Capítulo cinco
SANDRA
Me quiere.
-Yo también te amo- y corro
hacia sus brazos besándole desesperadamente.
Intento quitarle la ropa y no
puedo. Mis dedos tiemblan. Necesito tenerle dentro. Le deseo, no lo puedo
evitar. Él a mí también.
Nos despojamos de la ropa y los
dos, ahí uno frente al otro, desnudos y deseosos. Jadeando incluso antes de
tenernos el uno al otro.
Da un paso hacia mí y me coge.
Me lleva a la cama, suavemente me deposita encima y empieza a besarme
suavemente por todo el cuerpo. Me estremezco. Quiero hacer lo mismo con él pero
no me deja.
-No he acabado contigo- me dice
como la última vez. También me doy cuenta de que fue la primera. Esta será la
segunda. No podrá ser mejor que la primera, imposible. Estoy temblando de
placer y aún no ha hecho casi nada, sólo besos por la piel. Sus labios son
suaves. Empiezo a notar el placer entre mis muslos. Cojo su mano y la dirijo
ahí.
-No, aún no, espera
Y sigue besando todo mi cuerpo.
Los dedos de mis pies los chupa y absorbe. Pasa la lengua entre los dedos de
los pies, por detrás de mis rodillas, de mis codos. Sube al cuello. Mi zona más
erógena. Los besos ahí me vuelven loca. Me puedo correr sólo con besarme ahí.
Me estremezco de nuevo. Él se da cuenta de cuánto me gusta eso y lo repite. No
puedo más.
-Por favor David, fóllame ya
-No, espera
Intento coger su pene pero no me
deja. Está dándome placer a mí, sólo a mí, todo es para mí.
Pero yo quiero dárselo a él. Le
tumbo con toda mi fuerza. Ahora estoy yo encima y empiezo a hacer lo mismo. Le
beso suavemente en el cuello, en el pecho, cojo sus pezones con mis dientes y
aprieto. Él grita de dolor y placer. Le encanta. Bajo para el ombligo. Lo
chupo, lo rodeo con mi lengua. Bajo más. Aspiro su olor. Cómo me gusta. Le tomo
en la boca. No me cabe. Es tan grande. No me importa. Necesito tenerle,
necesito darle placer. Entonces me siento a horcajadas y lentamente lo
introduzco dentro de mí. Suspira, le gusta. Empiezo a moverme, haciendo
círculos, para arriba, para abajo. Me froto, tiro de sus pezones, del pelo en
su pecho. Le agarro los huevos y los aprieto. Grita del gusto. Sus pupilas se
dilatan. Se va a correr y yo con él. Llegamos al unísono. Me desplomo encima de
él. Entonces me doy cuenta de que no se ha puesto un preservativo. Descarto la
idea que me aborda la cabeza. Da igual. Nos queremos y eso es lo importante.
Me mira con ternura. Juguetea
con mi pelo.
-Me encanta tu pelo, el color,
el olor
-Gracias, a mí también me gusta
el tuyo, todo lo tuyo- y le cojo el pene y se lo beso. Se estremece. Ya está a
su tamaño normal y me encanta. Ahora sí me cabe en la boca, entero. Empiezo a
chuparlo, lo rodeo con la lengua y noto como empieza a crecer. Le gusta. David
hace ruidos de placer. Coge mi cabeza entre sus manos y la dirige, arriba y
abajo, atrás y delante, una y otra vez. Ya ha crecido tanto que no me cabe.
-Cómo puedes ser tan grande. No
me gusta que no entres entero en mi boca
-Da igual, me encanta cómo lo
haces
Sigo chupándole, jugueteando con
mi lengua.
David tiembla. Me mira y
suspira. Se deja llevar. Agarra las sábanas y se corre.
Se deja caer hacia
atrás y me mira.
-He debido ser muy bueno en la
otra vida para que en esta te haya encontrado. Te quiero
-Yo también te quiero y la
afortunada soy yo
Me coge otra vez pero ésta me da
la vuelta. Empieza a apretar mi culo. Separa los dos lados y empieza a pasar su
lengua por mi ano. No he hecho anal nunca y me siento rara. Es un parte muy
íntima de mi cuerpo que nadie ha tocado nunca. David es el primero. Me
avergüenzo pero él no lo nota o no quiere hacerse el enterado. Siento gusto. No
quiero que pare. Quiero ver hasta donde me lleva. Introduce un dedo dentro. Lo
noto pero no duele. Siempre me he negado al juego anal porque pienso que duele
pero por ahora no es así. Separo más mis piernas y me abro completamente a él.
David gime de placer. Creo que no se lo esperaba. Ahora empieza a lamerme la
zona con la lengua e introduce los dedos
de la otra mano por mi vagina. Noto la presión por delante y por detrás. Noto
sus dedos dentro de mí por delante y por detrás. Con el dedo gordo empieza a
dar círculos en mi clítoris y creo que me voy a morir. Es tan instantáneo el
orgasmo que no tengo tiempo de prepararme. Grito de placer, lloro, vuelvo a
gritar. Sí, definitivamente ésta vez ha sido mejor. ¿Cómo será la siguiente?
Cuando ya no puedo más le digo
que pare. Que me duele tanto placer. Tengo la zona tan sensible que soy capaz
de tener otro orgasmo sólo con un roce. Y va y lo hace. Me siento desencajada.
No puedo más. Mi cuerpo ha respondido al suyo de una forma increíble.
-Por favor, para, no puedo más
-Estás segura, yo puedo seguir
así un buen rato más. Sólo quiero darte placer
-Sí, estoy segura. Sólo abrázame
Entonces me abraza y
nos quedamos los dos mirándonos y suspirando.
DAVID
La miro con ternura. ¿Cómo puede
mi madre decir que está conmigo por mi dinero?. Eso nunca. Ella me quiere como
soy yo, no por mi dinero. Vino conmigo el primer día sin saber quién era yo.
Ahora todo lo que ocurra es de más. La abrazo. Está durmiendo. Su respiración
es relajada. No tiene nada que ver con lo ocurrido horas antes. Nuestros
cuerpos están compenetrados. Somos uno, somos el uno para el otro.
Me voy a quedar en Madrid unos
meses, a ver qué tal con la empresa de mi padre. Tendrá que ayudarme mi tío
pero sé que puedo contar con él. Le diré a Sandra que se quede conmigo. No
podré soportar que se marche. Pero no sé si va a querer. Su sueño es estudiar,
aquí también lo puede hacer. Sólo tiene que pedir un traslado de matrícula. A
lo mejor pierde un año pero qué es un año en toda tu vida. Se lo tengo que
pedir, y seguro que me dice que sí. No puedo vivir sin ella.
-Hola preciosa
-Hola precioso
Me dice con los ojos entreabiertos.
-¿Qué hora es?
-Ya es por la tarde
-Mierda, mi pastilla.
Se levanta rápido de la cama y
va a su bolso. Saca una pastilla, se la mete en la boca, va al baño, oigo
correr el grifo y entonces vuelve.
-Es que tengo que tomar unas
pastillas al día para controlar la diabetes
-Ah, pensé que hablabas de otro
tipo de pastilla
-No, no estoy tomando la
píldora. De hecho creo que lo de hace un rato me puede perjudicar. Estoy en
medio del ciclo
-No te preocupes por algo que no
sabemos si va a pasar o no. Pero tendrás que empezar a tomarla. No me gustan
los preservativos
-A mí tampoco, cuando vuelva a
Salamanca, pediré cita con mi ginecólogo
-¿Cómo que cuando vuelvas a
Salamanca?
-Hombre, David, no me puedo
quedar aquí. Tengo mis estudios y mi trabajo.
Se me cae el alma a los pies. Ya
no sé si pedirle lo que he pensado antes. Bueno, el no ya lo tengo, a lo mejor
tengo el sí.
-Pues quería pedirte que te
quedaras conmigo unos meses. He decidido darle una oportunidad a la empresa,
por mi madre, sabes, hemos pensado en unos meses y si la cosa no me convence,
entonces volveré a enseñar. Por favor quédate conmigo. ¿Qué es un año en
relación a toda una vida?
-Tú sabes lo que significa mi
vocación, igual que yo sé lo que significa la tuya
-Sólo son unos meses, por favor, te necesito. No podré estar
aquí sin ti
-Sabes que no me gusta Madrid
-No me has dicho por qué
Se sienta en la cama y
empieza a contarme su historia.
Capítulo seis
SANDRA
-Mi padre es militar. Estuvo
destinado en Madrid durante unos años. Ahora está retirado. Yo nací aquí y tuve
unas malas experiencias y estar en esta ciudad me las recuerda a cada paso.
-Fui una niña a la que acosaban
en el colegio. A mí nadie me hizo caso. Tuve un intento de suicidio cuando
cumplí los 15. No lo podía soportar más. Quiero a mis padres pero nunca les
perdonaré que no me creyeran. Nadie me creyó. Me encerré en mí misma y sólo
quería desaparecer. Un día no pude más y cogí una de las pistolas de mi padre.
La tenía junto a mi sien a punto de disparar cuando entró mi madre en el
despacho. Gritó y entonces parece que mi conciencia despertó. Cogió la pistola
y la descargó. Me llevó al psiquiatra. Es una cosa que no se olvida y no creo
que lo supere nunca. Ahora si quieres que me marche, me iré. No te culpo, estar
con una loca no es lo más aconsejable.
David, me coge por la
cintura y me aproxima a él. Me besa con ternura.
-No quiero que te vayas. Te amo
igual, no quiero ni pensar lo que has tenido que sufrir
Le devuelvo el beso. Despierta
mi deseo de nuevo y nos amamos con locura una vez más.
Me despierto. Ya ha anochecido.
Está durmiendo junto a mí. Su respiración es tranquila, relajada. Nada
comparado con lo de hace unas horas. Abre los ojos. Sonríe y me atrae hacia él.
Me besa suavemente al principio pero después con pasión. Está encendido de
nuevo. De repente oímos el rugir de unas tripas, las nuestras, y nos ponemos a
reír. No hemos comido en horas.
-Deberíamos bajar a comer algo
-Sí, además tengo que tomar la
pastilla de la cena y tiene que ser con algo de comida.
David me da una bata
para que me la ponga y él se pone otra.
Me coge de la mano y me dirige
sigilosamente hacia la cocina. Me siento en uno de los taburetes que hay. Es
una cocina enorme, tipo americana y con un montón de electrodomésticos en
metalizado. Abre la gigantesca nevera y saca cosas para hacer unos sándwiches.
-¿Qué puedes comer?
-Casi de todo, sólo tengo evitar
cosas que contengan azúcar. ¿Tienes pan integral?
-Aquí hay de todo.
-Pues ponme un sándwich de pan
integral con aceite de oliva, tomate, lechuga y queso.
-¡Qué bueno¡, me voy a hacer
otro para mí.
Veo a David como se maneja en la
cocina, no es mucho tener que hacer dos sándwiches pero hay hombres que no son
capaces ni de eso.
-Entonces, ¿te quedas conmigo
aquí?.
-No quiero perderte pero tengo
mucho en Salamanca. Tengo mi trabajo, mis estudios, mi apartamento. Le dije a
Luis mi jefe que estaría fuera unos días pero no he dicho nada a mi casera ni
en la Universidad. Mi amiga Alicia es la única que sabe la verdad de todo.
-Todo lo que tienes en Salamanca
lo tienes aquí también y además me incluyo en el paquete. Si no quieres vivir
aquí en esta casa, nos alquilamos un piso. Ahora tendré un mejor sueldo y me lo
puedo permitir. Le diré a mi tío que interceda por ti en la Universidad que
quieras y te haga un traslado de expediente y si quieres puedes acabar el curso.
Y si no, te tomas unos meses de descanso.
-No quiero estar lejos de ti.
-Pues quédate conmigo. Te puedo
ofrecer todo lo que necesites.
-No quiero todo, sólo te quiero
a ti.
DAVID
¿Qué puedo hacer para
convencerla?. No puedo ofrecerle más. Todo, puede tener todo y a mí también.
-Por favor Sandra, ahora que te
he encontrado, no quiero perderte.
-Yo tampoco pero es un paso
grande, ¿y si lo nuestro no funciona? Me quedaré aquí tirada.
-Te prometo que lo nuestro
funcionará
-Me lo prometes.
-Por supuesto
Y la cojo en mis brazos
y la beso.
Faltan un par de horas para que
amanezca. Volvemos a la cama. Tenemos los dos demasiado en que pensar y nos
dormimos abrazados.
Al despertar a la mañana
siguiente veo que Sandra ya levantada y duchada.
-Buenos días dormilón
-Buenos días preciosa
-He decidido quedarme. Voy a
llamar a Luis para decirle que no vuelvo por ahora. Sin trabajo no podré pagar
mi piso así que tengo que ir a recoger mis cosas y decirle a mi casera que me
voy.
-Espera, si te sientes más segura
con el piso, yo te pagaré el alquiler y así si necesitas espacio, siempre
puedes volver a él.
-¿Harías eso por mí?
-No hay nada que no haría por
ti.
-Pero no quiero deberte nada. Si
me pagas el piso tendré que devolverte el dinero algún día.
-Algún día.
Sonrío y viene a mis brazos. Nos
besamos.
Sandra se retira.
-Vamos, levántate, que si no, no
salimos de aquí en tres horas.
-Tienes razón, tengo que hablar
con mi tío y comentarle nuestra decisión. Tiene que ver lo de tu matrícula y lo
del piso.
-Yo quiero hacer algo. Déjame a
mí buscarnos piso.
- Bien, confío en ti.
-Cogeré todos los periódicos y
empezaré a mirar. ¿cuál es el presupuesto?
Levanto una ceja y río,
-El que tú pongas.
-Claro, se me olvidó lo tuyo.
¿Por donde lo quieres?
-Cerca de Ecotex y de las
Universidades.
-Vale, ya me encargo yo de todo
eso. Tú tienes que ir a trabajar. Vístete.
-Sólo porque tú me lo pides.
Bajamos a la cocina y sólo vemos
al servicio.
-Buenos días señorito David.
-Buenas María. ¿Dónde está mi
madre?
-Salió temprano. Me dijo que no
volvería hasta la hora de comer. ¿Desea algo?
-No descuida, desayunaremos en
la cafetería. Gracias.
Cojo a Sandra de la mano y nos
vamos al garaje.
-Tendré que comprar algo de
ropa, sólo tengo esto- señalando su atuendo me dice Sandra.
-Ropa es una de las cosas que
más tenemos. Acuérdate, Ecotex. Empresa de ropa.
-Es verdad. Perdón.
-Nunca pidas perdón por ser tú
misma.
Llegamos al garaje y el
coche de mi madre no está. No sé donde habrá ido.
Cojo mi casco y le doy a
Sandra el que se puso ayer de los tantos que hay en Ecotex.
Sandra coge el casco y se lo
pone. Yo se lo abrocho. Nos montamos en la moto y vamos hacia Ecotex.
Llegamos al edificio y aparco en
la zona reservada. Cojo los dos cascos y se los doy a Martín, el vigilante, él
los guardará.
Cojo a Sandra de la mano y
subimos a la cafetería. La gente me saluda cuando se cruza conmigo.
La cafetería es tipo self
service así que cogemos unas cosas como un dispensador de sacarina para Sandra,
no se me olvidará nunca que la tengo que cuidar. Tengo que decirle que me
cuente más cosas sobre la diabetes, si alguna vez le pasa algo, quiero estar
preparado.
Nos sentamos en una mesa libre. Todos nos miran pero sonríen.
Parece que les gusta que estemos juntos.
-Cuando acabemos vamos a subir
al despacho de mi tío que quiero darle instrucciones.
-Instrucciones de qué
-Pues de todo, de lo del piso,
de lo de la universidad, tu médico, vamos de todo.
-Pero el piso lo quiero buscar
yo.
-Es verdad, me lo dijiste. Vale
eso lo haces tú pero el resto que se encargue él.
Acabamos nuestro
desayuno y subimos al despacho de mi tío.
Toco en la puerta y la
abro
-David, qué alegría, buenos días
-Buenos días tío
-Hola Sandra, ¿Cómo estás?
-Bien gracias.
-Tío, tengo algunas cosas que
necesito que hagas. Vamos a sentarnos.
-Claro David, lo que quieras.
-Pues he decidido quedarme
durante 6 meses por lo menos e intentar lo de la empresa.
-¡Qué bien!, cuánto me alegro.
-Sandra se quedará aquí conmigo.
-Me alegro, creo que la
necesitas
-Sí, los dos nos necesitamos.
-Ella se va a encargar de
buscarnos piso. Necesito que le ingreses dinero en su cuenta todos los meses.
-¿Cuánto quieres que te
ingresemos?
-No sé.
-¿Cuánto cobrabas en el
mejicano?- dice David.
-1000 euros, más o menos,
dependía de las propinas.
- Vale, tío Julián, ingrésale
1200 euros todos los meses.
-¿De qué partida lo saco?
-De mi sueldo.
-Bien.
-Ahora, búscale un portátil o
monitor que se va a encargar de buscarnos piso.
-Yo ya tengo portátil. Está en
la taquilla de la estación de autobuses. Lo dejé ahí para no llevar peso.
-Perfecto, entonces lo puedes
coger. En la última planta hay una especie de biblioteca con WiFi, que puedes
usar para navegar.
-De acuerdo.
-¿Puedes mirar si es posible pasar
la matrícula de la Universidad de Salamanca a la Complutense por ejemplo?
-Espera David, he estado
pensando y creo que me lo voy a tomar con calma. Si mantengo el piso de
Salamanca, siempre podré volver ahí y así estos meses los puedo pasar haciendo otras
cosas.
-¿De verdad?
-Sí, tú me dijiste que un año no
es nada en toda la vida, así que he decidido pasar el tiempo de otra forma.
-Me alegro pero sólo si tú
quieres. No te impongo nada.
-Ya lo sé.
-Entonces qué nos falta, ah, sí,
el ginecólogo. Tío, necesito que le busques a Sandra un ginecólogo. ¿Podrás
hacerlo?
-Hombre, yo no tengo pero mi
mujer sí y mi hija también. Les preguntaré.
-Vale, apúntate el móvil de
Sandra y le llamas y se lo dices.
Sandra le muestra el
número del móvil y se lo graba en el suyo.
-Pues creo que ya está. Gracias
tío.
-Ven, vamos a mi despacho.
Cogidos de la mano nos
vamos a mi despacho.
-Berta, no nos interrumpas en
los próximos 5 minutos. Cuando salga Sandra, ya puedes entrar.
-Sí señor.
Abro la puerta de mi
despacho y atraigo a Sandra hacia mí. La beso.
-Bueno pues ahora sólo queda que
te compres ropa.¿Cuánto dinero necesitas?
-No sé.
Voy a la caja fuerte de mi despacho la abro y saco un fajo
de billetes.
-Toma, llévate esto.
-Ni hablar. Eso es mucho. Dame
300 euros.
-¿Seguro?
-Sí.
-Vale, toma además esto. Es una
tarjeta de empresa. En el reverso están todas las tiendas de la marca. Cuando
vayas a pagar, la presentas y te hacen el descuento de empleado. Además les
dices que te lo envíen al edifico Ecotex a mi despacho y así no irás cargada.
-Es que piensas en todo. Sabes,
desde que te he visto entrar por la puerta del edificio, has cambiado. Eres un
líder. La gente te aprecia y toma tus órdenes muy bien. Sabes mandar. Creo que
saldrá todo bien. Lo llevas en los genes.
-Gracias. Aún no sé si me
obedecen porque les puedo despedir o qué.
-Estoy segura de que te obedecen
porque eres buen jefe y seguro que apreciaban a tu padre.
-Eso es verdad, todo el mundo le
quería.
Capítulo siete
SANDRA
-Entonces me voy ya que tengo mucho
que hacer. ¿Podremos comer juntos?
-Lo intentaré. De todas formas
te llamo, déjame que me grabe tu número.
-De acuerdo.
Me aproximo a él y le
beso. Es un beso prolongado. Pasional. De amor.
Cuando nos separamos, los dos
estamos rojos y excitados pero ahora no es el momento.
-Lo siento, me tengo que ir.
-Ya lo sé preciosa pero nunca lo
sientas. Luego recuperaremos el tiempo.
Me voy del despacho y bajo a la
calle. Decido llamar a Alicia a contarle todo.
-Eh, figura. ¿Dónde te metes?
-Estoy en Madrid, con David.
-¿Osea que le has encontrado?
-Sí, al final en el edificio de
su padre. Hemos estado toda la noche hablando y con otras cosas y he decidido
quedarme aquí por lo menos 6 meses que es el tiempo que se ha dado él para ver
si encaja o no.
-Jo tía, seis meses sin verte.
¿A quién voy a contar mis problemas ahora?. No, que es broma. Me alegro por ti.
Tendrás que decírselo a Luis y a tu casera, y también en la Uni.
-A Luis le llamaré luego y a la
Uni también pero lo de la casera es otra cosa. Fíjate si David es generoso que
se ha prestado a pagarme el alquiler y todo lo demás para que si decido volver
no pierda el piso. Piensa en todo. Acabo de verle actuar con sus empleados y
tiene un don natural para mandar. Es increíble.
-Nena, estás colada por él. Pero
la verdad es que me alegro mucho. Te mereces alguien así.
-Gracias. Sólo me falta buscar
ginecólogo. El tío de David me va a buscar uno pero no sé si fiarme. Es algo
muy privado.
-Pues ahí te puedo ayudar. Mi
hermana vive en Madrid y tiene ginecólogo. Si quieres la llamo y le pido el
teléfono.
-Sería fantástico. No me
gustaría que mis chismes íntimos estén en boca de toda la familia de David. Si
es alguien externo sería mejor.
-Te comprendo. Pues lo miro y te
llamo. ¿Qué vas a hacer ahora?.
-Pues me voy a buscar piso. He
conocido a su madre y no nos caemos bien así que David me ha dicho que busque
un piso para los dos.
-Ese tío es genial.
-Y que lo digas. Me ha dicho que
no ponga límite en el precio pero no quiero abusar. Me ha dado dinero para
comprar ropa y todo.
-Lo que te digo, ese hombre es
un regalo del cielo. No me has dicho qué tal está en la cama.
-Ni te lo diré. Sabes que eso es
muy personal pero te aseguro que no tengo quejas.
-Eso es lo importante. Un tío
que lo tiene todo, jolines, yo creía que de esos no había.
-Pues yo te aseguro que así es.
Incluso le dije lo del suicidio y en vez de rechazarme me consoló. Es
maravilloso.
-Estás hasta las trancas por él.
-Sí, no te lo puedo negar y creo
que él por mí también. Te dejo que estoy viendo un piso en alquiler aquí en la
Castellana y voy a entrar a preguntar.
-La Castellana, pues eso debe
ser muy caro.
-No te preocupes, no me gastaré
tanto, es sólo por curiosidad.
-Vale. Te llamaré en cuanto sepa
lo del médico.
-Gracias guapa. Hablamos.
-Adiós
-Adiós.
Me acerco al edificio donde veo
el cartel de Se Alquila. Entro al edificio y busco al portero.
-Buenos días.
-Buenos días, señorita. Dígame.
-Es por el piso que alquilan.
¿Se puede ver?
-Es el ático. Tienes 3
habitaciones, son unos 200 metros. ¿Le interesa?
-Sí, estoy buscando un piso por
la zona, que pille cerca del trabajo.
-¿Dónde es el trabajo?
-En el edificio Ecotex.
-Sí, está bastante cerca. Voy a
por las llaves y lo vemos.
-Muy bien.
Enseguida regresa el portero con
las llaves y nos montamos en el ascensor.
Cuando llegamos arriba, abre la
puerta.
El piso es señorial. Antiguo.
Techos muy altos, con ventanales enormes y mucha luz. Me encanta.
-Venga por aquí señorita que se
lo enseño.
Vamos pasando por todas las
habitaciones y finalizamos en la magnífica terraza. Aquí tienen puesto como una
especie de jardín zen que me enamora nada más verlo.
-Me encanta el piso pero tendrá
que verlo también mi novio.
-Son 7000 euros al mes más 2 de
fianza. A parte están los gastos de portería y mantenimiento que son 500 euros
al mes.
-Pues hablaré con mi novio. Me
deja un teléfono para contactar, por favor.
-Por supuesto señorita.
Me da los datos del piso y un
número de teléfono.
-Yo soy Agustín. Pregunte por
mí.
-Gracias, ha sido Vd. Muy
amable.
Me marcho pensando en lo bonito
del piso pero lo caro que es. Voy hacia la estación de autobuses a recuperar mi
portátil pero pienso que es mejor ir primero de compras. Mientras, me fijo en
otros carteles de Se Alquila y voy viendo más pisos pero cada vez están más lejos
del edificio de Ecotex y me gustaría que David fuese a trabajar andando, no en moto.
Me dedico casi toda la
mañana a comprar ropa y ver más pisos.
En las tiendas me tratan muy
bien y con la tarjeta de empresa no me ponen ningún problema. Recibo miradas
curiosas al decirles que envíen lo comprado al edificio Ecotex al despacho de
David. No sé qué pensarán.
Me paso por la estación de
autobuses a por mi portátil y después me paso por una cafetería a mirar pisos
por Internet. Mientras navego por Internet, me tomo un café con una tostada y
aceite. Qué rico. Me encanta que me atiendan. Viviría así siempre. A qué tengo
que renunciar, me planteo. Por ahora a los estudios pero esos los puedo retomar
más adelante. No sé si mi forma de ser me permitirá vivir de David. Yo siempre
he trabajado y no me gusta ser una carga para nadie. Tendré que buscarme un
trabajo pero como está la cosa ahora lo veo difícil. Tengo que pedirle
referencias a Luis. Tengo que llamarle, se me ha olvidado.
Le llamo y le explico lo que ha
pasado. No le gusta pero me entiende. Le digo que me envíe una carta de
recomendación al edificio de Ecotex, al despacho de David. Ahí lo podré
recoger. Otra cosa hecha.
Miro pisos y más pisos, en
numerosas páginas web. Veo uno que me llama la atención, dice que la calle está
cerca de la Castellana.
Llamo por teléfono.
-Buenos días. Llamo por lo del piso en alquiler.
-Hola. Es un segundo sin
ascensor. Quiero que lo sepa antes que nada.
-Bueno, nosotros somos jóvenes.
-Tiene dos dormitorios. Está
recién reformado aunque el edificio es antiguo. Es todo exterior.
-Se puede ir a ver.
-Claro, ¿Cuándo le viene bien?
-Ahora mismo, si puede ser.
-Pásese que yo ahora mismo estoy
como a 5 minutos y nos encontramos en el portal.
-De acuerdo, voy para allá.
Hasta ahora.
-Nos vemos en un momento.
Y cómo sé yo donde está esa
calle. He vivido en Madrid pero es imposible saberse todas las calles, a menos
que seas taxista o policía. Le pregunto al camarero.
-Oiga, para llegar a la calle Justiniano,
cómo voy.
-No está muy lejos. Coja esta
calle y vaya todo recto, en la segunda manzana gire a la derecha. Hay un
semáforo. Cruce la calle y está por ahí. Luego pregunte.
Mientras está hablando el
camarero me estoy tomando nota de lo que me dice. Espero no perderme. De todas
formas siempre puedo preguntar.
Recojo mis cosas, le
doy las gracias y me voy.
Sigo sus instrucciones y llego
al semáforo, cruzo la calle y le pregunto a un señor paseando a un perro,
seguro que es de la zona.
-Sí, está ahí mismo. Gire en la
esquina y es la segunda calle a la izquierda.
-Muchas gracias, muy amable.
Llego a la calle y empiezo a
mirar números. Tengo que recorrer un buen trozo hasta encontrarme con el número
que me ha dicho el hombre.
-En el portal veo a un hombre de
mediana edad.
-Hola, yo soy la que ha llamado
antes.
-Hola, ¿ha llegado bien?
-Sí, gracias, preguntando se
llega a Roma.
-Es verdad, ¿Subimos?
-De acuerdo.
Me fijo en el edificio,
realmente es antiguo. Tiene una puerta además de la del portal y me pregunto
qué será. Subimos por unas escaleras de mármol antiguas pero muy bonitas. Al
llegar al segundo el caballero abre la puerta y me deja pasar primero.
-Pues ésta es la casa, pase.
-Gracias.
Paso y me quedo de piedra, la
casa está como nueva. Parece mentira que un piso tan moderno y cuidado esté en
un edificio tan viejo.
El hombre ha visto mi
reacción y me dice
-Le dije que estaba reformada.
-Sí, es preciosa.
Vamos mirando la casa, sólo
tiene un baño pero es grande y dos dormitorios. Uno puede ser perfectamente un
despacho. La cocina también es muy grande, incluso con sitio para una mesa para
comer. Las estancias principales tienen balcón. Me gusta mucho.
-Le quería preguntar una cosa.
Mi novio trabaja en el Edificio Ecotex en la Castellana y lo que no queremos en
tener que coger medios de transporte, ¿cómo se llega desde aquí hasta el edificio?.
-Lo conozco. Pues es muy fácil.
Saliendo por el portal y andando por la calle en dirección a la izquierda,
tiene que pasar un par de manzanas y luego a la derecha cruzar la avenida y ya
está. No creo que sean más de 10 minutos
andando.
-Perfecto. Otra cosa. Mi novio
tiene moto, hay algún lugar donde dejarla.
-Al entrar no sé si se habrá
fijado que hay una puerta algo más grande que la del portal. Pues es el acceso
a los trasteros. Son individuales y con cierre. La moto seguro que le cabe ahí.
-Dígame entonces qué condiciones
tiene.
-Pues son 1800 euros al mes con
tres meses de fianza. La comunidad son 50 euros porque no tenemos ni portero ni
ascensor. Vds. se hacen cargo del gas, luz y agua y si quieren, tienen que
poner teléfono porque eso sí que ahora no hay.
-Tengo que consultarlo con mi
novio. Le llamaré en cuanto nos decidamos. La verdad es que me gusta mucho y no
está lejos del trabajo.
-Muy bien señorita. Dígame
su nombre para saberlo cuando me llame.
Han venido más personas para ver el piso.
-No lo dudo. Soy Sandra Sempere.
Nos damos la mano y me voy.
Realmente me gusta y es más barato que el otro piso que me gustó. Es más
pequeño y no tiene ascensor, además de estar algo más lejos pero la verdad es
que me veo viviendo aquí.
Al salir del piso me fijo en las
tiendas que hay alrededor. Un supermercado, una carnicería y una farmacia. No
nos hace falta más.
Voy caminando hacia la
Castellana y suena mi móvil, ¿será Alicia?. Lo miro, no, no es su número,
¿Quién me llamará?
-Hola
-Hola preciosa, ¿por dónde vas?
Es David
-Hey, ¿es éste tu número?. No lo
tenía.
-Pues ahora ya lo tienes, además
es el personal así que para lo que quieras, cuando quieras, ya sabes donde
encontrarme.
Me salta el corazón. Me quiere y
yo a él.
-Pues acabo de salir de un piso
que me encanta y voy andando hacia Ecotex, osea que si lo cogemos podrás ir
andando al curro.
-Estupendo. ¿vienes para aquí?
-Sí, voy hacia Ecotex.
-Cuando llegues, sube hasta mi despacho
y vamos a comer juntos ¿vale?
-Claro, no me lo perdería.
-Nos vemos ahora entonces.
-Vale, un beso.
-Uno no, muchos besos. Adiós
Me río y cuelgo.
Soy feliz, no sé qué puede pasar
ahora pero las perspectivas son buenas. Soy muy afortunada y no me lo puedo creer.
Tengo que preguntar en un par de
ocasiones pero llego al edificio sin problemas.
Llego al control de entrada.
-Buenos días, Stra. Sempere, me
dice uno de los guardias.
David está en todo, les habrá
dicho que me dejen pasar sin pedirme el DNI, ni nada.
Subo por el ascensor hasta el
piso de su despacho. Ahí, a la entrada de su despacho está la mesa de Berta, su
secretaria, es guapa y si no estuviera segura de lo que siente David por mí,
estaría celosa sin duda.
-Buenos días Stra. Sempere, puede
Vd. Pasar
-Gracias, buenos días.
Toco en la puerta y paso. Ahí
está David, al teléfono. Se ha quitado la chaqueta y está en mangas de camisa.
Está disgustado hablando con alguien de no sé qué.
-Vamos hombre, no me digas eso.
Yo sé que tú puedes hacerlo. Llámame cuando lo hayas acabado. Adiós.
Cuelga, se levanta y viene hacia
mí presto. Me coge en brazos y me da una vuelta, dos, tres, por fin me pone en
el suelo y me besa.
DAVID
Por fin aquí está. He tenido
mucho que hacer pero he estado pensando en ella en todo momento. Es mi paz.
Cuando la suelto estamos los dos
acalorados. Dios, lo que me hace esta mujer. No lo puedo comprender.
-¿Has venido bien, has tenido
algún problema?
-No, qué va. Todo el mundo
parece saber quien soy. Hasta el guardia de la entrada me ha saludado. Increíble.
-Sí, ya todos saben quien eres y
que tienes acceso ilimitado al edificio y a cualquiera de sus oficinas. Puedes
ir a la cafetería, a la biblioteca, al gimnasio, vamos a donde tú quieras.
-¿Gimnasio?
-Sí, también tenemos gimnasio. ¡¡Este
edificio es la leche!!
Nos reímos.
-¿Cuándo vamos a ver el piso?
-Cuando puedas. Había dos que me
gustaron pero éste que te he dicho antes es más barato y más acogedor porque es
más pequeño.
-El precio no es problema, ya te
lo dije pero si lo prefieres tú, pues ahí mismo. Me da igual donde sea siempre
que sea contigo.
Sandra me mira con
ternura y se le humedecen los ojos.
-Eh, no llores por Dios, es lo
último que quiero verte hacer.
-Perdona, es que soy tan feliz.
-Y por eso lloras, pues qué
harás cuando estés triste.
-No querrás saberlo.
-No, nunca te quiero ver triste.
Nos abrazamos de nuevo.
-Voy a llamar al hombre a ver
cuando puede ir a enseñarnos el piso.
-Vale
Llama al hombre y se ponen de
acuerdo para ver el piso a las 5 de la tarde. Tengo una reunión a las 7 osea
que tendré tiempo.
-Tengo una reunión a las 7 pero
cuando acabe me tendrás sólo para ti.
-¿Tardarás mucho en la reunión?
-Mínimo una hora. Es lo que
tiene ser el jefe.
-Lo entiendo pero no me gusta.
-¿Quieres que la anule?
-Ni hablar, sé que tienes
obligaciones y no voy a ser yo quien te quite de ellas. Me aguantaré.
-Haré que merezca la pena.
Se le iluminan los ojos
anticipándose a lo que pasará esta noche. Los dos nos ruborizamos. Parece que
seamos quinceañeros, por Dios.
-Nos vamos a comer- le digo
cogiéndola de la mano.
-¿Qué te apetece?
-¿Qué tal un chino?, me apetece.
-Pues vamos.
Cojo mi chaqueta y salimos del
despacho.
-Berta, nos vamos a comer.
Estaré de vuelta en dos horas como mucho. Luego tendré que salir un rato pero
estaré para la reunión de las 7.
-Sí señor, buen provecho.
-Gracias.
Salimos del edificio y nos
dirigimos hacia un chino cercano, pequeño pero acogedor.
Nos pedimos un menú cada uno.
Sandra se toma su pastilla
mientras comemos.
-Madre mía, me acabo de acordar.
Tengo que ver qué médico me toca porque tengo pastillas para dos semanas nada
más. Necesito médico para que me haga las recetas.
-No te preocupes, al
empadronarte te asignan médico y si no, que seguro que sí, siempre tienes el de
la familia.
-Ya pero mi pastillas son caras
y necesito hacerlo por la Seguridad Social.
-Descuida, al coger piso y tener
dirección, ya le digo a mi tío que lo gestione todo.
-Bueno, hay dos semanas de
margen, espero que sea suficiente.
-Claro mujer, si no ya te digo,
el médico de mi familia te lo puede recetar.
Terminamos de comer y a los dos
se nos nota que queremos estar juntos. Pero ¿dónde?
-¿Qué hacemos ahora?
-Yo sé lo que quiero hacer ¿y tú?
-Lo mismo que tú, lo leo en tus
ojos.
-¿Dónde?
-Pues justo eso es lo que estaba
pensando ahora. ¿volvemos a mi despacho?
-¿En tu despacho?, no sé, ¿y si
entra alguien?
- Cierro con llave mujer, no soy
descuidado.
-Pues si tú crees que es
seguro..
-Claro, vamos.
Pago la cuenta. Me hace gracia
porque Sandra saca su cartera para pagar su parte y por supuesto no la dejo.
-David, por favor, no es justo,
ya pagas bastante.
-Mientras estés conmigo no
pagarás nada. No lo permitiré.
Nos cogemos de la mano
y vamos a Ecotex. Subimos a su despacho.
Berta no está y entramos sin que nos vea nadie. La gente está comiendo. Cierro
la puerta, la cojo y la beso.
La separo de mí y la miro. Está
sofocada. Cómo responde su cuerpo a mí. Es maravilloso. La cojo de nuevo. La
llevo al sofá. Lo haremos ahí. Sandra está pensativa. Me deja hacer. La desnudo
y la beso. Ella se ha mostrado hasta ahora bastante activa cuando hacemos el
amor, ¿qué le pasa hora?
Paro y la miro, ella también me
mira.
-¿Qué te pasa, no quieres
hacerlo?
-Perdona, sí quiero, siempre
quiero, ese es el problema, no sé si es sano desearte tanto, a todas horas.
-Yo también te deseo y además te
amo y es lo único que importa, sea o no sea sano, si es lo que los dos
queremos, adelante, ¿o no?
-Claro
Y me coge de las solapas de la
chaqueta y me atrae hace ella. Me besa con pasión. También me desea.
Hacemos el amor, no es sólo
sexo, es amor, primero con pasión y la siguiente vez con delicadeza.
Permanecemos juntos, cogidos,
abrazados. Creo que es el momento de contarle algo muy íntimo que debe saber.
Apenas hemos estado juntos unas pocas horas en total pero ya la siento como mi
alma gemela… como mi otra mitad.
-Tengo algo que decirte. No sé
si te va a gustar o no pero necesito que lo sepas.
Sandra se incorpora y me mira.
-Dime, no quiero secretos entre
nosotros.
-He tenido relaciones con
hombres.
-¿Qué? ¿Cómo? ¿Desde cuándo?. No
es posible. Nunca he tenido un amante mejor, es imposible que seas bisexual, si
eres maravilloso!!.
-Que sea bisexual no quiere
decir que sea malo. Es que tengo mis preferencias. Me encantan las mujeres y a
ti te amo. Pero quiero que sepas que en el pasado también me acostaba con
hombres y me gustaba.
Veo en su rostro su
decepción. Su duda.
-No dudes, yo te quiero a ti. No
te voy a dejar por nadie, ni por un hombre ni por una mujer.
-¿Pero y si no soy lo suficiente?.
¿Y si necesitas un hombre?. No lo entiendo. La forma en la que me haces el
amor, no pones reservas, no parece que te falte nada de mí, que cumplo con lo
que necesitas.
-Y así es. Sólo quería que lo
supieras. Nunca me he enamorado de un hombre, sólo fue sexo puro y duro y nada
más. Tuve una novia hace años pero nunca un novio. Mis relaciones con los
hombres son eso, sólo sexo.
-Pero justamente eso, yo no te
lo puedo dar. Yo soy mujer y no sé lo que te puede dar un hombre que yo no pueda.
-Por ahora nada, tú eres todo lo
que necesito.
Sandra se levanta y se
viste.
-La gente estará apunto de
volver. Más vale que te vistas.
Su voz es fría. No queda nada de
la pasión de unos minutos antes. ¿Qué he hecho?. Se lo tenía que decir. No quiero
mentiras entre nosotros. Una relación no puede empezar con mentiras o medias
verdades. Ella tenía que saberlo, tenía que saberlo todo de mí.
-Por favor Sandra, no reacciones
así. Te lo tenía que decir. No ves que sólo quiero ser sincero contigo. Te quiero
y quiero que lo sepas todo de mí.
-Te importa que lo dejemos para
esta noche. Necesito reflexionar.
-Claro, esta noche lo hablamos.
Mira el reloj
-Son las 16.30. Deberíamos ir al
piso que a las 17.00 viene el hombre a enseñárnoslo.
Por lo menos aún tiene un
pensamiento de futuro. Si no, se hubiera negado a ver el piso juntos. Suspiro.
Me visto y salimos del despacho. Berta está al ordenador.
-Buenas tardes señor, señorita.
-Buenas tardes Berta. Voy a
hacer una gestión y estaré de vuelta para la reunión.
-Sí señor.
Entramos en el ascensor
y me asalta una duda.
-¿Dónde dormimos esta noche?
-¿Qué?
-¿Dónde dormimos esta noche? No
parece que te guste estar bajo el mismo techo que mi madre y pensé que hasta
que encontráramos piso, pues habrá que ver donde dormimos y eso.
Sandra se echa a reír.
Por fin, no me lo creo.
-No me gusta tu madre, es cierto
pero no vamos a coger una habitación de hotel sólo para dormir. Me parece un
despilfarro. Serán sólo unos días, no te preocupes. Con tal de evitarnos, creo que
tu madre y yo nos llevaremos bien.
Ahora soy yo el que me río.
¿Cómo es posible que hace sólo unos minutos había tanta tensión entre nosotros
y ahora no?
Vamos hacia el piso, Sandra se
acuerda perfectamente hacia donde ir. Tiene un buen sentido de orientación,
cosa rara en las mujeres.
Llegamos un poco pronto, faltan
unos 10 minutos para la cita. Nos quedamos viendo el edificio.
-Es antiguo.
-Ya te lo dije, pero por dentro
el piso está reformado. No tiene nada que ver con el edificio, de verdad.
-Te creo.
Permanecemos abrazados mientras
llega la hora. Justo en punto se acerca el propietario.
-Buenas tardes.
-Buenas tardes. Aquí estamos-
dice Sandra.
-Pues vayamos a ver el piso-
dice mientras nos da la mano.
Cuando abre la puerta no puedo
menos que sentirme orgulloso de Sandra. Tenía toda la razón. El piso está todo
reformado y es muy bonito. Me encanta.
Recorremos las
habitaciones y terminamos en el salón.
-Bueno pues ya han visto la
casa. ¿Qué les parece?
-Nos gusta mucho- le digo.
-Pues ya saben, hay más gente
que ha venido a verlo. Si lo quieren, tendrán que darse prisa en entregar una
señal.
Sandra y yo nos miramos y
sonreímos. Esta es nuestra casa, nos vemos viviendo aquí.
-¿Cuánto quiere de señal?
-No sé, ¿Cuánto puede darme?
Abro la cartera y miro
cuanto llevo. Veo varios billetes de 200 y de 100.
-¿Qué le parece 500 euros?
-Me parece bien. Son tres meses
de fianza. 1800 al mes más 50 de comunidad. Ya se lo dije a su novia. Venga que
le haré un recibo. La casa tiene agua, luz y gas pero no tiene teléfono. Si lo
quieren tendrán que ponerlo Vds. mismos.
-No se preocupe por eso. Tenemos
los móviles.
Vamos todos hacia la cocina en
donde el propietario saca unos folios de un cajón. Escribe a mano un recibo
pero antes de terminar parece que se acuerda de algo y comenta
-Necesito una nómina para que el
gestor emita el contrato.
-No hay problema- le digo.
-Serán 6 meses renovables a no
ser que cualquiera de los dos diga lo contrario.
-Me parece bien- digo.
-Entonces ¿cómo hacemos lo de
los papeles?
-Se puede Vd. pasar o su gestor
por el edificio Ecotex. Yo trabajo ahí y pueden darle todos los papeles que
necesite.
-Claro, ¿Cuándo le viene bien?
- A partir de mañana cuando
quiera. Dejaré dicho en recepción que irá Vd. Y ya le llevarán a administración
que es quien tiene todos los papeles. ¿Cuál es su nombre?
-Aquí en el recibo lo pongo, soy
Juan Pérez Santiago. También he puesto mi DNI.
-Perfecto.
-Entonces mañana nos vemos,
recojo todo y a ver si para por la tarde está hecho el contrato y ya intercambiamos
las llaves y el dinero. ¿Le parece bien?
-Sí, perfecto.
Le entrego el dinero y me da el
recibo. Nos damos la mano y nos despedimos. Realmente me gusta a la casa. Creo
que seremos felices aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario