Capítulo
veintitrés
SANDRA
El tiempo no
pasa. Sólo quiero que acabe hoy para poder irme a casa y enseñarle a David lo
que tengo. Él sabrá lo que hay que hacer.
Por fin, es
la hora de irse.
Me cambio los
zapatos y me voy a casa andando como todos los días. Al llegar pongo la llave
en la cerradura y veo que no está echada. Abro la puerta suavemente y oigo
música de fondo. Será David, habrá llegado antes que yo.
-Hola David
-Cariño- y
viene rápido hacia mí para darme un
beso.
Cuando
conseguimos separarnos, me mira de arriba abajo y sonríe.
-Bueno qué es
eso que tienes.
-¿Quieres
verlo ya?
-Sí, por
favor.
-Toma
Le entrego la
tarjeta de memoria, la mira y va hacia el portátil. La mete y esperamos hasta
que se pone en funcionamiento. Veo su expresión. Su rostro se vuelve rojo,
aparta la mirada. Se levanta y sale a la terraza. Yo voy tras él.
-¿Qué te
pasa?
-Me
avergüenzo de lo que veo.
-No tienes
que avergonzarte. Por favor David, mírame. ¿Es suficiente para que deje de
chantajearte?
-Es un
original o una copia.
-Es una
copia, el pen original lo tiene en una caja fuerte del despacho. Vi cómo lo
sacaba.
-Entonces
esto no tiene valor.
-¿Por qué?
-Porque sigue
teniendo el original. Se trata de coger el original y destruirlo.
-Eso va a ser
complicado.
-Ya lo sé,
¿osea que está en una caja fuerte? Habrá que pensar cómo abrirla o cómo hacer
que la abra él.
Empiezo a
andar, eso es lo que hacen en las películas cuando la gente piensa, pero a mí
no parece que me funcione.
Miro a David,
también está pensativo. Se va a la mesa del comedor. Coge un folio y un boli. Está
anotando algo, repiquetea el papel con
la punta del boli. Se lo mete en la boca. Tacha algo, vuelve a escribir.
-¿Qué haces?
-Estoy
apuntando ideas, quiero ver lo que le cuento a mi tío. A ver si a él o a José
Antonio se les ocurre algo.
-Se me ha
ocurrido algo.
-Dime, soy
todo oídos.
-A ver David,
¿qué te parece si hacemos como si hubiera fuego para sacar a la gente de la
tienda?. Yo sabría que no es verdad y me quedaría dentro y abriría la caja
fuerte, me quedaría escondida porque seguro que Eduardo entra para sacar lo de
la caja fuerte y entonces aprovecho para cogerlo.
-La idea no
está mal pero Eduardo no se va a dejar engañar. Si efectivamente abre la caja
fuerte, no se va a despistar y dejarla abierta para que cojas lo que quieras.
-¿Y si le
robo mientras lo tenga encima?
-No te va a
dejar, estoy seguro que ya no se fía de ti. Te estará vigilando.
-¿Y si
averiguo la combinación?
-Eso sería
perfecto pero lo veo imposible. La tendrá memorizada.
-Sí, cuando
la ha abierto, no ha mirado nada. Lo lógico es que sea un número personal del
tipo cumpleaños y eso.
-No, Eduardo
es muy cuidadoso, lo tiene todo controlado, no es un número como un cumpleaños,
tiene que ser un número importante, que represente algo para él.
Y los dos al
unísono decimos.
-La fecha del
incendio.
-Sí, la fecha
del incendio, es lo más lógico. Mañana se lo comentaré a mi tío. A lo mejor te
toca ser de nuevo James Bond, cariño.
-Ja,ja,
querrás decir Jaimita Bond, querido, que yo soy una mujer.
-Pues ven
aquí y demuéstralo.
-No me lo
digas dos veces que ya me conoces.
-Precisamente
por eso te lo digo, porque te conozco.
Y voy hacia
sus brazos abiertos, me llena de besos apasionados y nos vamos cayéndonos hacia
el sofá donde vivimos unas horas locas de pasión.
DAVID
-Vale tío, es
lo que hay, ¿qué te parece?
-Es una idea,
y si no tenemos más, habrá que ver hasta donde nos lleva. Sandra se va a poner
en peligro, ¿lo sabes, verdad?
-Sí, ya lo
sé, lo hemos hablado pero ella quiere hacerlo.
-Pues por mí,
o.k.
Me marcho del
despacho de mi tío pensando en Sandra. Debe quererme mucho para ponerse así en
peligro. Al final decidimos hacerlo porque Eduardo no pasa mucho tiempo en la
tienda y seguro que Sandra encuentra un momento en el que pueda ir al despacho
para abrir la caja fuerte. Sólo esperamos que la fecha que hemos pensado sea la
buena porque si no lo es, entonces no sé lo que haremos. Es fundamental que la
clave sea esa. Hace tiempo que no me veo con Eduardo. Al fin y al cabo, Sandra ya
sabe lo nuestro por lo que era ya estúpido seguir con el juego. Quiero a esta mujer más que a mi vida. Se
aproxima el plazo de los seis meses que nos dimos y quiero seguir junto a ella,
de hecho, he pensado en pedirle matrimonio. Tengo muy claro que deseo
permanecer al frente de la empresa, si todo lo de Eduardo se soluciona, será mi
destino quedarme aquí. Me gusta la empresa, me gustan mis empleados, creo que
lo hago bien, todo está marchando de una forma en la que yo al principio no
creía pero con trabajo y colaboración de la gente, se está sacando adelante.
Quiero quedarme aquí y quiero que sea con Sandra como mi esposa. Debo
planificar muy detalladamente cómo se lo voy a pedir.
Capítulo
veinticuatro
SANDRA
Bien pues ya
está pensado. Tengo memorizada la clave de la fecha, ojalá sea esa porque si no
es así, no sé qué voy a hacer. Deseo de todo corazón poder abrir la caja
fuerte. De esta forma demostraré cuánto quiero a David y cuánto quiero que
permanezcamos juntos.
Tras pasar
unas pocas horas detrás del mostrador, aconsejando y vendiendo productos, le
digo a Susi que me voy a tomar un café. Dentro de la tienda tenemos un pequeño
office con microondas, nevera y cafetera. La verdad es que está bastante bien
si no te da tiempo de ir a almorzar al bar ya que te permite traerte tu propio almuerzo.
Yo con tal de poder tomarme un café a media mañana me conformo porque soy muy
adicta a la cafeína. Hago como que me voy para el office pero me desvío y entro
en el despacho de Eduardo. Menos mal que no hay nadie y no me encuentro con
nadie de camino. Sigilosamente abro la puerta del despacho, abro sin problema.
Voy hacia donde sé que está la caja fuerte y tras respirar profundamente varias
veces e intentar tranquilizarme, tecleo la fecha del incendio de la casa de
Eduardo en donde murieron sus padres y que fue el desencadenante de toda su
venganza. Antes de girar el pomo, respiro de nuevo varias veces, lo giro y se
abre. ¡No me lo puedo creer, qué suerte tengo! miro dentro y efectivamente ahí
está el pen drive que Eduardo sacó el otro día para enseñarme. También veo
cintas de vídeo y varios pasaportes. Los saco por curiosidad y los miro. Son
todos de Eduardo, con su foto pero tienen distintos nombres y nacionalidades.
¿Debo llevármelos también? y los vídeos ¿Los cojo?. Pues sí, puede que los use en nuestro
beneficio, no sé lo que contienen pero si están en la caja fuerte, algo útil
seguro.
Salgo del
despacho no sin antes dejar la puerta de la caja fuerte cerrada y todo en su
lugar.
Le comento a
Susi que no me encuentro bien y que me voy a ir a casa. Que tengo una diarrea
de caballo y no puedo estar hoy en la tienda. Me entiende y desea que me
mejore. Me despido de ella. Camino por
la calle rápidamente. No quiero encontrarme con nadie y mucho menos con Eduardo,
no podría mirarle a la cara si me cruzara con él. Cojo un taxi, la distancia
hasta Ecotex es corta pero no me quiero arriesgar.
Llego al
edificio y entro, subo hasta el despacho de David. Me encuentro con Berta.
-Buenos días
Sandra, ¿te encuentras bien?. Estás pálida.
-Hola Berta,
sí gracias. Estoy bien pero necesito ver a David inmediatamente. ¿Está en el
despacho?
-Sí, está
solo, puedes pasar.
-Gracias.
Toco en la
puerta y la abro, veo a David sentado a la mesa y tecleando algo en el
ordenador. Al oír que se abre la puerta levanta la vista y me ve. Su sonrisa le
delata. Está feliz de verme. Se levanta de la mesa y viene a por mí, me da un
beso suave pero pasional.
-¿Pasa algo?
– me pregunta.
-Toma, míralo
– le digo entregándole mi maxibolso.
-¿Es lo que
creo que es?
-Es más de lo
que crees que es.
-¿Qué?
-Tú míralo.
-Vale
Empieza a
sacar las cosas de mi bolso. Menos mal que siempre llevo mi maxibolso y las va
poniendo sobre su escritorio.
Saca el pen
drive, tres vídeos en VHS y varios pasaportes. Lo primero que hace es mirar los
pasaportes y luego mirarme a mí.
-No me lo
puedo creer, esto es buenísimo. Esto demuestra que no es trigo limpio. Una
persona normal no tiene cinco pasaportes con cinco identidades y cinco
nacionalidades.
Coge el pen
drive y lo mete en el ordenador. Empieza a ver lo que tiene. Efectivamente es
la escena de la casa de Eduardo.
-Uf. Qué
alivio. Espero que no tenga una copia. Los vídeos aquí no los podemos ver. No
tengo un sistema que los soporte. Deben de estar hechos hace un puñado de años
para estar en este tipo de formato. No sé por qué no los habrá pasado a
digital. Voy a llamar a Juan Antonio para que se los lleve, que él tiene de
todo, seguro que los podrá ver. Mi amor, eres la mejor. No sé lo que habría
hecho sin ti, te quiero tanto
Y sin más
viene de nuevo hacia mí y me coge por los aires, me da vueltas y cuando ya
estoy mareada, me deposita en el suelo y me da un beso apasionado.
-Yo también
te quiero David.
DAVID
-Vale Juan
Antonio. Pásate y te los doy.
-¿Entonces
qué vas a hacer? cuando Eduardo descubra que le faltan estas cosas, irá a
buscarte- me dice Sandra
-Aunque venga
a buscarme, simplemente con lo de los pasaportes tenemos suficiente como para
hacerle chantaje o amenazarle de llevarlos a la policía. Tiene que dejarnos en
paz. Hay que ver lo que hay en los vídeos. Estoy pensando a ver si van a ser
los vídeos que hizo a los políticos y agentes de bolsa para que le dieran
información privilegiada.
-Pues tienes
razón David, podría ser. Podríamos entregárselo a los pobres chantajeados y así
tampoco podría seguir intimidándoles.
-Sí, si es lo
que pensamos, haremos eso. Juan Antonio viene de camino, no tardará así que en unas
pocas horas sabremos todo. Podremos respirar y dedicarnos a lo que es realmente
importante.
-Sí, lo
realmente importante, Ecotex.
-Ecotex, tú y
yo y mi madre que la tengo algo descuidada últimamente.
Nos quedamos
los dos en mi oficina durante un rato hablando de proyectos de futuro, de las
cosas que vamos a hacer cuando todo esto acabe. Le voy a proponer matrimonio.
No hay nada más que Sandra pueda hacer para demostrarme su amor, lo tengo muy
claro, ella es la mujer de mi vida. En cuanto se marche Juan Antonio con los
vídeos me voy a ir a una joyería a por un anillo y así cuando todo esto acabe,
le pediré que se case conmigo.
Oímos un
toque en la puerta y entra Juan Antonio.
-Qué pronto
has llegado, qué bien- le digo cogiendo los vídeos y los pasaportes que me ha
traído Sandra. -Toma, esto es para que lo veas, ya me dirás, es todo lo que ha
cogido Sandra de la caja fuerte de Eduardo.
-De acuerdo,
me voy ahora mismo y ya te digo algo. Adiós Sandra, David.
-Adiós-
decimos al unísono.
-Pues yo me
voy a ir a casa, que estoy molida- dice Sandra – Ya te veo luego ahí ¿vale?
-Claro
cariño, yo aún tengo un par de cosas que hacer así que luego nos vemos
Nos damos un
largo beso y quedamos en vernos dentro de poco.
Espero unos
minutos pacientemente y cuando creo que Sandra ya se habrá marchado del
edificio, me voy. Le digo a Berta que ya no volveré hasta mañana y me voy a la
joyería que hay a unas calles de Ecotex.
Estoy
decidido, voy a hacerla mi mujer.
Capítulo
veinticinco
SANDRA
No puedo
creer que haya sido tan fácil. No me lo puedo creer. Ahora ya no sé si podré
volver al trabajo o lo dejaré. Si lo dejo, será un poco sospechoso. Así que
creo que lo mejor es acudir como si no hubiera pasado nada. Y si Eduardo
comenta algo, lo negaré. A mí nadie me ha visto hacerlo y además ya no tengo
las pruebas encima, con lo cual no puede demostrar nada. No podrá ir a la
policía porque lo que guardaba en la caja fuerte era todo ilegal.
Pensando en
estas cosas llego a casa. Me dispongo a meter la llave en la cerradura y veo
que la puerta está abierta. Qué miedo, ¿habrá alguien dentro?.
Sigilosamente
entro, intento no hacer ruido. Cierro la puerta detrás de mí y ZAS… lo último
que veo es como alguien me tapa la boca y la nariz con un paño y lentamente se
me van cerrando los ojos hasta que ya no veo más…….
DAVID
Estoy en la
joyería. Tengo delante de mí dos anillos de compromiso, uno con un diamante
talla baguette precioso y otro con un zafiro rodeado de diamantes pequeños, muy
parecido al que le regaló el Príncipe Carlos a Diana en su compromiso. El
diamante solo es muy original y bonito pero el zafiro es la piedra de Sandra.
-La verdad es
que no sé cuál de los dos quedarme. Son preciosos. ¿Usted qué me aconseja?
-El de talla
baguette es muy original, le aseguro que muy pocas personas lo tienen. Seguro
que su novia le encanta.
-Creo que
tiene Vd. Razón. Me lo voy a llevar.
-¿Sabe Ud. La
talla?
-Sí, justamente
traigo este anillo para que le tomen la medida.
Menos mal que
he sido previsor y le cogí un anillo del joyero hace unos días. No se ha dado
cuenta.
-Perfecto, me
permite un momento por favor.
Le doy el
anillo y lo pasa por un medidor, se toma nota y va hacia dentro de la tienda.
En ese
momento, me suena el móvil, es un vídeo. ¿Quién será?
Mientras
espero a que el dependiente de la joyería vuelva, lo abro y me quedo muerto,
sí, la palabra es muerto.
El vídeo es
de Sandra. Está inconsciente, amordazada y con las manos atadas. Está encima de
un colchón, en un sitio oscuro. No se ve más, no hay audio.
Supongo que
me habré quedado blanco ya que vuelve el dependiente de la tienda y me pregunta
si estoy bien. Le digo que sí, pero actúo como un autómata. Le doy mi carnet y
mi tarjeta de crédito. Efectúa la operación, me entrega el anillo y lo acompaña
con unas bonitas palabras que no soy capaz de reproducir porque estoy sin
respirar. Sólo me acuerdo de salir a la calle y tomar una bocanada de aire fresco.
En esto recibo una llamada de teléfono.
Es Eduardo
-Bien David,
habrás recibido mi vídeo. Ya sabes lo que quiero. Sandra a cambio de lo que me
has robado- y cuelga
No soy capaz
de reaccionar, no sé qué hacer. Esto no me lo esperaba.
Camino unos
pasos, intento pensar, pensar, pensar, Juan Antonio, tengo que llamar a Juan
Antonio.
Marco su
número y me coge al segundo tono
-Escucha
bien. Eduardo ha secuestrado a Sandra. Acabo de recibir un vídeo. ¿Qué podemos
hacer?
-Joder,
joder, joder, eso no me lo esperaba- dice Juan Antonio – Lo mejor es llamar a
la policía, ellos se pueden encargar tanto de los vídeos como del secuestro. He
visto lo que contienen, son grabaciones con cámara oculta del Diputado Peralada
y de Jenaro Martínez de SánchezJuan del Ibex35. En ambos vídeos está
manteniendo relaciones sexuales con ellos. Seguro que es material de chantaje.
-Pero si lo
entregamos a la policía saldrá a la luz todo.
-No
necesariamente, el pen drive con tu vídeo no hace falta que lo entreguemos.
Nadie sabe de su existencia.
-Nadie menos
Eduardo
-Pero con los
otros vídeos y los pasaportes, la policía tiene más que suficiente para
empapelarlo. Pueden ir a arrestarlo en cuanto les entregue el material.
-Pero si van
a por él, ¿qué le pasará a Sandra?. No la puedo perder, ahora no que casi todo
esto ya ha acabado.
-Le diremos a
la policía que la tiene secuestrada a cambio de este material y ya ellos
procederán como es debido. De verdad David, confía en mí, tengo muchos amigos
en la policía y si soy yo el que se lo pide y denuncio lo que está pasando,
tendrán cuidado. La policía es una buena decisión. Por nuestra cuenta no creo
que consigamos nada.
-Bien, si
crees que es lo mejor. Vamos lo dos juntos. Te espero en la comisaría del
centro en 10 minutos.
-Allí estaré
Capítulo
veintiséis
SANDRA
Me acabo de
despertar. Está todo oscuro. Me duele todo el cuerpo. No puedo moverme. No
recuerdo nada, sólo que la puerta de casa estaba abierta. Luego sólo recuerdo
todo negro y despertarme aquí, atada y dolorida.
No sé lo que ha
pasado. No me lo puedo creer, ¿Qué habré hecho yo?
Menuda tonta,
lo que he hecho es colarme en un despacho, abrir una caja fuerte y robar unos
documentos. Está claro que quién me ha hecho esto es Eduardo. Entonces ya lo
sabrá David. Vendrá a por mí. No tengo ninguna duda.
DAVID
Estamos Juan
Antonio y yo en la policía, hablando con un amigo policía de Juan Antonio que
es detective de homicidios.
-¿Le habéis
robado, directamente sin miramientos?
-Sí, pero es
material con el que Eduardo hacía chantaje, cuando lo veas lo comprenderás
Jesús- dice Juan Antonio.
-Pues
echémosle un vistazo, venid conmigo
Nos vamos a
una sala con un reproductor de VHS y vemos los vídeos. Yo no los he visto
antes, sólo los ha visto Juan Antonio.
-Entonces me
decís que este tal Eduardo ha estado haciendo chantaje a estos dos con estos
vídeos y que ahora ha secuestrado a tu novia para que se los devolváis, ¿estoy
en lo cierto?
-Sí- contesta
Juan Antonio- mira el vídeo que le ha enviado a David-
Me pide el
teléfono y se lo doy, se lo da a Jesús y éste ve el vídeo que me ha enviado
Eduardo antes.
-Pues con
todo esto podemos ir a por él. ¿Alguna idea de donde está?
-No, por eso
hemos venido, para que la policía se encargue.
-Bien Juan
Antonio, habéis hecho bien, nosotros nos encargamos. Vosotros quedaros aquí que
tengo que ir a hablar con mi jefe. Ahora vuelvo.
Pues ese
“ahora vuelo” se está convirtiendo en horas y más horas, llevamos por lo menso
tres horas aquí metidos. Cada vez que preguntamos qué está pasando, nos dicen
que están con ello, que no nos preocupemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario