viernes, 1 de agosto de 2014

Venganza en la sangre-novena parte-

Capítulo veintisiete

SANDRA

No sé cuánto tiempo ha pasado, sólo sé que me estoy haciendo pis y que tengo mucha sed. No consigo ver si hay algún cubo o algo donde pueda hacer mis necesidades, tampoco veo si hay algo para comer o beber. Está todo muy oscuro.

Oigo voces. Alguien debe estar ayudando a Eduardo. Le oigo discutir, Dios, son tiros. ¿Pero qué narices está pasando?. De repente se abre la puerta y entra una gran cantidad de luz que me deslumbra.

-Policía, ¿se encuentra usted bien?
-¿Qué?
-Señorita somos la policía, ¿se encuentra usted bien, tiene alguna herida?
-No, estoy bien. Gracias.
-Venga por aquí, que tenemos a los del SAMU para que le hagan una revisión.
-¿Cuánto tiempo he pasado aquí?
-Sólo unas horas, no se preocupe. Si todo está bien le llevaremos a comisaría para que pueda declarar y reunirse con su familia.

Me llevan a la ambulancia del SAMUR y me hacen un reconocimiento general. Por lo visto estoy bastante bien y me dan el alta. Me llevan a comisaría para que pueda declarar.

Al entrar en comisaría veo a David y Juan Antonio, les grito pero no me oyen.

-Por favor, por favor, ese es mi novio, deje que vaya junto a él. Por favor.
-Lo siento señorita, primero tiene que declarar, después ya se reunirán. Venga conmigo.
-Me estoy haciendo pis desde hace mucho tiempo, necesito un aseo por favor.
-Sí, claro. La agente le acompañará.

Cuando he terminado me llevan a una salita en donde no paran de hacer preguntas. A todas contesto con la verdad. Sí, robé unos documentos, sí, Eduardo estaba haciendo chantaje con esos documentos.

Tras una hora más o menos por fin me dicen que me puedo ir. Me hacen firmar unos documentos y me dicen que no me vaya de la ciudad por si tengo que volver a declarar.

Entonces salgo de la sala y busco a David.

-¡David!

Veo que se gira, me ve y entonces observo su rostro, pálido, ojeroso, ha sufrido.

Viene hacia mí y nos abrazamos.

-Sandra, mi amor, perdóname, no tenía que haberte hecho pasar por todo esto. Por favor perdóname.
-No David, no tengo que perdonarte nada. Ha salido todo bien.
-Eduardo está detenido y no nos podrá hacer ya nada. Los documentos están bajo custodia y no saldrán a la luz.

Viene junto a nosotros Juan Antonio y nos abraza.

-Vamos chicos, ya está todo. Vámonos a casa.

DAVID

Llegamos a casa de mamá. Juan Antonio piensa que es mejor que estemos en familia estos primeros días. Me ha dicho que no vaya al trabajo no vaya a ser que haya algún reportero por ahí preguntando.

He llamado a Berta y le he dicho que me tengo que coger unos días y ya ha arreglado mi agenda así que soy libre para consolar y amar a Sandra. Voy a decirle que quiero que se case conmigo. No hay prueba de amor más grande que todo lo que ha hecho esta mujer por mí y yo también se lo tengo que demostrar.

-¡David! ¿Estás bien cariño?
-Sí, mamá. A mí no me ha pasado nada. Ha sido todo a Sandra. A la que han secuestrado es a ella.
-Sandra, ¿estás bien?
-Sí, Matilde, gracias.
-Ya me ha dicho Juan Antonio todo lo que has hecho por David, por nosotros. No sabes cuánto te lo agradezco. Me equivoqué contigo y te pido disculpas de corazón.
-No hace falta, de verdad, yo quiero a su hijo por encima de cualquier persona o cosa de este mundo. Sólo vivo por hacerle feliz. De verdad, Matilde, no hace falta que me pida perdón. Por David haría cualquier cosa, lo que me pida.
-Ya lo he visto, ya lo he visto.

Y se va para dentro como absorta en sus propios pensamientos. Creo que está llorando.

-Vamos para dentro- dice Juan Antonio.
-¿Quieres algo fuerte?- le pregunta Juan Antonio a David
-Sí, ponme un whisky
-Yo también quiero- dice Sandra.

La verdad es que no me extraña nada. La pobre ha tenido que pasar por un infierno.

-Dime lo que pasó.
-Prefiero no decírtelo. Quiero borrarlo de mi mente.
-¿Estás segura? Si tienes que desahogarte, ya sabes que soy tu hombro en el que llorar. Quiero ayudarte. Por favor déjame que lo haga.
-Es que no estoy preparada. De verdad. Por ahora déjame que lo olvide. Cuando esté preparada, te lo contaré, lo prometo.
-¿Seguro?
-Sí, seguro.
-¿Sabéis cómo han conseguido dar con él. Con el escondite?- pregunta Sandra.
-Por lo visto tenía habilitado el GPS del móvil y sólo han tenido que hacer una búsqueda. Es un error muy infantil. Está claro que el tema le estaba superando.

Tras un tiempo los tres en el salón de casa, cada uno con sus propios pensamientos, Juan Antonio decide marcharse, no sin antes asegurarse de que Sandra está bien.

-Mañana os llamo a ver qué tal habéis pasado la noche.

-Vale Juan Antonio, hasta mañana
-Hasta mañana- dice Sandra.

Lo dos nos quedamos solos en el salón de la casa de mi madre. Estamos acurrucados en el sofá, pensando. Decido que es el momento.

-Quiero decirte algo- le digo a Sandra, moviéndome un poco para que estemos cara a cara.
-Dime
-Cuando entraste en mi vida, fue como un huracán. Yo tenía una vida tranquila, hacía lo que me gustaba y te conocí. Esa primera noche que estuvimos juntos fue un punto y a aparte en mi vida. En ese momento yo ya me había enamorado de ti. Después me tuve que ir, y tú me buscaste. Nunca me lo imaginé la verdad. Yo tenía intención de ponerme en contacto contigo después de unos días en Madrid pero tú sentías lo mismo que yo y no pudiste esperar.

En ese momento, Sandra abre la boca para decir algo

-No, espera, déjame terminar por favor

Ella asiente.

-Hemos pasado por mucho y lo hemos hecho juntos. Llevamos seis meses en los que no hemos dejado de vernos ni un solo día. Prácticamente todas las noches nos amamos. Has aceptado de mí una situación que, la verdad, no creo que muchas mujeres hubieran aceptado. Te quiero. Lo sabes. No puedo vivir sin ti. Me has demostrado que me quieres. No tengo ninguna duda y sólo sé que quiero que estemos juntos todos los días de nuestra vida. Por ello, te pido por favor que consideres ser mi mujer. A todos los efectos.










Capítulo veintiocho

SANDRA

-¿Me estás pidiendo que me case contigo?
-Sí
-David, yo te quiero. Eso lo sabes pero casarnos, eso es un paso muy grande y muy definitivo. ¿Crees que no te cansarás de mí?, ¿Cómo sabes que será para siempre? Para siempre es mucho tiempo.
-Sandra, te quiero. La gente cuando se quiere, se casa. ¿Qué me gustaría? Pues dentro de diez años, me gustaría vivir en una casa con dos o tres niños, un par de perros y contigo a mi lado. Eso es lo que quiero. Dentro de 25 años me gustaría vivir en la misma casa con más perros y además de nuestros hijos con nuestros nietos pero sobre todo contigo a mi lado. Y después me gustaría ser un jubilado ochentón que va a pasar los inviernos a la playa para no tener que soportar el frío en mis huesos que ya estarán bastante cascados pero sobre todo quiero que esos días sean junto a ti. Eso es lo que quiero. ¿Tú no?.
-Sí. Es lo que yo quiero también. Me casaré contigo.
-No llores mi amor, por favor, no puedo verte llorar.
-Es de felicidad
-Aunque sea de felicidad, no me gusta verte llorar, me parte el corazón. Ven, vamos a mi cuatro. Quiero amarte como nunca.

David coge mi mano y nos vamos a su habitación. Ha sido un día largo, la verdad es que estoy molida. No sé si voy a poder reaccionar como él se merece pero no quiero que se sienta rechazado por que yo sólo quiera dormir.

-Te importa que me dé un baño antes. Necesito relajarme un poco, aún estoy tensa.
-Claro cariño, te voy a preparar un baño calentito.
-Gracias mi amor.

Estoy bastante descolocada. Quiero a David por encima de todo pero nunca hubiera imaginado que me pidiera matrimonio. Sé que estamos bien, hemos pasado por muchas cosas juntos. No creo que cualquier pareja normal pase por cosas como éstas todos los días pero nosotros llevamos seis meses toreando situaciones complicadas, situaciones de película pero al final hemos salido vencedores. Nuestro amor se ha fortalecido. Quiero pensar que todo saldrá bien porque el amor puede con todo pero la verdad es que estoy muerta de miedo. No sé si estaré a la altura de ser la señora de David Sansano Presidente de Ecotex.

-Ven Sandra que el baño ya está- oigo que me dice David.
-Voy

Llego al baño y David se ha encargado de encender unas cuantas velas por toda la estancia. Hay pétalos de rosas en el agua de la bañera. Sale un perfume excepcional. Es maravilloso.

-Ven cariño, yo te ayudo- me dice David tendiendo su mano para ayudarme.

Me desvisto deprisa y le doy mi mano. Me ayuda a entrar en la bañera.
-¿Te importa que te acompañe?
-No. Quiero que estés tú también. Estarás cansado.
-No estoy cansado. Estoy relajado, todo lo importante ya ha pasado y ahora sólo estoy por y para ti. Eso es lo más importante.

David se desnuda también. Por muchas veces que le vea desnudo nunca podré superar la sensación que me causa. Ese cuerpo es mi perdición. Por muy cansada que esté, siempre me pone a cien.

-Estás muy bueno
-Gracias, tú tampoco estás nada mal
-Siempre me pones a cien, ahora mismo estoy reventada, cansadísima y simplemente verte así, desnudo me ha quitado todo el cansancio que llevaba encima.
-Tú me haces lo mismo. Aparta que quiero ponerme detrás de ti para que descanses sobre mí.

Me muevo un poco y David se pone detrás de mí. Recuesto mi cabeza en su pecho. Me toca el pelo. Me besa el cuello. Me quiere, lo sé.

-Si hace seis meses alguien me llega a decir que hoy estaría aquí contigo y hablando de nuestra boda y habiendo pasado todo lo que hemos pasado, nunca lo hubiera creído.
-Lo sé David, a mí me pasa lo mismo. Sólo sé que quiero estar junto a ti.
-Yo también mi amor.

Me doy la vuelta para darle un beso y me pongo de rodillas en la bañera. Nos besamos de forma apasionada. Con ardor, salvajemente. Me pongo encima de David a horcajadas. Su pene está muy erecto. Lo quiero dentro de mí. Me coloco y bajo poco a poco. Qué sensación más maravillosa. Nos movemos, nos buscamos, nos besamos, nos acariciamos, nos corremos.

-Te quiero tanto Sandra. Eres el amor de mi vida.
-Yo también te quiero y sé que lo sabes.
-Sí. No lo dudo. Ven, vamos a la cama.

Me ayuda a salir de la bañera y con delicadeza me seca. Pasa la toalla por todos mis recovecos. Su tacto es suave.

Cuando estoy sentada sobre la cama, David saca un pequeño estuche de uno de los bolsillos de su chaqueta y me dice

-Toma, esto es para ti
Abro el estuche y me encuentro con el anillo de compromiso más bonito y original que he visto en mi vida.

-¿Esto es lo que creo que es?
-Sí- David coge mi mano y arrodillándose coge el anillo y lo pone en mi dedo.

Nos besamos y entonces me tumba en la cama y empieza a besarme con pequeños besos que recorren toda mi piel. Empieza por los dedos de mis pies y va subiendo, poco a poco hasta que llega a mis ojos. Besa mis párpados y mi pelo. No puedo más, le cojo la cara entre mis manos y devoro su boca. Nuestras lenguas se mezclan y buscamos todos los escondrijos de cada una. Nos amamos otra vez más con locura durante horas hasta que ya no podemos más y finalmente nos quedamos dormidos el uno en los brazos del otro.




DAVID

Me despierto y Sandra aún está dormida. Le dejaré dormir porque lo que pasó ayer fue muy difícil y lo de anoche también la habrá dejado exhausta. Me bajo a desayunar y encuentro a mi madre.

-Hola mamá.
-Buenos días cariño. ¿Has dormido bien?
-Sí mamá. Creo que nunca antes he dormido mejor. Por fin todo se ha acabado.
-Sí, por fin. Ahora tienes que dedicar todo tu tiempo a la empresa, ya lo sabes.
-Sí mamá lo sé. Anoche le pedí a Sandra matrimonio y ella aceptó.

Mi madre se queda mirándome un rato. No tenía intención de decírselo pero no lo he podido resistir. Quiero que todo el mundo lo sepa y lo lógico es que sea ella la primera.

-¿No dices nada?
-Es que me ha sorprendido, sólo eso. La verdad es que es normal. Lleváis un tiempo juntos, si os queréis y os compenetráis, lo lógico es que os caséis. Desde luego ella te quiere, y para mí eso es lo más importante.
-Sí ella me quiere y yo a ella. Es lo único importante. Además, ¿no me decías hace poco que te encantaría tener nietos?
-Sí es verdad ¿es que ya..?
-No, aún no. Tranquila. Seremos tradicionales, primero la boda y después los hijos. No quiero hacerte pasar por el trago de hacerlo al revés.
-Uf. Menos mal. Gracias hijo. Sabes que significa mucho para mí.
-Ay mamá. ¿Es que nunca cambiarás?
-Cariño, soy de la vieja escuela.
-Ya lo sé. Anda, vamos a desayunar.

Mi madre y yo desayunamos juntos, hacía años que no lo hacíamos de esta forma tan distendida. Cuando volví a Madrid y me quedé en su casa al morir mi padre, siempre me estaba dando la lata para que me quedara y la verdad es que quería pasar poco tiempo en la casa porque mi madre era muy pesada con el tema. Ahora es un gusto hablar con ella. Ha aceptado a Sandra y todo va a ir bien. Lo presiento. Nos casaremos, tendremos hijos y luego nietos y envejeceremos juntos los dos.

Epílogo

Cuatro meses después de que David declarase su amor por Sandra y le pidiera matrimonio, la pareja se casó por lo civil, casi dándole un soponcio a Matilde la madre de David.

Los padres de Sandra también acudieron a la boda. Estaban muy felices porque su hija por fin era feliz.

Los amigos de los novios asistieron a la boda, todos contentos, algunos más que otros, por el alcohol servido en la cena posterior y finalmente tras un largo día, los novios se marcharon de luna de miel… pero esa es otra historia.






                                                                  F I N

No hay comentarios:

Publicar un comentario