sábado, 16 de agosto de 2014

Venganza en la Sangre-segunda parte-

Capítulo cinco

SANDRA

Me quiere.

-Yo también te amo- y corro hacia sus brazos besándole desesperadamente.

Intento quitarle la ropa y no puedo. Mis dedos tiemblan. Necesito tenerle dentro. Le deseo, no lo puedo evitar. Él a mí también.
Nos despojamos de la ropa y los dos, ahí uno frente al otro, desnudos y deseosos. Jadeando incluso antes de tenernos el uno al otro.
Da un paso hacia mí y me coge. Me lleva a la cama, suavemente me deposita encima y empieza a besarme suavemente por todo el cuerpo. Me estremezco. Quiero hacer lo mismo con él pero no me deja.

-No he acabado contigo- me dice como la última vez. También me doy cuenta de que fue la primera. Esta será la segunda. No podrá ser mejor que la primera, imposible. Estoy temblando de placer y aún no ha hecho casi nada, sólo besos por la piel. Sus labios son suaves. Empiezo a notar el placer entre mis muslos. Cojo su mano y la dirijo ahí.
-No, aún no, espera

Y sigue besando todo mi cuerpo. Los dedos de mis pies los chupa y absorbe. Pasa la lengua entre los dedos de los pies, por detrás de mis rodillas, de mis codos. Sube al cuello. Mi zona más erógena. Los besos ahí me vuelven loca. Me puedo correr sólo con besarme ahí. Me estremezco de nuevo. Él se da cuenta de cuánto me gusta eso y lo repite. No puedo más.

-Por favor David, fóllame ya
-No, espera

Intento coger su pene pero no me deja. Está dándome placer a mí, sólo a mí, todo es para mí.
Pero yo quiero dárselo a él. Le tumbo con toda mi fuerza. Ahora estoy yo encima y empiezo a hacer lo mismo. Le beso suavemente en el cuello, en el pecho, cojo sus pezones con mis dientes y aprieto. Él grita de dolor y placer. Le encanta. Bajo para el ombligo. Lo chupo, lo rodeo con mi lengua. Bajo más. Aspiro su olor. Cómo me gusta. Le tomo en la boca. No me cabe. Es tan grande. No me importa. Necesito tenerle, necesito darle placer. Entonces me siento a horcajadas y lentamente lo introduzco dentro de mí. Suspira, le gusta. Empiezo a moverme, haciendo círculos, para arriba, para abajo. Me froto, tiro de sus pezones, del pelo en su pecho. Le agarro los huevos y los aprieto. Grita del gusto. Sus pupilas se dilatan. Se va a correr y yo con él. Llegamos al unísono. Me desplomo encima de él. Entonces me doy cuenta de que no se ha puesto un preservativo. Descarto la idea que me aborda la cabeza. Da igual. Nos queremos y eso es lo importante.
Me mira con ternura. Juguetea con mi pelo.

-Me encanta tu pelo, el color, el olor
-Gracias, a mí también me gusta el tuyo, todo lo tuyo- y le cojo el pene y se lo beso. Se estremece. Ya está a su tamaño normal y me encanta. Ahora sí me cabe en la boca, entero. Empiezo a chuparlo, lo rodeo con la lengua y noto como empieza a crecer. Le gusta. David hace ruidos de placer. Coge mi cabeza entre sus manos y la dirige, arriba y abajo, atrás y delante, una y otra vez. Ya ha crecido tanto que no me cabe.
-Cómo puedes ser tan grande. No me gusta que no entres entero en mi boca
-Da igual, me encanta cómo lo haces

Sigo chupándole, jugueteando con mi lengua.
David tiembla. Me mira y suspira. Se deja llevar. Agarra las sábanas y se corre.
Se deja caer hacia atrás y me mira.

-He debido ser muy bueno en la otra vida para que en esta te haya encontrado. Te quiero
-Yo también te quiero y la afortunada soy yo

Me coge otra vez pero ésta me da la vuelta. Empieza a apretar mi culo. Separa los dos lados y empieza a pasar su lengua por mi ano. No he hecho anal nunca y me siento rara. Es un parte muy íntima de mi cuerpo que nadie ha tocado nunca. David es el primero. Me avergüenzo pero él no lo nota o no quiere hacerse el enterado. Siento gusto. No quiero que pare. Quiero ver hasta donde me lleva. Introduce un dedo dentro. Lo noto pero no duele. Siempre me he negado al juego anal porque pienso que duele pero por ahora no es así. Separo más mis piernas y me abro completamente a él. David gime de placer. Creo que no se lo esperaba. Ahora empieza a lamerme la zona con la lengua  e introduce los dedos de la otra mano por mi vagina. Noto la presión por delante y por detrás. Noto sus dedos dentro de mí por delante y por detrás. Con el dedo gordo empieza a dar círculos en mi clítoris y creo que me voy a morir. Es tan instantáneo el orgasmo que no tengo tiempo de prepararme. Grito de placer, lloro, vuelvo a gritar. Sí, definitivamente ésta vez ha sido mejor. ¿Cómo será la siguiente?

Cuando ya no puedo más le digo que pare. Que me duele tanto placer. Tengo la zona tan sensible que soy capaz de tener otro orgasmo sólo con un roce. Y va y lo hace. Me siento desencajada. No puedo más. Mi cuerpo ha respondido al suyo de una forma increíble.

-Por favor, para, no puedo más
-Estás segura, yo puedo seguir así un buen rato más. Sólo quiero darte placer
-Sí, estoy segura. Sólo abrázame

Entonces me abraza y nos quedamos los dos mirándonos y suspirando.

DAVID

La miro con ternura. ¿Cómo puede mi madre decir que está conmigo por mi dinero?. Eso nunca. Ella me quiere como soy yo, no por mi dinero. Vino conmigo el primer día sin saber quién era yo. Ahora todo lo que ocurra es de más. La abrazo. Está durmiendo. Su respiración es relajada. No tiene nada que ver con lo ocurrido horas antes. Nuestros cuerpos están compenetrados. Somos uno, somos el uno para el otro.

Me voy a quedar en Madrid unos meses, a ver qué tal con la empresa de mi padre. Tendrá que ayudarme mi tío pero sé que puedo contar con él. Le diré a Sandra que se quede conmigo. No podré soportar que se marche. Pero no sé si va a querer. Su sueño es estudiar, aquí también lo puede hacer. Sólo tiene que pedir un traslado de matrícula. A lo mejor pierde un año pero qué es un año en toda tu vida. Se lo tengo que pedir, y seguro que me dice que sí. No puedo vivir sin ella.

-Hola preciosa
-Hola precioso

Me dice con los ojos entreabiertos.

-¿Qué hora es?
-Ya es por la tarde
-Mierda, mi pastilla.
Se levanta rápido de la cama y va a su bolso. Saca una pastilla, se la mete en la boca, va al baño, oigo correr el grifo y entonces vuelve.
-Es que tengo que tomar unas pastillas al día para controlar la diabetes
-Ah, pensé que hablabas de otro tipo de pastilla
-No, no estoy tomando la píldora. De hecho creo que lo de hace un rato me puede perjudicar. Estoy en medio del ciclo
-No te preocupes por algo que no sabemos si va a pasar o no. Pero tendrás que empezar a tomarla. No me gustan los preservativos
-A mí tampoco, cuando vuelva a Salamanca, pediré cita con mi ginecólogo
-¿Cómo que cuando vuelvas a Salamanca?
-Hombre, David, no me puedo quedar aquí. Tengo mis estudios y mi trabajo.

Se me cae el alma a los pies. Ya no sé si pedirle lo que he pensado antes. Bueno, el no ya lo tengo, a lo mejor tengo el sí.

-Pues quería pedirte que te quedaras conmigo unos meses. He decidido darle una oportunidad a la empresa, por mi madre, sabes, hemos pensado en unos meses y si la cosa no me convence, entonces volveré a enseñar. Por favor quédate conmigo. ¿Qué es un año en relación a toda una vida?
-Tú sabes lo que significa mi vocación, igual que yo sé lo que significa la tuya
-Sólo son unos  meses, por favor, te necesito. No podré estar aquí sin ti
-Sabes que no me gusta Madrid
-No me has dicho por qué

Se sienta en la cama y empieza a contarme su historia.

Capítulo seis

SANDRA

-Mi padre es militar. Estuvo destinado en Madrid durante unos años. Ahora está retirado. Yo nací aquí y tuve unas malas experiencias y estar en esta ciudad me las recuerda a cada paso.

-Fui una niña a la que acosaban en el colegio. A mí nadie me hizo caso. Tuve un intento de suicidio cuando cumplí los 15. No lo podía soportar más. Quiero a mis padres pero nunca les perdonaré que no me creyeran. Nadie me creyó. Me encerré en mí misma y sólo quería desaparecer. Un día no pude más y cogí una de las pistolas de mi padre. La tenía junto a mi sien a punto de disparar cuando entró mi madre en el despacho. Gritó y entonces parece que mi conciencia despertó. Cogió la pistola y la descargó. Me llevó al psiquiatra. Es una cosa que no se olvida y no creo que lo supere nunca. Ahora si quieres que me marche, me iré. No te culpo, estar con una loca no es lo más aconsejable.

David, me coge por la cintura y me aproxima a él. Me besa con ternura.

-No quiero que te vayas. Te amo igual, no quiero ni pensar lo que has tenido que sufrir

Le devuelvo el beso. Despierta mi deseo de nuevo y nos amamos con locura una vez más.


Me despierto. Ya ha anochecido. Está durmiendo junto a mí. Su respiración es tranquila, relajada. Nada comparado con lo de hace unas horas. Abre los ojos. Sonríe y me atrae hacia él. Me besa suavemente al principio pero después con pasión. Está encendido de nuevo. De repente oímos el rugir de unas tripas, las nuestras, y nos ponemos a reír. No hemos comido en horas.

-Deberíamos bajar a comer algo
-Sí, además tengo que tomar la pastilla de la cena y tiene que ser con algo de comida.

David me da una bata para que me la ponga y él se pone otra.
Me coge de la mano y me dirige sigilosamente hacia la cocina. Me siento en uno de los taburetes que hay. Es una cocina enorme, tipo americana y con un montón de electrodomésticos en metalizado. Abre la gigantesca nevera y saca cosas para hacer unos sándwiches.

-¿Qué puedes comer?
-Casi de todo, sólo tengo evitar cosas que contengan azúcar. ¿Tienes pan integral?
-Aquí hay de todo.
-Pues ponme un sándwich de pan integral con aceite de oliva, tomate, lechuga y queso.
-¡Qué bueno¡, me voy a hacer otro para mí.

Veo a David como se maneja en la cocina, no es mucho tener que hacer dos sándwiches pero hay hombres que no son capaces ni de eso.

-Entonces, ¿te quedas conmigo aquí?.
-No quiero perderte pero tengo mucho en Salamanca. Tengo mi trabajo, mis estudios, mi apartamento. Le dije a Luis mi jefe que estaría fuera unos días pero no he dicho nada a mi casera ni en la Universidad. Mi amiga Alicia es la única que sabe la verdad de todo.
-Todo lo que tienes en Salamanca lo tienes aquí también y además me incluyo en el paquete. Si no quieres vivir aquí en esta casa, nos alquilamos un piso. Ahora tendré un mejor sueldo y me lo puedo permitir. Le diré a mi tío que interceda por ti en la Universidad que quieras y te haga un traslado de expediente y si quieres puedes acabar el curso. Y si no, te tomas unos meses de descanso.
-No quiero estar lejos de ti.
-Pues quédate conmigo. Te puedo ofrecer todo lo que necesites.
-No quiero todo, sólo te quiero a ti.

DAVID

¿Qué puedo hacer para convencerla?. No puedo ofrecerle más. Todo, puede tener todo y a mí también.

-Por favor Sandra, ahora que te he encontrado, no quiero perderte.
-Yo tampoco pero es un paso grande, ¿y si lo nuestro no funciona? Me quedaré aquí tirada.
-Te prometo que lo nuestro funcionará
-Me lo prometes.
-Por supuesto

Y la cojo en mis brazos y la beso.

Faltan un par de horas para que amanezca. Volvemos a la cama. Tenemos los dos demasiado en que pensar y nos dormimos abrazados.

Al despertar a la mañana siguiente veo que Sandra ya levantada y duchada.

-Buenos días dormilón
-Buenos días preciosa
-He decidido quedarme. Voy a llamar a Luis para decirle que no vuelvo por ahora. Sin trabajo no podré pagar mi piso así que tengo que ir a recoger mis cosas y decirle a mi casera que me voy.
-Espera, si te sientes más segura con el piso, yo te pagaré el alquiler y así si necesitas espacio, siempre puedes volver a él.
-¿Harías eso por mí?
-No hay nada que no haría por ti.
-Pero no quiero deberte nada. Si me pagas el piso tendré que devolverte el dinero algún día.
-Algún día.

Sonrío y viene a mis brazos. Nos besamos.
Sandra se retira.

-Vamos, levántate, que si no, no salimos de aquí en tres horas.
-Tienes razón, tengo que hablar con mi tío y comentarle nuestra decisión. Tiene que ver lo de tu matrícula y lo del piso.
-Yo quiero hacer algo. Déjame a mí buscarnos piso.
- Bien, confío en ti.
-Cogeré todos los periódicos y empezaré a mirar. ¿cuál es el presupuesto?
Levanto una ceja y río,
-El que tú pongas.
-Claro, se me olvidó lo tuyo. ¿Por donde lo quieres?
-Cerca de Ecotex y de las Universidades.
-Vale, ya me encargo yo de todo eso. Tú tienes que ir a trabajar. Vístete.
-Sólo porque tú me lo pides.

Bajamos a la cocina y sólo vemos al servicio.

-Buenos días señorito David.
-Buenas María. ¿Dónde está mi madre?
-Salió temprano. Me dijo que no volvería hasta la hora de comer. ¿Desea algo?
-No descuida, desayunaremos en la cafetería. Gracias.

Cojo a Sandra de la mano y nos vamos al garaje.

-Tendré que comprar algo de ropa, sólo tengo esto- señalando su atuendo me dice Sandra.
-Ropa es una de las cosas que más tenemos. Acuérdate, Ecotex. Empresa de ropa.
-Es verdad. Perdón.
-Nunca pidas perdón por ser tú misma.

Llegamos al garaje y el coche de mi madre no está. No sé donde habrá ido.
Cojo mi casco y le doy a Sandra el que se puso ayer de los tantos que hay en Ecotex.
Sandra coge el casco y se lo pone. Yo se lo abrocho. Nos montamos en la moto y vamos hacia Ecotex.
Llegamos al edificio y aparco en la zona reservada. Cojo los dos cascos y se los doy a Martín, el vigilante, él los guardará.
Cojo a Sandra de la mano y subimos a la cafetería. La gente me saluda cuando se cruza conmigo.

La cafetería es tipo self service así que cogemos unas cosas como un dispensador de sacarina para Sandra, no se me olvidará nunca que la tengo que cuidar. Tengo que decirle que me cuente más cosas sobre la diabetes, si alguna vez le pasa algo, quiero estar preparado.
Nos sentamos en una  mesa libre. Todos nos miran pero sonríen. Parece que les gusta que estemos juntos.

-Cuando acabemos vamos a subir al despacho de mi tío que quiero darle instrucciones.
-Instrucciones de qué
-Pues de todo, de lo del piso, de lo de la universidad, tu médico, vamos de todo.
-Pero el piso lo quiero buscar yo.
-Es verdad, me lo dijiste. Vale eso lo haces tú pero el resto que se encargue él.

Acabamos nuestro desayuno y subimos al despacho de mi tío.

Toco en la puerta y la abro

-David, qué alegría, buenos días
-Buenos días tío
-Hola Sandra, ¿Cómo estás?
-Bien gracias.
-Tío, tengo algunas cosas que necesito que hagas. Vamos a sentarnos.
-Claro David, lo que quieras.
-Pues he decidido quedarme durante 6 meses por lo menos e intentar lo de la empresa.
-¡Qué bien!, cuánto me alegro.
-Sandra se quedará aquí conmigo.
-Me alegro, creo que la necesitas
-Sí, los dos nos necesitamos.
-Ella se va a encargar de buscarnos piso. Necesito que le ingreses dinero en su cuenta todos los meses.
-¿Cuánto quieres que te ingresemos?
-No sé.
-¿Cuánto cobrabas en el mejicano?- dice David.
-1000 euros, más o menos, dependía de las propinas.
- Vale, tío Julián, ingrésale 1200 euros todos los meses.
-¿De qué partida lo saco?
-De mi sueldo.
-Bien.
-Ahora, búscale un portátil o monitor que se va a encargar de buscarnos piso.
-Yo ya tengo portátil. Está en la taquilla de la estación de autobuses. Lo dejé ahí para no llevar peso.
-Perfecto, entonces lo puedes coger. En la última planta hay una especie de biblioteca con WiFi, que puedes usar para navegar.
-De acuerdo.
-¿Puedes mirar si es posible pasar la matrícula de la Universidad de Salamanca a la Complutense por ejemplo?
-Espera David, he estado pensando y creo que me lo voy a tomar con calma. Si mantengo el piso de Salamanca, siempre podré volver ahí y así estos meses los puedo pasar haciendo otras cosas.
-¿De verdad?
-Sí, tú me dijiste que un año no es nada en toda la vida, así que he decidido pasar el tiempo de otra forma.
-Me alegro pero sólo si tú quieres. No te impongo nada.
-Ya lo sé.
-Entonces qué nos falta, ah, sí, el ginecólogo. Tío, necesito que le busques a Sandra un ginecólogo. ¿Podrás hacerlo?
-Hombre, yo no tengo pero mi mujer sí y mi hija también. Les preguntaré.
-Vale, apúntate el móvil de Sandra y le llamas y se lo dices.

Sandra le muestra el número del móvil y se lo graba en el suyo.

-Pues creo que ya está. Gracias tío.
-Ven, vamos a mi despacho.

Cogidos de la mano nos vamos a mi despacho.

-Berta, no nos interrumpas en los próximos 5 minutos. Cuando salga Sandra, ya puedes entrar.
-Sí señor.

Abro la puerta de mi despacho y atraigo a Sandra hacia mí. La beso.

-Bueno pues ahora sólo queda que te compres ropa.¿Cuánto dinero necesitas?
-No sé.
Voy a la caja  fuerte de mi despacho la abro y saco un fajo de billetes.
-Toma, llévate esto.
-Ni hablar. Eso es mucho. Dame 300 euros.
-¿Seguro?
-Sí.
-Vale, toma además esto. Es una tarjeta de empresa. En el reverso están todas las tiendas de la marca. Cuando vayas a pagar, la presentas y te hacen el descuento de empleado. Además les dices que te lo envíen al edifico Ecotex a mi despacho y así no irás cargada.
-Es que piensas en todo. Sabes, desde que te he visto entrar por la puerta del edificio, has cambiado. Eres un líder. La gente te aprecia y toma tus órdenes muy bien. Sabes mandar. Creo que saldrá todo bien. Lo llevas en los genes.
-Gracias. Aún no sé si me obedecen porque les puedo despedir o qué.
-Estoy segura de que te obedecen porque eres buen jefe y seguro que apreciaban a tu padre.
-Eso es verdad, todo el mundo le quería.

Capítulo siete

SANDRA

-Entonces me voy ya que tengo mucho que hacer. ¿Podremos comer juntos?
-Lo intentaré. De todas formas te llamo, déjame que me grabe tu número.
-De acuerdo.

Me aproximo a él y le beso. Es un beso prolongado. Pasional. De amor.

Cuando nos separamos, los dos estamos rojos y excitados pero ahora no es el momento.

-Lo siento, me tengo que ir.
-Ya lo sé preciosa pero nunca lo sientas. Luego recuperaremos el tiempo.

Me voy del despacho y bajo a la calle. Decido llamar a Alicia a contarle todo.

-Eh, figura. ¿Dónde te metes?
-Estoy en Madrid, con David.
-¿Osea que le has encontrado?
-Sí, al final en el edificio de su padre. Hemos estado toda la noche hablando y con otras cosas y he decidido quedarme aquí por lo menos 6 meses que es el tiempo que se ha dado él para ver si encaja o no.
-Jo tía, seis meses sin verte. ¿A quién voy a contar mis problemas ahora?. No, que es broma. Me alegro por ti. Tendrás que decírselo a Luis y a tu casera, y también en la Uni.
-A Luis le llamaré luego y a la Uni también pero lo de la casera es otra cosa. Fíjate si David es generoso que se ha prestado a pagarme el alquiler y todo lo demás para que si decido volver no pierda el piso. Piensa en todo. Acabo de verle actuar con sus empleados y tiene un don natural para mandar. Es increíble.
-Nena, estás colada por él. Pero la verdad es que me alegro mucho. Te mereces alguien así.
-Gracias. Sólo me falta buscar ginecólogo. El tío de David me va a buscar uno pero no sé si fiarme. Es algo muy privado.
-Pues ahí te puedo ayudar. Mi hermana vive en Madrid y tiene ginecólogo. Si quieres la llamo y le pido el teléfono.
-Sería fantástico. No me gustaría que mis chismes íntimos estén en boca de toda la familia de David. Si es alguien externo sería mejor.
-Te comprendo. Pues lo miro y te llamo. ¿Qué vas a hacer ahora?.
-Pues me voy a buscar piso. He conocido a su madre y no nos caemos bien así que David me ha dicho que busque un piso para los dos.
-Ese tío es genial.
-Y que lo digas. Me ha dicho que no ponga límite en el precio pero no quiero abusar. Me ha dado dinero para comprar ropa y todo.
-Lo que te digo, ese hombre es un regalo del cielo. No me has dicho qué tal está en la cama.
-Ni te lo diré. Sabes que eso es muy personal pero te aseguro que no tengo quejas.
-Eso es lo importante. Un tío que lo tiene todo, jolines, yo creía que de esos no había.
-Pues yo te aseguro que así es. Incluso le dije lo del suicidio y en vez de rechazarme me consoló. Es maravilloso.
-Estás hasta las trancas por él.
-Sí, no te lo puedo negar y creo que él por mí también. Te dejo que estoy viendo un piso en alquiler aquí en la Castellana y voy a entrar a preguntar.
-La Castellana, pues eso debe ser muy caro.
-No te preocupes, no me gastaré tanto, es sólo por curiosidad.
-Vale. Te llamaré en cuanto sepa lo del médico.
-Gracias guapa. Hablamos.
-Adiós
-Adiós.

Me acerco al edificio donde veo el cartel de Se Alquila. Entro al edificio y busco al portero.

-Buenos días.
-Buenos días, señorita. Dígame.
-Es por el piso que alquilan. ¿Se puede ver?
-Es el ático. Tienes 3 habitaciones, son unos 200 metros. ¿Le interesa?
-Sí, estoy buscando un piso por la zona, que pille cerca del trabajo.
-¿Dónde es el trabajo?
-En el edificio Ecotex.
-Sí, está bastante cerca. Voy a por las llaves y lo vemos.
-Muy bien.

Enseguida regresa el portero con las llaves y nos montamos en el ascensor.
Cuando llegamos arriba, abre la puerta.
El piso es señorial. Antiguo. Techos muy altos, con ventanales enormes y mucha luz. Me encanta.

-Venga por aquí señorita que se lo enseño.

Vamos pasando por todas las habitaciones y finalizamos en la magnífica terraza. Aquí tienen puesto como una especie de jardín zen que me enamora nada más verlo.

-Me encanta el piso pero tendrá que verlo también mi novio.
-Son 7000 euros al mes más 2 de fianza. A parte están los gastos de portería y mantenimiento que son 500 euros al mes.
-Pues hablaré con mi novio. Me deja un teléfono para contactar, por favor.
-Por supuesto señorita.

Me da los datos del piso y un número de teléfono.

-Yo soy Agustín. Pregunte por mí.
-Gracias, ha sido Vd. Muy amable.

Me marcho pensando en lo bonito del piso pero lo caro que es. Voy hacia la estación de autobuses a recuperar mi portátil pero pienso que es mejor ir primero de compras. Mientras, me fijo en otros carteles de Se Alquila y voy viendo más pisos pero cada vez están más lejos del edificio de Ecotex y me gustaría que David fuese a trabajar andando, no en moto.

Me dedico casi toda la mañana a comprar ropa y ver más pisos.

En las tiendas me tratan muy bien y con la tarjeta de empresa no me ponen ningún problema. Recibo miradas curiosas al decirles que envíen lo comprado al edificio Ecotex al despacho de David. No sé qué pensarán.

Me paso por la estación de autobuses a por mi portátil y después me paso por una cafetería a mirar pisos por Internet. Mientras navego por Internet, me tomo un café con una tostada y aceite. Qué rico. Me encanta que me atiendan. Viviría así siempre. A qué tengo que renunciar, me planteo. Por ahora a los estudios pero esos los puedo retomar más adelante. No sé si mi forma de ser me permitirá vivir de David. Yo siempre he trabajado y no me gusta ser una carga para nadie. Tendré que buscarme un trabajo pero como está la cosa ahora lo veo difícil. Tengo que pedirle referencias a Luis. Tengo que llamarle, se me ha olvidado.

Le llamo y le explico lo que ha pasado. No le gusta pero me entiende. Le digo que me envíe una carta de recomendación al edificio de Ecotex, al despacho de David. Ahí lo podré recoger. Otra cosa hecha.

Miro pisos y más pisos, en numerosas páginas web. Veo uno que me llama la atención, dice que la calle está cerca de la Castellana.

Llamo por teléfono.

-Buenos días. Llamo por  lo del piso en alquiler.
-Hola. Es un segundo sin ascensor. Quiero que lo sepa antes que nada.
-Bueno, nosotros somos jóvenes.
-Tiene dos dormitorios. Está recién reformado aunque el edificio es antiguo. Es todo exterior.
-Se puede ir a ver.
-Claro, ¿Cuándo le viene bien?
-Ahora mismo, si puede ser.
-Pásese que yo ahora mismo estoy como a 5 minutos y nos encontramos en el portal.
-De acuerdo, voy para allá. Hasta ahora.
-Nos vemos en un momento.

Y cómo sé yo donde está esa calle. He vivido en Madrid pero es imposible saberse todas las calles, a menos que seas taxista o policía. Le pregunto al camarero.

-Oiga, para llegar a la calle Justiniano, cómo voy.
-No está muy lejos. Coja esta calle y vaya todo recto, en la segunda manzana gire a la derecha. Hay un semáforo. Cruce la calle y está por ahí. Luego pregunte.

Mientras está hablando el camarero me estoy tomando nota de lo que me dice. Espero no perderme. De todas formas siempre puedo preguntar.

Recojo mis cosas, le doy las gracias y me voy.

Sigo sus instrucciones y llego al semáforo, cruzo la calle y le pregunto a un señor paseando a un perro, seguro que es de la zona.

-Sí, está ahí mismo. Gire en la esquina y es la segunda calle a la izquierda.
-Muchas gracias, muy amable.

Llego a la calle y empiezo a mirar números. Tengo que recorrer un buen trozo hasta encontrarme con el número que me ha dicho el hombre.

-En el portal veo a un hombre de mediana edad.
-Hola, yo soy la que ha llamado antes.
-Hola, ¿ha llegado bien?
-Sí, gracias, preguntando se llega a Roma.
-Es verdad, ¿Subimos?
-De acuerdo.

Me fijo en el edificio, realmente es antiguo. Tiene una puerta además de la del portal y me pregunto qué será. Subimos por unas escaleras de mármol antiguas pero muy bonitas. Al llegar al segundo el caballero abre la puerta y me deja pasar primero.

-Pues ésta es la casa, pase.
-Gracias.

Paso y me quedo de piedra, la casa está como nueva. Parece mentira que un piso tan moderno y cuidado esté en un edificio tan viejo.

El hombre ha visto mi reacción y me dice

-Le dije que estaba reformada.
-Sí, es preciosa.

Vamos mirando la casa, sólo tiene un baño pero es grande y dos dormitorios. Uno puede ser perfectamente un despacho. La cocina también es muy grande, incluso con sitio para una mesa para comer. Las estancias principales tienen balcón. Me gusta mucho.

-Le quería preguntar una cosa. Mi novio trabaja en el Edificio Ecotex en la Castellana y lo que no queremos en tener que coger medios de transporte, ¿cómo se llega desde aquí hasta el edificio?.
-Lo conozco. Pues es muy fácil. Saliendo por el portal y andando por la calle en dirección a la izquierda, tiene que pasar un par de manzanas y luego a la derecha cruzar la avenida y ya está. No creo que sean  más de 10 minutos andando.
-Perfecto. Otra cosa. Mi novio tiene moto, hay algún lugar donde dejarla.
-Al entrar no sé si se habrá fijado que hay una puerta algo más grande que la del portal. Pues es el acceso a los trasteros. Son individuales y con cierre. La moto seguro que le cabe ahí.
-Dígame entonces qué condiciones tiene.
-Pues son 1800 euros al mes con tres meses de fianza. La comunidad son 50 euros porque no tenemos ni portero ni ascensor. Vds. se hacen cargo del gas, luz y agua y si quieren, tienen que poner teléfono porque eso sí que ahora no hay.
-Tengo que consultarlo con mi novio. Le llamaré en cuanto nos decidamos. La verdad es que me gusta mucho y no está lejos del trabajo.
-Muy bien señorita. Dígame su  nombre para saberlo cuando me llame. Han venido más personas para ver el piso.
-No lo dudo. Soy Sandra Sempere.

Nos damos la mano y me voy. Realmente me gusta y es más barato que el otro piso que me gustó. Es más pequeño y no tiene ascensor, además de estar algo más lejos pero la verdad es que me veo viviendo aquí.

Al salir del piso me fijo en las tiendas que hay alrededor. Un supermercado, una carnicería y una farmacia. No nos hace falta más.

Voy caminando hacia la Castellana y suena mi móvil, ¿será Alicia?. Lo miro, no, no es su número, ¿Quién me llamará?

-Hola
-Hola preciosa, ¿por dónde vas?
Es David
-Hey, ¿es éste tu número?. No lo tenía.
-Pues ahora ya lo tienes, además es el personal así que para lo que quieras, cuando quieras, ya sabes donde encontrarme.

Me salta el corazón. Me quiere y yo a él.

-Pues acabo de salir de un piso que me encanta y voy andando hacia Ecotex, osea que si lo cogemos podrás ir andando al curro.
-Estupendo. ¿vienes para aquí?
-Sí, voy hacia Ecotex.
-Cuando llegues, sube hasta mi despacho y vamos a comer juntos ¿vale?
-Claro, no me lo perdería.
-Nos vemos ahora entonces.
-Vale, un beso.
-Uno no, muchos besos. Adiós

Me río y cuelgo.

Soy feliz, no sé qué puede pasar ahora pero las perspectivas son buenas. Soy muy afortunada y  no me lo puedo creer.

Tengo que preguntar en un par de ocasiones pero llego al edificio sin problemas.

Llego al control de entrada.

-Buenos días, Stra. Sempere, me dice uno de los guardias.

David está en todo, les habrá dicho que me dejen pasar sin pedirme el DNI, ni nada.

Subo por el ascensor hasta el piso de su despacho. Ahí, a la entrada de su despacho está la mesa de Berta, su secretaria, es guapa y si no estuviera segura de lo que siente David por mí, estaría celosa sin duda.

-Buenos días Stra. Sempere, puede Vd. Pasar
-Gracias, buenos días.

Toco en la puerta y paso. Ahí está David, al teléfono. Se ha quitado la chaqueta y está en mangas de camisa. Está disgustado hablando con alguien de no sé qué.

-Vamos hombre, no me digas eso. Yo sé que tú puedes hacerlo. Llámame cuando lo hayas acabado. Adiós.

Cuelga, se levanta y viene hacia mí presto. Me coge en brazos y me da una vuelta, dos, tres, por fin me pone en el suelo y me besa.

DAVID

Por fin aquí está. He tenido mucho que hacer pero he estado pensando en ella en todo momento. Es mi paz.

Cuando la suelto estamos los dos acalorados. Dios, lo que me hace esta mujer. No lo puedo comprender.

-¿Has venido bien, has tenido algún problema?
-No, qué va. Todo el mundo parece saber quien soy. Hasta el guardia de la entrada me ha saludado. Increíble.
-Sí, ya todos saben quien eres y que tienes acceso ilimitado al edificio y a cualquiera de sus oficinas. Puedes ir a la cafetería, a la biblioteca, al gimnasio, vamos a donde tú quieras.
-¿Gimnasio?
-Sí, también tenemos gimnasio. ¡¡Este edificio es la leche!!
Nos reímos.
-¿Cuándo vamos a ver el piso?
-Cuando puedas. Había dos que me gustaron pero éste que te he dicho antes es más barato y más acogedor porque es más pequeño.
-El precio no es problema, ya te lo dije pero si lo prefieres tú, pues ahí mismo. Me da igual donde sea siempre que sea contigo.

Sandra me mira con ternura y se le humedecen los ojos.

-Eh, no llores por Dios, es lo último que quiero verte hacer.
-Perdona, es que soy tan feliz.
-Y por eso lloras, pues qué harás cuando estés triste.
-No querrás saberlo.
-No, nunca te quiero ver triste.

Nos abrazamos de nuevo.

-Voy a llamar al hombre a ver cuando puede ir a enseñarnos el piso.
-Vale

Llama al hombre y se ponen de acuerdo para ver el piso a las 5 de la tarde. Tengo una reunión a las 7 osea que tendré tiempo.

-Tengo una reunión a las 7 pero cuando acabe me tendrás sólo para ti.
-¿Tardarás mucho en la reunión?
-Mínimo una hora. Es lo que tiene ser el jefe.
-Lo entiendo pero no me gusta.
-¿Quieres que la anule?
-Ni hablar, sé que tienes obligaciones y no voy a ser yo quien te quite de ellas. Me aguantaré.
-Haré que merezca la pena.

Se le iluminan los ojos anticipándose a lo que pasará esta noche. Los dos nos ruborizamos. Parece que seamos quinceañeros, por Dios.

-Nos vamos a comer- le digo cogiéndola de la mano.
-¿Qué te apetece?
-¿Qué tal un chino?, me apetece.
-Pues vamos.

Cojo mi chaqueta y salimos del despacho.

-Berta, nos vamos a comer. Estaré de vuelta en dos horas como mucho. Luego tendré que salir un rato pero estaré para la reunión de las 7.

-Sí señor, buen provecho.
-Gracias.

Salimos del edificio y nos dirigimos hacia un chino cercano, pequeño pero acogedor.

Nos pedimos un menú cada uno.

Sandra se toma su pastilla mientras comemos.

-Madre mía, me acabo de acordar. Tengo que ver qué médico me toca porque tengo pastillas para dos semanas nada más. Necesito médico para que me haga las recetas.
-No te preocupes, al empadronarte te asignan médico y si no, que seguro que sí, siempre tienes el de la familia.
-Ya pero mi pastillas son caras y necesito hacerlo por la Seguridad Social.
-Descuida, al coger piso y tener dirección, ya le digo a mi tío que lo gestione todo.
-Bueno, hay dos semanas de margen, espero que sea suficiente.
-Claro mujer, si no ya te digo, el médico de mi familia te lo puede recetar.

Terminamos de comer y a los dos se nos nota que queremos estar juntos. Pero ¿dónde?

-¿Qué hacemos ahora?
-Yo sé lo que quiero hacer ¿y tú?
-Lo mismo que tú, lo leo en tus ojos.
-¿Dónde?
-Pues justo eso es lo que estaba pensando ahora. ¿volvemos a mi despacho?
-¿En tu despacho?, no sé, ¿y si entra alguien?
- Cierro con llave mujer, no soy descuidado.
-Pues si tú crees que es seguro..
-Claro, vamos.

Pago la cuenta. Me hace gracia porque Sandra saca su cartera para pagar su parte y por supuesto no la dejo.

-David, por favor, no es justo, ya pagas bastante.
-Mientras estés conmigo no pagarás nada. No lo permitiré.

Nos cogemos de la mano y vamos  a Ecotex. Subimos a su despacho. Berta no está y entramos sin que nos vea nadie. La gente está comiendo. Cierro la puerta, la cojo y la beso.

La separo de mí y la miro. Está sofocada. Cómo responde su cuerpo a mí. Es maravilloso. La cojo de nuevo. La llevo al sofá. Lo haremos ahí. Sandra está pensativa. Me deja hacer. La desnudo y la beso. Ella se ha mostrado hasta ahora bastante activa cuando hacemos el amor, ¿qué le pasa hora?

Paro y la miro, ella también me mira.

-¿Qué te pasa, no quieres hacerlo?
-Perdona, sí quiero, siempre quiero, ese es el problema, no sé si es sano desearte tanto, a todas horas.
-Yo también te deseo y además te amo y es lo único que importa, sea o no sea sano, si es lo que los dos queremos, adelante, ¿o no?
-Claro

Y me coge de las solapas de la chaqueta y me atrae hace ella. Me besa con pasión. También me desea.

Hacemos el amor, no es sólo sexo, es amor, primero con pasión y la siguiente vez con delicadeza.

Permanecemos juntos, cogidos, abrazados. Creo que es el momento de contarle algo muy íntimo que debe saber. Apenas hemos estado juntos unas pocas horas en total pero ya la siento como mi alma gemela… como mi otra mitad.

-Tengo algo que decirte. No sé si te va a gustar o no pero necesito que lo sepas.
Sandra se incorpora y me mira.
-Dime, no quiero secretos entre nosotros.
-He tenido relaciones con hombres.
-¿Qué? ¿Cómo? ¿Desde cuándo?. No es posible. Nunca he tenido un amante mejor, es imposible que seas bisexual, si eres maravilloso!!.
-Que sea bisexual no quiere decir que sea malo. Es que tengo mis preferencias. Me encantan las mujeres y a ti te amo. Pero quiero que sepas que en el pasado también me acostaba con hombres y me gustaba.

Veo en su rostro su decepción. Su duda.

-No dudes, yo te quiero a ti. No te voy a dejar por nadie, ni por un hombre ni por una mujer.
-¿Pero y si no soy lo suficiente?. ¿Y si necesitas un hombre?. No lo entiendo. La forma en la que me haces el amor, no pones reservas, no parece que te falte nada de mí, que cumplo con lo que necesitas.
-Y así es. Sólo quería que lo supieras. Nunca me he enamorado de un hombre, sólo fue sexo puro y duro y nada más. Tuve una novia hace años pero nunca un novio. Mis relaciones con los hombres son eso, sólo sexo.
-Pero justamente eso, yo no te lo puedo dar. Yo soy mujer y no sé lo que te puede dar un hombre que yo no pueda.
-Por ahora nada, tú eres todo lo que necesito.

Sandra se levanta y se viste.

-La gente estará apunto de volver. Más vale que te vistas.

Su voz es fría. No queda nada de la pasión de unos minutos antes. ¿Qué he hecho?. Se lo tenía que decir. No quiero mentiras entre nosotros. Una relación no puede empezar con mentiras o medias verdades. Ella tenía que saberlo, tenía que saberlo todo de mí.

-Por favor Sandra, no reacciones así. Te lo tenía que decir. No ves que sólo quiero ser sincero contigo. Te quiero y quiero que lo sepas todo de mí.
-Te importa que lo dejemos para esta noche. Necesito reflexionar.
-Claro, esta noche lo hablamos.

Mira el reloj

-Son las 16.30. Deberíamos ir al piso que a las 17.00 viene el hombre a enseñárnoslo.

Por lo menos aún tiene un pensamiento de futuro. Si no, se hubiera negado a ver el piso juntos. Suspiro. Me visto y salimos del despacho. Berta está al ordenador.

-Buenas tardes señor, señorita.
-Buenas tardes Berta. Voy a hacer una gestión y estaré de vuelta para la reunión.
-Sí señor.

Entramos en el ascensor y me asalta una duda.

-¿Dónde dormimos esta noche?
-¿Qué?
-¿Dónde dormimos esta noche? No parece que te guste estar bajo el mismo techo que mi madre y pensé que hasta que encontráramos piso, pues habrá que ver donde dormimos y eso.

Sandra se echa a reír. Por fin, no me lo creo.

-No me gusta tu madre, es cierto pero no vamos a coger una habitación de hotel sólo para dormir. Me parece un despilfarro. Serán sólo unos días, no te preocupes. Con tal de evitarnos, creo que tu madre y yo nos llevaremos bien.

Ahora soy yo el que me río. ¿Cómo es posible que hace sólo unos minutos había tanta tensión entre nosotros y ahora no?

Vamos hacia el piso, Sandra se acuerda perfectamente hacia donde ir. Tiene un buen sentido de orientación, cosa rara en las mujeres.

Llegamos un poco pronto, faltan unos 10 minutos para la cita. Nos quedamos viendo el edificio.

-Es antiguo.
-Ya te lo dije, pero por dentro el piso está reformado. No tiene nada que ver con el edificio, de verdad.
-Te creo.

Permanecemos abrazados mientras llega la hora. Justo en punto se acerca el propietario.

-Buenas tardes.
-Buenas tardes. Aquí estamos- dice Sandra.
-Pues vayamos a ver el piso- dice mientras nos da la mano.

Cuando abre la puerta no puedo menos que sentirme orgulloso de Sandra. Tenía toda la razón. El piso está todo reformado y es muy bonito. Me encanta.

Recorremos las habitaciones y terminamos en el salón.

-Bueno pues ya han visto la casa. ¿Qué les parece?
-Nos gusta mucho- le digo.
-Pues ya saben, hay más gente que ha venido a verlo. Si lo quieren, tendrán que darse prisa en entregar una señal.

Sandra y yo nos miramos y sonreímos. Esta es nuestra casa, nos vemos viviendo aquí.

-¿Cuánto quiere de señal?
-No sé, ¿Cuánto puede darme?

Abro la cartera y miro cuanto llevo. Veo varios billetes de 200 y de 100.

-¿Qué le parece 500 euros?
-Me parece bien. Son tres meses de fianza. 1800 al mes más 50 de comunidad. Ya se lo dije a su novia. Venga que le haré un recibo. La casa tiene agua, luz y gas pero no tiene teléfono. Si lo quieren tendrán que ponerlo Vds. mismos.
-No se preocupe por eso. Tenemos los móviles.

Vamos todos hacia la cocina en donde el propietario saca unos folios de un cajón. Escribe a mano un recibo pero antes de terminar parece que se acuerda de algo y comenta

-Necesito una nómina para que el gestor emita el contrato.
-No hay problema- le digo.
-Serán 6 meses renovables a no ser que cualquiera de los dos diga lo contrario.
-Me parece bien- digo.
-Entonces ¿cómo hacemos lo de los papeles?
-Se puede Vd. pasar o su gestor por el edificio Ecotex. Yo trabajo ahí y pueden darle todos los papeles que necesite.
-Claro, ¿Cuándo le viene bien?
- A partir de mañana cuando quiera. Dejaré dicho en recepción que irá Vd. Y ya le llevarán a administración que es quien tiene todos los papeles. ¿Cuál es su nombre?
-Aquí en el recibo lo pongo, soy Juan Pérez Santiago. También he puesto mi DNI.
-Perfecto.
-Entonces mañana nos vemos, recojo todo y a ver si para por la tarde está hecho el contrato y ya intercambiamos las llaves y el dinero. ¿Le parece bien?
-Sí, perfecto.

Le entrego el dinero y me da el recibo. Nos damos la mano y nos despedimos. Realmente me gusta a la casa. Creo que seremos felices aquí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario