me gusta me voy
-De acuerdo- y me besa en la mejilla.

Volvemos al salón y ahí está ella. Confusa. Tiene una expresión de desazón.
Suelto a mi madre y voy hacia Sandra. La beso. Mi madre se ruboriza y mira para otro lado. Sandra me devuelve el beso. Quiere más y yo también.

-Ven que te enseño la casa

La cojo de la mano y nos vamos dejando a mi madre con la boca abierta.
Paseamos por la enorme casa. No entiendo el por qué de una casa tan grande para sólo dos personas.
Vamos hasta mi habitación.
Echo el pestillo. La miro y la abrazo.

-Mi madre piensa que estás conmigo por mi dinero
-¿Qué?
-Pues eso, lo que te acabo de decir.
Me suelta.
-Mira David, si tienes la menor duda de lo que siento por ti,  más vale que me marche y ya está. No puedo soportar que dudes de mí

-Yo no dudo, yo te amo

No hay comentarios:

Publicar un comentario