Capítulo
dieciséis
SANDRA
David estará
a punto de llegar. Tengo la comida hecha, sólo falta que llegue él. Tengo la
mesa puesta.
Enseguida oigo las llaves en la puerta. Es él.
David viene
hacia mí, viene, me coge y me besa. Sigo sintiendo esas cosquillas tan
deliciosas cuando lo hace.
-Hola,
preciosa.
-Hola,
guapetón.
-¿Qué hay de
comer?, estoy hambriento. Tengo cosas que contarte.
- Lentejas.
¿Qué tienes que contarme?
-¿Lentejas?.
Qué ricas, sobre todo en un día frío como hoy. Vamos a comer y te lo cuento.
Sirvo los platos y mientras comemos escucho a David mientras habla.
-Pues resulta
que llamé a mi madre después de hablar contigo y por lo visto, el primer socio
de mis padres se apellidaba Cruz. Debe de haber pasado algo entre ellos porque
ni mi tío ni mi madre me han querido decir nada al respecto. Mi madre me ha
dicho que tiene que comprobar una cosa y que ya me llamaría. Mi tío se ha negado
en rotundo a decirme nada.
-Vaya, pues
me alegro de que se me haya ocurrido. ¿Crees que fue alguna jugarreta de tu
padre?
-Vete tú a
saber. La verdad es que mi madre reaccionó de forma rara. Esta noche la llamaré
a ver si me puede contar algo.
Terminamos comer y aún falta más de una hora para ir a trabajar.
-¿Te echas la
siesta conmigo?
-¿Pero
quieres dormir?
-No, quiero
hacerte el amor
-David eres
de lo más romántico.
Me coge de la mano y me lleva hasta la cama.
Nos
desnudamos y empezamos a besarnos. Nuestro deseo es igual que el del primer
día. Yo no me canso de él. Veo que también me desea.
Cuando
terminamos de amarnos David se incorpora y apoya la cabeza en su mano
-¿Te puedo
preguntar una cosa?
-Claro.
-¿Has pensado
en el sexo anal alguna vez?
Mi corazón
empieza a latir rápido de nuevo y empiezo a respirar entrecortadamente. Lo he
pensado muchas veces pero no me he atrevido. ¿Me atreveré con David?
-Sí, lo he
pensado muchas veces pero me da miedo de que me duela.
-¿Te
atreverías conmigo?
-David, yo sé
que el sexo anal es fundamental para los homosexuales. Sí accediendo a ello
ayuda a que estés a mi lado, lo intentaré pero debes ser dulce y paciente.
Me coge por
los brazos y se pone encima de mí para besarme otra vez.
-Te quiero
tanto, sé lo que has sacrificado por mí y ahora accedes a esto. No te merezco.
-David, por
favor, no digas eso. Tú sabes que te quiero y haría cualquier cosa por ti.
A
regañadientes nos separamos. Tenemos que ir a trabajar. Nos aseamos y vestimos
mirándonos fijamente. Cada uno pensando en lo que va a pasar.
Miro a David
y veo que otra vez tiene una erección.
-David por
favor, no pienses en eso que mira cómo te pones.
-No lo puedo
remediar, estoy fantaseando contigo y no puedo.
Me río
-Mas vale que
lo dejemos para luego. Mira, me voy ya y así te dejo tranquilo.
-Pero..
-Ni pero ni
nada..
Me acerco a
él, le beso en los labios y antes de que me pueda coger, me voy.
-Hasta luego,
guapo.
-¿Y me vas a
dejar así, en este estado?
-Ya te digo.
Adiós- y salgo por la puerta.
Voy caminado
a la tienda. Me siento bien conmigo misma. He accedido a hacer algo que siempre
quise hacer pero que me daba miedo. Sé que David será dulce conmigo, no me
presionará y parará cuando yo se lo pida, si siento que es demasiado, se lo
pediré. No quiero morirme sin intentarlo. Uf, me estoy poniendo de lo más
cachonda sólo de pensarlo. A ver si esta noche lo probamos. Intentaré buscar
algo que nos ayude en la tienda, además de un buen lubricante.
Llego a la tienda y soy saludada por mi compañera Susana.
-Hola Sandra,
¿Qué tal el finde?
-Bien gracias
Susi ¿Y el tuyo?
-Bien, sin
incidencias, en casa descansando.
Me paso la
mayor parte de la tarde atendiendo a clientes. Realmente me gusta el trabajo.
La gente se corta algo al hablar pero como tengo bastante intuición, más o
menos sé lo que buscan.
A media tarde
y como no hay clientes, decido mirar los artículos que me podrían servir para
luego. Además de un lubricante cojo un plug anal y unas bolas anales de
diferentes tamaños que se llaman bolas tailandesas. Le digo a Susi que me los
cobre y me mira levantando las cejas.
-¿Son para
ti?
-Claro, yo
tengo una relación de mente abierta con mi chico.
-Vale, pues
ya me dirás.
-No lo creo-
y nos reímos las dos.
En ese
momento oímos la puerta abrir y vemos entrar a Eduardo.
-Buenas
tardes señoritas ¿Cómo va la venta?
-Hola
Eduardo- contesta Susi,-Bien, hoy ha venido bastante gente.
-¿Y tú qué
tal Sandra?
-Bien
también, sólo llevo unas horas porque está mañana no me tocaba trabajar, pero
todo bien- y le suelto una maravillosa sonrisa.
Eduardo no debe saber que yo sé todo lo que está pasando.
-Perfecto,
sólo pasaba para saludaros y saber que mis chicas están contentas. Ya se sabe,
cuanto más contentos estén los empleados, mejores ventas habrá.
-Pues nosotras
estamos contentas.
-Ya me he
dado cuenta al entrar, estabais las dos riéndoos a carcajada limpia. ¿Puedo
participar yo del chiste?
Antes de que
Susi pueda abrir la boca y comentarle lo que he comprado, le doy un golpecito
debajo del mostrador para que no abra la boca.
-Nada
Eduardo, estábamos comentando una tontería de la tele- digo.
-Vale, pues
me voy, ya nos vemos otro día. Adiós chicas.
-Adiós-
decimos las dos a la vez.
Cuando
Eduardo a ha salido ya por la puerta Susi me dice
-¿Qué pasa,
no querías que comentara nada de lo de tu compra?
-Pues no, la
verdad es que por muy majo que sea, sigue siendo el jefe y no me apetece que conozca
mis costumbres sexuales. Perdona si te he hecho daño.
-No, que va.
Menos mal que me has dado porque yo se lo iba a decir.
-No, si ya lo
sé, he visto tus intenciones.
Nuestra conversación ya no sigue porque entran clientes a la tienda.
El resto de
la tarde transcurre bien. Vendiendo algunas cosas pero también con ratos
muertos en los que dedico mi tiempo a leer las instrucciones de lo que he
comprado.
Madre mía,
¿me voy a atrever con todo esto?. Pues ya le he dicho a David que sí, osea que
no me voy a poder echar para atrás.
Cuando
cerramos la tienda, me voy a casa. No creo que haya llegado David porque él
suele llegar más tarde que yo pero, sorpresa, al abrir la puerta veo las luces
encendidas.
-David ¿eres
tú?
-Sí, aquí en
la cocina.
Voy a la
cocina y me encuentro a David con delantal, está cocinando la cena. No me lo
puedo creer, es fantástico.
Viene a mí y
me da un beso en los labios.
-¿Cómo te ha
ido la tarde?
-Bien ¿Y tú?
-Pues sin
mucho que hacer así que me he dicho que me podía venir a preparar la cena a mi
chica. ¿Qué te parece la idea?
-Me encanta.
¿Sabes algo de tu madre?
-Sí, la he
llamado pero no me ha dicho nada nuevo. Dice que aún está mirándolo. ¿Qué
llevas ahí?- señalando la bolsa de la tienda.
-Unas
cosillas que he comprado para los dos. Mira.
Le muestro lo
que he comprado. Un plug anal, unas bolas anales tailandesas y lubricante.
-No me lo
puedo creer. Eres fantástica. ¿sabes para qué sirve todo esto?
-He leído las
instrucciones y sí sé para qué sirven y cómo se usan, por lo menos en teoría.
-Yo los he
usado, te enseñaré.
Pongo los
ojos como platos. No pensé que los hubiera usado antes. Creí que esto sería
nuevo también para él. Ve mi reacción y comprende lo que estoy pensando.
-Sandra,
cuando uno empieza este juego, tiene que tomárselo con calma. Todos hemos usado
lubricantes y consoladores anales, es así como se hace. Hay que hacer que la
superficie se acostumbre a dilatarse. ¿Cómo crees sino cómo se hace?
-No sé, no se
me había ocurrido.
-Anda, vamos
a cenar que tenemos toda la noche para esto. Pon la mesa mientras sirvo los
platos.
Cenamos casi
sin hablar, comentando vagamente cosas que nos han pasado y con la mente puesta
en otro sitio. Terminamos de cenar, nos quedamos mirándonos y empezamos los dos
a reírnos a la vez. De repente siento vergüenza, no me lo puedo creer, con todo
lo que me ha hecho este hombre y yo a él, y siento vergüenza.
-Sabes que
ahora mismo estoy completamente avergonzada.
-Ya me
parecía a mí que esa mirada no era la tuya. ¿Qué te pasa?
-Me da
vergüenza lo que vamos a hacer.
-Pero yo ya
he estado ahí, no te acuerdas de mis dedos, en casa de mi madre, por delante y
por detrás.
-Claro que me
acuerdo pero eso fue improvisado, te salió así y me encantó pero esto es tan,
tan estudiado, organizado, planificado, llámalo como quieras.
-¿No quieres
hacerlo?
-Claro que
quiero hacerlo, llevo toda la tarde pensando en ello. Estoy muy excitada pero
no por ello dejo de sentirme tímida.
-Anda ven,
sabes que nunca te haría daño.
-Ya lo sé,
eso me tranquiliza.
David me coge
de la mano y me lleva al dormitorio. Empezamos a besarnos y a desnudarnos.
Estoy temblando de la emoción.
-Te quiero-
dice David
-Yo también
te quiero y te deseo, quiero tenerte dentro de mí.
Hacemos el
amor con delicadeza y cuando nos hemos corrido ya los dos, empieza con mi culo.
Primero con los dedos, poco a poco. Luego mete un plug no sin antes lubricarlo.
Me siento bien, no me molesta demasiado, es una sensación rara pero no es
desagradable.
Me besa por
toda la zona, estoy muy mojada y deseando que siga.
-¿Cómo te
encuentras?- me pregunta
-Bien, no es
desagradable.
-Claro que
no, es una sensación muy diferente a cualquier otra pero es muy placentera
también.
-Ya- digo
sintiendo un cosquilleo general por toda la zona.
-No te voy a
penetrar, necesitas entrenar la zona. Debemos ir poco a poco.
-Pero si yo
quiero que lo hagas, sé que no me harás daño.
-Sí que te
dolerá, debemos practicarlo todos los días, cada vez con un plug más grande
hasta que haya dilatado toda la zona, entonces te penetraré.
-Quiero que
lo hagas ahora.
-Si lo hago
ahora, sangrarás y te dolerá mucho.
-Pero quiero
sentirlo, necesito sentir lo que sientes tú.
-Hay tiempo
de sobra. Recuerda que tenemos mucho tiempo por delante. Te quiero.
Me coge en los brazos y me hacer el amor otra vez.
A la mañana
siguiente nos despierta el despertador. Son las 6 de la mañana. David se tiene
que levantar para ir a trabajar. Nos levantamos juntos y como todos los días,
mientras él se ducha, yo hago el desayuno.
Sentados a la
mesa desayunando hablamos de lo que pasará en el día de hoy.
-En cuanto
sepas algo de tu madre ¿me llamaras?
-Si eso es lo
que quieres, cuenta con ello.
Terminamos el
desayuno y David se marcha al trabajo no sin antes darme un beso pasional que
nos deja a los dos jadeando.
-Hasta luego
preciosa.
-Adiós David.
Te quiero.
Lo último que
veo es su maravillosa sonrisa.
DAVID
Voy al
trabajo, al final todos los días cojo la moto. Podría ir andando pero la verdad
es que prefiero cogerla, me gusta llegar pronto y volver pronto a casa, si
andase tardaría más.
Tengo unas
ganas locas de hablar con mi madre. Necesito que me aclare lo que sabe. La llamaré
en cuanto llegue a la oficina.
Al llegar lo
primero que hago es ir al despacho de mi tío. Toco en la puerta y entro.
-Hola David,
buenos días.
-Buenos días
tío. ¿Sabes algo de mamá?
-No, aún no
he hablado con ella.
-¿La puedes
llamar y preguntarle si ha averiguado algo?
-Claro, ¿pero
no te dijo que te llamaría ella?
-Sí, pero no
puedo esperar.
-Vale
Mi tío Julián
llama a mi madre que coge la llamada enseguida. Tiene puesto el manos libres.
-Julián,
dime.
-Hola
Matilde, estoy aquí con David y me pregunta si me has comentado algo. Yo le he
dicho que aún no.
-He estado
toda la noche recogiendo información. Necesito que vengáis a casa en cuanto
podáis. Luego tendrás que transmitirle la información a Juan Antonio.
-¿Cuándo
podemos ir David?
- Cuando tú puedas,
hoy tengo un día flojo.
-Matilde ¿te
parece que vayamos ahora?
-Sí, cuanto
antes mejor
-Vale, pues
vamos para allá.
Mi tío y yo
cogemos su coche y nos dirigimos a la casa de la Moraleja. Al llegar está mi madre
esperándonos y nos pasa directamente al despacho.
Tengo
recuerdos de este despacho siendo niño, jugando con mis coches y mi padre
trabajando en el escritorio. Son recuerdos felices. Este despacho me trae paz
interior.
Mi madre nos da un beso a cada uno de los dos y nos invita a sentarnos.
-¿Os
preguntaréis si he encontrado algo?
-Sí- dice mi
tío.
-Bien pues
sí. Tú Julián conoces algo de la historia pero no toda. Te acordarás que David
tenía un puesto en el mercado con Juan Cruz. Lo compartían todo menos las
mujeres. Las compras y las ventas iban a medias. Estuvieron trabajando varios
años al 50%. Un día Juan se cansó, decía que trabajaba demasiado para el poco
rendimiento que le sacaba, decía él. Su mujer también influyo en el tema. Le
habían ofrecido un trabajo en Galicia, con una familia de cocinera y
necesitaban también a un hombre para hacer de chófer, jardinero y demás. Ella
le convenció para que se fueran y vendió su parte de la empresa a David. La
verdad es que el importe que pagó David fue una ridiculez pero Juan se
conformó. No se firmó nada porque era
entre amigos. Sólo se cambió el nombre de la empresa con la que facturaban y ya está. Pues he
averiguado que el apellido de su mujer era Sarmiento y digo era porque los dos
murieron en un incendio que tuvo lugar en la casa donde estaban trabajando. Su
hijo Eduardo estaba en el colegio y ellos estaban solos porque la casa sólo se
habitaba en verano. Se detectó que el incendio fue por un descuido en la cocina
y no hubo más investigación. Su hijo, fue a vivir con los parientes más próximos,
a un pueblecito de Andalucía y en cuanto tuvo la mayoría de edad se marchó. Era
y es un niño brillante pero con problemas de comportamiento. No aguantó mucho
tiempo en cada trabajo que tuvo pero no he podido averiguar de donde ha sacado
el dinero para tener las empresas que tiene ahora. Eso se lo dejo a Juan
Antonio.
-No lo
entiendo ¿se está vengando porque papá le pago poco?, ¿por la muerte de sus
padres?, ¿por tener que haber vivido con parientes?. No lo entiendo.
-Cualquiera
lo sabe. Pero por lo menos ya conoces la historia. A lo mejor culpa a tu padre
de la muerte de sus padres.
-Eso es
ridículo.
-Ya, pero
díselo a él.
Nos quedamos
los tres pensando un tiempo sin decir nada más.
-Voy a hablar
con él y decirle lo que sé. Que me diga qué es lo que quiere.
-Eso ya se lo
has preguntado y te dijo que quería venganza.
-Ya lo sé,
pero tengo que intentarlo. No me puedo quedar con los brazos cruzados.
-¿Nos vamos
tío?, quiero llamarle.
-Si tu madre
no tiene nada más que decirnos, nos vamos.
-Eso era
todo.
-David
¿queréis venir el sábado a comer? Necesito disculparme con Sandra.
-Se lo
preguntaré pero no te aseguro nada, estaba muy dolida.
-Lo puedo
entender, llámame entonces.
Nos da un beso a cada uno y nos vamos de vuelta a Ecotex.
Al llegar
vamos al despacho de mi tío. Cojo mi móvil para ver el número de Eduardo que he
grabado y lo marco con el manos libre para que mi tío oiga la conversación.
-Hola David,
¿ya me echas de menos?
-No digas
tonterías. He averiguado lo de tus padres. ¿Qué es lo que quieres?
-Eres rápido.
Muy bien, ya te dije que aún no sé lo que quiero, me guardo el as bajo la manga
hasta que surja la ocasión.
-Yo no puedo
vivir así con esta incertidumbre, necesito que me digas lo que quieres.
-Pero si yo
mismo no lo sé aún. Ya te dije que cuando lo supiera, te lo diría.
-Te puedo dar
dinero.
-Ya tengo
dinero, parece que no me escuchas, te lo dije el otro día. No es cuestión de
dinero- y cuelga.
-Mierda- digo
cuando cuelga.-Ves, lo mismo que el otro día, no es capaz de decirme lo que
quiere, así no sé cómo lo vamos a solucionar.
-Vas a tener
que ofrecerle algo que no podrá rechazar. Tenemos que averiguar sus gustos y
ofrecerle algo impresionante.
-Eso es tarea
de Juan Antonio, si averigua algo dímelo- y con esto me levanto y me voy a mi
despacho.
Capítulo diecisiete
SANDRA
Estoy en el
trabajo y la mañana va bien. Hay ratos muertos pero los aprovechamos para ir
viendo productos. Mi compañera y yo nos partimos de la risa la mayor parte del
tiempo que estamos solas. Es un placer trabajar aquí. No me gustaría tener que
dejarlo. Pase lo que pase, tendré que estar a lado de David y si por lo que sea
me tengo que marchar, lo haré. Me dará pena, pero lo haré.
A la hora de
comer, llamo a David.
-Hola
preciosa
-Hola cariño
¿comemos juntos hoy?
-Pues, me has
leído el pensamiento, justamente te iba a llamar para decírtelo. Tengo noticias
nuevas de Eduardo para comentarte.
-Qué bien.
Nos vemos en casa entonces.
-Vale, sobre
las tres.
-De acuerdo,
un besito.
-Un besito
no, muchos. Te quiero, hasta luego.
-Yo también
te quiero David. Nos vemos luego.
Finalmente
colgamos. Tengo que ver qué hacer para comer. Los últimos días no hemos comido
en casa por lo que la despensa estará bastante vacía. De todas formas pasaré
por el súper para ver si se me antoja algo.
Espero
impaciente hasta que sean las dos. Tengo
muchas ganas de saber qué es lo que tiene que decirme David de Eduardo.
Salgo a las
dos del trabajo y camino a casa. Por el camino me detengo en el súper y compro
unos filetes de ternera que están en oferta y algo de verdura fresca para la
guarnición. Hago un salteado con la verdura y dejo los filetes hasta última
hora para hacerlos a la plancha en un santiamén cuando llegue David. Pongo la
mesa y a las tres en punto oigo las llaves en la cerradura.
-Hola,
cariño- me dice y viene a darme un largo beso en los labios.
-Mi amor- le
digo y le devuelvo el beso con ganas.
-Tengo cosas
que decirte, ¿comemos antes o mientras lo terminas de preparar, hablamos?
-Dímelo ya
que estoy en ascuas mientras hago los filetes a la plancha.
Me pongo a
salpimentar los filetes y los pongo encima de la plancha para que se vayan
haciendo, mientras tanto, David me lo va contando.
-Pues mi
madre me ha contado la historia de mis padres. Al final tenías tú razón.
Eduardo es el hijo de los primeros socios que tuvo mi padre cuando andaba por
los mercados. Por lo visto el padre de Eduardo se cansó de ese tipo de vida y a
su mujer le ofrecieron un trabajo en Galicia. Mi padre le compró su parte de la
empresa por una ridiculez.
-Bueno pero
esas cosas pasan, si el hombre no pidió más dinero…
-Es que ahí
no acaba la cosa. Resulta que se colocaron como cocinera y chófer y jardinero
en una casa de Galicia. Los dueños sólo la ocupaban en verano y ellos dos
estaban el resto del año cuidando de la casa pero un día hubo un incendio en la
cocina y murieron los dos. Eduardo se salvó porque estaba en el colegio.
Después de eso se tuvo que ir a vivir con unos parientes a un pueblecito de
Andalucía y en cuanto tuvo la mayoría de de edad se largó. Tuvo una infancia
problemática, siempre metido en problemas. Lo que aún no hemos averiguado es de
donde ha sacado tanto dinero. Eso lo está llevando ahora Juan Antonio.
Mientras
David me está contando esto, no paro de mirarle. Maldita sea, estoy realmente
cabreada, cómo es posible que por algo que hicieron sus padres, ahora todo está
en juego. No es justo.
Nos sentamos
a comer, está todo bueno.
-Está
riquísimo.
-Gracias pero
no es nada del otro mundo. Mis paellas sí que están de muerte.
-¿Cómo es que
no me has hecho una aún?
-No sé, no se
me habrá ocurrido. El domingo hago una.
-Estupendo.
Recogemos las
cosas y preparo el café. Nos vamos un rato al sofá. Estamos los dos pensando en
nuestras cosas y suena el móvil de David.
-Dime Juan
Antonio.
-Sí. Ya entiendo.
-Vale, nos
vemos a las cinco. ¿Le avisas tú?
-O.K. Hasta
entonces.
-¿Qué ha
pasado?
-Era Juan
Antonio. Tiene algo que decirnos sobre Eduardo. Ha convocado una reunión a las
cinco. Estaremos él, mi tío y yo.
-Esta noche
me cuentas, que lo estoy pasando fatal.
-Ya lo sé, y
no sabes cuánto me pena que te haya arrastrado a todo esto.
Viene hacia
mí y me coge y besa. Me besa con real pasión. Empieza a morderme los labios,
baja por mi cuello, se detiene justo en el punto donde me estremezco toda.
Empiezo a jadear y al momento me coge en brazos y me lleva a la habitación.
-Te quiero
tanto Sandra, no sé cómo podría sobrevivir a todo esto sin ti.
Me desnuda
con ansia. Le dejo hacer. Voy a dejar que sea él esta vez el que me haga todo. Rápidamente
él se que quita toda la ropa.
-Necesito
estar dentro de ti. Necesito estar calmado para esta tarde. ¿Me dejarás amarte?
-Eso no me lo
tienes ni que preguntar.
David empieza
dándome pequeños y suaves besos por toda la piel. Arqueo mi cuerpo para estar
más juntos. Noto que estoy cada vez más mojada. Mis jadeos y los suyos se
funden en uno. Su mano baja a mi parte más íntima y empieza a jugar ahí. Me
acaricia, primero suavemente y después con más fuerza. Baja su boca a mi
abertura y empieza a lamer y mordisquear. Me voy a correr y se lo digo.
-Sí, por
favor, hazlo por mí- me dice
Me dejo
llevar y tengo un maravilloso orgasmo.
David está
duro como una piedra y me penetra. Nos movemos al unísono. Hemos hecho el amor
ya muchas veces y nos conocemos, sabemos lo que nos gusta y cómo conseguirlo.
Empujo fuertemente al final, cuando noto que se va a correr. El último embiste
trae su propio orgasmo y al notar la tensión en su cuerpo me dejo llevar a mi
segundo orgasmo en sólo unos minutos.
Descansa
sobre mi cuerpo, satisfecho y tranquilo. Cierra lo ojos. Le veo desde mi
perspectiva. Está a gusto y se le nota.
-¿Peso mucho?
-Sabes que no
me importa. Me encanta tenerte así, dentro de mí. Ahora somos sólo uno.
Levanta su
cabeza y me besa suavemente.
-¿Quieres
dormir un poco?
-No me
apetece David, sólo quiero estar así contigo. Juntos.
Cierra de
nuevo los ojos y se queda dormido encima de mí, abrazándome.
--------------------------------------------
-David,
despierta, son las 4, tienes que ir a trabajar.
-¿Qué?
-Cariño te
has dormido. Despierta.
-Eh..me he
dormido. Dios qué a gusto estaba, bueno estoy
Me da dos
besitos en el pecho. Aún lo tengo encima de mí. No he sido capaz de despertarlo
antes. Se le veía tan a gusto que no he tenido valor para hacerlo pero ya es
hora. Él tiene que hablar con Juan Antonio y yo tengo que regresar a la tienda.
-Vamos David,
tenemos que irnos los dos.
-Vale, está
bien. Pero que conste que me muevo porque tú me lo pides.
David se
mueve y se levanta.
-Voy a darme
una ducha rápida para despejarme. ¿Te vienes conmigo?
-No, entonces
no será una ducha rápida.
-Tienes
razón. Ahora vengo.
Mientras
David se ducha, yo me aseo un poco. Le veo a través de la ducha, tiene un
cuerpo espectacular, tan bien formado. No sé cómo lo hace, nunca le he visto
hacer ejercicio ni ir al gimnasio, tendré que preguntarle por ello.
Cuando me
estoy lavando los dientes, sale de la ducha. Está imponente. Todo mojado y tomo
aire porque no me canso de verlo. Noto que yo también me empiezo a mojar en
determinada zona. No puede ser, tenemos los dos cosas que hacer ahora.
-¿Te gusta lo
que ves?-me pregunta
-Siempre
-Pues tú
tampoco estás mal del todo, así con el pelo revuelto. Ven aquí.
-No, David,
tenemos que irnos, ahora no es el momento.
-Vale pero
esta noche no te escapas.
-Esta noche-
le digo, prometiendo algo que me encantará cumplir.
Salgo del
baño y termino de vestirme. David sale detrás de mí y también se viste.
-Esta noche
me cuentas todo, ¿vale?
-Sí, no te
preocupes, sabes que me gusta tener tu opinión de todo.
Nos damos un
beso en la calle y nos separamos en el portal.
DAVID.
Qué ganas
tengo de que llegue esta noche. Nunca puedo tener suficiente de Sandra. Debo
estar enfermo, siempre quiero hacerle el amor. Quiero que pasen estos días
mientras practicamos con los juguetes anales y penetrarla por detrás. Me he
contenido mucho porque no la quiero hacer daño pero es una cosa que estoy
deseando desde hace mucho. Quiero poseer todo su cuerpo, cada parte de él y que
ella disfrute con ello. Que me lo pida, que me suplique. Me he puesto duro sólo
de pensarlo. Dios. Tío afloja, concéntrate en la reunión.
Llego a
Ecotex y subo a la sala de juntas. Ya me están esperando.
-Buenas
tardes David
-Hola ¿Qué
tal?
Saludo a mi tío y a Juan Antonio.
-Bien, ¿qué
tienes para nosotros?
Juan Antonio
pone en marcha el proyector. Se ve una imagen de Eduardo hablando por teléfono.
-Hemos
descubierto que Eduardo Cruz no es trigo limpio.
-Eso ya te lo
podía haber dicho yo.
-Vale David,
es verdad, este tío tiene una fortuna declarada de unos 100 millones de euros.
-Joder, sí
que da dinero los juguetes eróticos.
-No es de ahí
de donde lo ha sacado. Lo de los juguetes eróticos es relativamente nuevo,
apenas un par de años. Su fortuna radica principalmente en invertir en bolsa,
pero la información obtenida seguro que fue por sobornos, comisiones, chantajes,
vamos de lo más variado.
-¿Pero es que
nunca lo han cogido? Todo lo que dices es ilegal.
-Sí es ilegal
pero el tío es un lince, debe de tener un coeficiente intelectual para morirse
o eso o tiene unos muy buenos colaboradores. Nunca le han pillado con nada. A
efectos del fisco, lo tiene todo al día. Ni siquiera tiene cuentas en Suiza. Lo
declara todo.
-¿Y cómo
sabes lo que ha hecho?
-Por mis
contactos. ¿Os acordáis de Felipe Sánchez, el político del partido PA? Tuvo que
dimitir por asuntos relacionados con la corrupción, comisiones ilegales,
cohecho, vamos un ciudadano ejemplar, pues era la cabeza de turco de Eduardo.
-Yo me
acuerdo, fue un escándalo bestial.
-Pues el hombre
detrás de todo era Eduardo Cruz. Él movía lo hilos y se beneficiaba de todo.
Estuvo así casi diez años. Amasó una pequeña fortuna. Después invirtió muy
bien, estoy seguro que fue con información privilegiada, sino es imposible.
-¿Y cómo
consiguió esa información?
-No tengo
ninguna duda de que fue a través de chantajes. Ahora toca demostrarlo.
-Conociéndole,
yo creo que fue a través de chantajes. Imaginaos el escándalo si llegan a salir
vídeos homosexuales del político. Yo creo que hubiese sido peor que un
escándalo del tipo político.
-Ese tío
tiene que tener los vídeos guardados en algún lugar. Sólo tenemos que
encontrarlos.
-¿Sólo?
-Sé que es
difícil. Vamos a ver, ¿dónde los esconderías tú si fueses él?
-En la caja
fuerte de un banco.
-Exacto, ya
sabemos el banco principal con el que trabaja. Podemos intentar robarlo.
-No, nada de
cosas ilegales.
-Entonces
tendremos que hacer que sea Eduardo el que no los dé.
-¿Y cómo
vamos a hacer eso?. Lo veo imposible.
-Tienes que
hacer lo que te dije el otro día, ofrécele algo que no puede rechazar. Queda
con él otra vez, gánate su confianza y entonces le metes la estacada mortal.
-Tío, yo no
puedo quedar con él otra vez. Sé lo que pasará y no lo quiero.
-Habla con
Sandra, dile que es todo para averiguar cómo poder hacerle daño. Ella lo
entenderá.
-Ella no
entenderá que me acueste con él otra vez.
-No tienes
por qué hacerlo, tú síguele el rollo menos en eso.
-Lo veo muy
difícil. Además, eso llevará su tiempo y no sé si tengo tanta paciencia.
-David, tú
eres el único que puede lograrlo. Por ahora no corres peligro, ni tú ni tu
secreto. Él ya dijo que cuando surgiese la necesidad, te lo diría, pueden pasar
años, mientras tanto tienes que aprovecharlo.
-Vale hablaré
con Sandra esta noche y se lo propondré. Pero ya te digo que no le va a gustar.
Capítulo dieciocho
SANDRA
Hoy estoy
reventada. En el trabajo hemos tenido que clasificar nuevo material,
introducirlo en el sistema y etiquetarlo. Es increíble. Apenas unas semanas y
estábamos ya sin stock. Mi compañera y yo estuvimos hablando del fenómeno 50
sombras y lo que ha hecho por el negocio. Yo pensé que los artículos eróticos
sólo los compraban gente joven pero estaba muy equivocada. En la tienda entran
personas de todas las edades y muchas mayores de 40 ó 45 años. Les da vergüenza
pero como nosotras lo tratamos como un artículo más, cogen confianza y se
abren. Casi todas quieren probar cosas nuevas y hacen referencia a los libros
continuamente. Que si quiero esto o lo otro. Tendré que ponerme a leer los libros.
No me voy a
complicar la cena hoy, no tengo ganas de cocinar. Estoy ovulando y se me nota.
Haré unas tortillas francesas con una ensalada y ya está. Esperaré a que llegue
David. Hoy no nos hemos visto. Lleva unos días raro, como pensando algo. Creo
que me quiere decir algo pero no reúne el valor. Se lo noto. Se lo tendré que
preguntar directamente. Con todo lo que me ha dicho ya del él mismo, me parece
raro que quiera decirme algo y no tenga aún la suficiente confianza. Ahí está,
oigo las llaves en la cerradura.
-Hola cariño
¿cómo estás?
-Cansada, hoy
ha sido un día duro ¿Y tú?
-Como
siempre, ya sabes.
David se
quita la chaqueta y la deja apoyada en el respaldo de una de las sillas del
comedor.
-Quiero
preguntarte algo David
-Dime
-He notado
que llevas días raro, ¿No tendrás algo para preguntarme?
-Dios, cómo
me conoces ya.
-Duerno
contigo todos los días. Debería conocerte ya.
-Vale, tienes
razón. Anda siéntate conmigo, que sí tengo algo que decirte.
Nos sentamos
los dos en el sofá.
-Hace días que
te quería decir una cosa pero sé que no te va a gustar. He intentado posponerlo
pero ya que lo has notado te lo voy a decir. Sabes que hace unos días tuvimos
una reunión con Juan Antonio. Me preguntaste qué tal había ido y yo te contesté
que bien pero sin añadir más.
-Sí, me
acuerdo.
-Pues en esa
reunión averiguamos cosas de Eduardo, cómo consiguió su fortuna y demás.
Resulta que por lo que hemos podido saber fue a través de un político corrupto
hace unos años. Creemos que le hizo chantaje con un vídeo como el mío. Por lo
visto este hombre fue condenado por corrupción, cohecho, tráfico de
influencias, vamos, todo lo que te puedas imaginar. Creemos que la fortuna la
amasó invirtiendo en bolsa con información preferente.
-Te sigo pero
no sé por qué no me va a gustar.
-Juan Antonio
me ha dicho que el vídeo de este hombre debe estar guardado en un lugar seguro
como en una caja fuerte de un banco. Sabemos el principal banco con el que
trabaja Eduardo y pensamos que podía estar ahí. Juan Antonio y mi tío me propusieron
que contactara de nuevo con Eduardo y que me ganara su confianza para ver si
nos podía confirmar la información. Además sería bueno que pudiéramos también
hacernos con el vídeo del político.
-Eso es lo
que no me va a gustar, que trates de nuevo con él, por si sucumbes a la
tentación.
-Exacto, yo
sé que si quedo de nuevo con él va a querer sexo. No sé si podré resistirme. Y
no quiero que tú sufras.
Permanezco en
silencio
No sé qué
decirle. No me gusta la idea.
-¿Qué quieres
que te diga?
-No lo sé.
Aún no me he decido a llamarle. No quería hacer nada hasta que lo supieras.
-Lo que tú
quieres es que yo te diga que está bien. Que por el bien de la empresa lo
acepto.
-Es posible.
No sé que hacer. A lo mejor luego no sirve de nada y habré puesto en peligro
nuestra relación.
-Yo te sigo
queriendo igual. Sé que si lo haces es porque no te queda más remedio pero ten
por seguro que no me gusta nada. ¿No hay otra forma de hacerlo?
-Lo hemos
pensado y creemos que lo mejor es ganar su confianza.
-¿Sabes algo
de su compañero?
-La verdad es
que no. Cuando estuvimos en su casa me dijo que estaba de viaje y que para él
tener sexo con otra persona que no fuera su pareja no era poner los cuernos. Yo
le dije que para mí sí lo era.
Estoy en
silencio unos minutos digiriendo la información que me acaba de dar.
-Entonces el
plan es ganarse su confianza, arrebatarle el vídeo y hacerle chantaje a él con
el mismo vídeo.
-Algo así.
-No sé si
funcionará. Eduardo es muy listo, creo que tiene todos los frentes cubiertos.
-¿Se te
ocurre otra cosa?
-Ahora mismo
no, pero puedo intentar pensar en algo. ¿Cuándo vas a hablar con él?
-En cuanto tú
me digas que puedo.
-Osea que me
lo dejas todo a mí. Es mi decisión.
-Sí. Haré lo
que tú me digas, tanto si es una cosa como si es otra.
-Gracias por
decírmelo. Ahora entiendo por qué te ha costado tanto. ¿quieres cenar ya?
-Claro, lo
que tú quieras.
-Voy a hacer
unas tortillas- y le doy un beso para que no se siente tan mal.
Mientras
cocino me pongo a pensar. David está en el salón trabajando en su portátil.
Casi siempre se trae cosas del trabajo. Es lo que tiene ser jefe.
-Ven David,
que la cena ya está.
-Voy
Entre los dos
ponemos la mesa y cenamos. Comentamos cosas triviales. Me habla de su madre
pero realmente no le escucho. En mi fuero interno no paro de preguntarme si
quiero lo que me ha propuesto. No, no lo quiero, pero no sé si hay otra
solución.
-David creo
que lo debes hacer. Si no lo haces, siempre te quedarás con la duda.
-¿De verdad
crees eso?
-Es que si no
lo haces ¿qué más podemos hacer? Te sentirás peor si no haces nada.
-Sí, no me
gusta estar con los brazos cruzados. Mañana hablaré con ellos y llamaré a
Eduardo. A ver por donde me sale.
Vemos un poco
la tele pero enseguida nos vamos a la cama. Yo estoy reventada. David lo intenta,
me da mordisquitos pero le digo que estoy muy cansada.
-No tiene que
ver con lo que te he dicho antes ¿verdad?
-No, ya
estaba cansada de antes. Ya te he comentado todo el trabajo que hemos tenido
hoy.
-Sí es
verdad, me lo has dicho. Para mi autoestima no es bueno pero te entiendo. No
eres una máquina.
-David, por
favor, no me hables así. Sólo quiero dormir.
-Vale, buenas
noches. Que duermas bien.
-Tú también.
Te quiero.
Nos
recostamos juntos, abrazados. No sé a qué hora se durmió David porque en cuanto
toqué la almohada, caía rendida.
DAVID
Estoy en mi
oficina, la verdad es que contarle a
Sandra toda la verdad de la reunión que tuvimos me ha sentado de
maravilla. Me sienta muy bien ser sincero con Sandra. Me he reunido esta mañana con mi tío y le he
dicho que voy a hacerlo. El plan sigue adelante. Justo antes de comer llamaré a
Eduardo, a ver por donde me sale. Espero que todo vaya bien, me juego mucho con
ello.
Hace días que
Sandra y yo no comemos juntos, la verdad es que lo echo de menos, sobre todo la
siesta pero es que ahora mismo el horario del medio día es incompatible.
Han pasado un
par de horas, es casi mediodía y decido llamar a Eduardo. Respiro hondo y marco
su teléfono.
Lo coge al
segundo tono
-David, ¡qué
alegría! cómo estás, ¿me echas de menos verdad?
-La verdad es
que sí.
Oigo como
coge aire al otro lado del teléfono y sin darle tiempo a responder le digo
-Quiero
volver a verte, tengo algo que proponerte.
-Uf, no me lo
esperaba, te soy sincero, después de tus anteriores desplantes, pensé que nunca
me llamarías.
-Pues lo
estoy haciendo.
-¿Cuándo te
viene bien que nos veamos?
-Dime tú el
día y la hora, yo me acoplo.
-Tengo
reuniones todo el día de hoy y una cena por la noche pero mañana estaré libre.
¿Puedes venir a mi casa mañana por la noche?
-¿Y tú
pareja, no se mosqueará?
-Julio no
está ahora, se ha ido a París por negocios, estará fuera toda la semana.
-Qué
oportuno.
-Sí, parece
que lo hubieras sabido.
-Pues la
verdad es que no lo sabía. Me paso mañana por la noche por tu casa.
-Te estaré
esperando- y cuelga
Bueno pues ya
está hecho. Mañana me reuniré con él. Intentaré se amable y gracioso. Si me
propone sexo, que seguro que lo hará, no creo que me pueda resistir. ¿Cómo me
recibirá Sandra después?
No quiero
pensar en ello ahora. Ya se andará.
Paso el resto
de la mañana trabajando, no tengo tiempo ni de comer. Les digo a los de la
cafetería que me suban algo para picar. Esta noche cenaré en condiciones,
seguro que Sandra tendrá algo exquisito preparado, como todos lo días. Pienso en
ella y sonrío. Me ha tocado la lotería con esta mujer. Tiene sus ataques de
celos pero eso es porque me quiere. Si no los tuviera no sé cómo reaccionaría
yo. Me gusta pensar que ella quiere ser la única, que no me quiere compartir.
Anda que yo, ni se me ocurre pensar en otro hombre tocándola. Ahora que me
acuerdo tengo un tema pendiente con ella. Hasta que empezó a tomar la píldora
me ponía preservativo y ella me lo ponía muy bien, vamos con experiencia,
quiero preguntarle por los otros hombres de su vida, cuántos, cuándo, cómo,
necesito saberlo todo de ella. Ella sabe más de mis amoríos anteriores que yo
de los de ella y necesito saberlo. Necesito saber si los otros eran como yo, si
disfrutaba con ellos igual que lo hace conmigo. Esta noche se lo preguntaré.
Al pensar en
ella y los preservativos me pongo como una piedra, si la tuviera aquí delante
la penetraba sin preámbulos. Tengo que hablar con ella. La llamo.
Coge la
llamada enseguida.
-Hola David
¿pasa algo?
-Quería oír
tu voz. No puedo ir a comer.
-Ya me lo
imaginaba. Esa empresa te tiene absorbido.
-La única que
absorbe algo de mí eres tú- Se ríe.
-Si quieres
esta noche te absorbo lo que tú quieras.
-¿Dónde
estás?
-Estoy en
casa ¿por qué?
-¿Has probado
alguna vez el sexo telefónico?
-No
-He estado pensando
en ti y me he puesto muy duro y ahora no sé que hacer al respecto.
-Si estuviera
ahí, yo sabría qué hacer.
-No lo
dudo. ¿Estás en el salón?
-Sí.
-Vete a la
cama y desnúdate.
-Vale- oigo
cómo se mueve y como empieza a jadear.
-¿Estás
pensando lo mismo que yo?
-Seguro que
sí.
-Coge algunos
de esos aparatitos que tienes, quiero oír cómo te corres.
-Y tú ¿qué
vas a hacer tú?
-Espera- me
levanto de mi silla y cierro la puerta con llave. Vuelvo a sentarme y a coger
el teléfono –voy a hacer lo mismo que tú- Oigo como coge aire y noto que
sonríe. Seguramente ya estará tan mojada que no le costará nada satisfacerse.
-¿Estás
mojada verdad? Cuéntame lo que te estás haciendo.
-Ahora mismo
me estoy tocando, sí, estoy ya bastante mojada. Me estoy desnudando ¿quieres
que ponga el teléfono en videoconferencia y así también me miras?
-Buena idea-
mientras me desabrocho el pantalón y empiezo a tocarme. Estoy muy duro.
-Necesito las
dos manos, voy a apoyar el teléfono en la mesita.
-Sí, hazlo.
Veo cómo deja
el teléfono en la mesita y pone la cabeza en los pies de la cama. Entonces se
abre de piernas y la veo en primer plano. Tiene en la mano un vibrador y lo se
lo mete dentro, con la otra mano se empieza a tocar el clítoris y la oigo
jadear. Con una mano mete y saca el vibrador y con la otra se estimula ese
pequeño punto de placer que tienen todas las mujeres. Lo que daría yo por ser
mujer un día y experimentar esa sensación.
-Sí, nena,
así, yo también me estoy tocando y te veo. Me pones a mil.
-David, estoy
muy cerca, esto me excita mucho.
-Córrete
cuando quieras que yo también lo quiero.
Coge
velocidad en sus caricias y noto que se va a correr. Lo hace con un sonido
gutural al que ya me he acostumbrado. Sigo con mi mano pero como noto que me
queda poco, cojo una paquete pañuelos de un cajón y cuando me corro lo pongo
delante de mi polla para no manchar nada. Sigo mirando el espectáculo y me corro. Uf, ha sido bestial.
Completamente excitante. Esto lo tenemos que repetir.
-Te has
corrido ¿verdad David? Te he oído.
-Sí cariño,
igual que tú. Esto es de lo más excitante. Tenemos que repetirlo alguna vez.
-Ya te digo.
Estoy aún muy excitada. Un orgasmo no ha sido suficiente. Pensar que me estás
viendo me pone a mil.
-Hazlo otra
vez, que te sigo mirando.
-Sí- dice con
voz temblorosa.
Esta vez veo
que coge otro vibrador más pequeño y se lo mete por el ano. Hemos estado
practicando y está casi a punto de una penetración total. El mismo vibrador
grande de antes se lo vuelve a introducir por la vagina y el otro lo tiene por
el culo. No para de mover los dos.
-Dios, David,
esto es demasiado, me corro otra vez- y vuelvo a oír ese sonido que me encanta.
-Nena, esta
noche no te me escapas, quiero ser yo el que te folle por detrás.
-Sí, David,
creo que ya estoy preparada y lo necesito. Necesito que me lo des todo.
-Sandra,
cariño, no sé si aguantaré hasta esta noche.
-Tendrás que
hacerlo. Tienes mucho trabajo y entro a trabajar en un ratito.
Se incorpora
y quita el manos libres y la video conferencia. Veo como lo hace y oigo so voz
a través del teléfono.
-David, no
tardes hoy. Te voy a estar esperando mojada y dispuesta.
-Hay, nena,
no me digas eso que soy capaz de anular todo e ir a por ti.
-No lo hagas,
no estaré. Además tienes demasiado trabajo. Nos vemos esta noche. Te quiero.
-Yo te quiero
más. Piensa en mí toda la tarde.
-Como siempre
mi amor.
Y los dos
colgamos el teléfono. Adecento un poco mi ropa. Me voy a mi aseo que lo tengo
dentro del despacho y me refresco. Uf, eso ha sido espectacular. Tengo tantas
ganas de poseerla que intentaré acabar hoy pronto.
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