lunes, 4 de agosto de 2014

Venganza en la sangre-sexta parte-

Capítulo dieciséis

SANDRA

David estará a punto de llegar. Tengo la comida hecha, sólo falta que llegue él. Tengo la mesa puesta.

Enseguida oigo las llaves en la puerta. Es él.

David viene hacia mí, viene, me coge y me besa. Sigo sintiendo esas cosquillas tan deliciosas cuando lo hace.

-Hola, preciosa.
-Hola, guapetón.

-¿Qué hay de comer?, estoy hambriento. Tengo cosas que contarte.
- Lentejas. ¿Qué tienes que contarme?
-¿Lentejas?. Qué ricas, sobre todo en un día frío como hoy. Vamos a comer y te lo cuento.

Sirvo los platos y mientras comemos escucho a David mientras habla.

-Pues resulta que llamé a mi madre después de hablar contigo y por lo visto, el primer socio de mis padres se apellidaba Cruz. Debe de haber pasado algo entre ellos porque ni mi tío ni mi madre me han querido decir nada al respecto. Mi madre me ha dicho que tiene que comprobar una cosa y que ya me llamaría. Mi tío se ha negado en rotundo a decirme nada.
-Vaya, pues me alegro de que se me haya ocurrido. ¿Crees que fue alguna jugarreta de tu padre?
-Vete tú a saber. La verdad es que mi madre reaccionó de forma rara. Esta noche la llamaré a ver si me puede contar algo.

Terminamos comer y aún falta más de una hora para ir a trabajar.

-¿Te echas la siesta conmigo?
-¿Pero quieres dormir?
-No, quiero hacerte el amor
-David eres de lo más romántico.

Me coge de la mano y me lleva hasta la cama.

Nos desnudamos y empezamos a besarnos. Nuestro deseo es igual que el del primer día. Yo no me canso de él. Veo que también me desea.

Cuando terminamos de amarnos David se incorpora y apoya la cabeza en su mano

-¿Te puedo preguntar una cosa?
-Claro.
-¿Has pensado en el sexo anal alguna vez?

Mi corazón empieza a latir rápido de nuevo y empiezo a respirar entrecortadamente. Lo he pensado muchas veces pero no me he atrevido. ¿Me atreveré con David?

-Sí, lo he pensado muchas veces pero me da miedo de que me duela.
-¿Te atreverías conmigo?
-David, yo sé que el sexo anal es fundamental para los homosexuales. Sí accediendo a ello ayuda a que estés a mi lado, lo intentaré pero debes ser dulce y paciente.

Me coge por los brazos y se pone encima de mí para besarme otra vez.

-Te quiero tanto, sé lo que has sacrificado por mí y ahora accedes a esto. No te merezco.
-David, por favor, no digas eso. Tú sabes que te quiero y haría cualquier cosa por ti.

A regañadientes nos separamos. Tenemos que ir a trabajar. Nos aseamos y vestimos mirándonos fijamente. Cada uno pensando en lo que va a pasar.

Miro a David y veo que otra vez tiene una erección.

-David por favor, no pienses en eso que mira cómo te pones.
-No lo puedo remediar, estoy fantaseando contigo y no puedo.
Me río
-Mas vale que lo dejemos para luego. Mira, me voy ya y así te dejo tranquilo.
-Pero..
-Ni pero ni nada..

Me acerco a él, le beso en los labios y antes de que me pueda coger, me voy.

-Hasta luego, guapo.
-¿Y me vas a dejar así, en este estado?
-Ya te digo. Adiós- y salgo por la puerta.

Voy caminado a la tienda. Me siento bien conmigo misma. He accedido a hacer algo que siempre quise hacer pero que me daba miedo. Sé que David será dulce conmigo, no me presionará y parará cuando yo se lo pida, si siento que es demasiado, se lo pediré. No quiero morirme sin intentarlo. Uf, me estoy poniendo de lo más cachonda sólo de pensarlo. A ver si esta noche lo probamos. Intentaré buscar algo que nos ayude en la tienda, además de un buen lubricante.

Llego a la tienda y soy saludada por mi compañera Susana.

-Hola Sandra, ¿Qué tal el finde?
-Bien gracias Susi ¿Y el tuyo?
-Bien, sin incidencias, en casa descansando.

Me paso la mayor parte de la tarde atendiendo a clientes. Realmente me gusta el trabajo. La gente se corta algo al hablar pero como tengo bastante intuición, más o menos sé lo que buscan.

A media tarde y como no hay clientes, decido mirar los artículos que me podrían servir para luego. Además de un lubricante cojo un plug anal y unas bolas anales de diferentes tamaños que se llaman bolas tailandesas. Le digo a Susi que me los cobre y me mira levantando las cejas.

-¿Son para ti?
-Claro, yo tengo una relación de mente abierta con mi chico.
-Vale, pues ya me dirás.
-No lo creo- y nos reímos las dos.

En ese momento oímos la puerta abrir y vemos entrar a Eduardo.

-Buenas tardes señoritas ¿Cómo va la venta?
-Hola Eduardo- contesta Susi,-Bien, hoy ha venido bastante gente.
-¿Y tú qué tal Sandra?
-Bien también, sólo llevo unas horas porque está mañana no me tocaba trabajar, pero todo bien- y le suelto una maravillosa sonrisa.

Eduardo no debe saber que yo sé todo lo que está pasando.

-Perfecto, sólo pasaba para saludaros y saber que mis chicas están contentas. Ya se sabe, cuanto más contentos estén los empleados, mejores ventas habrá.
-Pues nosotras estamos contentas.
-Ya me he dado cuenta al entrar, estabais las dos riéndoos a carcajada limpia. ¿Puedo participar yo del chiste?

Antes de que Susi pueda abrir la boca y comentarle lo que he comprado, le doy un golpecito debajo del mostrador para que no abra la boca.

-Nada Eduardo, estábamos comentando una tontería de la tele- digo.
-Vale, pues me voy, ya nos vemos otro día. Adiós chicas.
-Adiós- decimos las dos a la vez.

Cuando Eduardo a ha salido ya por la puerta Susi me dice

-¿Qué pasa, no querías que comentara nada de lo de tu compra?
-Pues no, la verdad es que por muy majo que sea, sigue siendo el jefe y no me apetece que conozca mis costumbres sexuales. Perdona si te he hecho daño.
-No, que va. Menos mal que me has dado porque yo se lo iba a decir.
-No, si ya lo sé, he visto tus intenciones.

Nuestra conversación ya no sigue porque entran clientes a la tienda.

El resto de la tarde transcurre bien. Vendiendo algunas cosas pero también con ratos muertos en los que dedico mi tiempo a leer las instrucciones de lo que he comprado.
Madre mía, ¿me voy a atrever con todo esto?. Pues ya le he dicho a David que sí, osea que no  me voy a poder echar para atrás.

Cuando cerramos la tienda, me voy a casa. No creo que haya llegado David porque él suele llegar más tarde que yo pero, sorpresa, al abrir la puerta veo las luces encendidas.

-David ¿eres tú?
-Sí, aquí en la cocina.

Voy a la cocina y me encuentro a David con delantal, está cocinando la cena. No me lo puedo creer, es fantástico.

Viene a mí y me da un beso en los labios.

-¿Cómo te ha ido la tarde?
-Bien ¿Y tú?
-Pues sin mucho que hacer así que me he dicho que me podía venir a preparar la cena a mi chica. ¿Qué te parece la idea?
-Me encanta. ¿Sabes algo de tu madre?
-Sí, la he llamado pero no me ha dicho nada nuevo. Dice que aún está mirándolo. ¿Qué llevas ahí?- señalando la bolsa de la tienda.
-Unas cosillas que he comprado para los dos. Mira.

Le muestro lo que he comprado. Un plug anal, unas bolas anales tailandesas y lubricante.

-No me lo puedo creer. Eres fantástica. ¿sabes para qué sirve todo esto?
-He leído las instrucciones y sí sé para qué sirven y cómo se usan, por lo menos en teoría.
-Yo los he usado, te enseñaré.

Pongo los ojos como platos. No pensé que los hubiera usado antes. Creí que esto sería nuevo también para él. Ve mi reacción y comprende lo que estoy pensando.

-Sandra, cuando uno empieza este juego, tiene que tomárselo con calma. Todos hemos usado lubricantes y consoladores anales, es así como se hace. Hay que hacer que la superficie se acostumbre a dilatarse. ¿Cómo crees sino cómo se hace?
-No sé, no se me había ocurrido.
-Anda, vamos a cenar que tenemos toda la noche para esto. Pon la mesa mientras sirvo los platos.

Cenamos casi sin hablar, comentando vagamente cosas que nos han pasado y con la mente puesta en otro sitio. Terminamos de cenar, nos quedamos mirándonos y empezamos los dos a reírnos a la vez. De repente siento vergüenza, no me lo puedo creer, con todo lo que me ha hecho este hombre y yo a él, y siento vergüenza.

-Sabes que ahora mismo estoy completamente avergonzada.
-Ya me parecía a mí que esa mirada no era la tuya. ¿Qué te pasa?
-Me da vergüenza lo que vamos a hacer.
-Pero yo ya he estado ahí, no te acuerdas de mis dedos, en casa de mi madre, por delante y por detrás.
-Claro que me acuerdo pero eso fue improvisado, te salió así y me encantó pero esto es tan, tan estudiado, organizado, planificado, llámalo como quieras.
-¿No quieres hacerlo?
-Claro que quiero hacerlo, llevo toda la tarde pensando en ello. Estoy muy excitada pero no por ello dejo de sentirme tímida.
-Anda ven, sabes que nunca te haría daño.
-Ya lo sé, eso me tranquiliza.

David me coge de la mano y me lleva al dormitorio. Empezamos a besarnos y a desnudarnos. Estoy temblando de la emoción.

-Te quiero- dice David
-Yo también te quiero y te deseo, quiero tenerte dentro de mí.

Hacemos el amor con delicadeza y cuando nos hemos corrido ya los dos, empieza con mi culo. Primero con los dedos, poco a poco. Luego mete un plug no sin antes lubricarlo. Me siento bien, no me molesta demasiado, es una sensación rara pero no es desagradable.

Me besa por toda la zona, estoy muy mojada y deseando que siga.

-¿Cómo te encuentras?- me pregunta
-Bien, no es desagradable.
-Claro que no, es una sensación muy diferente a cualquier otra pero es muy placentera también.
-Ya- digo sintiendo un cosquilleo general por toda la zona.
-No te voy a penetrar, necesitas entrenar la zona. Debemos ir poco a poco.
-Pero si yo quiero que lo hagas, sé que no me harás daño.
-Sí que te dolerá, debemos practicarlo todos los días, cada vez con un plug más grande hasta que haya dilatado toda la zona, entonces te penetraré.
-Quiero que lo hagas ahora.
-Si lo hago ahora, sangrarás y te dolerá mucho.
-Pero quiero sentirlo, necesito sentir lo que sientes tú.
-Hay tiempo de sobra. Recuerda que tenemos mucho tiempo por delante. Te quiero.

Me coge en los brazos y me hacer el amor otra vez.

A la mañana siguiente nos despierta el despertador. Son las 6 de la mañana. David se tiene que levantar para ir a trabajar. Nos levantamos juntos y como todos los días, mientras él se ducha, yo hago el desayuno.

Sentados a la mesa desayunando hablamos de lo que pasará en el día de hoy.

-En cuanto sepas algo de tu madre ¿me llamaras?
-Si eso es lo que quieres, cuenta con ello.

Terminamos el desayuno y David se marcha al trabajo no sin antes darme un beso pasional que nos deja a los dos jadeando.

-Hasta luego preciosa.
-Adiós David. Te quiero.

Lo último que veo es su maravillosa sonrisa.

DAVID

Voy al trabajo, al final todos los días cojo la moto. Podría ir andando pero la verdad es que prefiero cogerla, me gusta llegar pronto y volver pronto a casa, si andase tardaría más.

Tengo unas ganas locas de hablar con mi madre. Necesito que me aclare lo que sabe. La llamaré en cuanto llegue a la oficina.

Al llegar lo primero que hago es ir al despacho de mi tío. Toco en la puerta y entro.

-Hola David, buenos días.
-Buenos días tío. ¿Sabes algo de mamá?
-No, aún no he hablado con ella.
-¿La puedes llamar y preguntarle si ha averiguado algo?
-Claro, ¿pero no te dijo que te llamaría ella?
-Sí, pero no puedo esperar.
-Vale

Mi tío Julián llama a mi madre que coge la llamada enseguida. Tiene puesto el manos libres.

-Julián, dime.
-Hola Matilde, estoy aquí con David y me pregunta si me has comentado algo. Yo le he dicho que aún no.
-He estado toda la noche recogiendo información. Necesito que vengáis a casa en cuanto podáis. Luego tendrás que transmitirle la información a Juan Antonio.
-¿Cuándo podemos ir David?
- Cuando tú puedas, hoy tengo un día flojo.
-Matilde ¿te parece que vayamos ahora?
-Sí, cuanto antes mejor
-Vale, pues vamos para allá.

Mi tío y yo cogemos su coche y nos dirigimos a la casa de la Moraleja. Al llegar está mi madre esperándonos y nos pasa directamente al despacho.

Tengo recuerdos de este despacho siendo niño, jugando con mis coches y mi padre trabajando en el escritorio. Son recuerdos felices. Este despacho me trae paz interior.

Mi madre nos da un beso a cada uno de los dos y nos invita a sentarnos.

-¿Os preguntaréis si he encontrado algo?
-Sí- dice mi tío.
-Bien pues sí. Tú Julián conoces algo de la historia pero no toda. Te acordarás que David tenía un puesto en el mercado con Juan Cruz. Lo compartían todo menos las mujeres. Las compras y las ventas iban a medias. Estuvieron trabajando varios años al 50%. Un día Juan se cansó, decía que trabajaba demasiado para el poco rendimiento que le sacaba, decía él. Su mujer también influyo en el tema. Le habían ofrecido un trabajo en Galicia, con una familia de cocinera y necesitaban también a un hombre para hacer de chófer, jardinero y demás. Ella le convenció para que se fueran y vendió su parte de la empresa a David. La verdad es que el importe que pagó David fue una ridiculez pero Juan se conformó. No se firmó  nada porque era entre amigos. Sólo se cambió el nombre de la empresa con  la que facturaban y ya está. Pues he averiguado que el apellido de su mujer era Sarmiento y digo era porque los dos murieron en un incendio que tuvo lugar en la casa donde estaban trabajando. Su hijo Eduardo estaba en el colegio y ellos estaban solos porque la casa sólo se habitaba en verano. Se detectó que el incendio fue por un descuido en la cocina y no hubo más investigación. Su hijo, fue a vivir con los parientes más próximos, a un pueblecito de Andalucía y en cuanto tuvo la mayoría de edad se marchó. Era y es un niño brillante pero con problemas de comportamiento. No aguantó mucho tiempo en cada trabajo que tuvo pero no he podido averiguar de donde ha sacado el dinero para tener las empresas que tiene ahora. Eso se lo dejo a Juan Antonio.
-No lo entiendo ¿se está vengando porque papá le pago poco?, ¿por la muerte de sus padres?, ¿por tener que haber vivido con parientes?. No lo entiendo.

-Cualquiera lo sabe. Pero por lo menos ya conoces la historia. A lo mejor culpa a tu padre de la muerte de sus padres.
-Eso es ridículo.
-Ya, pero díselo a él.

Nos quedamos los tres pensando un tiempo sin decir nada más.

-Voy a hablar con él y decirle lo que sé. Que me diga qué es lo que quiere.
-Eso ya se lo has preguntado y te dijo que quería venganza.
-Ya lo sé, pero tengo que intentarlo. No me puedo quedar con los brazos cruzados.
-¿Nos vamos tío?, quiero llamarle.
-Si tu madre no tiene nada más que decirnos, nos vamos.
-Eso era todo.
-David ¿queréis venir el sábado a comer? Necesito disculparme con Sandra.
-Se lo preguntaré pero no te aseguro nada, estaba muy dolida.
-Lo puedo entender, llámame entonces.

Nos da un beso a cada uno y nos vamos de vuelta a Ecotex.

Al llegar vamos al despacho de mi tío. Cojo mi móvil para ver el número de Eduardo que he grabado y lo marco con el manos libre para que mi tío oiga la conversación.

-Hola David, ¿ya me echas de menos?
-No digas tonterías. He averiguado lo de tus padres. ¿Qué es lo que quieres?
-Eres rápido. Muy bien, ya te dije que aún no sé lo que quiero, me guardo el as bajo la manga hasta que surja la ocasión.
-Yo no puedo vivir así con esta incertidumbre, necesito que me digas lo que quieres.
-Pero si yo mismo no lo sé aún. Ya te dije que cuando lo supiera, te lo diría.
-Te puedo dar dinero.
-Ya tengo dinero, parece que no me escuchas, te lo dije el otro día. No es cuestión de dinero- y cuelga.
-Mierda- digo cuando cuelga.-Ves, lo mismo que el otro día, no es capaz de decirme lo que quiere, así no sé cómo lo vamos a solucionar.
-Vas a tener que ofrecerle algo que no podrá rechazar. Tenemos que averiguar sus gustos y ofrecerle algo impresionante.
-Eso es tarea de Juan Antonio, si averigua algo dímelo- y con esto me levanto y me voy a mi despacho.

Capítulo diecisiete

SANDRA

Estoy en el trabajo y la mañana va bien. Hay ratos muertos pero los aprovechamos para ir viendo productos. Mi compañera y yo nos partimos de la risa la mayor parte del tiempo que estamos solas. Es un placer trabajar aquí. No me gustaría tener que dejarlo. Pase lo que pase, tendré que estar a lado de David y si por lo que sea me tengo que marchar, lo haré. Me dará pena, pero lo haré.

A la hora de comer, llamo a David.

-Hola preciosa
-Hola cariño ¿comemos juntos hoy?
-Pues, me has leído el pensamiento, justamente te iba a llamar para decírtelo. Tengo noticias nuevas de Eduardo para comentarte.
-Qué bien. Nos vemos en casa entonces.
-Vale, sobre las tres.
-De acuerdo, un besito.
-Un besito no, muchos. Te quiero, hasta luego.
-Yo también te quiero David. Nos vemos luego.

Finalmente colgamos. Tengo que ver qué hacer para comer. Los últimos días no hemos comido en casa por lo que la despensa estará bastante vacía. De todas formas pasaré por el súper para ver si se me antoja algo.

Espero impaciente hasta que sean las dos. Tengo  muchas ganas de saber qué es lo que tiene que decirme David de Eduardo.

Salgo a las dos del trabajo y camino a casa. Por el camino me detengo en el súper y compro unos filetes de ternera que están en oferta y algo de verdura fresca para la guarnición. Hago un salteado con la verdura y dejo los filetes hasta última hora para hacerlos a la plancha en un santiamén cuando llegue David. Pongo la mesa y a las tres en punto oigo las llaves en la cerradura.

-Hola, cariño- me dice y viene a darme un largo beso en los labios.
-Mi amor- le digo y le devuelvo el beso con ganas.
-Tengo cosas que decirte, ¿comemos antes o mientras lo terminas de preparar, hablamos?
-Dímelo ya que estoy en ascuas mientras hago los filetes a la plancha.

Me pongo a salpimentar los filetes y los pongo encima de la plancha para que se vayan haciendo, mientras tanto, David me lo va contando.

-Pues mi madre me ha contado la historia de mis padres. Al final tenías tú razón. Eduardo es el hijo de los primeros socios que tuvo mi padre cuando andaba por los mercados. Por lo visto el padre de Eduardo se cansó de ese tipo de vida y a su mujer le ofrecieron un trabajo en Galicia. Mi padre le compró su parte de la empresa por una ridiculez.

-Bueno pero esas cosas pasan, si el hombre no pidió más dinero…
-Es que ahí no acaba la cosa. Resulta que se colocaron como cocinera y chófer y jardinero en una casa de Galicia. Los dueños sólo la ocupaban en verano y ellos dos estaban el resto del año cuidando de la casa pero un día hubo un incendio en la cocina y murieron los dos. Eduardo se salvó porque estaba en el colegio. Después de eso se tuvo que ir a vivir con unos parientes a un pueblecito de Andalucía y en cuanto tuvo la mayoría de de edad se largó. Tuvo una infancia problemática, siempre metido en problemas. Lo que aún no hemos averiguado es de donde ha sacado tanto dinero. Eso lo está llevando ahora Juan Antonio.

Mientras David me está contando esto, no paro de mirarle. Maldita sea, estoy realmente cabreada, cómo es posible que por algo que hicieron sus padres, ahora todo está en juego. No es justo.

Nos sentamos a comer, está todo bueno.

-Está riquísimo.
-Gracias pero no es nada del otro mundo. Mis paellas sí que están de muerte.
-¿Cómo es que no me has hecho una aún?
-No sé, no se me habrá ocurrido. El domingo hago una.
-Estupendo.

Recogemos las cosas y preparo el café. Nos vamos un rato al sofá. Estamos los dos pensando en nuestras cosas y suena el móvil de David.

-Dime Juan Antonio.
-Sí. Ya entiendo.
-Vale, nos vemos a las cinco. ¿Le avisas tú?
-O.K. Hasta entonces.
-¿Qué ha pasado?
-Era Juan Antonio. Tiene algo que decirnos sobre Eduardo. Ha convocado una reunión a las cinco. Estaremos él, mi tío y yo.
-Esta noche me cuentas, que lo estoy pasando fatal.
-Ya lo sé, y no sabes cuánto me pena que te haya arrastrado a todo esto.

Viene hacia mí y me coge y besa. Me besa con real pasión. Empieza a morderme los labios, baja por mi cuello, se detiene justo en el punto donde me estremezco toda. Empiezo a jadear y al momento me coge en brazos y me lleva a la habitación.

-Te quiero tanto Sandra, no sé cómo podría sobrevivir a todo esto sin ti.

Me desnuda con ansia. Le dejo hacer. Voy a dejar que sea él esta vez el que me haga todo. Rápidamente él se que quita toda la ropa.

-Necesito estar dentro de ti. Necesito estar calmado para esta tarde. ¿Me dejarás amarte?
-Eso no me lo tienes ni que preguntar.

David empieza dándome pequeños y suaves besos por toda la piel. Arqueo mi cuerpo para estar más juntos. Noto que estoy cada vez más mojada. Mis jadeos y los suyos se funden en uno. Su mano baja a mi parte más íntima y empieza a jugar ahí. Me acaricia, primero suavemente y después con más fuerza. Baja su boca a mi abertura y empieza a lamer y mordisquear. Me voy a correr y se lo digo.

-Sí, por favor, hazlo por mí- me dice

Me dejo llevar y tengo un maravilloso orgasmo.
David está duro como una piedra y me penetra. Nos movemos al unísono. Hemos hecho el amor ya muchas veces y nos conocemos, sabemos lo que nos gusta y cómo conseguirlo. Empujo fuertemente al final, cuando noto que se va a correr. El último embiste trae su propio orgasmo y al notar la tensión en su cuerpo me dejo llevar a mi segundo orgasmo en sólo unos minutos.
Descansa sobre mi cuerpo, satisfecho y tranquilo. Cierra lo ojos. Le veo desde mi perspectiva. Está a gusto y se le nota.

-¿Peso mucho?
-Sabes que no me importa. Me encanta tenerte así, dentro de mí. Ahora somos sólo uno.

Levanta su cabeza y me besa suavemente.

-¿Quieres dormir un poco?
-No me apetece David, sólo quiero estar así contigo. Juntos.

Cierra de nuevo los ojos y se queda dormido encima de mí, abrazándome.

                                   --------------------------------------------

-David, despierta, son las 4, tienes que ir a trabajar.
-¿Qué?
-Cariño te has dormido. Despierta.
-Eh..me he dormido. Dios qué a gusto estaba, bueno estoy

Me da dos besitos en el pecho. Aún lo tengo encima de mí. No he sido capaz de despertarlo antes. Se le veía tan a gusto que no he tenido valor para hacerlo pero ya es hora. Él tiene que hablar con Juan Antonio y yo tengo que regresar a la tienda.

-Vamos David, tenemos que irnos los dos.
-Vale, está bien. Pero que conste que me muevo porque tú me lo pides.

David se mueve y se levanta.

-Voy a darme una ducha rápida para despejarme. ¿Te vienes conmigo?
-No, entonces no será una ducha rápida.
-Tienes razón. Ahora vengo.

Mientras David se ducha, yo me aseo un poco. Le veo a través de la ducha, tiene un cuerpo espectacular, tan bien formado. No sé cómo lo hace, nunca le he visto hacer ejercicio ni ir al gimnasio, tendré que preguntarle por ello.
Cuando me estoy lavando los dientes, sale de la ducha. Está imponente. Todo mojado y tomo aire porque no me canso de verlo. Noto que yo también me empiezo a mojar en determinada zona. No puede ser, tenemos los dos cosas que hacer ahora.

-¿Te gusta lo que ves?-me pregunta
-Siempre
-Pues tú tampoco estás mal del todo, así con el pelo revuelto. Ven aquí.
-No, David, tenemos que irnos, ahora no es el momento.
-Vale pero esta noche no te escapas.
-Esta noche- le digo, prometiendo algo que me encantará cumplir.

Salgo del baño y termino de vestirme. David sale detrás de mí y también se viste.

-Esta noche me cuentas todo, ¿vale?
-Sí, no te preocupes, sabes que me gusta tener tu opinión de todo.

Nos damos un beso en la calle y nos separamos en el portal.

DAVID.

Qué ganas tengo de que llegue esta noche. Nunca puedo tener suficiente de Sandra. Debo estar enfermo, siempre quiero hacerle el amor. Quiero que pasen estos días mientras practicamos con los juguetes anales y penetrarla por detrás. Me he contenido mucho porque no la quiero hacer daño pero es una cosa que estoy deseando desde hace mucho. Quiero poseer todo su cuerpo, cada parte de él y que ella disfrute con ello. Que me lo pida, que me suplique. Me he puesto duro sólo de pensarlo. Dios. Tío afloja, concéntrate en la reunión.

Llego a Ecotex y subo a la sala de juntas. Ya me están esperando.

-Buenas tardes David
-Hola ¿Qué tal?

Saludo a mi tío y a Juan Antonio.

-Bien, ¿qué tienes para nosotros?

Juan Antonio pone en marcha el proyector. Se ve una imagen de Eduardo hablando por teléfono.

-Hemos descubierto que Eduardo Cruz no es trigo limpio.
-Eso ya te lo podía haber dicho yo.
-Vale David, es verdad, este tío tiene una fortuna declarada de unos 100 millones de euros.
-Joder, sí que da dinero los juguetes eróticos.
-No es de ahí de donde lo ha sacado. Lo de los juguetes eróticos es relativamente nuevo, apenas un par de años. Su fortuna radica principalmente en invertir en bolsa, pero la información obtenida seguro que fue por sobornos, comisiones, chantajes, vamos de lo más variado.
-¿Pero es que nunca lo han cogido? Todo lo que dices es ilegal.
-Sí es ilegal pero el tío es un lince, debe de tener un coeficiente intelectual para morirse o eso o tiene unos muy buenos colaboradores. Nunca le han pillado con nada. A efectos del fisco, lo tiene todo al día. Ni siquiera tiene cuentas en Suiza. Lo declara todo.
-¿Y cómo sabes lo que ha hecho?
-Por mis contactos. ¿Os acordáis de Felipe Sánchez, el político del partido PA? Tuvo que dimitir por asuntos relacionados con la corrupción, comisiones ilegales, cohecho, vamos un ciudadano ejemplar, pues era la cabeza de turco de Eduardo.
-Yo me acuerdo, fue un escándalo bestial.
-Pues el hombre detrás de todo era Eduardo Cruz. Él movía lo hilos y se beneficiaba de todo. Estuvo así casi diez años. Amasó una pequeña fortuna. Después invirtió muy bien, estoy seguro que fue con información privilegiada, sino es imposible.
-¿Y cómo consiguió esa información?
-No tengo ninguna duda de que fue a través de chantajes. Ahora toca demostrarlo.
-Conociéndole, yo creo que fue a través de chantajes. Imaginaos el escándalo si llegan a salir vídeos homosexuales del político. Yo creo que hubiese sido peor que un escándalo del tipo político.
-Ese tío tiene que tener los vídeos guardados en algún lugar. Sólo tenemos que encontrarlos.
-¿Sólo?
-Sé que es difícil. Vamos a ver, ¿dónde los esconderías tú si fueses él?
-En la caja fuerte de un banco.
-Exacto, ya sabemos el banco principal con el que trabaja. Podemos intentar robarlo.
-No, nada de cosas ilegales.
-Entonces tendremos que hacer que sea Eduardo el que no los dé.
-¿Y cómo vamos a hacer eso?. Lo veo imposible.
-Tienes que hacer lo que te dije el otro día, ofrécele algo que no puede rechazar. Queda con él otra vez, gánate su confianza y entonces le metes la estacada mortal.
-Tío, yo no puedo quedar con él otra vez. Sé lo que pasará y no lo quiero.
-Habla con Sandra, dile que es todo para averiguar cómo poder hacerle daño. Ella lo entenderá.
-Ella no entenderá que me acueste con él otra vez.
-No tienes por qué hacerlo, tú síguele el rollo menos en eso.
-Lo veo muy difícil. Además, eso llevará su tiempo y no sé si tengo tanta paciencia.
-David, tú eres el único que puede lograrlo. Por ahora no corres peligro, ni tú ni tu secreto. Él ya dijo que cuando surgiese la necesidad, te lo diría, pueden pasar años, mientras tanto tienes que aprovecharlo.
-Vale hablaré con Sandra esta noche y se lo propondré. Pero ya te digo que no le va a gustar.

Capítulo dieciocho

SANDRA

Hoy estoy reventada. En el trabajo hemos tenido que clasificar nuevo material, introducirlo en el sistema y etiquetarlo. Es increíble. Apenas unas semanas y estábamos ya sin stock. Mi compañera y yo estuvimos hablando del fenómeno 50 sombras y lo que ha hecho por el negocio. Yo pensé que los artículos eróticos sólo los compraban gente joven pero estaba muy equivocada. En la tienda entran personas de todas las edades y muchas mayores de 40 ó 45 años. Les da vergüenza pero como nosotras lo tratamos como un artículo más, cogen confianza y se abren. Casi todas quieren probar cosas nuevas y hacen referencia a los libros continuamente. Que si quiero esto o lo otro. Tendré que ponerme a leer los libros.

No me voy a complicar la cena hoy, no tengo ganas de cocinar. Estoy ovulando y se me nota. Haré unas tortillas francesas con una ensalada y ya está. Esperaré a que llegue David. Hoy no nos hemos visto. Lleva unos días raro, como pensando algo. Creo que me quiere decir algo pero no reúne el valor. Se lo noto. Se lo tendré que preguntar directamente. Con todo lo que me ha dicho ya del él mismo, me parece raro que quiera decirme algo y no tenga aún la suficiente confianza. Ahí está, oigo las llaves en la cerradura.

-Hola cariño ¿cómo estás?
-Cansada, hoy ha sido un día duro ¿Y tú?
-Como siempre, ya sabes.

David se quita la chaqueta y la deja apoyada en el respaldo de una de las sillas del comedor.

-Quiero preguntarte algo David
-Dime
-He notado que llevas días raro, ¿No tendrás algo para preguntarme?
-Dios, cómo me conoces ya.
-Duerno contigo todos los días. Debería conocerte ya.
-Vale, tienes razón. Anda siéntate conmigo, que sí tengo algo que decirte.

Nos sentamos los dos en el sofá.

-Hace días que te quería decir una cosa pero sé que no te va a gustar. He intentado posponerlo pero ya que lo has notado te lo voy a decir. Sabes que hace unos días tuvimos una reunión con Juan Antonio. Me preguntaste qué tal había ido y yo te contesté que bien pero sin añadir más.
-Sí, me acuerdo.
-Pues en esa reunión averiguamos cosas de Eduardo, cómo consiguió su fortuna y demás. Resulta que por lo que hemos podido saber fue a través de un político corrupto hace unos años. Creemos que le hizo chantaje con un vídeo como el mío. Por lo visto este hombre fue condenado por corrupción, cohecho, tráfico de influencias, vamos, todo lo que te puedas imaginar. Creemos que la fortuna la amasó invirtiendo en bolsa con información preferente.
-Te sigo pero no sé por qué no me va a gustar.
-Juan Antonio me ha dicho que el vídeo de este hombre debe estar guardado en un lugar seguro como en una caja fuerte de un banco. Sabemos el principal banco con el que trabaja Eduardo y pensamos que podía estar ahí. Juan Antonio y mi tío me propusieron que contactara de nuevo con Eduardo y que me ganara su confianza para ver si nos podía confirmar la información. Además sería bueno que pudiéramos también hacernos con el vídeo del político.
-Eso es lo que no me va a gustar, que trates de nuevo con él, por si sucumbes a la tentación.
-Exacto, yo sé que si quedo de nuevo con él va a querer sexo. No sé si podré resistirme. Y no quiero que tú sufras.

Permanezco en silencio

No sé qué decirle. No me gusta la idea.

-¿Qué quieres que te diga?
-No lo sé. Aún no me he decido a llamarle. No quería hacer nada hasta que lo supieras.
-Lo que tú quieres es que yo te diga que está bien. Que por el bien de la empresa lo acepto.
-Es posible. No sé que hacer. A lo mejor luego no sirve de nada y habré puesto en peligro nuestra relación.
-Yo te sigo queriendo igual. Sé que si lo haces es porque no te queda más remedio pero ten por seguro que no me gusta nada. ¿No hay otra forma de hacerlo?
-Lo hemos pensado y creemos que lo mejor es ganar su confianza.
-¿Sabes algo de su compañero?
-La verdad es que no. Cuando estuvimos en su casa me dijo que estaba de viaje y que para él tener sexo con otra persona que no fuera su pareja no era poner los cuernos. Yo le dije que para mí sí lo era.

Estoy en silencio unos minutos digiriendo la información que me acaba de dar.

-Entonces el plan es ganarse su confianza, arrebatarle el vídeo y hacerle chantaje a él con el mismo vídeo.
-Algo así.
-No sé si funcionará. Eduardo es muy listo, creo que tiene todos los frentes cubiertos.
-¿Se te ocurre otra cosa?
-Ahora mismo no, pero puedo intentar pensar en algo. ¿Cuándo vas a hablar con él?
-En cuanto tú me digas que puedo.
-Osea que me lo dejas todo a mí. Es mi decisión.
-Sí. Haré lo que tú me digas, tanto si es una cosa como si es otra.
-Gracias por decírmelo. Ahora entiendo por qué te ha costado tanto. ¿quieres cenar ya?
-Claro, lo que tú quieras.
-Voy a hacer unas tortillas- y le doy un beso para que no se siente tan mal.
Mientras cocino me pongo a pensar. David está en el salón trabajando en su portátil. Casi siempre se trae cosas del trabajo. Es lo que tiene ser jefe.
-Ven David, que la cena ya está.
-Voy

Entre los dos ponemos la mesa y cenamos. Comentamos cosas triviales. Me habla de su madre pero realmente no le escucho. En mi fuero interno no paro de preguntarme si quiero lo que me ha propuesto. No, no lo quiero, pero no sé si hay otra solución.

-David creo que lo debes hacer. Si no lo haces, siempre te quedarás con la duda.
-¿De verdad crees eso?
-Es que si no lo haces ¿qué más podemos hacer? Te sentirás peor si no haces nada.
-Sí, no me gusta estar con los brazos cruzados. Mañana hablaré con ellos y llamaré a Eduardo. A ver por donde me sale.


Vemos un poco la tele pero enseguida nos vamos a la cama. Yo estoy reventada. David lo intenta, me da mordisquitos pero le digo que estoy muy cansada.

-No tiene que ver con lo que te he dicho antes ¿verdad?
-No, ya estaba cansada de antes. Ya te he comentado todo el trabajo que hemos tenido hoy.
-Sí es verdad, me lo has dicho. Para mi autoestima no es bueno pero te entiendo. No eres una máquina.
-David, por favor, no me hables así. Sólo quiero dormir.
-Vale, buenas noches. Que duermas bien.
-Tú también. Te quiero.

Nos recostamos juntos, abrazados. No sé a qué hora se durmió David porque en cuanto toqué la almohada, caía rendida.

DAVID

Estoy en mi oficina, la verdad es que contarle a  Sandra toda la verdad de la reunión que tuvimos me ha sentado de maravilla. Me sienta muy bien ser sincero con Sandra.  Me he reunido esta mañana con mi tío y le he dicho que voy a hacerlo. El plan sigue adelante. Justo antes de comer llamaré a Eduardo, a ver por donde me sale. Espero que todo vaya bien, me juego mucho con ello.

Hace días que Sandra y yo no comemos juntos, la verdad es que lo echo de menos, sobre todo la siesta pero es que ahora mismo el horario del medio día es incompatible.

Han pasado un par de horas, es casi mediodía y decido llamar a Eduardo. Respiro hondo y marco su teléfono.

Lo coge al segundo tono

-David, ¡qué alegría! cómo estás, ¿me echas de menos verdad?
-La verdad es que sí.
Oigo como coge aire al otro lado del teléfono y sin darle tiempo a responder le digo
-Quiero volver a verte, tengo algo que proponerte.
-Uf, no me lo esperaba, te soy sincero, después de tus anteriores desplantes, pensé que nunca me llamarías.
-Pues lo estoy haciendo.
-¿Cuándo te viene bien que nos veamos?
-Dime tú el día y la hora, yo me acoplo.
-Tengo reuniones todo el día de hoy y una cena por la noche pero mañana estaré libre. ¿Puedes venir a mi casa mañana por la noche?
-¿Y tú pareja, no se mosqueará?
-Julio no está ahora, se ha ido a París por negocios, estará fuera toda la semana.
-Qué oportuno.
-Sí, parece que lo hubieras sabido.
-Pues la verdad es que no lo sabía. Me paso mañana por la noche por tu casa.
-Te estaré esperando- y cuelga

Bueno pues ya está hecho. Mañana me reuniré con él. Intentaré se amable y gracioso. Si me propone sexo, que seguro que lo hará, no creo que me pueda resistir. ¿Cómo me recibirá Sandra después?
No quiero pensar en ello ahora. Ya se andará.

Paso el resto de la mañana trabajando, no tengo tiempo ni de comer. Les digo a los de la cafetería que me suban algo para picar. Esta noche cenaré en condiciones, seguro que Sandra tendrá algo exquisito preparado, como todos lo días. Pienso en ella y sonrío. Me ha tocado la lotería con esta mujer. Tiene sus ataques de celos pero eso es porque me quiere. Si no los tuviera no sé cómo reaccionaría yo. Me gusta pensar que ella quiere ser la única, que no me quiere compartir. Anda que yo, ni se me ocurre pensar en otro hombre tocándola. Ahora que me acuerdo tengo un tema pendiente con ella. Hasta que empezó a tomar la píldora me ponía preservativo y ella me lo ponía muy bien, vamos con experiencia, quiero preguntarle por los otros hombres de su vida, cuántos, cuándo, cómo, necesito saberlo todo de ella. Ella sabe más de mis amoríos anteriores que yo de los de ella y necesito saberlo. Necesito saber si los otros eran como yo, si disfrutaba con ellos igual que lo hace conmigo. Esta noche se lo preguntaré.

Al pensar en ella y los preservativos me pongo como una piedra, si la tuviera aquí delante la penetraba sin preámbulos. Tengo que hablar con ella. La llamo.
Coge la llamada enseguida.

-Hola David ¿pasa algo?
-Quería oír tu voz. No puedo ir a comer.
-Ya me lo imaginaba. Esa empresa te tiene absorbido.
-La única que absorbe algo de mí eres tú- Se ríe.
-Si quieres esta noche te absorbo lo que tú quieras.
-¿Dónde estás?
-Estoy en casa ¿por qué?
-¿Has probado alguna vez el sexo telefónico?
-No
-He estado pensando en ti y me he puesto muy duro y ahora no sé que hacer al respecto.
-Si estuviera ahí, yo sabría qué hacer.
-No lo dudo.  ¿Estás en el salón?
-Sí.
-Vete a la cama y desnúdate.
-Vale- oigo cómo se mueve y como empieza a jadear.
-¿Estás pensando lo mismo que yo?
-Seguro que sí.
-Coge algunos de esos aparatitos que tienes, quiero oír cómo te corres.
-Y tú ¿qué vas a hacer tú?
-Espera- me levanto de mi silla y cierro la puerta con llave. Vuelvo a sentarme y a coger el teléfono –voy a hacer lo mismo que tú- Oigo como coge aire y noto que sonríe. Seguramente ya estará tan mojada que no le costará nada satisfacerse.
-¿Estás mojada verdad? Cuéntame lo que te estás haciendo.
-Ahora mismo me estoy tocando, sí, estoy ya bastante mojada. Me estoy desnudando ¿quieres que ponga el teléfono en videoconferencia y así también me miras?
-Buena idea- mientras me desabrocho el pantalón y empiezo a tocarme. Estoy muy duro.
-Necesito las dos manos, voy a apoyar el teléfono en la mesita.
-Sí, hazlo.

Veo cómo deja el teléfono en la mesita y pone la cabeza en los pies de la cama. Entonces se abre de piernas y la veo en primer plano. Tiene en la mano un vibrador y lo se lo mete dentro, con la otra mano se empieza a tocar el clítoris y la oigo jadear. Con una mano mete y saca el vibrador y con la otra se estimula ese pequeño punto de placer que tienen todas las mujeres. Lo que daría yo por ser mujer un día y experimentar esa sensación.

-Sí, nena, así, yo también me estoy tocando y te veo. Me pones a mil.
-David, estoy muy cerca, esto me excita mucho.
-Córrete cuando quieras que yo también lo quiero.

Coge velocidad en sus caricias y noto que se va a correr. Lo hace con un sonido gutural al que ya me he acostumbrado. Sigo con mi mano pero como noto que me queda poco, cojo una paquete pañuelos de un cajón y cuando me corro lo pongo delante de mi polla para no manchar nada. Sigo mirando el espectáculo  y me corro. Uf, ha sido bestial. Completamente excitante. Esto lo tenemos que repetir.

-Te has corrido ¿verdad David? Te he oído.
-Sí cariño, igual que tú. Esto es de lo más excitante. Tenemos que repetirlo alguna vez.
-Ya te digo. Estoy aún muy excitada. Un orgasmo no ha sido suficiente. Pensar que me estás viendo me pone a mil.
-Hazlo otra vez, que te sigo mirando.
-Sí- dice con voz temblorosa.

Esta vez veo que coge otro vibrador más pequeño y se lo mete por el ano. Hemos estado practicando y está casi a punto de una penetración total. El mismo vibrador grande de antes se lo vuelve a introducir por la vagina y el otro lo tiene por el culo. No para de mover los dos.

-Dios, David, esto es demasiado, me corro otra vez- y vuelvo a oír ese sonido que me encanta.
-Nena, esta noche no te me escapas, quiero ser yo el que te folle por detrás.
-Sí, David, creo que ya estoy preparada y lo necesito. Necesito que me lo des todo.
-Sandra, cariño, no sé si aguantaré hasta esta noche.
-Tendrás que hacerlo. Tienes mucho trabajo y entro a trabajar en un ratito.
Se incorpora y quita el manos libres y la video conferencia. Veo como lo hace y oigo so voz a través del teléfono.
-David, no tardes hoy. Te voy a estar esperando mojada y dispuesta.
-Hay, nena, no me digas eso que soy capaz de anular todo e ir a por ti.
-No lo hagas, no estaré. Además tienes demasiado trabajo. Nos vemos esta noche. Te quiero.
-Yo te quiero más. Piensa en mí toda la tarde.
-Como siempre mi amor.


Y los dos colgamos el teléfono. Adecento un poco mi ropa. Me voy a mi aseo que lo tengo dentro del despacho y me refresco. Uf, eso ha sido espectacular. Tengo tantas ganas de poseerla que intentaré acabar hoy pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario