Capítulo diez
SANDRA
David se
acaba de marchar, tenía un desayuno de oficina. Voy a la ducha. Al salir me
visto con la ropa de ayer. Necesito ir a la casa de David a por la ropa que me
compré o comprar más ropa. Menos mal que tengo el traje verde por si me surge
alguna otra entrevista.
Bajo a la
calle y busco un kiosco. Necesito comprar el periódico. Camino por las calle
pero al final decido preguntar a un policía que veo. Me comenta que en la
avenida grande hay varios. Voy caminando hacia ellos, algo despistada sobre
todo pensando en anoche. En lo feliz que fui. Me encuentro un kiosco enseguida.
Compro el periódico. Vuelvo hacia el piso. Decido mirar el periódico en una de
las terrazas del piso. Hace un solecito estupendo. Me hago otro café, esta vez
descafeinado y con leche semi. Está muy bueno. Miro la sección de las ofertas
de trabajo. Con un bolígrafo rojo voy señalizando aquellos que a lo mejor me
podrían ir. No hay demasiados.
Suena mi
móvil.
-Hola
-¿Sandra?
-Sí, soy yo
¿Quién es?
-Hola, soy
Eduardo, ayer estuviste aquí para hacer una entrevista de trabajo. ¿te
acuerdas?
-Claro que me
acuerdo. Dime.
-Queremos
hacerte otra entrevista. Hemos hecho la selección de candidatas y estás entre
las últimas. ¿Puedes venir esta mañana sobre las 11, a la misma dirección?.
-Claro, nos
vemos a las 11 entonces.
-Hasta luego.
Como loca me
pongo a buscar el papel donde apunté la dirección ayer. Lo encuentro en mi
maxibolso. El problema ahora es la ropa, no voy a poder ir con la misma ropa de
ayer. Me tomo el café rápido y salgo pitando a ver si encuentro alguna tienda
de ropa abierta. Recorro varias calles. Por fin encuentro una tienda de segunda
mano abierta. Entro y me pongo a mirar. Es todo tipo vintage pero hay cosas muy
bonitas. Escojo una falda en azul marino y una blusa blanca. Los zapatos y
bolso de ayer los usaré de nuevo. Necesito algo para arriba. Encuentro una
chaqueta clásica perfecta. Me servirá para otras ocasiones. Me pruebo el
conjunto y la empleada alaba mi gusto y figura.
Me dice el
total de todo y es mucho menos de lo que pagué ayer.
Recojo todo y
me lo llevo. Ahora voy corriendo al piso a ver si me puedo hacer algo en el
pelo y el maquillaje.
Tras casi una
hora, estoy conforme con mi imagen. Cojo el bolso y el papel en donde está la
dirección y bajo para abajo. En la calle paro un taxi.
Tras un breve
recorrido, el taxi me deja en el mismo edificio en donde estuve ayer. Le pago y
voy hacia la puerta. Son las 11 menos cinco. Justo a tiempo.
Abro la
puerta y me encuentro de frente con Eduardo.
-Hola Sandra,
puntual, perfecto. Pasa por aquí conmigo por favor.
-Buenos días.
Le acompaño
hacia uno de los despachos del pasillo. Abre la puerta y la sostiene para que
pase yo primero. Después entra él. En el despacho me encuentro a otras 4
personas, dos hombres y dos mujeres. Todos están en torno a la treintena.
Eduardo me presenta a todos ellos. Tengo que retener los nombres. Son los
socios de la cadena de tiendas y tienen que elegir a las dependientas.
Me habla una
de las mujeres, llamada Isabel.
-Siéntate por
favor Sandra. Tu imagen es muy buena, algo que hay que agradecer.
-Gracias.
-Bien, hemos
visto la grabación de tu venta. ¿Cómo te ves vendiendo nuestros
productos?¿Crees que lo harás bien?
-Lo que tengo
claro es que pondré todo mi esfuerzo en ello. Soy una persona muy responsable y
terca. No me gusta que las cosas me salgan mal y a veces cuando pasa, pongo
todo mi esfuerzo en solucionarlo para que salga bien.
-¿Cómo
encuentras nuestros artículos?
-Son cosas
nuevas, hay gente que no está acostumbrada a ellos pero son los clientes los
que van a las tiendas, es decir, cuando alguien entre por la puerta es porque
realmente quiere ese artículo o por lo menos muestra suficiente intriga o interés
por conocerlo. Mi trabajo será convencerle de que se lo lleve, explicarle cómo
funciona y qué puede esperar de él. Eso lo puedo hacer sin problema.
-Se te ve muy
segura. ¿En tu vida personal también eres tan segura?
-Sí,
recientemente me he venido a vivir a Madrid, dejando todo en Salamanca y estoy
contenta con mi decisión.
-¿Por qué
viniste?
-Me vine por
seguir a un hombre.
-Y al final
cuajó.
-Sí, estamos
viviendo juntos.
-Excelente,
tu vida amorosa deber ser el fiel reflejo de tu trabajo. Tienes que llevarte
artículos para usar y disfrutar y practicar. Podemos explicarte cómo funcionan
pero lo mejor es usarlos tú y tu pareja.
Los cinco se
miran, hablan algo en voz baja y por fin es Eduardo el que se dirige a mí.
-Enhorabuena,
estás contratada. Tienes que venir aquí mismo el lunes que viene a las 9 de la
mañana. Te daremos un curso acelerado de dos días y empiezas en la tienda de la
calle López de Hoyos el miércoles a las 10. Ya sabes el horario. De 10 a 2 de
la tarde y de 5 a 8. Sábados por la mañana de 10 a 2 de la tarde pero sólo dos
sábados por mes. La semana que te toque trabajar el sábado, libras el lunes por
la mañana.
-Me parece
bien. Entonces no nos vemos hasta el lunes.
-Espera que
se me olvidaba. El sábado tenemos una fiesta de inauguración en la tienda de la
calle Hermosilla. Tienes que venir a hacer relaciones públicas. Tráete a tu
chico y así lo conocemos. Vente sobre las nueve de la noche. ¿Algo más chicos?
-Sólo que se
traiga la documentación el lunes para hacer el contrato.
-Es verdad,
tráete la tarjeta sanitaria y el DNI.
-Bienvenida
al grupo. Espero que seas feliz aquí.
-Muchas
gracias, yo también lo deseo.
Salgo muy
contenta. Me gusta la gente. Son jóvenes y con ganas. Además me apetece mucho
ir a una fiesta, presumir de David. Nos lo vamos a pasar estupendamente. Faltan
3 días. Necesito ropa.
Miro el
reloj. Son casi las 12 del mediodía y David no me ha llamado aún. Voy a
llamarle yo.
Llamo a su móvil personal. Él me dijo que lo podía localizar ahí siempre.
-Despacho del
Sr. Sansano.
-Hola, creí
haber marcado el número personal de David. Soy Sandra Sempere.
-Hola Sandra,
soy Berta, es que el teléfono se ha quedado sin batería y David me lo ha dejado
para cargarlo. Lo llamo por interno y que se ponga.
-No hace
falta Berta. Sólo quería comentarle una cosa pero no quiero interrumpir si está
haciendo algo importante.
-Tengo
instrucciones precisas de si llamas pasarle la llamada ipso facto, así que no
te retires.
-Vale.
Me pone la
música de fondo y enseguida oigo a David al otro lado de la línea.
-Sandra
-Hola David.
-¿Te pasa
algo cariño?
-No qué va.
Es que te quería dar una buena noticia
Noto cómo
sonríe a otro lado de la línea.
-Dime
-Pues me han
dado el trabajo de la tienda. El de ayer. Empiezo la semana que viene pero el
sábado por la noche hay una fiesta de inauguración y estamos los dos invitados.
Es a las 9 de la noche.
-Enhorabuena.
Sabía que lo conseguirías. Es que lo que te propones, lo consigues, como a mí
por ejemplo.
-Pero si
fuiste tú el que me buscó.
-Sí pero
fuiste tú la que me siguió.
-Vale para ti
la perra gorda. ¿podemos comer juntos y te lo cuento todo?
-No creo que
pueda, por eso no te he llamado. Tenemos una crisis ahora mismo que estoy
intentando solucionar y no puedo dejarlo a medias. No sé a qué hora acabaré.
-Vale, no
quiero retenerte, ¿por qué me has cogido la llamada si estás tan ocupado?
-Porque tú
eres mi prioridad. Si te pasa algo, tengo que solucionarlo. Llámame siempre,
tanto para lo bueno como para lo malo que lo bueno es para disfrutarlo y lo
malo para solucionarlo.
-Eres
maravilloso. ¿Estás con gente?
-Sí, con toda
la junta ¿Por qué?
-Nada, es que
me acaba de venir a la cabeza hacerte una mamada bestial.
Oigo cómo
aspira.
-Sandra no me
tientes. Ahora no puedo.
-Ya lo sé
pero que sepas que me encantaría.
-Y a mí.
Nos quedamos
los dos en silencio pensando e imaginando la escena.
Finalmente
habla David
-Me has
puesto duro como una piedra. Ahora no me voy a poder poner de pie hasta dentro
de un rato. Va a ser difícil explicarme sentado.
-Lo siento,
no lo pensé. Es que te echo de menos.
-Te lo he
dicho ya varias veces, nunca pidas perdón por ser tú misma. Es lo que me
encanta de ti. Eres natural y dices lo que piensas. Por favor no cambies nunca.
-No lo haré.
Te esperaré en casa ansiosa.
-Uf, más vale
que cuelgue, si no vamos a tener un problema.
-Sí, mejor
cuelga.
-Nos vemos
luego en casa. Te quiero.
-Yo también.
Estoy deseando verte. Hasta luego David.
Los dos colgamos el teléfono casi a la vez.
Me ha puesto
a cien. Ahora sí que me vendría bien uno de esos vibradores que vi ayer. Pero
no, no voy a hacer nada y me esperaré a que llegue David luego.
Si la fiesta
es el sábado por la noche antes tenemos que ir a casa de David para recoger
nuestra ropa pues la mía la enviamos a su casa el otro día por medio del chófer
de la empresa y está todo ahí. Hago un repaso mental de lo que me compré al
llegar a Madrid y no tengo un vestido de fiesta. Voy a la tienda vintage a ver
si veo algo. Total, hoy ya tengo el día hecho, si David no viene a comer, me
prepararé una ensalada y ya está.
Al llegar a
la tienda la dependienta me saluda.
-Hola otra
vez. ¿buscas algo más?
-Hola, sí es
que me han invitado a una fiesta y necesito un vestido.
-¿A qué hora
es?
-A las 9 de
la noche.
-Pues un
vestido de cocktail te irá perfecto. Tengo uno en verde que es precioso.
Se mete
dentro de la tienda y vuelve con un vestido impresionante. Es verde oscuro.
Tiene uno de los hombros al descubierto, un delgado cinturón en el mismo tono y
tela y la falda tiene un vuelo increíble, está cortada al bies. Es realmente
precioso. Lo puedo usar con zapatos y bolso negros o de cualquier otro color,
marrón, dorado, plata, es perfecto. A ver si me vale.
-Es precioso,
¿será mi talla?
-Pruébatelo
Entro en el
probador y me pongo el vestido. Me sienta como un guante.
Salgo para
mirarme en el espejo con luz natural.
-Hija, estás
preciosa.. te sienta muy bien..
Me miro en el
espejo, doy varias vueltas sobre mí misma. Me encanta el vuelo que tiene la
falda. Necesitaré un sujetador sin tirantes pero eso me lo puedo comprar luego.
-Es perfecto,
me sienta muy bien. Creo que necesitaré algo para arriba, hace frío por la
noche. ¿Tienes algo?
-¿Qué te
parece una estola?
-¿La puedo
ver?
-Claro, ahora
te la saco.
Me saca una
estola en color gris claro, prácticamente plata, bastante grande que me cubre
perfectamente la parte de arriba del vestido. Me pruebo el conjunto y está muy
bien.
Le pregunto el precio y me quedo asombrada. Pago sin rechistar.
-Gracias, nos
veremos otro día seguro.
-Ya sabes
donde estamos. Gracias. Que vaya todo bien.
-Gracias.
Me voy de la
tienda muy contenta. Ahora me falta ver la ropa interior y los zapatos y bolso
que llevaré. Luego me los probaré con los zapatos y bolso marrón que tengo, a
ver cómo queda el conjunto.
Me voy a casa
contenta. Tengo hambre así que me haré una ensalada con unos huevos hervidos.
Llego a casa,
pongo el vestido y la estola encima de la cama, todo bien puesto. Saco los
zapatos y el bolso para ver el efecto. No me disgusta aunque quizás sería mejor
en negro, es más de noche.
Aún tengo
unos días para decidirme. En casa de David hay unos zapatos altísimos con un
clutch que me compré a juego, así que el mismo sábado por la mañana los puedo
recoger para ver el efecto. Quizás en plata a juego con la estola también iría
bien. Bueno, aún tengo tiempo.
Oigo mi
móvil. Es Alicia.
-Hola guapa.
-Preciosa
¿cómo estás?
-No puedo ser
más feliz. Ya tengo trabajo.
-Joder, no me
lo puedo creer, 6 millones de parados y tú ya tienes trabajo. Nena, te ha
bendecido una estrella.
Me río.
-Una estrella
no sé si bendice pero es verdad, tengo mucha suerte.
-¿Y de qué?
-Pues ni te
lo vas a imaginar. De dependienta en una tienda de artículos eróticos.
-¿Qué?
-Como lo
oyes. Empiezo el lunes, el sábado tengo una fiesta de inauguración de las
tiendas de la cadena y me acabo de comprar un vestido en una tienda vintage que
te mueres por un precio ridículo.
-Jo tía. Me
das una envidia.
-Sé que tengo
suerte.
-Oye, que te
llamaba por lo del médico. Que no pude hablar con mi hermana ayer.
-No te preocupes.
Dime ¿Cómo se llama?
-Es una tía,
Dra. Carmen Fernández. Teléfono 913209900.
Dile que eres
amiga de Susana Prieto que es mi hermana y te colará cuando pueda.
-Perfecto.
Voy a llamar ahora mismo.
-¿Qué tal con
David?
-Uf.. con él
genial, no tanto con su madre. Ahora se queja de que no está con él, como nos
hemos venido a vivir al piso pues dice que no lo ve.
-Al final lo
alquilaste.
-No el que vi
cuando hablaba contigo sino otro que vi después. Está genial y no lejos del
trabajo de David ni del mío, así que es una pasada. Ayer pasamos juntos la
primera noche aquí. Fue increíble.
-Me alegro de
que seas tan feliz. Ojalá no termine nunca. Te lo mereces.
Se me escapa
una lagrimilla.
-Gracias
Alicia. Sé que eres una buena amiga.
-Oye, mantén
el contacto. Llámame de vez en cuando ¿vale?
-Por
supuesto. Te llamaré para decirte cómo me ha ido el trabajo. Luego te envío un
WhatsApp con la dirección del piso por si te quieres pasar por aquí algún día.
Te podías venir algún fin de semana y vamos al teatro.
-Sería
fantástico pero tendría que esperar a tener vacaciones. Los fines de semana
sabes que son los días de más trabajo.
-Es verdad.
Pues tú ven cuando puedas, que te estaré esperando.
-Gracias. Un
besito. Cuídate.
-Lo mismo te
digo. Adiós.
-Adiós.
Qué maja es Alicia, es una amiga de verdad.
Antes de nada
llamo a la ginecóloga. Tengo suerte. Para mañana mismo me da cita.
Por fin me pongo a comer. Qué hambre tengo.
DAVID
Ha pasado la
semana y es que no me he enterado. Qué gusto. Todos los días por la noche, al
llegar a casa, estaba Sandra esperándome con la cena hecha. Después un ratito
de sofá y al final a la cama pero no a dormir.
Finalmente
pudo ir al ginecólogo y le ha recetado la píldora pero no la puede empezar a
tomar hasta que le venga la regla así que tenemos que usar condón hasta
entonces. Le hizo la prueba del embarazo y salió negativo, así que todo marcha
bien. Hoy es sábado, iremos por la mañana a casa de mi madre. He hablado con
ella todos los días por teléfono pero hoy es el primer día que la veo en casi
dos semanas.
Al llegar a
su casa, aparco la moto y entramos. Mi madre está en el despacho de mi padre,
revisando documentos.
-Hola Mamá.
-David,
cariño, te he echado tanto de menos. Ven a darle un beso a tu madre.
Le suelto la
mano a Sandra y voy hacia mi madre. Le doy dos besos y la abrazo fuerte. La
quiero mucho, es mi madre, aunque a veces esté insoportable.
-Hola Sandra.
-Buenos días
señora.
-Venís a
recoger vuestras cosas ¿no?
-Sí mamá,
tenemos que llevarnos ropa sobre todo.
Mi madre parece
feliz. No mira a Sandra como la última vez que se vieron. ¿Qué habrá pasado?
-Pues ya
sabes donde está todo. Tendrás que llevarte uno de los coches, pídele a Ramón
que lleve a Sandra con las maletas y tú te vas en la moto.
-Es verdad,
no lo había pensado. Buena idea.
Le doy otro
beso en la mejilla
-¿Vamos
Sandra?
-Tú ve que
tengo que hablar con Sandra un momento.
Eso era,
seguro que tiene que decirle algo.
-Mamá, por
favor…
-No te
preocupes, no es nada malo.
A
regañadientes hago que me voy para mi habitación no sin antes mirar a Sandra
con expresión de perdón por dejarla sola en compañía de mi madre. Sin embargo
me quedo en el quicio de la puerta para oír lo que se van a decir.
-Ven aquí
Sandra por favor.
-Sí señora.
-Llámame
Matilde por favor.
-De acuerdo
Matilde.
-Siéntate
-Bien, tú
sabes que cuando nos conocimos le dije a David que no me gustabas.
-Sí señora,
digo Matilde.
-Pues bien,
llevo todo este tiempo indagando sobre ti y sobre mi hijo.
No puedo
creer lo que estoy oyendo, mi madre haciendo de espía con nosotros. Estoy en
ascuas por oír lo que tiene que decirle a Sandra.
-Tengo que
decirte que me he equivocado. He hablado largo y tendido con mi cuñado, le he
preguntado sobre el comportamiento de David estos días, vamos desde que estás
aquí. Me ha dicho que David ahora trabaja muy bien, está relajado, se le nota
feliz pero además toma decisiones buenas. No sé si consultará contigo cosas. Yo
pensé que las consultaría con Julián pero él me ha dicho que no. Que cuando
tiene algo importante que pensar, lo deja siempre para el día siguiente y el
día siguiente siempre viene con la mejor decisión. ¿Tienes algo que ver tú en
todo esto?
-Sinceramente
no me gusta meterme en asuntos de otros pero sí es verdad que cuando David
llega a casa me lo cuenta todo y siempre me pide mi opinión. A veces discutimos
porque no pensamos igual pero otras veces los dos lo tenemos igual de claro. Le
propongo otras ideas y él las acepta o las modifica pero siempre a través de un
diálogo.
-Entonces
tengo razón, tú eres la razón de su comportamiento.
Sandra le
sonríe.
-Gracias pero
creo que sólo es la posibilidad de hablar con alguien que él sabe no le va a
mentir o le va a decir lo que cree que él quiere oír. Soy una persona muy
sincera.
-Ya veo que
lo eres. Quiero que mientras estéis juntos vuestra relación prospere al igual
que la empresa, entonces serás bienvenida aquí. Ahora bien, ten en cuenta que
si por lo que sea perjudicas o haces daño a mi hijo, tendrás las peores
consecuencias que te puedas imaginar. Está claro.
-Cristalino
señora, digo Matilde. Quiero que sepa que amo a su hijo por encima de todo y
jamás se me ocurrirá hacerle daño, por lo menos a propósito.
-Más te vale.
Eso es todo, te puedes ir con él.
-Gracias.
Antes de
levantarse Sandra, me voy corriendo a mi habitación. Al llegar hago como que
estoy aún pensando qué llevarme. Oigo que toco la puerta y entra.
-¿Qué ha
pasado?
-Tu madre, es
increíble. Me ha dicho que ha estado indagando sobre tu comportamiento y tus
decisiones y que parece que soy buena influencia por lo que soy bienvenida
mientras no te haga daño. No me lo puedo creer.
-Madres…Anda,
ven para aquí que te dé un beso.
Viene hacia mí
y la cojo y la beso. No podemos entretenernos porque aún hay que ir casa con la
ropa.
Mientras
estamos sacando la ropa del armario, tocan en la puerta y abre mi madre.
-Chicos, he
pensado que a lo mejor os gustaría quedaros a comer.
-Me
encantaría ¿qué piensas Sandra?
-Sería
estupendo compartir comida y sobre mesa con los dos.
-Pues bien,
está decidido, comemos en una hora.
Y cierra la puerta.
-Es
alucinante como ha cambiado tu madre.
-Ya sabes el
refrán, si no puedes ganarles, únete a ellos.
Seguimos
eligiendo ropa y amontonándola encima de la cama durante los siguientes minutos.
Sacamos las maletas y miramos a ver qué nos va a caber.
Aún no hemos
terminado cuando oímos que alguien toca en la puerta de nuevo.
-Señorito
David, la mesa está puesta. La comida se va a servir enseguida.
-Gracias Rocío,
ahora vamos.
-Dejamos esto
para luego que a mi madre no le gusta que le hagan esperar.
Ofrezco mi
mano a Sandra y vamos hacia el comedor.
La comida con
mi madre es realmente agradable. No sé por qué ha cambiado pero es sociable,
agradable, incluso amable con Sandra. ¿Será real o una estrategia?. Bueno, no
lo sé pero lo que tengo claro es que lo voy a disfrutar.
Pasamos
varias horas charlando un poco de todo tomando el café hasta que nos damos
cuenta de lo tarde que es. Debemos irnos para empezar a arreglarnos para la
fiesta. Al final aceptamos la idea de que Sandra se marche con el coche y yo
iré con la moto. Me despido de mi madre asegurándole que volveré pronto.
Llego al piso
antes que Sandra. A los 10 minutos llegan ella y Ramón. Entre los tres subimos
las maletas y él se marcha de vuelta a la casa.
Estamos ya los dos solos en casa con varias maletas en el pasillo.
El traje que
me voy a poner lo tengo en un porta trajes para que no se me arrugue.
Sandra tiene
también en una bolsa unos zapatos y un clutch que parece ser es lo que se va a
poner ahora para la fiesta.
Nos da justo tiempo de ducharnos y vestirnos.
Cuando veo el
conjunto de la imagen de Sandra me quedo sin palabras. Lleva un vestido
precioso, casi del mismo tono de verde que sus ojos y que resalta el color de
su cabello. Yo tenía intención de ponerme el traje completo pero al final no me
podré la corbata ni el chaleco. Lo veo demasiado formal. Simplemente la camisa
blanca con el traje azul marino. Arreglado pero no demasiado formal.
A ella también le parece que le gusta mi imagen.
Cogemos un taxi para ir a la calle Hermosilla. No es cuestión de ir en moto.
Llegamos y
noto a Sandra nerviosa.
-Cariño, no
tiembles ¿Qué te pasa, tienes frío?
-No, es que
estoy nerviosa, no sé por qué.
Le doy un
beso en la mejilla y le aprieto la mano.
-Estaré
contigo toda la noche, en el momento que te quieras ir o no te sientas cómoda,
me lo dices y nos vamos.
-De acuerdo.
Entramos en
la tienda, hay mucha gente, incluso veo a medios de comunicación. Madre mía,
esto ha costado una pasta. ¿Tanto da los juguetes eróticos?
-¡Sandra! Oigo
decir.
-Es Eduardo,
es el que me hizo la entrevista y luego me dijo que me habían contratado.
En ese
momento mi mundo cambia. No sé que me pasa. Empiezo a sudar mientras Eduardo se
acerca a nosotros. Mi boca se seca.
-Hola Sandra
-Hola
Eduardo, te presento a mi novio David.
-Hola David-
me dice mientras me ofrece su mano para cogerla.
En el momento
que cojo su mano para estrechársela, noto una corriente eléctrica entre
nosotros. Me mira a los ojos y noto que él también lo ha sentido. Sus ojos se
cierran ligeramente y su boca se entreabre.
Mantenemos el
contacto físico un poco más de lo protocolariamente necesario. Él también lo ha
sentido.
-Bienvenidos.
Estáis en vuestra casa.
Eduardo se
retira y se va para otro lado de la tienda. Mis ojos lo siguen y al final se da
la vuelta y me mira. Nuestras miradas se cruzan. Los dos lo sabemos.
-David cariño
¿qué te pasa? Parece que has visto un fantasma.
-Perdona, es
que aquí hay mucha gente. Hay medios de comunicación y todo y la verdad es que
no me gusta.
-Si quieres
nos vamos
-No, es tu
noche, disfruta que es bueno que conozcas a gente. No te preocupes por mí,
estaré bien.
De repente
oigo a una reportera decir mi nombre y venir corriendo con su cámara detrás.
-Sr. Sansano,
buenas noches ¿Es que la franquicia también pertenece a Ecotex?
-No señorita,
estoy aquí de acompañante, nada más.
El cámara
baja la cámara y toma un plano de las manos de Sandra y las mías entrelazadas.
-¿Entonces
esta señorita es su novia?
-Sin
comentarios.
Y tiro de
Sandra hacia dentro de la tienda. No me gustan los paparazzi. Ya tuve
suficiente cuando murió mi padre.
Sandra y yo
nos perdemos entre tanta gente.
-Ya verás
mañana, portada del Hola, como si lo estuviera viendo.
-Y tanto te
importa que te vean conmigo.
-No me
importa nada, estoy muy orgulloso de ti, lo que no me gusta es que me impongan
nada. Eso lo sabes tú muy bien.
-Tienes
razón. No sabía que estaría la prensa.
-Pues esta
gente debe tener un pastón o unas influencias increíbles.
-Ya te digo.
Al vuelo cojo
unas copas de cava para nosotros y nos las bebemos mientras miramos a nuestro
alrededor. Hay bastante gente que viene a saludarme porque me conoce del ámbito
social en el que me muevo. A todos ellos le presento a Sandra como mi novia
pero tengo un sentimiento contradictorio dentro de mí. No puedo dejar de pensar
en Eduardo.
En un momento
dado algo capta mi mirada. Es Eduardo, me ha mirado. Nadie alrededor nuestro
puede ver lo que con sus ojos me ha dicho. Le sigo con la mirada. Parece que va
a los aseos. Se detiene un poco en la puerta y me vuelve a mirar.
-Cariño,
ahora vuelvo, algo me ha sentado mal, voy al baño.
-¿Necesitas
algo?
-No te
preocupes ahora vuelvo.
Voy hacia el
baño en donde ha entrado Eduardo. Abro la puerta y lo veo, recostado sobre una
de las paredes. Viene y echa el pestillo.
-Tú lo has
notado igual que yo. ¿Lo sabe Sandra?
-Sí, ella lo
sabe todo de mí.
-¿Y no le importa?
-¡Claro que
le importa!. Lo mío fue hace muchos años y no volverá a repetirse.
-¿Estás
seguro?. Y Eduardo coge su mano y la pone por encima de mi polla, encima del
pantalón.
Inmediatamente
se me pone durísima y aspiro. No creí que me fuera a afectar.
-Creo que aún
no se te ha pasado. Date la vuelta.
Me doy la
vuelta, no sé por qué. No me gusta que me den órdenes pero mi cuerpo le
obedece. Mi mente se revela pero mi cuerpo es obediente.
Desabrocha mi
cinturón y la bragueta. Recorre sus manos por mi culo.
-Inclínate
hacia delante y separa las piernas.
Lo hago, no
quiero pero lo hago. En ningún momento dejo de jadear. Mi polla está a punto de
reventar.
Eduardo
desliza un dedo dentro de mí. Ahh.. hace tanto tiempo. Luego mete otro y
después son tres dedos dentro de mí. La otra mano la restriega sobre mi polla. Qué
placer, no quiero correrme, no puedo manchar la ropa.
-¿A que te
gusta?
-Sí.
-¿Mucho?
-Mucho.
Eduardo se
retira. Se va a lavar las manos en el lavabo.
Me doy la
vuelta intentado componerme. Ha parado justo en el momento preciso.
-La próxima
vez te follaré con la polla y no lo podrás resistir.
-Esto no
puede repetirse.
-Cómo que no.
Tú lo deseas y yo también. ¿quieres que se lo diga a Sandra?
-No por Dios.
Ella no puede saber nada. Esto es un error.
-Dentro de
unos días te llamaré y vendrás hasta donde yo te diga y tendrás el mejor polvo
que has tenido en años. Si no vienes, se lo contaré a Sandra.
De repente Eduardo sale del baño.
Dios qué he
hecho. Yo la quiero. Esto no es amor, es sólo deseo. No se lo puedo contar, la
destrozaría.
Me lavo la cara, las manos. Aliso un poco mi ropa y salgo del baño.
Cuando llego
a la altura de Sandra le pregunto si no le importa que nos vayamos, no me
encuentro bien. A lo lejos veo a Eduardo que nos mira.
-Claro
cariño, voy a despedirme de Eduardo y ahora vuelvo.
-Voy contigo.
-Vale.
Nos acercamos a Eduardo.
-Eduardo nos
tenemos que ir, David no se encuentra bien.
-Vale, espero
que no sea nada. Recuerda venir el lunes que tienes curso y tráete todos los
papeles para el contrato.
-Descuida, no
se me olvidará.
-Adiós.
-Adiós.
Al llegar a
casa, me doy una larga ducha. Quiero quitar de mi cuerpo el olor a Eduardo.
Capítulo once
SANDRA
No sé que le
pasa a David. Se ha pasado todo el domingo en la cama. No quería ni que me
acercara a él. Esta mañana me ha dicho que no va a ir a trabajar. Que no está
bien. Le he dado un beso y me he ido pero estoy muy preocupada. Luego le
llamaré a ver si está mejor. A lo mejor es sólo cansancio.
Llego a la
tienda un poco antes de la hora acordada. Le entrego mis papeles a los del
departamento de administración.
Me hacen
pasar a una sala enorme, somos 5 chicas. Todas altas, guapas con muy buena
imagen. Delante de nosotras hay una especie de mostrador con un montón de
juguetes eróticos. Más o menos como durante la grabación de mi venta.
Una de las
mujeres que vi cuando tuve la segunda entrevista se presenta. Es ella la que
nos informará sobre los productos.
La mañana
transcurre divertida. Algunas de estas cosas las voy a tener que usar con
David. Va a ser interesante.
Hay un parón
para comer. Decido llamar a David. No coge el móvil. Decido llamar a la
oficina.
-Despacho del
Sr. Sansano.
-Hola Berta
soy Sandra. ¿No estará David por causalidad?
-No Sandra.
Ha llamado esta mañana y me ha dicho que hoy no venía, que no se encontraba
bien.
-Sí, es que
esta mañana le he dejado en la cama, a mí me ha dicho lo mismo. Ayer estuvo
todo el día en la cama también. Creo que ha cogido algo. Te lo digo porque
estoy llamándole al móvil y no lo coge.
-Me ha dicho
cuando ha llamado que lo iba a apagar para poder dormir.
-Ah, pues
será eso entonces. Gracias Berta.
-De nada.
Esperemos que mañana ya pueda venir, he tenido que cancelarle varias visitas y
reuniones.
-Sí, ojalá
mañana esté mejor. Adiós.
-Adiós
Sandra.
Han preparado
un buffet frío para comer. Está todo muy bueno. Por la tarde reanudamos la instrucción.
DAVID.
No me veo
capaz de levantarme de la cama. Ayer domingo no pude moverme. No quiero que
Sandra vea el sentido de culpabilidad en mis ojos. Hoy no quiero trabajar. No
me voy a concentrar en nada. He llamado a Berta para decirle que estaba mal y
pasaría el día en la cama. Luego he apagado el móvil. Sandra no vendrá en todo
el día así que tengo unas horas para aclarar mis ideas y ver cómo voy a
proceder.
Lo que tengo
muy claro es que no va a volver a ocurrir. Fue un error. Un error que me gustó,
muchísimo. Mi cuerpo recordaba cómo me sentía en esa época de la Universidad
cuando lo descubrí pero eso fue hace muchos años. Ya no soy el mismo. Quiero a
Sandra y esto puede hacer que me abandone. Ella ya me dijo que no podía
competir con un hombre y es verdad. Ella no puede darme lo que me dio ayer
Eduardo. No puede volver a ocurrir. Con estos pensamientos me duermo. Me viene
muy bien estar un par de días en la cama. Necesito descansar. Han sido unos días
de mucho estrés.
Me despierto
y es ya de noche. Ni siquiera he comido. Me rugen las tripas pero no soy capaz
de levantarme. Oigo la cerradura de la puerta. Seguro que es Sandra.
Oigo como
entra. Deja algo y viene a la habitación. Se acerca a la cama y me mira. Abro
los ojos y la veo, tan guapa como siempre. La quiero tanto. No quiero que me
abandone.
-¿Cómo estás?
-Como si me
hubiera atropellado un camión.
-¿Te has
tomado algo?
-Ni siquiera
he comido. No he podido levantarme de la cama.
-Madre mía,
estarás hambriento. Te preparo una sopa en un plis plas. ¿Quieres que llame al
médico?
-No, si no
estoy constipado ni nada, es que estoy muy cansado. Es como si todo el estrés
de estos días me hubiera alcanzado y tumbado de espaldas de golpe. Mañana ya
iré a trabajar. Soy el jefe, no puedo estar mucho tiempo sin controlar.
-Bueno, por
lo menos aún te queda humor. Ahora vuelvo.
Se inclina
hacia mí para darme un beso en los labios. Esos maravillosos labios que quiero
tanto y conozco ya como si fueran los míos.
Le devuelvo el beso, suavemente.
-Ahora vuelvo.
En efecto a
los 10 minutos más o menos vuelve con una sopa. Ya he encendido la luz y me he
sentado en la cama. Debato si contárselo o no pero no me atrevo, no quiero
perderla. Si no se entera no sufrirá.
Pasamos la
noche en la cama, simplemente abrazados. Finalmente nos dormimos acurrucados
uno junto al otro.
A la mañana
siguiente suena el despertador a las 6 de la mañana. Nos levantamos, me ducho y
me visto. No hemos hecho el amor desde el viernes pasado. No sé qué pensará
Sandra pero no me veo capaz aún. Todavía huelo a Eduardo en mí. En el desayuno
le pregunto por el curso. Me cuenta cómo fue y que hoy es el último día. Me
dice que le van a dar varios artículos para que los pruebe en casa. Se le
ilumina la mirada. Esta noche habrá jarana, espero que para entonces ya me
encuentre mejor y pueda amarla como se merece. Me despido de ella con un beso
suave en los labios. No nos veremos hasta esta noche.
Cuando llego
a Ecotex, todos me saludan y preguntan por mi salud. Parece que la gente me
quiere.
Berta me saluda afectuosamente al entrar.
-Buenos días
David. ¿Está mejor?
-Sí, gracias
Berta. Estoy mejor pero aún no del todo bien. Espero que hoy me concentre mejor
en el trabajo. Ayer es que no me podía levantar de la cama.
-Sí, me lo
dijo Sandra.
-¿Cuándo?
-Cuando
llamó.
-¿Y para qué
llamó?
- Fue sobre
la hora de comer, llamó para ver si estaba aquí ya que no cogía el móvil,
parecía preocupada. Cuando le dije que comentó que iba a apagar el móvil
después de su llamada, se relajó y me dio las gracias.
-Es que
Sandra se preocupa demasiado.
-Esa mujer le
quiere David. Se le nota a la legua.
-Sí, y yo
también a ella.
-Me alegro
mucho. A su padre le habría encantado verle así de feliz.
Le sonrío y
me meto en mi despacho.
En mi mesa
tengo todas las llamadas de ayer. Las repaso, no hay ninguna importante, menos
mal. Llamo a mi tío Julián para decirle que ya estoy aquí, que me encuentro
mejor.
-Suena el
interfono.
-Es su madre
al teléfono.
-Gracias
Berta.
-Hola mamá.
-Cariño ¿cómo
estás?
-Mejor mamá,
gracias por preocuparte.
-¿Queréis
venir a comer Sandra y tú el sábado?. Me gustó mucho lo del otro día.
-Sí, seguro
que nos gustaría. Se lo preguntaré a Sandra esta noche.
-¿No la vas a
ver a la hora de comer?
-No, hoy no,
es que está haciendo un curso para el trabajo nuevo que tiene.
-¿Pero Sandra
trabaja?
-Claro mamá.
¿Qué creías?
-Pues pensé
que como vivía contigo, no le haría falta trabajar.
-Mamá, ya te
dije que Sandra es diferente. Ella no me quiere por el dinero. No es capaz de
vivir de nadie. Ella quiere su propio dinero y por eso trabaja.
Hay un
silencio al otro lado de la línea
-Esta chica
me sorprende cada día. Al final me va a gustar y todo.
Me río.
-Claro que sí
mamá, ya te lo dije. No creo que juzgue tan mal a la gente.
-Me alegro
mucho por ti, sabes que sólo quiero que seas feliz.
-Sí mamá lo
sé.
-Adiós David.
Llámame con lo del sábado.
-Claro mamá.
Yo te llamo y gracias por llamar y preocuparte por mí.
-Siempre
cariño, siempre. Adiós.
-Adiós.
Me acabo de
quitar un peso de encima. Que a mi madre le guste Sandra es un gran paso
adelante en nuestra relación.
El día
transcurre con normalidad. Tengo una reunión con mi tío y parece que las cosas
van muy bien en la expansión
internacional.
Sobre las 12
del mediodía suena el interfono.
-David, tengo
al teléfono a un tal Eduardo. No me ha querido dar su apellido. Dice que le
conoce y que es algo personal. No le he dicho que estaba.
Empiezo a
temblar. ¿Cómo tiene mi teléfono?¿Cómo se ha atrevido a llamarme aquí?. Claro
que tiene mi teléfono, todo el mundo lo tiene. Sabe donde trabajo, es fácil
localizarme, con tanta prensa en la inauguración seguro que preguntó a alguien
quién era yo.
Respiro
hondo. Si no cojo la llamada, seguirá insistiendo. Será mejor cogerla y cortar
esto de raíz.
-David ¿está
ahí?
-Sí, Berta,
pásamelo.
-Vale
-Sí.
-Hola David.
-Hola. ¿Qué
haces llamándome?
-Ya te dije
el sábado que te llamaría.
-Sí, lo sé
pero no pensé que fuera verdad.
-Tenemos que
vernos y acabar lo del sábado.
-Ni lo
sueñes.
-Sí, lo he
soñado y en mi sueño follábamos hasta más no poder.
-No digas
esas cosas por teléfono, por favor.
-No me digas
que grabas tus conversaciones.
-No, bueno,
no todas.
-Quiero que
vengas el jueves, por la noche, cuando acabes de trabajar. Ya sabes lo que
pasará si no apareces.
-No voy a ir.
-Pues mira,
justo hoy tengo que finalizar el curso y veré a Sandra. ¿Qué piensas que pasará
cuando se lo diga?
-No te
atreverías.
-No me
conoces, no sabes de lo que soy capaz. ¿Cómo crees que he llegado hasta donde
estoy ahora?
Suspiro, no
sé que hacer. Tendré que ir a verle en persona y acabar con esto de una vez por
todas.
-Dame la
dirección.
Anoto la
dirección, es un piso en Chueca.
-Mi pareja
está de viaje así que tendremos el piso para nosotros solos y podremos estar el
tiempo que haga falta. Invéntate una excusa para no ir a tu casa en toda la
noche.
-Adiós
Eduardo
Y cuelgo el
teléfono. Estoy temblando. Tengo que tranquilizarme. Esto no es bueno. No puedo
tomar decisiones en este estado. Me voy al bar y me sirvo un whisky. Es muy
pronto lo sé, pero necesito tranquilizarme. Lo que haré es ponerle las cosas
claras, no quiero nada con él.
Me levanto,
paseo por el despacho con la copa en la mano. No se me ocurre otra decisión.
Capítulo doce
SANDRA
Es martes por
la tarde, casi hemos terminado el curso. Nos están dando los últimos consejos.
Tomo nota como una loca, me recuerda mis días en la universidad. Eduardo ha
finalizado el curso. Siempre es muy amable conmigo pero esta tarde lo he visto
doblemente amable. No creo que quiera nada conmigo, ya me dijo que era
homosexual.
En una bolsa
de la empresa nos entregan a cada una tres artículos para probar en casa.
Espero que David esté más animado porque me gustaría probarlos con él esta
noche.
Cuando llego
a casa, él aún no ha llegado. No creo que tarde mucho. Empiezo a preparar la
cena. El pobre sólo cenó una sopa ayer y desayunó esta mañana tan solo un café.
Estará hambriento. Ni siquiera sé si habrá comido. No he podido llamarle en
todo el día. Nos han tenido a todas muy ocupadas. Me han dado el uniforme de la
tienda. Es clásico, yo pensé que sería algo más moderno pero parecemos azafatas
de vuelvo. La verdad es que me alegro de que haya uniforme porque así no tengo
que pensar en qué ponerme. Lo malo es que sólo nos han dado uno por cabeza. No
sé si se me secará si lo lavo por la noche. A lo mejor tendré que comprarme
otro. Nos han dicho que si queremos alguno más, ya va por nuestra cuenta.
Voy a hacer
unos escalopini para cenar, es ligero y me salen muy buenos.
Empiezo a
macerar la carne, hago una ensalada muy variada y la dejo a falta del aliño.
Eso será en el último momento.
Hasta que
venga David no me pondré con el resto. Decido mirar los artículos que me han
dado. Los saco de la bolsa y los miro uno por uno. Uno es un vibrador
tradicional, otro parece un dildo y lo otro son bolas chinas. ¡Qué bien,
siempre quise probarlas!
En esto que
oigo la cerradura y voy corriendo a la puerta. Es David.
-Hola mi
amor, ¿Cómo estás?
-Mejor
gracias. ¿Y tú, qué tal el día?
-Bien, hemos
acabado el curso y me han dado tres cosas para probar. Ven que te las enseño.
Le cojo de la
mano y me lo llevo a la habitación.
-Mira
Cojo cada
cosa y se la enseño.
David los
mira de reojo
-¿Cuándo
quieres usarlos?
-Hoy
-Esta noche,
¿de acuerdo?
-Sí.
-¿Tienes
hambre?
-La verdad es
que sí.
-Pues tengo la
cena casi lista. Te estaba esperando.
-¿Quieres que
ponga la mesa?
-Vale, así
mientras termino.
Termino de
cocinar todo y sirvo la cena. Está todo muy bueno. David me cuenta cosas del
trabajo y yo del mío. Me dice que su madre nos ha invitado a comer el sábado.
Le comento que me parece una estupenda idea. Podíamos hacerlo todas las
semanas. Así la ve.
Recojo todo lo de la cena y la cocina.
David me dice
que se va a duchar y a ponerse cómodo. Mientras, me pongo el pijama. Mierda, me
ha venido la regla. No me había dado cuenta. La verdad es que me la esperaba
para la semana que viene. Se me habrá adelantado por los nervios. Tengo que
tomarme la píldora.
Al salir de
la ducha le digo a David lo que me ha pasado y que lo siento pero no estoy
preparada para tener sexo con la regla, por lo menos no aún. Lo entiende
perfectamente, incluso me parece ver alivio en sus ojos. No es posible, será
cansancio o algo parecido.
Nos
acurrucamos delante del televisor a ver una peli pero estoy tan cansada que me
duermo. Lo último que recuerdo es a David cogiéndome en brazos y llevándome a
la cama.
DAVID
Ya es jueves.
Tengo que llamar a Sandra para decirle una mentira. No me lo puedo creer. Le
dije que no le mentiría y a la primera de cambio, voy y le miento. Pero tengo
claro que he de ir a ver a Eduardo. Necesito ponerle las cosas claras.
Miro el reloj, son las 11. Llamo a Sandra.
-Hola
-Hola guapo,
¿cómo estás?
-Bien, te
llamaba para comentarte que esta noche no sé a qué hora llegaré a casa.
-Vale,
gracias por avisarme.
-¿No me vas a
preguntar por qué?
-No, confío
en ti.
-Eres
increíble. Es que tengo que entretener a unos japoneses que han venido, ya
sabes, cena, tablao, karaoke y no sé cuando terminaremos.
-No hacía
falta que me lo contaras. Yo confío en ti.
-Lo sé pero
yo quiero contártelo todo. Nos vemos más tarde ¿vale?
-Claro
cariño. Hasta luego.
-Adiós.
Cuelgo y me
quedo trabajando en la oficina, ni siquiera salgo a comer. Les digo a los de la
cafetería que me suban un sándwich y ya está. Estoy demasiado preocupado para
comer.
Al final del
día cojo la moto y me voy a Chueca. Enseguida encuentro la calle y el piso.
Toco el timbre y me abren.
Al llegar al
piso, me abre Eduardo. Me hace pasar. Cierra la puerta detrás de él.
-¿Te apetece
una copa?
-He venido
sólo a decirte que no vamos a hacer nada. No quiero tener una relación contigo.
Yo amo a Sandra.
-Yo tampoco
quiero tener una relación contigo. Sólo quiero follar. Yo también amo a mi
pareja.
-¿Entonces
por qué quieres ponerle los cuernos?
-Es que
follar no es poner los cuernos.
-Para mí sí
lo es.
Se bebe el
vaso de un trago, viene hacia mí, es más alto que yo y se nota que hace
ejercicio.
-Date la
vuelta.
-No
-Date la
vuelta
Me mira con
crudeza, no sé cómo, me doy la vuelta.
-Apoya las
manos en la mesa.
Hago lo que
me dice.
De la misma
forma que el otro día viene por detrás de mí, me desabrocha el cinturón y me
baja la bragueta. Me baja los pantalones y los calzoncillos hasta el suelo.
-Separa las
piernas e inclínate hacia delante.
Estoy
jadeando, no puede ser, mi cuerpo me delata. No quiero hacer esto pero mi
cuerpo no piensa lo mismo.
De repente
tengo a Eduardo detrás de mí. Coge mi polla con una mano mientras mete los
dedos de la otra mano en mi ano. Igual que el otro día. Me pongo duro. Me
gusta. Mete y saca los dedos varias veces.
-Te voy a
follar ya y te vas a correr como nunca- Se pone un preservativo y me penetra
-Ahh,
Hace tanto tiempo
que me duele pero le da igual. Me embiste varias veces al mismo tiempo que juega
con mi polla con la otra mano. Sigue penetrándome, varias veces, me duele pero
al mismo tiempo me gusta. Además me estimula con la otra mano y veo que me corro.
-Sí, ves como
sabía que te iba a gustar.
-Eduardo, no
-Cómo que no,
si te ha encantado, mira cómo te has corrido. Aún te estremeces.
Hace muchos
días que no hago el amor con Sandra, por eso me ha pasado, me digo a mí mismo
intentando convencerme.
-Ahora date
la vuelta y chúpame la polla.
Me doy la
vuelta y veo su miembro erecto, esperándome. Se ha quitado el preservativo.
Se me hace la
boca agua. Me arrodillo y me la meto en la boca, empiezo a chuparle. Hago todo
lo que me gusta que me hagan a mí. Finalmente Eduardo también se corre en mi
boca.
Nos sentamos los dos en el suelo, respirando con dificultad..
Al cabo de un
rato Eduardo se levanta. Me tiende un preservativo y me dice que ahora quiere
que le penetre yo. Me niego.
-Pero si lo
estás deseando. Mírate. Se te ha puesto dura nada más decírtelo.
Y es verdad,
no sé por qué mi cuerpo hace una cosa
cuando mi mente dice otra.
Viene y me
besa. Hasta entonces no lo había hecho. Me gusta, noto cosquillas en el
estómago. Se pone en la misma postura en la que estaba yo hace un rato. Me
pongo el preservativo y lo penetro, embisto varias veces y me corro. Al mismo
tiempo que le sujeto por la cadera, él se está masturbando y también se corre.
Acabamos los dos de nuevo por el suelo.
De repente se
va al bar y trae dos copas de brandy. Cojo una y me la bebo de golpe. Esto no
es bueno.
-¿Y ahora
qué?- Pregunto.
-Ahora lo que
quieras. Estoy satisfecho. Te puedes ir si quieres.
-Esto no
volverá a pasar.
Me coloco la
ropa y me voy.
Cojo la moto
y me voy para casa. Son más de las 12. Espero que Sandra esté dormida. No
quiero hacer el amor con ella ahora. Necesito una ducha larga y caliente para
quitarme de encima este sentimiento de traición.
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