Capítulo
veintisiete
SANDRA
No sé cuánto
tiempo ha pasado, sólo sé que me estoy haciendo pis y que tengo mucha sed. No
consigo ver si hay algún cubo o algo donde pueda hacer mis necesidades, tampoco
veo si hay algo para comer o beber. Está todo muy oscuro.
Oigo voces.
Alguien debe estar ayudando a Eduardo. Le oigo discutir, Dios, son tiros. ¿Pero
qué narices está pasando?. De repente se abre la puerta y entra una gran
cantidad de luz que me deslumbra.
-Policía, ¿se
encuentra usted bien?
-¿Qué?
-Señorita
somos la policía, ¿se encuentra usted bien, tiene alguna herida?
-No, estoy
bien. Gracias.
-Venga por
aquí, que tenemos a los del SAMU para que le hagan una revisión.
-¿Cuánto
tiempo he pasado aquí?
-Sólo unas
horas, no se preocupe. Si todo está bien le llevaremos a comisaría para que
pueda declarar y reunirse con su familia.
Me llevan a
la ambulancia del SAMUR y me hacen un reconocimiento general. Por lo visto
estoy bastante bien y me dan el alta. Me llevan a comisaría para que pueda
declarar.
Al entrar en
comisaría veo a David y Juan Antonio, les grito pero no me oyen.
-Por favor,
por favor, ese es mi novio, deje que vaya junto a él. Por favor.
-Lo siento
señorita, primero tiene que declarar, después ya se reunirán. Venga conmigo.
-Me estoy
haciendo pis desde hace mucho tiempo, necesito un aseo por favor.
-Sí, claro.
La agente le acompañará.
Cuando he
terminado me llevan a una salita en donde no paran de hacer preguntas. A todas
contesto con la verdad. Sí, robé unos documentos, sí, Eduardo estaba haciendo
chantaje con esos documentos.
Tras una hora
más o menos por fin me dicen que me puedo ir. Me hacen firmar unos documentos y
me dicen que no me vaya de la ciudad por si tengo que volver a declarar.
Entonces salgo
de la sala y busco a David.
-¡David!
Veo que se
gira, me ve y entonces observo su rostro, pálido, ojeroso, ha sufrido.
Viene hacia
mí y nos abrazamos.
-Sandra, mi
amor, perdóname, no tenía que haberte hecho pasar por todo esto. Por favor
perdóname.
-No David, no
tengo que perdonarte nada. Ha salido todo bien.
-Eduardo está
detenido y no nos podrá hacer ya nada. Los documentos están bajo custodia y no
saldrán a la luz.
Viene junto a
nosotros Juan Antonio y nos abraza.
-Vamos
chicos, ya está todo. Vámonos a casa.
DAVID
Llegamos a
casa de mamá. Juan Antonio piensa que es mejor que estemos en familia estos
primeros días. Me ha dicho que no vaya al trabajo no vaya a ser que haya algún
reportero por ahí preguntando.
He llamado a
Berta y le he dicho que me tengo que coger unos días y ya ha arreglado mi
agenda así que soy libre para consolar y amar a Sandra. Voy a decirle que
quiero que se case conmigo. No hay prueba de amor más grande que todo lo que ha
hecho esta mujer por mí y yo también se lo tengo que demostrar.
-¡David!
¿Estás bien cariño?
-Sí, mamá. A
mí no me ha pasado nada. Ha sido todo a Sandra. A la que han secuestrado es a
ella.
-Sandra,
¿estás bien?
-Sí, Matilde,
gracias.
-Ya me ha
dicho Juan Antonio todo lo que has hecho por David, por nosotros. No sabes
cuánto te lo agradezco. Me equivoqué contigo y te pido disculpas de corazón.
-No hace
falta, de verdad, yo quiero a su hijo por encima de cualquier persona o cosa de
este mundo. Sólo vivo por hacerle feliz. De verdad, Matilde, no hace falta que
me pida perdón. Por David haría cualquier cosa, lo que me pida.
-Ya lo he
visto, ya lo he visto.
Y se va para
dentro como absorta en sus propios pensamientos. Creo que está llorando.
-Vamos para
dentro- dice Juan Antonio.
-¿Quieres
algo fuerte?- le pregunta Juan Antonio a David
-Sí, ponme un
whisky
-Yo también
quiero- dice Sandra.
La verdad es
que no me extraña nada. La pobre ha tenido que pasar por un infierno.
-Dime lo que
pasó.
-Prefiero no
decírtelo. Quiero borrarlo de mi mente.
-¿Estás segura?
Si tienes que desahogarte, ya sabes que soy tu hombro en el que llorar. Quiero
ayudarte. Por favor déjame que lo haga.
-Es que no
estoy preparada. De verdad. Por ahora déjame que lo olvide. Cuando esté
preparada, te lo contaré, lo prometo.
-¿Seguro?
-Sí, seguro.
-¿Sabéis cómo
han conseguido dar con él. Con el escondite?- pregunta Sandra.
-Por lo visto
tenía habilitado el GPS del móvil y sólo han tenido que hacer una búsqueda. Es
un error muy infantil. Está claro que el tema le estaba superando.
Tras un tiempo
los tres en el salón de casa, cada uno con sus propios pensamientos, Juan
Antonio decide marcharse, no sin antes asegurarse de que Sandra está bien.
-Mañana os
llamo a ver qué tal habéis pasado la noche.
-Vale Juan
Antonio, hasta mañana
-Hasta mañana-
dice Sandra.
Lo dos nos
quedamos solos en el salón de la casa de mi madre. Estamos acurrucados en el
sofá, pensando. Decido que es el momento.
-Quiero
decirte algo- le digo a Sandra, moviéndome un poco para que estemos cara a
cara.
-Dime
-Cuando entraste
en mi vida, fue como un huracán. Yo tenía una vida tranquila, hacía lo que me
gustaba y te conocí. Esa primera noche que estuvimos juntos fue un punto y a
aparte en mi vida. En ese momento yo ya me había enamorado de ti. Después me
tuve que ir, y tú me buscaste. Nunca me lo imaginé la verdad. Yo tenía
intención de ponerme en contacto contigo después de unos días en Madrid pero tú
sentías lo mismo que yo y no pudiste esperar.
En ese
momento, Sandra abre la boca para decir algo
-No, espera,
déjame terminar por favor
Ella asiente.
-Hemos pasado
por mucho y lo hemos hecho juntos. Llevamos seis meses en los que no hemos
dejado de vernos ni un solo día. Prácticamente todas las noches nos amamos. Has
aceptado de mí una situación que, la verdad, no creo que muchas mujeres
hubieran aceptado. Te quiero. Lo sabes. No puedo vivir sin ti. Me has
demostrado que me quieres. No tengo ninguna duda y sólo sé que quiero que
estemos juntos todos los días de nuestra vida. Por ello, te pido por favor que
consideres ser mi mujer. A todos los efectos.
Capítulo
veintiocho
SANDRA
-¿Me estás
pidiendo que me case contigo?
-Sí
-David, yo te
quiero. Eso lo sabes pero casarnos, eso es un paso muy grande y muy definitivo.
¿Crees que no te cansarás de mí?, ¿Cómo sabes que será para siempre? Para
siempre es mucho tiempo.
-Sandra, te
quiero. La gente cuando se quiere, se casa. ¿Qué me gustaría? Pues dentro de
diez años, me gustaría vivir en una casa con dos o tres niños, un par de perros
y contigo a mi lado. Eso es lo que quiero. Dentro de 25 años me gustaría vivir
en la misma casa con más perros y además de nuestros hijos con nuestros nietos
pero sobre todo contigo a mi lado. Y después me gustaría ser un jubilado
ochentón que va a pasar los inviernos a la playa para no tener que soportar el
frío en mis huesos que ya estarán bastante cascados pero sobre todo quiero que
esos días sean junto a ti. Eso es lo que quiero. ¿Tú no?.
-Sí. Es lo
que yo quiero también. Me casaré contigo.
-No llores mi
amor, por favor, no puedo verte llorar.
-Es de
felicidad
-Aunque sea
de felicidad, no me gusta verte llorar, me parte el corazón. Ven, vamos a mi
cuatro. Quiero amarte como nunca.
David coge mi
mano y nos vamos a su habitación. Ha sido un día largo, la verdad es que estoy
molida. No sé si voy a poder reaccionar como él se merece pero no quiero que se
sienta rechazado por que yo sólo quiera dormir.
-Te importa
que me dé un baño antes. Necesito relajarme un poco, aún estoy tensa.
-Claro
cariño, te voy a preparar un baño calentito.
-Gracias mi
amor.
Estoy
bastante descolocada. Quiero a David por encima de todo pero nunca hubiera
imaginado que me pidiera matrimonio. Sé que estamos bien, hemos pasado por muchas
cosas juntos. No creo que cualquier pareja normal pase por cosas como éstas
todos los días pero nosotros llevamos seis meses toreando situaciones
complicadas, situaciones de película pero al final hemos salido vencedores.
Nuestro amor se ha fortalecido. Quiero pensar que todo saldrá bien porque el
amor puede con todo pero la verdad es que estoy muerta de miedo. No sé si
estaré a la altura de ser la señora de David Sansano Presidente de Ecotex.
-Ven Sandra
que el baño ya está- oigo que me dice David.
-Voy
Llego al baño
y David se ha encargado de encender unas cuantas velas por toda la estancia.
Hay pétalos de rosas en el agua de la bañera. Sale un perfume excepcional. Es
maravilloso.
-Ven cariño,
yo te ayudo- me dice David tendiendo su mano para ayudarme.
Me desvisto
deprisa y le doy mi mano. Me ayuda a entrar en la bañera.
-¿Te importa
que te acompañe?
-No. Quiero
que estés tú también. Estarás cansado.
-No estoy
cansado. Estoy relajado, todo lo importante ya ha pasado y ahora sólo estoy por
y para ti. Eso es lo más importante.
David se
desnuda también. Por muchas veces que le vea desnudo nunca podré superar la
sensación que me causa. Ese cuerpo es mi perdición. Por muy cansada que esté,
siempre me pone a cien.
-Estás muy
bueno
-Gracias, tú
tampoco estás nada mal
-Siempre me
pones a cien, ahora mismo estoy reventada, cansadísima y simplemente verte así,
desnudo me ha quitado todo el cansancio que llevaba encima.
-Tú me haces
lo mismo. Aparta que quiero ponerme detrás de ti para que descanses sobre mí.
Me muevo un
poco y David se pone detrás de mí. Recuesto mi cabeza en su pecho. Me toca el
pelo. Me besa el cuello. Me quiere, lo sé.
-Si hace seis
meses alguien me llega a decir que hoy estaría aquí contigo y hablando de
nuestra boda y habiendo pasado todo lo que hemos pasado, nunca lo hubiera
creído.
-Lo sé David,
a mí me pasa lo mismo. Sólo sé que quiero estar junto a ti.
-Yo también
mi amor.
Me doy la
vuelta para darle un beso y me pongo de rodillas en la bañera. Nos besamos de
forma apasionada. Con ardor, salvajemente. Me pongo encima de David a
horcajadas. Su pene está muy erecto. Lo quiero dentro de mí. Me coloco y bajo
poco a poco. Qué sensación más maravillosa. Nos movemos, nos buscamos, nos
besamos, nos acariciamos, nos corremos.
-Te quiero
tanto Sandra. Eres el amor de mi vida.
-Yo también
te quiero y sé que lo sabes.
-Sí. No lo
dudo. Ven, vamos a la cama.
Me ayuda a
salir de la bañera y con delicadeza me seca. Pasa la toalla por todos mis
recovecos. Su tacto es suave.
Cuando estoy
sentada sobre la cama, David saca un pequeño estuche de uno de los bolsillos de
su chaqueta y me dice
-Toma, esto
es para ti
Abro el
estuche y me encuentro con el anillo de compromiso más bonito y original que he
visto en mi vida.
-¿Esto es lo
que creo que es?
-Sí- David
coge mi mano y arrodillándose coge el anillo y lo pone en mi dedo.
Nos besamos y
entonces me tumba en la cama y empieza a besarme con pequeños besos que
recorren toda mi piel. Empieza por los dedos de mis pies y va subiendo, poco a
poco hasta que llega a mis ojos. Besa mis párpados y mi pelo. No puedo más, le
cojo la cara entre mis manos y devoro su boca. Nuestras lenguas se mezclan y
buscamos todos los escondrijos de cada una. Nos amamos otra vez más con locura
durante horas hasta que ya no podemos más y finalmente nos quedamos dormidos el
uno en los brazos del otro.
DAVID
Me despierto y
Sandra aún está dormida. Le dejaré dormir porque lo que pasó ayer fue muy
difícil y lo de anoche también la habrá dejado exhausta. Me bajo a desayunar y
encuentro a mi madre.
-Hola mamá.
-Buenos días
cariño. ¿Has dormido bien?
-Sí mamá.
Creo que nunca antes he dormido mejor. Por fin todo se ha acabado.
-Sí, por fin.
Ahora tienes que dedicar todo tu tiempo a la empresa, ya lo sabes.
-Sí mamá lo
sé. Anoche le pedí a Sandra matrimonio y ella aceptó.
Mi madre se
queda mirándome un rato. No tenía intención de decírselo pero no lo he podido
resistir. Quiero que todo el mundo lo sepa y lo lógico es que sea ella la
primera.
-¿No dices
nada?
-Es que me ha
sorprendido, sólo eso. La verdad es que es normal. Lleváis un tiempo juntos, si
os queréis y os compenetráis, lo lógico es que os caséis. Desde luego ella te
quiere, y para mí eso es lo más importante.
-Sí ella me
quiere y yo a ella. Es lo único importante. Además, ¿no me decías hace poco que
te encantaría tener nietos?
-Sí es verdad
¿es que ya..?
-No, aún no.
Tranquila. Seremos tradicionales, primero la boda y después los hijos. No
quiero hacerte pasar por el trago de hacerlo al revés.
-Uf. Menos
mal. Gracias hijo. Sabes que significa mucho para mí.
-Ay mamá. ¿Es
que nunca cambiarás?
-Cariño, soy
de la vieja escuela.
-Ya lo sé.
Anda, vamos a desayunar.
Mi madre y yo
desayunamos juntos, hacía años que no lo hacíamos de esta forma tan distendida.
Cuando volví a Madrid y me quedé en su casa al morir mi padre, siempre me
estaba dando la lata para que me quedara y la verdad es que quería pasar poco
tiempo en la casa porque mi madre era muy pesada con el tema. Ahora es un gusto
hablar con ella. Ha aceptado a Sandra y todo va a ir bien. Lo presiento. Nos
casaremos, tendremos hijos y luego nietos y envejeceremos juntos los dos.
Epílogo
Cuatro meses
después de que David declarase su amor por Sandra y le pidiera matrimonio, la
pareja se casó por lo civil, casi dándole un soponcio a Matilde la madre de
David.
Los padres de
Sandra también acudieron a la boda. Estaban muy felices porque su hija por fin
era feliz.
Los amigos de
los novios asistieron a la boda, todos contentos, algunos más que otros, por el
alcohol servido en la cena posterior y finalmente tras un largo día, los novios
se marcharon de luna de miel… pero esa es otra historia.
F I N
No hay comentarios:
Publicar un comentario