miércoles, 6 de agosto de 2014

Venganza en la sangre-cuarta parte-

Capítulo diez

SANDRA

David se acaba de marchar, tenía un desayuno de oficina. Voy a la ducha. Al salir me visto con la ropa de ayer. Necesito ir a la casa de David a por la ropa que me compré o comprar más ropa. Menos mal que tengo el traje verde por si me surge alguna otra entrevista.

Bajo a la calle y busco un kiosco. Necesito comprar el periódico. Camino por las calle pero al final decido preguntar a un policía que veo. Me comenta que en la avenida grande hay varios. Voy caminando hacia ellos, algo despistada sobre todo pensando en anoche. En lo feliz que fui. Me encuentro un kiosco enseguida. Compro el periódico. Vuelvo hacia el piso. Decido mirar el periódico en una de las terrazas del piso. Hace un solecito estupendo. Me hago otro café, esta vez descafeinado y con leche semi. Está muy bueno. Miro la sección de las ofertas de trabajo. Con un bolígrafo rojo voy señalizando aquellos que a lo mejor me podrían ir. No hay demasiados.
Suena mi móvil.

-Hola
-¿Sandra?
-Sí, soy yo ¿Quién es?
-Hola, soy Eduardo, ayer estuviste aquí para hacer una entrevista de trabajo. ¿te acuerdas?
-Claro que me acuerdo. Dime.
-Queremos hacerte otra entrevista. Hemos hecho la selección de candidatas y estás entre las últimas. ¿Puedes venir esta mañana sobre las 11, a la misma dirección?.
-Claro, nos vemos a las 11 entonces.
-Hasta luego.

Como loca me pongo a buscar el papel donde apunté la dirección ayer. Lo encuentro en mi maxibolso. El problema ahora es la ropa, no voy a poder ir con la misma ropa de ayer. Me tomo el café rápido y salgo pitando a ver si encuentro alguna tienda de ropa abierta. Recorro varias calles. Por fin encuentro una tienda de segunda mano abierta. Entro y me pongo a mirar. Es todo tipo vintage pero hay cosas muy bonitas. Escojo una falda en azul marino y una blusa blanca. Los zapatos y bolso de ayer los usaré de nuevo. Necesito algo para arriba. Encuentro una chaqueta clásica perfecta. Me servirá para otras ocasiones. Me pruebo el conjunto y la empleada alaba mi gusto y figura.
Me dice el total de todo y es mucho menos de lo que pagué ayer.
Recojo todo y me lo llevo. Ahora voy corriendo al piso a ver si me puedo hacer algo en el pelo y el maquillaje.

Tras casi una hora, estoy conforme con mi imagen. Cojo el bolso y el papel en donde está la dirección y bajo para abajo. En la calle paro un taxi.

Tras un breve recorrido, el taxi me deja en el mismo edificio en donde estuve ayer. Le pago y voy hacia la puerta. Son las 11 menos cinco. Justo a tiempo.

Abro la puerta y me encuentro de frente con Eduardo.

-Hola Sandra, puntual, perfecto. Pasa por aquí conmigo por favor.
-Buenos días.

Le acompaño hacia uno de los despachos del pasillo. Abre la puerta y la sostiene para que pase yo primero. Después entra él. En el despacho me encuentro a otras 4 personas, dos hombres y dos mujeres. Todos están en torno a la treintena. Eduardo me presenta a todos ellos. Tengo que retener los nombres. Son los socios de la cadena de tiendas y tienen que elegir a las dependientas.
Me habla una de las mujeres, llamada Isabel.

-Siéntate por favor Sandra. Tu imagen es muy buena, algo que hay que agradecer.
-Gracias.
-Bien, hemos visto la grabación de tu venta. ¿Cómo te ves vendiendo nuestros productos?¿Crees que lo harás bien?
-Lo que tengo claro es que pondré todo mi esfuerzo en ello. Soy una persona muy responsable y terca. No me gusta que las cosas me salgan mal y a veces cuando pasa, pongo todo mi esfuerzo en solucionarlo para que salga bien.
-¿Cómo encuentras nuestros artículos?
-Son cosas nuevas, hay gente que no está acostumbrada a ellos pero son los clientes los que van a las tiendas, es decir, cuando alguien entre por la puerta es porque realmente quiere ese artículo o por lo menos muestra suficiente intriga o interés por conocerlo. Mi trabajo será convencerle de que se lo lleve, explicarle cómo funciona y qué puede esperar de él. Eso lo puedo hacer sin problema.
-Se te ve muy segura. ¿En tu vida personal también eres tan segura?
-Sí, recientemente me he venido a vivir a Madrid, dejando todo en Salamanca y estoy contenta con mi decisión.
-¿Por qué viniste?
-Me vine por seguir a un hombre.
-Y al final cuajó.
-Sí, estamos viviendo juntos.
-Excelente, tu vida amorosa deber ser el fiel reflejo de tu trabajo. Tienes que llevarte artículos para usar y disfrutar y practicar. Podemos explicarte cómo funcionan pero lo mejor es usarlos tú y tu pareja.

Los cinco se miran, hablan algo en voz baja y por fin es Eduardo el que se dirige a mí.

-Enhorabuena, estás contratada. Tienes que venir aquí mismo el lunes que viene a las 9 de la mañana. Te daremos un curso acelerado de dos días y empiezas en la tienda de la calle López de Hoyos el miércoles a las 10. Ya sabes el horario. De 10 a 2 de la tarde y de 5 a 8. Sábados por la mañana de 10 a 2 de la tarde pero sólo dos sábados por mes. La semana que te toque trabajar el sábado, libras el lunes por la mañana.
-Me parece bien. Entonces no nos vemos hasta el lunes.
-Espera que se me olvidaba. El sábado tenemos una fiesta de inauguración en la tienda de la calle Hermosilla. Tienes que venir a hacer relaciones públicas. Tráete a tu chico y así lo conocemos. Vente sobre las nueve de la noche. ¿Algo más chicos?
-Sólo que se traiga la documentación el lunes para hacer el contrato.
-Es verdad, tráete la tarjeta sanitaria y el DNI.
-Bienvenida al grupo. Espero que seas feliz aquí.
-Muchas gracias, yo también lo deseo.

Salgo muy contenta. Me gusta la gente. Son jóvenes y con ganas. Además me apetece mucho ir a una fiesta, presumir de David. Nos lo vamos a pasar estupendamente. Faltan 3 días. Necesito ropa.

Miro el reloj. Son casi las 12 del mediodía y David no me ha llamado aún. Voy a llamarle yo.

Llamo a su móvil personal. Él me dijo que lo podía localizar ahí siempre.

-Despacho del Sr. Sansano.
-Hola, creí haber marcado el número personal de David. Soy Sandra Sempere.
-Hola Sandra, soy Berta, es que el teléfono se ha quedado sin batería y David me lo ha dejado para cargarlo. Lo llamo por interno y que se ponga.
-No hace falta Berta. Sólo quería comentarle una cosa pero no quiero interrumpir si está haciendo algo importante.
-Tengo instrucciones precisas de si llamas pasarle la llamada ipso facto, así que no te retires.
-Vale.

Me pone la música de fondo y enseguida oigo a David al otro lado de la línea.

-Sandra
-Hola David.
-¿Te pasa algo cariño?
-No qué va. Es que te quería dar una buena noticia

Noto cómo sonríe a otro lado de la línea.

-Dime
-Pues me han dado el trabajo de la tienda. El de ayer. Empiezo la semana que viene pero el sábado por la noche hay una fiesta de inauguración y estamos los dos invitados. Es a las 9 de la noche.
-Enhorabuena. Sabía que lo conseguirías. Es que lo que te propones, lo consigues, como a mí por ejemplo.
-Pero si fuiste tú el que me buscó.
-Sí pero fuiste tú la que me siguió.
-Vale para ti la perra gorda. ¿podemos comer juntos y te lo cuento todo?
-No creo que pueda, por eso no te he llamado. Tenemos una crisis ahora mismo que estoy intentando solucionar y no puedo dejarlo a medias. No sé a qué hora acabaré.
-Vale, no quiero retenerte, ¿por qué me has cogido la llamada si estás tan ocupado?
-Porque tú eres mi prioridad. Si te pasa algo, tengo que solucionarlo. Llámame siempre, tanto para lo bueno como para lo malo que lo bueno es para disfrutarlo y lo malo para solucionarlo.
-Eres maravilloso. ¿Estás con gente?
-Sí, con toda la junta ¿Por qué?
-Nada, es que me acaba de venir a la cabeza hacerte una mamada bestial.
Oigo cómo aspira.
-Sandra no me tientes. Ahora no puedo.
-Ya lo sé pero que sepas que me encantaría.
-Y a mí.

Nos quedamos los dos en silencio pensando e imaginando la escena.
Finalmente habla David

-Me has puesto duro como una piedra. Ahora no me voy a poder poner de pie hasta dentro de un rato. Va a ser difícil explicarme sentado.
-Lo siento, no lo pensé. Es que te echo de menos.
-Te lo he dicho ya varias veces, nunca pidas perdón por ser tú misma. Es lo que me encanta de ti. Eres natural y dices lo que piensas. Por favor no cambies nunca.
-No lo haré. Te esperaré en casa ansiosa.
-Uf, más vale que cuelgue, si no vamos a tener un problema.
-Sí, mejor cuelga.
-Nos vemos luego en casa. Te quiero.
-Yo también. Estoy deseando verte. Hasta luego David.

Los dos colgamos el teléfono casi a la vez.

Me ha puesto a cien. Ahora sí que me vendría bien uno de esos vibradores que vi ayer. Pero no, no voy a hacer nada y me esperaré a que llegue David luego.

Si la fiesta es el sábado por la noche antes tenemos que ir a casa de David para recoger nuestra ropa pues la mía la enviamos a su casa el otro día por medio del chófer de la empresa y está todo ahí. Hago un repaso mental de lo que me compré al llegar a Madrid y no tengo un vestido de fiesta. Voy a la tienda vintage a ver si veo algo. Total, hoy ya tengo el día hecho, si David no viene a comer, me prepararé una ensalada y ya está.

Al llegar a la tienda la dependienta me saluda.

-Hola otra vez. ¿buscas algo más?
-Hola, sí es que me han invitado a una fiesta y necesito un vestido.
-¿A qué hora es?
-A las 9 de la noche.
-Pues un vestido de cocktail te irá perfecto. Tengo uno en verde que es precioso.
Se mete dentro de la tienda y vuelve con un vestido impresionante. Es verde oscuro. Tiene uno de los hombros al descubierto, un delgado cinturón en el mismo tono y tela y la falda tiene un vuelo increíble, está cortada al bies. Es realmente precioso. Lo puedo usar con zapatos y bolso negros o de cualquier otro color, marrón, dorado, plata, es perfecto. A ver si me vale.
-Es precioso, ¿será mi talla?
-Pruébatelo

Entro en el probador y me pongo el vestido. Me sienta como un guante.
Salgo para mirarme en el espejo con luz natural.

-Hija, estás preciosa.. te sienta muy bien..

Me miro en el espejo, doy varias vueltas sobre mí misma. Me encanta el vuelo que tiene la falda. Necesitaré un sujetador sin tirantes pero eso me lo puedo comprar luego.

-Es perfecto, me sienta muy bien. Creo que necesitaré algo para arriba, hace frío por la noche. ¿Tienes algo?
-¿Qué te parece una estola?
-¿La puedo ver?
-Claro, ahora te la saco.

Me saca una estola en color gris claro, prácticamente plata, bastante grande que me cubre perfectamente la parte de arriba del vestido. Me pruebo el conjunto y está muy bien.

Le pregunto el precio y me quedo asombrada. Pago sin rechistar.

-Gracias, nos veremos otro día seguro.
-Ya sabes donde estamos. Gracias. Que vaya todo bien.
-Gracias.

Me voy de la tienda muy contenta. Ahora me falta ver la ropa interior y los zapatos y bolso que llevaré. Luego me los probaré con los zapatos y bolso marrón que tengo, a ver cómo queda el conjunto.

Me voy a casa contenta. Tengo hambre así que me haré una ensalada con unos huevos hervidos.

Llego a casa, pongo el vestido y la estola encima de la cama, todo bien puesto. Saco los zapatos y el bolso para ver el efecto. No me disgusta aunque quizás sería mejor en negro, es más de noche.

Aún tengo unos días para decidirme. En casa de David hay unos zapatos altísimos con un clutch que me compré a juego, así que el mismo sábado por la mañana los puedo recoger para ver el efecto. Quizás en plata a juego con la estola también iría bien. Bueno, aún tengo tiempo.
Oigo mi móvil. Es Alicia.

-Hola guapa.
-Preciosa ¿cómo estás?
-No puedo ser más feliz. Ya tengo trabajo.
-Joder, no me lo puedo creer, 6 millones de parados y tú ya tienes trabajo. Nena, te ha bendecido una estrella.
Me río.
-Una estrella no sé si bendice pero es verdad, tengo mucha suerte.
-¿Y de qué?
-Pues ni te lo vas a imaginar. De dependienta en una tienda de artículos eróticos.
-¿Qué?
-Como lo oyes. Empiezo el lunes, el sábado tengo una fiesta de inauguración de las tiendas de la cadena y me acabo de comprar un vestido en una tienda vintage que te mueres por un precio ridículo.
-Jo tía. Me das una envidia.
-Sé que tengo suerte.
-Oye, que te llamaba por lo del médico. Que no pude hablar con mi hermana ayer.
-No te preocupes. Dime ¿Cómo se llama?
-Es una tía, Dra. Carmen Fernández. Teléfono 913209900.
Dile que eres amiga de Susana Prieto que es mi hermana y te colará cuando pueda.
-Perfecto. Voy a llamar ahora mismo.
-¿Qué tal con David?
-Uf.. con él genial, no tanto con su madre. Ahora se queja de que no está con él, como nos hemos venido a vivir al piso pues dice que no lo ve.
-Al final lo alquilaste.
-No el que vi cuando hablaba contigo sino otro que vi después. Está genial y no lejos del trabajo de David ni del mío, así que es una pasada. Ayer pasamos juntos la primera noche aquí. Fue increíble.
-Me alegro de que seas tan feliz. Ojalá no termine nunca. Te lo mereces.
Se me escapa una lagrimilla.
-Gracias Alicia. Sé que eres una buena amiga.
-Oye, mantén el contacto. Llámame de vez en cuando ¿vale?
-Por supuesto. Te llamaré para decirte cómo me ha ido el trabajo. Luego te envío un WhatsApp con la dirección del piso por si te quieres pasar por aquí algún día. Te podías venir algún fin de semana y vamos al teatro.
-Sería fantástico pero tendría que esperar a tener vacaciones. Los fines de semana sabes que son los días de más trabajo.
-Es verdad. Pues tú ven cuando puedas, que te estaré esperando.
-Gracias. Un besito. Cuídate.
-Lo mismo te digo. Adiós.
-Adiós.

Qué maja es Alicia, es una amiga de verdad.
Antes de nada llamo a la ginecóloga. Tengo suerte. Para mañana mismo me da cita.
Por fin me pongo a comer. Qué hambre tengo.

DAVID

Ha pasado la semana y es que no me he enterado. Qué gusto. Todos los días por la noche, al llegar a casa, estaba Sandra esperándome con la cena hecha. Después un ratito de sofá y al final a la cama pero no a dormir.

Finalmente pudo ir al ginecólogo y le ha recetado la píldora pero no la puede empezar a tomar hasta que le venga la regla así que tenemos que usar condón hasta entonces. Le hizo la prueba del embarazo y salió negativo, así que todo marcha bien. Hoy es sábado, iremos por la mañana a casa de mi madre. He hablado con ella todos los días por teléfono pero hoy es el primer día que la veo en casi dos semanas.

Al llegar a su casa, aparco la moto y entramos. Mi madre está en el despacho de mi padre, revisando documentos.

-Hola Mamá.
-David, cariño, te he echado tanto de menos. Ven a darle un beso a tu madre.
Le suelto la mano a Sandra y voy hacia mi madre. Le doy dos besos y la abrazo fuerte. La quiero mucho, es mi madre, aunque a veces esté insoportable.

-Hola Sandra.
-Buenos días señora.

-Venís a recoger vuestras cosas ¿no?
-Sí mamá, tenemos que llevarnos ropa sobre todo.

Mi madre parece feliz. No mira a Sandra como la última vez que se vieron. ¿Qué habrá pasado?

-Pues ya sabes donde está todo. Tendrás que llevarte uno de los coches, pídele a Ramón que lleve a Sandra con las maletas y tú te vas en la moto.
-Es verdad, no lo había pensado. Buena idea.

Le doy otro beso en la mejilla

-¿Vamos Sandra?
-Tú ve que tengo que hablar con Sandra un momento.

Eso era, seguro que tiene que decirle algo.

-Mamá, por favor…
-No te preocupes, no es nada malo.

A regañadientes hago que me voy para mi habitación no sin antes mirar a Sandra con expresión de perdón por dejarla sola en compañía de mi madre. Sin embargo me quedo en el quicio de la puerta para oír lo que se van a decir.

-Ven aquí Sandra por favor.
-Sí señora.
-Llámame Matilde por favor.
-De acuerdo Matilde.
-Siéntate
-Bien, tú sabes que cuando nos conocimos le dije a David que no me gustabas.
-Sí señora, digo Matilde.
-Pues bien, llevo todo este tiempo indagando sobre ti y sobre mi hijo.

No puedo creer lo que estoy oyendo, mi madre haciendo de espía con nosotros. Estoy en ascuas por oír lo que tiene que decirle a Sandra.

-Tengo que decirte que me he equivocado. He hablado largo y tendido con mi cuñado, le he preguntado sobre el comportamiento de David estos días, vamos desde que estás aquí. Me ha dicho que David ahora trabaja muy bien, está relajado, se le nota feliz pero además toma decisiones buenas. No sé si consultará contigo cosas. Yo pensé que las consultaría con Julián pero él me ha dicho que no. Que cuando tiene algo importante que pensar, lo deja siempre para el día siguiente y el día siguiente siempre viene con la mejor decisión. ¿Tienes algo que ver tú en todo esto?
-Sinceramente no me gusta meterme en asuntos de otros pero sí es verdad que cuando David llega a casa me lo cuenta todo y siempre me pide mi opinión. A veces discutimos porque no pensamos igual pero otras veces los dos lo tenemos igual de claro. Le propongo otras ideas y él las acepta o las modifica pero siempre a través de un diálogo.
-Entonces tengo razón, tú eres la razón de su comportamiento.

Sandra le sonríe.

-Gracias pero creo que sólo es la posibilidad de hablar con alguien que él sabe no le va a mentir o le va a decir lo que cree que él quiere oír. Soy una persona muy sincera.
-Ya veo que lo eres. Quiero que mientras estéis juntos vuestra relación prospere al igual que la empresa, entonces serás bienvenida aquí. Ahora bien, ten en cuenta que si por lo que sea perjudicas o haces daño a mi hijo, tendrás las peores consecuencias que te puedas imaginar. Está claro.
-Cristalino señora, digo Matilde. Quiero que sepa que amo a su hijo por encima de todo y jamás se me ocurrirá hacerle daño, por lo menos a propósito.
-Más te vale. Eso es todo, te puedes ir con él.

-Gracias.

Antes de levantarse Sandra, me voy corriendo a mi habitación. Al llegar hago como que estoy aún pensando qué llevarme. Oigo que toco la puerta y entra.

-¿Qué ha pasado?
-Tu madre, es increíble. Me ha dicho que ha estado indagando sobre tu comportamiento y tus decisiones y que parece que soy buena influencia por lo que soy bienvenida mientras no te haga daño. No me lo puedo creer.
-Madres…Anda, ven para aquí que te dé un beso.

Viene hacia mí y la cojo y la beso. No podemos entretenernos porque aún hay que ir casa con la ropa.

Mientras estamos sacando la ropa del armario, tocan en la puerta y abre mi madre.

-Chicos, he pensado que a lo mejor os gustaría quedaros a comer.
-Me encantaría ¿qué piensas Sandra?
-Sería estupendo compartir comida y sobre mesa con los dos.

-Pues bien, está decidido, comemos en una hora.

Y cierra la puerta.

-Es alucinante como ha cambiado tu madre.
-Ya sabes el refrán, si no puedes ganarles, únete a ellos.

Seguimos eligiendo ropa y amontonándola encima de la cama durante los siguientes minutos.

Sacamos las maletas y miramos a ver qué nos va a caber.

Aún no hemos terminado cuando oímos que alguien toca en la puerta de nuevo.
-Señorito David, la mesa está puesta. La comida se va a servir enseguida.
-Gracias Rocío, ahora vamos.
-Dejamos esto para luego que a mi madre no le gusta que le hagan esperar.

Ofrezco mi mano a Sandra y vamos hacia el comedor.

La comida con mi madre es realmente agradable. No sé por qué ha cambiado pero es sociable, agradable, incluso amable con Sandra. ¿Será real o una estrategia?. Bueno, no lo sé pero lo que tengo claro es que lo voy a disfrutar.

Pasamos varias horas charlando un poco de todo tomando el café hasta que nos damos cuenta de lo tarde que es. Debemos irnos para empezar a arreglarnos para la fiesta. Al final aceptamos la idea de que Sandra se marche con el coche y yo iré con la moto. Me despido de mi madre asegurándole que volveré pronto.

Llego al piso antes que Sandra. A los 10 minutos llegan ella y Ramón. Entre los tres subimos las maletas y él se marcha de vuelta a la casa.

Estamos ya los dos solos en casa con varias maletas en el pasillo.
El traje que me voy a poner lo tengo en un porta trajes para que no se me arrugue.
Sandra tiene también en una bolsa unos zapatos y un clutch que parece ser es lo que se va a poner ahora para la fiesta.
Nos da justo tiempo de ducharnos y vestirnos.

Cuando veo el conjunto de la imagen de Sandra me quedo sin palabras. Lleva un vestido precioso, casi del mismo tono de verde que sus ojos y que resalta el color de su cabello. Yo tenía intención de ponerme el traje completo pero al final no me podré la corbata ni el chaleco. Lo veo demasiado formal. Simplemente la camisa blanca con el traje azul marino. Arreglado pero no demasiado formal.

A ella también le parece que le gusta mi imagen.

Cogemos un taxi para ir a la calle Hermosilla. No es cuestión de ir en moto.

Llegamos y noto a Sandra nerviosa.

-Cariño, no tiembles ¿Qué te pasa, tienes frío?
-No, es que estoy nerviosa, no sé por qué.
Le doy un beso en la mejilla y le aprieto la mano.
-Estaré contigo toda la noche, en el momento que te quieras ir o no te sientas cómoda, me lo dices y nos vamos.
-De acuerdo.

Entramos en la tienda, hay mucha gente, incluso veo a medios de comunicación. Madre mía, esto ha costado una pasta. ¿Tanto da los juguetes eróticos?

-¡Sandra! Oigo decir.
-Es Eduardo, es el que me hizo la entrevista y luego me dijo que me habían contratado.

En ese momento mi mundo cambia. No sé que me pasa. Empiezo a sudar mientras Eduardo se acerca a nosotros. Mi boca se seca.

-Hola Sandra
-Hola Eduardo, te presento a mi novio David.
-Hola David- me dice mientras me ofrece su mano para cogerla.

En el momento que cojo su mano para estrechársela, noto una corriente eléctrica entre nosotros. Me mira a los ojos y noto que él también lo ha sentido. Sus ojos se cierran ligeramente y su boca se entreabre.

Mantenemos el contacto físico un poco más de lo protocolariamente necesario. Él también lo ha sentido.

-Bienvenidos. Estáis en vuestra casa.

Eduardo se retira y se va para otro lado de la tienda. Mis ojos lo siguen y al final se da la vuelta y me mira. Nuestras miradas se cruzan. Los dos lo sabemos.

-David cariño ¿qué te pasa? Parece que has visto un fantasma.
-Perdona, es que aquí hay mucha gente. Hay medios de comunicación y todo y la verdad es que no me gusta.

-Si quieres nos vamos
-No, es tu noche, disfruta que es bueno que conozcas a gente. No te preocupes por mí, estaré bien.

De repente oigo a una reportera decir mi nombre y venir corriendo con su cámara detrás.

-Sr. Sansano, buenas noches ¿Es que la franquicia también pertenece a Ecotex?
-No señorita, estoy aquí de acompañante, nada más.

El cámara baja la cámara y toma un plano de las manos de Sandra y las mías entrelazadas.

-¿Entonces esta señorita es su novia?
-Sin comentarios.

Y tiro de Sandra hacia dentro de la tienda. No me gustan los paparazzi. Ya tuve suficiente cuando murió mi padre.
Sandra y yo nos perdemos entre tanta gente.

-Ya verás mañana, portada del Hola, como si lo estuviera viendo.
-Y tanto te importa que te vean conmigo.
-No me importa nada, estoy muy orgulloso de ti, lo que no me gusta es que me impongan nada. Eso lo sabes tú muy bien.
-Tienes razón. No sabía que estaría la prensa.
-Pues esta gente debe tener un pastón o unas influencias increíbles.
-Ya te digo.

Al vuelo cojo unas copas de cava para nosotros y nos las bebemos mientras miramos a nuestro alrededor. Hay bastante gente que viene a saludarme porque me conoce del ámbito social en el que me muevo. A todos ellos le presento a Sandra como mi novia pero tengo un sentimiento contradictorio dentro de mí. No puedo dejar de pensar en Eduardo.

En un momento dado algo capta mi mirada. Es Eduardo, me ha mirado. Nadie alrededor nuestro puede ver lo que con sus ojos me ha dicho. Le sigo con la mirada. Parece que va a los aseos. Se detiene un poco en la puerta y me vuelve a mirar.

-Cariño, ahora vuelvo, algo me ha sentado mal, voy al baño.
-¿Necesitas algo?
-No te preocupes ahora vuelvo.

Voy hacia el baño en donde ha entrado Eduardo. Abro la puerta y lo veo, recostado sobre una de las paredes. Viene y echa el pestillo.

-Tú lo has notado igual que yo. ¿Lo sabe Sandra?
-Sí, ella lo sabe todo de mí.
-¿Y no le importa?
-¡Claro que le importa!. Lo mío fue hace muchos años y no volverá a repetirse.
-¿Estás seguro?. Y Eduardo coge su mano y la pone por encima de mi polla, encima del pantalón.

Inmediatamente se me pone durísima y aspiro. No creí que me fuera a afectar.

-Creo que aún no se te ha pasado. Date la vuelta.

Me doy la vuelta, no sé por qué. No me gusta que me den órdenes pero mi cuerpo le obedece. Mi mente se revela pero mi cuerpo es obediente.
Desabrocha mi cinturón y la bragueta. Recorre sus manos por mi culo.

-Inclínate hacia delante y separa las piernas.

Lo hago, no quiero pero lo hago. En ningún momento dejo de jadear. Mi polla está a punto de reventar.
Eduardo desliza un dedo dentro de mí. Ahh.. hace tanto tiempo. Luego mete otro y después son tres dedos dentro de mí. La otra mano la restriega sobre mi polla. Qué placer, no quiero correrme, no puedo manchar la ropa.

-¿A que te gusta?
-Sí.
-¿Mucho?
-Mucho.

Eduardo se retira. Se va a lavar las manos en el lavabo.
Me doy la vuelta intentado componerme. Ha parado justo en el momento preciso.

-La próxima vez te follaré con la polla y no lo podrás resistir.
-Esto no puede repetirse.
-Cómo que no. Tú lo deseas y yo también. ¿quieres que se lo diga a Sandra?
-No por Dios. Ella no puede saber nada. Esto es un error.
-Dentro de unos días te llamaré y vendrás hasta donde yo te diga y tendrás el mejor polvo que has tenido en años. Si no vienes, se lo contaré a Sandra.

De repente Eduardo sale del baño.

Dios qué he hecho. Yo la quiero. Esto no es amor, es sólo deseo. No se lo puedo contar, la destrozaría.

Me lavo la cara, las manos. Aliso un poco mi ropa y salgo del baño.

Cuando llego a la altura de Sandra le pregunto si no le importa que nos vayamos, no me encuentro bien. A lo lejos veo a Eduardo que nos mira.

-Claro cariño, voy a despedirme de Eduardo y ahora vuelvo.
-Voy contigo.
-Vale.

Nos acercamos a Eduardo.

-Eduardo nos tenemos que ir, David no se encuentra bien.
-Vale, espero que no sea nada. Recuerda venir el lunes que tienes curso y tráete todos los papeles para el contrato.
-Descuida, no se me olvidará.
-Adiós.
-Adiós.

Al llegar a casa, me doy una larga ducha. Quiero quitar de mi cuerpo el olor a Eduardo.

Capítulo once

SANDRA

No sé que le pasa a David. Se ha pasado todo el domingo en la cama. No quería ni que me acercara a él. Esta mañana me ha dicho que no va a ir a trabajar. Que no está bien. Le he dado un beso y me he ido pero estoy muy preocupada. Luego le llamaré a ver si está mejor. A lo mejor es sólo cansancio.

Llego a la tienda un poco antes de la hora acordada. Le entrego mis papeles a los del departamento de administración.

Me hacen pasar a una sala enorme, somos 5 chicas. Todas altas, guapas con muy buena imagen. Delante de nosotras hay una especie de mostrador con un montón de juguetes eróticos. Más o menos como durante la grabación de mi venta.

Una de las mujeres que vi cuando tuve la segunda entrevista se presenta. Es ella la que nos informará sobre los productos.

La mañana transcurre divertida. Algunas de estas cosas las voy a tener que usar con David. Va a ser interesante.

Hay un parón para comer. Decido llamar a David. No coge el móvil. Decido llamar a la oficina.

-Despacho del Sr. Sansano.
-Hola Berta soy Sandra. ¿No estará David por causalidad?
-No Sandra. Ha llamado esta mañana y me ha dicho que hoy no venía, que no se encontraba bien.
-Sí, es que esta mañana le he dejado en la cama, a mí me ha dicho lo mismo. Ayer estuvo todo el día en la cama también. Creo que ha cogido algo. Te lo digo porque estoy llamándole al móvil y no lo coge.
-Me ha dicho cuando ha llamado que lo iba a apagar para poder dormir.
-Ah, pues será eso entonces. Gracias Berta.
-De nada. Esperemos que mañana ya pueda venir, he tenido que cancelarle varias visitas y reuniones.
-Sí, ojalá mañana esté mejor. Adiós.
-Adiós Sandra.

Han preparado un buffet frío para comer. Está todo muy bueno. Por la tarde reanudamos la instrucción.


DAVID.

No me veo capaz de levantarme de la cama. Ayer domingo no pude moverme. No quiero que Sandra vea el sentido de culpabilidad en mis ojos. Hoy no quiero trabajar. No me voy a concentrar en nada. He llamado a Berta para decirle que estaba mal y pasaría el día en la cama. Luego he apagado el móvil. Sandra no vendrá en todo el día así que tengo unas horas para aclarar mis ideas y ver cómo voy a proceder.

Lo que tengo muy claro es que no va a volver a ocurrir. Fue un error. Un error que me gustó, muchísimo. Mi cuerpo recordaba cómo me sentía en esa época de la Universidad cuando lo descubrí pero eso fue hace muchos años. Ya no soy el mismo. Quiero a Sandra y esto puede hacer que me abandone. Ella ya me dijo que no podía competir con un hombre y es verdad. Ella no puede darme lo que me dio ayer Eduardo. No puede volver a ocurrir. Con estos pensamientos me duermo. Me viene muy bien estar un par de días en la cama. Necesito descansar. Han sido unos días de mucho estrés.

Me despierto y es ya de noche. Ni siquiera he comido. Me rugen las tripas pero no soy capaz de levantarme. Oigo la cerradura de la puerta. Seguro que es Sandra.
Oigo como entra. Deja algo y viene a la habitación. Se acerca a la cama y me mira. Abro los ojos y la veo, tan guapa como siempre. La quiero tanto. No quiero que me abandone.

-¿Cómo estás?
-Como si me hubiera atropellado un camión.
-¿Te has tomado algo?
-Ni siquiera he comido. No he podido levantarme de la cama.
-Madre mía, estarás hambriento. Te preparo una sopa en un plis plas. ¿Quieres que llame al médico?
-No, si no estoy constipado ni nada, es que estoy muy cansado. Es como si todo el estrés de estos días me hubiera alcanzado y tumbado de espaldas de golpe. Mañana ya iré a trabajar. Soy el jefe, no puedo estar mucho tiempo sin controlar.
-Bueno, por lo menos aún te queda humor. Ahora vuelvo.

Se inclina hacia mí para darme un beso en los labios. Esos maravillosos labios que quiero tanto y conozco ya como si fueran los míos.

Le devuelvo el beso, suavemente.

-Ahora vuelvo.

En efecto a los 10 minutos más o menos vuelve con una sopa. Ya he encendido la luz y me he sentado en la cama. Debato si contárselo o no pero no me atrevo, no quiero perderla. Si no se entera no sufrirá.

Pasamos la noche en la cama, simplemente abrazados. Finalmente nos dormimos acurrucados uno junto al otro.

A la mañana siguiente suena el despertador a las 6 de la mañana. Nos levantamos, me ducho y me visto. No hemos hecho el amor desde el viernes pasado. No sé qué pensará Sandra pero no me veo capaz aún. Todavía huelo a Eduardo en mí. En el desayuno le pregunto por el curso. Me cuenta cómo fue y que hoy es el último día. Me dice que le van a dar varios artículos para que los pruebe en casa. Se le ilumina la mirada. Esta noche habrá jarana, espero que para entonces ya me encuentre mejor y pueda amarla como se merece. Me despido de ella con un beso suave en los labios. No nos veremos hasta esta noche.

Cuando llego a Ecotex, todos me saludan y preguntan por mi salud. Parece que la gente me quiere.

Berta me saluda afectuosamente al entrar.

-Buenos días David. ¿Está mejor?
-Sí, gracias Berta. Estoy mejor pero aún no del todo bien. Espero que hoy me concentre mejor en el trabajo. Ayer es que no me podía levantar de la cama.
-Sí, me lo dijo Sandra.
-¿Cuándo?
-Cuando llamó.
-¿Y para qué llamó?
- Fue sobre la hora de comer, llamó para ver si estaba aquí ya que no cogía el móvil, parecía preocupada. Cuando le dije que comentó que iba a apagar el móvil después de su llamada, se relajó y me dio las gracias.
-Es que Sandra se preocupa demasiado.
-Esa mujer le quiere David. Se le nota a la legua.
-Sí, y yo también a ella.
-Me alegro mucho. A su padre le habría encantado verle así de feliz.

Le sonrío y me meto en mi despacho.
En mi mesa tengo todas las llamadas de ayer. Las repaso, no hay ninguna importante, menos mal. Llamo a mi tío Julián para decirle que ya estoy aquí, que me encuentro mejor.

-Suena el interfono.
-Es su madre al teléfono.
-Gracias Berta.
-Hola mamá.
-Cariño ¿cómo estás?
-Mejor mamá, gracias por preocuparte.
-¿Queréis venir a comer Sandra y tú el sábado?. Me gustó mucho lo del otro día.
-Sí, seguro que nos gustaría. Se lo preguntaré a Sandra esta noche.
-¿No la vas a ver a la hora de comer?
-No, hoy no, es que está haciendo un curso para el trabajo nuevo que tiene.
-¿Pero Sandra trabaja?
-Claro mamá. ¿Qué creías?
-Pues pensé que como vivía contigo, no le haría falta trabajar.
-Mamá, ya te dije que Sandra es diferente. Ella no me quiere por el dinero. No es capaz de vivir de nadie. Ella quiere su propio dinero y por eso trabaja.
Hay un silencio al otro lado de la línea
-Esta chica me sorprende cada día. Al final me va a gustar y todo.
Me río.
-Claro que sí mamá, ya te lo dije. No creo que juzgue tan mal a la gente.
-Me alegro mucho por ti, sabes que sólo quiero que seas feliz.
-Sí mamá lo sé.
-Adiós David. Llámame con lo del sábado.
-Claro mamá. Yo te llamo y gracias por llamar y preocuparte por mí.
-Siempre cariño, siempre. Adiós.
-Adiós.

Me acabo de quitar un peso de encima. Que a mi madre le guste Sandra es un gran paso adelante en nuestra relación.

El día transcurre con normalidad. Tengo una reunión con mi tío y parece que las cosas van  muy bien en la expansión internacional.

Sobre las 12 del mediodía suena el interfono.

-David, tengo al teléfono a un tal Eduardo. No me ha querido dar su apellido. Dice que le conoce y que es algo personal. No le he dicho que estaba.

Empiezo a temblar. ¿Cómo tiene mi teléfono?¿Cómo se ha atrevido a llamarme aquí?. Claro que tiene mi teléfono, todo el mundo lo tiene. Sabe donde trabajo, es fácil localizarme, con tanta prensa en la inauguración seguro que preguntó a alguien quién era yo.
Respiro hondo. Si no cojo la llamada, seguirá insistiendo. Será mejor cogerla y cortar esto de raíz.

-David ¿está ahí?
-Sí, Berta, pásamelo.
-Vale
-Sí.
-Hola David.
-Hola. ¿Qué haces llamándome?
-Ya te dije el sábado que te llamaría.
-Sí, lo sé pero no pensé que fuera verdad.
-Tenemos que vernos y acabar lo del sábado.
-Ni lo sueñes.
-Sí, lo he soñado y en mi sueño follábamos hasta más no poder.
-No digas esas cosas por teléfono, por favor.
-No me digas que grabas tus conversaciones.
-No, bueno, no todas.
-Quiero que vengas el jueves, por la noche, cuando acabes de trabajar. Ya sabes lo que pasará si no apareces.
-No voy a ir.
-Pues mira, justo hoy tengo que finalizar el curso y veré a Sandra. ¿Qué piensas que pasará cuando se lo diga?
-No te atreverías.
-No me conoces, no sabes de lo que soy capaz. ¿Cómo crees que he llegado hasta donde estoy ahora?

Suspiro, no sé que hacer. Tendré que ir a verle en persona y acabar con esto de una vez por todas.

-Dame la dirección.

Anoto la dirección, es un piso en Chueca.

-Mi pareja está de viaje así que tendremos el piso para nosotros solos y podremos estar el tiempo que haga falta. Invéntate una excusa para no ir a tu casa en toda la noche.
-Adiós Eduardo

Y cuelgo el teléfono. Estoy temblando. Tengo que tranquilizarme. Esto no es bueno. No puedo tomar decisiones en este estado. Me voy al bar y me sirvo un whisky. Es muy pronto lo sé, pero necesito tranquilizarme. Lo que haré es ponerle las cosas claras, no quiero nada con él.

Me levanto, paseo por el despacho con la copa en la mano. No se me ocurre otra decisión.

Capítulo doce

SANDRA

Es martes por la tarde, casi hemos terminado el curso. Nos están dando los últimos consejos. Tomo nota como una loca, me recuerda mis días en la universidad. Eduardo ha finalizado el curso. Siempre es muy amable conmigo pero esta tarde lo he visto doblemente amable. No creo que quiera nada conmigo, ya me dijo que era homosexual.

En una bolsa de la empresa nos entregan a cada una tres artículos para probar en casa. Espero que David esté más animado porque me gustaría probarlos con él esta noche.

Cuando llego a casa, él aún no ha llegado. No creo que tarde mucho. Empiezo a preparar la cena. El pobre sólo cenó una sopa ayer y desayunó esta mañana tan solo un café. Estará hambriento. Ni siquiera sé si habrá comido. No he podido llamarle en todo el día. Nos han tenido a todas muy ocupadas. Me han dado el uniforme de la tienda. Es clásico, yo pensé que sería algo más moderno pero parecemos azafatas de vuelvo. La verdad es que me alegro de que haya uniforme porque así no tengo que pensar en qué ponerme. Lo malo es que sólo nos han dado uno por cabeza. No sé si se me secará si lo lavo por la noche. A lo mejor tendré que comprarme otro. Nos han dicho que si queremos alguno más, ya va por nuestra cuenta.

Voy a hacer unos escalopini para cenar, es ligero y me salen muy buenos.
Empiezo a macerar la carne, hago una ensalada muy variada y la dejo a falta del aliño. Eso será en el último momento.

Hasta que venga David no me pondré con el resto. Decido mirar los artículos que me han dado. Los saco de la bolsa y los miro uno por uno. Uno es un vibrador tradicional, otro parece un dildo y lo otro son bolas chinas. ¡Qué bien, siempre quise probarlas!
En esto que oigo la cerradura y voy corriendo a la puerta. Es David.

-Hola mi amor, ¿Cómo estás?
-Mejor gracias. ¿Y tú, qué tal el día?
-Bien, hemos acabado el curso y me han dado tres cosas para probar. Ven que te las enseño.
Le cojo de la mano y me lo llevo a la habitación.
-Mira
Cojo cada cosa y se la enseño.
David los mira de reojo
-¿Cuándo quieres usarlos?
-Hoy
-Esta noche, ¿de acuerdo?
-Sí.
-¿Tienes hambre?
-La verdad es que sí.
-Pues tengo la cena casi lista. Te estaba esperando.
-¿Quieres que ponga la  mesa?
-Vale, así mientras termino.

Termino de cocinar todo y sirvo la cena. Está todo muy bueno. David me cuenta cosas del trabajo y yo del mío. Me dice que su madre nos ha invitado a comer el sábado. Le comento que me parece una estupenda idea. Podíamos hacerlo todas las semanas. Así la ve.

Recojo todo lo de la cena y la cocina.

David me dice que se va a duchar y a ponerse cómodo. Mientras, me pongo el pijama. Mierda, me ha venido la regla. No me había dado cuenta. La verdad es que me la esperaba para la semana que viene. Se me habrá adelantado por los nervios. Tengo que tomarme la píldora.

Al salir de la ducha le digo a David lo que me ha pasado y que lo siento pero no estoy preparada para tener sexo con la regla, por lo menos no aún. Lo entiende perfectamente, incluso me parece ver alivio en sus ojos. No es posible, será cansancio o algo parecido.

Nos acurrucamos delante del televisor a ver una peli pero estoy tan cansada que me duermo. Lo último que recuerdo es a David cogiéndome en brazos y llevándome a la cama.

DAVID

Ya es jueves. Tengo que llamar a Sandra para decirle una mentira. No me lo puedo creer. Le dije que no le mentiría y a la primera de cambio, voy y le miento. Pero tengo claro que he de ir a ver a Eduardo. Necesito ponerle las cosas claras.

Miro el reloj, son las 11. Llamo a Sandra.

-Hola
-Hola guapo, ¿cómo estás?
-Bien, te llamaba para comentarte que esta noche no sé a qué hora llegaré a casa.
-Vale, gracias por avisarme.
-¿No me vas a preguntar por qué?
-No, confío en ti.
-Eres increíble. Es que tengo que entretener a unos japoneses que han venido, ya sabes, cena, tablao, karaoke y no sé cuando terminaremos.
-No hacía falta que me lo contaras. Yo confío en ti.
-Lo sé pero yo quiero contártelo todo. Nos vemos más tarde ¿vale?
-Claro cariño. Hasta luego.
-Adiós.

Cuelgo y me quedo trabajando en la oficina, ni siquiera salgo a comer. Les digo a los de la cafetería que me suban un sándwich y ya está. Estoy demasiado preocupado para comer.

Al final del día cojo la moto y me voy a Chueca. Enseguida encuentro la calle y el piso. Toco el timbre y me abren.

Al llegar al piso, me abre Eduardo. Me hace pasar. Cierra la puerta detrás de él.

-¿Te apetece una copa?
-He venido sólo a decirte que no vamos a hacer nada. No quiero tener una relación contigo. Yo amo a Sandra.
-Yo tampoco quiero tener una relación contigo. Sólo quiero follar. Yo también amo a mi pareja.
-¿Entonces por qué quieres ponerle los cuernos?
-Es que follar no es poner los cuernos.
-Para mí sí lo es.

Se bebe el vaso de un trago, viene hacia mí, es más alto que yo y se nota que hace ejercicio.

-Date la vuelta.
-No
-Date la vuelta
Me mira con crudeza, no sé cómo, me doy la vuelta.
-Apoya las manos en la mesa.

Hago lo que me dice.
De la misma forma que el otro día viene por detrás de mí, me desabrocha el cinturón y me baja la bragueta. Me baja los pantalones y los calzoncillos hasta el suelo.

-Separa las piernas e inclínate hacia delante.

Estoy jadeando, no puede ser, mi cuerpo me delata. No quiero hacer esto pero mi cuerpo no piensa lo mismo.

De repente tengo a Eduardo detrás de mí. Coge mi polla con una mano mientras mete los dedos de la otra mano en mi ano. Igual que el otro día. Me pongo duro. Me gusta. Mete y saca los dedos varias veces.

-Te voy a follar ya y te vas a correr como nunca- Se pone un preservativo y me penetra
-Ahh,

Hace tanto tiempo que me duele pero le da igual. Me embiste varias veces al mismo tiempo que juega con mi polla con la otra mano. Sigue penetrándome, varias veces, me duele pero al mismo tiempo me gusta. Además me estimula con la otra mano y veo que me corro.

-Sí, ves como sabía que te iba a gustar.
-Eduardo, no
-Cómo que no, si te ha encantado, mira cómo te has corrido. Aún te estremeces.

Hace muchos días que no hago el amor con Sandra, por eso me ha pasado, me digo a mí mismo intentando convencerme.

-Ahora date la vuelta y chúpame la polla.

Me doy la vuelta y veo su miembro erecto, esperándome. Se ha quitado el preservativo.
Se me hace la boca agua. Me arrodillo y me la meto en la boca, empiezo a chuparle. Hago todo lo que me gusta que me hagan a mí. Finalmente Eduardo también se corre en mi boca.

Nos sentamos los dos en el suelo, respirando con dificultad..

Al cabo de un rato Eduardo se levanta. Me tiende un preservativo y me dice que ahora quiere que le penetre yo. Me niego.

-Pero si lo estás deseando. Mírate. Se te ha puesto dura nada más decírtelo.

Y es verdad, no sé por qué mi cuerpo hace  una cosa cuando mi mente dice otra.

Viene y me besa. Hasta entonces no lo había hecho. Me gusta, noto cosquillas en el estómago. Se pone en la misma postura en la que estaba yo hace un rato. Me pongo el preservativo y lo penetro, embisto varias veces y me corro. Al mismo tiempo que le sujeto por la cadera, él se está masturbando y también se corre. Acabamos los dos de nuevo por el suelo.

De repente se va al bar y trae dos copas de brandy. Cojo una y me la bebo de golpe. Esto no es bueno.

-¿Y ahora qué?- Pregunto.
-Ahora lo que quieras. Estoy satisfecho. Te puedes ir si quieres.
-Esto no volverá a pasar.

Me coloco la ropa y me voy.

Cojo la moto y me voy para casa. Son más de las 12. Espero que Sandra esté dormida. No quiero hacer el amor con ella ahora. Necesito una ducha larga y caliente para quitarme de encima este sentimiento de traición.


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