martes, 5 de agosto de 2014

Venganza en la sangre-quinta parte-

Capítulo trece

SANDRA

Es viernes por la mañana, está sonando el despertador. Me despierto y veo a David en la cama a mi lado. Tiene ojeras. No sé a qué hora habrá llegado anoche. Yo estaba muerta y necesitaba dormir.

David también abre los ojos.

-Hola princesa, ayer cuando llegué estabas frita.
-Sí, es mi primera semana de trabajo. La verdad es que estoy muerta y esta semana me toca trabajar el sábado.
-Sí, después iremos a comer con mamá.
-Tengo ganas de ver cómo me trata esta vez. ¡Arriba, que hay que ducharse y desayunar!

David se levanta no sin antes darme un beso en los labios.

Me voy a la cocina a preparar el desayuno. Yo no tengo que levantarme tan pronto pero no me importa. Me gusta saber que se va al trabajo bien desayunado.

Cuando aparece por la cocina ya está vestido con su traje impecable. Parece un Dios. Lo miro descaradamente.

-No me acostumbro de ver lo guapo que estás con traje. Bueno, de lo guapo que eres en general.
-Tú sí que eres guapa. ¡Tengo un hambre!
-¿Al final no cenaste? ¿Qué tal con los japoneses?
-Bien ya sabes, de aquí para allá. Ellos también estaban cansados y terminamos pronto relativamente.

Se sienta a la mesa y desayunamos. Cuando termina se pone la cazadora y coge el caso.

-Creí que irías al trabajo andando.
-Es que a estas horas la verdad es que no me apetece. No te preocupes, estaré bien. Llevo llevando moto desde los 16 años.
-Vale, descuida. Que tengas un buen día.
-Tú también. Te quiero.

Me da un beso y se va.

Aún tengo tiempo antes de empezar a prepararme para el trabajo. Me ducho tranquilamente, me visto y me maquillo. Intento hacerme algo con el pelo y la plancha. No me queda mal del todo. Estoy en casa un rato y calculando en tiempo, me voy al trabajo. Estos días he ido andando y la verdad es que no está lejos. Eso sí, voy con zapatos planos y en la tienda me los cambio. Luego llamaré a David.

DAVID

Llego a la oficina y abro el correo. Encuentro uno de un remitente desconocido. Es un vídeo. Lo abro, tenemos un buen antivirus, si fuera algo malo, lo habría rechazado.

Cuando veo lo que contiene, estallo de rabia. Es un vídeo de anoche. Tomado desde algún ángulo en la casa de Eduardo. Es explícito y se ve absolutamente todo lo que hicimos ayer.

Hay una nota adjunta.

-Esto es mi garantía. Ya te diré más adelante lo que quiero.

Mierda, Eduardo me está chantajeando. ¿Qué voy a hacer ahora?. No sólo Sandra, sino que mi madre también podría verlo. Seguro que quiere dinero. Tengo que hurgar un plan para desenmascararle. No sé si ir a la policía, no quiero que esto salga a la luz. Podría hundir a la empresa. Tengo que hablarlo con alguien pero no con Sandra. Hablaré con mi tío. Le llamo.

-Tío Julián. ¿Puedes venir a mi despacho? Necesito decirte algo.
-Claro, ahora voy.

Mi tío Julián enseguida se presenta en mi despacho.

-Dime, ¿Qué pasa?
-Tengo que contarte algo.

Se sienta en uno de los sillones que hay en frente de mi mesa.

Le cuento la historia, desde la Universidad, cuando descubrí las orgías, el sexo con hombres, con mujeres, todo lo que viví en esa época. Le cuento lo de Eduardo, lo que pasó en la fiesta y lo que pasó ayer y le muestro el vídeo.

-Ahora no sé que hacer.

Mi tío se me queda mirando con la cara desencajada.

-No podemos ir a la policía. Sería la ruina para la empresa- le digo.
-Mira, voy a llamar a Juan Antonio, que investigue, seguro que ese tipo tiene algo que esconder. Si es capaz de esto, habrá sido capaz de otras cosas y a Juan Antonio no se le escapa nada. Te mantendré informado. Cuando este tipo te diga lo que quiere, dímelo.

Se levanta y se va. Juan Antonio es nuestro jefe de seguridad, antes había sido policía y tiene contactos. Seguro que rastrean el correo y algo encontrarán. Me calmo un poco, por lo menos no nos vamos a quedar de brazos cruzados. Creo que debo decírselo a Sandra y a mi madre. Por si acaso, para que no las coja desprevenidas. Una cosa es un ataque personal, que puedo capear pero otra cosa más grave sería que afectara a la empresa. Eso sí que no lo podría soportar.

Supongo que se lo podré decir mañana en la comida en casa de mi madre.

Capítulo catorce

SANDRA

Estoy muy feliz en mi trabajo, ya es viernes. Mañana comemos con la madre de David de nuevo. David me vendrá a recoger a la tienda a las dos de la tarde y después iremos a su casa en la moto. Además luego tengo toda la tarde libre, el domingo y el lunes por la mañana. Lo voy a aprovechar para ir al médico de medicina general. Ya tengo cita.

Lo único que no me gusta es que casi ningún día como con David. Entre sus reuniones y mi trabajo, no coincidimos. Menos mal que está la noche, por lo  menos ahí nos vemos y hablamos. Últimamente le veo un poco apartado de mí pero supongo que será por lo de mi nuevo trabajo y por los negocios, con la que está cayendo es un milagro que su empresa aún esté a flote.

Es sábado por la mañana y queda poco para acabar la jornada laboral. He vendido bastante esta mañana, creo que ha sido el mejor día de toda la semana. A la gente le gusta comprar en sábado por lo visto. Claro, entre semana trabajan y sólo libran los fines de semana.

Son casi las dos de la tarde. David estará a punto de llegar.
Miro por el gran ventanal de la tienda y le veo acercarse en la moto. Lleva unos vaqueros negros y la cazadora de cuero que tanto me gusta. Está para comérselo.

Se quita el casco pero no baja de la moto. Parece un anuncio, ese pelo que le cae por la frente, esos ojos tan bonitos y esa boca esculpida, es que está tan bueno…. Y yo duermo con él…. Estoy feliz. No me lo hubiera imaginado.

Por fin se acaba el día. Recojo mis cosas y me marcho. Voy directamente hacia David.

-Hola guapo.
-Hola, preciosa ¿Qué tal el día? Mira que estás guapa Con el uniforme.
-¿Sólo con el uniforme?
-Ya sabes que no, me gustas estés como estés.
Me besa en los labios brevemente.
-Vamos, que estará mamá que trina, en casa siempre se come a las dos.
-Ya lo sé, pero ¿qué quieres que haga?, es mi horario.
-Ya cariño, mamá lo entiende, no te preocupes.

Vamos hacia la casa de la Moraleja y llegamos pronto, menos mal que vamos en moto, en coche hubiera sido imposible.

Nos bajamos de la moto y entramos a la casa cogidos de la mano. No sé de donde viene Rufo, saltando y corriendo. Se le pone de patas a David, que lo coge y lo manosea y lo besa.
-Rufo, amigo, cuánto te echo de menos.

Rufo se queda cerca de nosotros pero tras el primer saludo, se relaja y merodea por la casa a su aire. Ésta ya es su casa y se nota.

-David, Sandra, me alegro de que ya estéis aquí, vamos a comer que la comida está ya preparada.
-Claro, mamá- le dice David dándole un beso en la mejilla.

Caminamos hacia el comedor y nos sentamos. La comida está exquisita. La cocinera lo hace muy bien. Esto es vida, que te lo tengan todo hecho cuando llegas del trabajo. Maravilloso.

Terminamos de comer y pasamos al salón a tomar café.

Cuando ya nos han servido, David se aclara la garganta y comenta

-Tengo algo que deciros a las dos. Es algo muy fuerte e importante, así que por favor prestadme atención y no me interrumpáis hasta que haya terminado.

Las dos le miramos a la vez y nos quedamos muy pendientes de David.


DAVID

-Sandra ya lo sabe pero tú no mamá. Cuando estuve en la Universidad, me introduje en un mundo del que tú no estarías orgullosa.
-¿Drogas?
-No, drogas no mamá, sexo.
-¿Sexo?. No te entiendo.
- Sí mamá, sexo, desenfrenado y total. Hombres, mujeres, grupos….
-¿Hombres?
-Sí, también hombres.

La cara de mi madre es un poema. No se lo puede creer.

-Bueno hijo, no puedo entenderlo pero si es algo del pasado que querías compartir, te lo agradezco de corazón.
-Es que ahí no acaba la cosa. Lo que os voy a contar tampoco lo sabes tú, Sandra. Por favor no me juzguéis y sabed que os lo digo por lo que pueda pasar.
-Hijo, me estás asustando.
-No es para menos mamá.
-David, por favor, cuéntanos lo que tienes que contar. Estamos contigo.
-Gracias Sandra.
-Sandra ya sabe que en el pasado estuve con hombres. Ella dudó de que esa forma de vida la pudiera echar de menos. Le dije mil veces que no era así, que con ella tengo todo lo necesario para ser feliz. Pero el otro día ocurrió algo.

Sandra abre los ojos como platos.

-En la fiesta de la inauguración de la calle Hermosilla, cuando Eduardo y yo nos dimos la mano, surgió algo.
-¿Quién es Eduardo?
-Es la persona que le hizo la entrevista de trabajo a Sandra, mamá. Estaba en la tienda porque es uno de los socios.

Se me cae el alma a los pies por la expresión de la cara de Sandra, ¿es sufrimiento?, ¿es duda?, no lo sé pero no me gusta.

-Eduardo me hizo que le siguiera al baño y tuvimos un pequeño encuentro sexual.
-Por eso dijiste que te encontrabas  mal y que querías irte.
-Exacto.
-Bueno hijo, un pequeño contacto sexual tampoco es para tanto.
-Aún no he acabado mamá.
-Eduardo me dijo que si no me acostaba con él del todo, se lo diría a Sandra. Yo estaba fatal, por eso esos días no me levanté de la cama. Me sentía muy mal. No quería que ocurriese.

Empiezo a ver lágrimas correr por las mejillas de Sandra. Se me parte el corazón.

-Cuando volví al trabajo, recibí una llamada de Eduardo para que me citara con él. Fue el día que te dije que tenía que entretener a los Japoneses. Ese día me fui a su apartamento y tuvimos sexo. Varias veces. Yo fui a decirle que no quería hacerlo pero por mucho que mi mente se resistió, mi cuerpo no y sucumbí.
-Hijo, me has dejado de piedra.

Sandra no dice nada.

-¿Y qué tiene que ver esto conmigo?, David, seguro que es un tema que tienes que solucionar con Sandra.
-Aún no he terminado.
-Unos días después, recibí un correo con un vídeo de nuestro encuentro sexual. Por lo visto tiene cámaras en su casa y lo grabó todo. Incluía una nota diciendo que el vídeo era su garantía y que ya me diría lo que quiere.

-Ahora entiendes por qué estás tú aquí también, mamá. Esto puede explotar y afectar a la empresa.

Veo como la ira empieza a afectar a mi madre. Está roja como un tomate y antes de que pueda decirle más, estalla.

-Maldito seas tú y tu puta. Todo el esfuerzo de tantos años tirados a la mierda porque tu puta no puede satisfacerte. Sal de esta casa ahora mismo y no vuelvas nunca más.
-Mamá por favor, no es culpa de Sandra.
-¿Pues de quién si no? Ella es la que ha hecho que tú tengas que ir a buscar lo que no te daba en casa.. ¡Fuera, ahora mismo los dos!
-Mamá, por favor
-Ni mamá ni gaitas ¡Fuera!

Me agacho para cogerle la mano a Sandra para irnos y me la retira. Me mira aún sentada en el sofá. Sus ojos reflejan odio, temor, sufrimiento, no sé qué es pero no me gusta.

-Sandra, por favor, vámonos.

Se levanta despacio, como en una película. Coge sus cosas y se va para la puerta. Yo la sigo. Una vez en el garaje, le paso el caso y se lo pone. Me pongo yo el mío y nos montamos en la moto camino del piso.

No hablamos durante el trayecto. Cuando llegamos y aparco la moto, Sandra se baja rápido y sube por las escaleras. Abre la puerta, la deja abierta para que yo pase también. Por lo menos no me ha cerrado la puerta en las narices, a lo mejor aún hay algo de esperanza en nuestra relación.

La busco y la encuentro sentada al borde de la cama.

-No me vas a decir nada.
-Tú ya lo has dicho todo.
-No sé cómo explicarte lo que me pasó.
-No tienes por qué explicármelo. Me lo esperaba. Yo ya te dije que no podía satisfacer todas tus necesidades, no es eso lo que me desconcierta.
-¿Qué?. ¿no te importa que me haya acostado con un tío?
-Yo no he dicho eso, claro que me importa y me duele pero lo comprendo y no te lo echaré en cara. Pero me preocupan las consecuencias para ti y tu empresa. Lo que ha dicho tu madre, me ha dejado helada, ella sí que piensa que es mi culpa. Yo ya te avisé.

Me siento a su lado. No sé que decir.

-Se lo dije a mi tío. Estuvimos hablando con Juan Antonio y vamos a ver si podemos sacar algo de ese tío. Una persona tan joven y con una cadena de tiendas tiene que haber hecho algo en su vida de lo que no esté orgulloso. Juan Antonio lo encontrará.
-¿Quién es Juan Antonio?
-Es nuestro jefe de seguridad.
-Te recuerdo que tú también tienes una empresa y eres más joven que él. A lo mejor él también lo heredó y no tiene nada que esconder.
-Me extraña mucho. Una persona normal no pone cámaras para grabar un encuentro sexual. Yo desde luego no lo haría, por lo menos sin preguntarle a la otra persona si le importa y sólo lo usaría a nivel personal.
-Voy a perder mi trabajo.
-¿Por qué dices eso?
-Joder David, Eduardo es mi jefe. Si encontráis algo en su contra me despedirá. Y si no lo encontráis, ¿cómo crees que me sentiré yendo a trabajar todos los días sabiendo lo que ha hecho?
-No lo había pensado pero siempre puedes encontrar otra cosa.
-Me gusta mi trabajo. Ahora me pides que lo deje. ¿Cómo sé que no vas a caer en la tentación de nuevo? Te lo he dicho varias veces David, no soy lo que buscas. No te doy lo suficiente. Voy a tener que aprender a compartirte y no sé si seré capaz. Soy muy orgullosa y celosa, no creo que pueda.
-¿Por qué dices que me tienes que compartir?. No volverá a pasar.
-Perdona que te lo diga, pero no te creo. Confié en ti. Me dijiste que no me mentirías y a la primera de cambio, toma, en la frente. Me has defraudado.
-Lo sé y no sabes cuánto lo siento. Intenté resistirme pero no pude.
-¿Vas a volver a verle, vas a acostarte otra vez con él?. Espero por lo menos que os hayáis puesto preservativo.
-Sí, así fue y no me acostaré con él de nuevo. Nunca.
-No sé si creerte. Vas a tener que ganarte mi confianza de nuevo. Ya sabía yo que todo esto era demasiado bueno para ser real.
-Sandra, por favor, perdóname, yo te quiero a ti. El sentimiento que tengo por ti no es igual a nada que haya sentido nunca. Estoy destrozado por dentro por haber sucumbido, porque no pude ser fuerte y resistirme.
-¿Te gustó?
-No te puedo mentir más, sí, me gustó, me gustó mucho.

Sandra suelta un gemido de dolor que no pensaba pudiera nadie emitir. Es un dolor desgarrador. Empieza a llorar de forma incontrolable. Se tira en la cama. Intento acercarme a ella pero me rechaza.

-Por favor, ahora no, déjame, quiero estar sola.
-Bien, dormiré en el sofá esta noche. Mañana es domingo y hablaremos.
-Bien, ahora déjame. Sólo quiero meterme en la cama y llorar.
-¿Puedo hacer algo por ti?
-Ya has hecho suficiente. Déjame.

Salgo de la habitación y me voy al sofá. Intento pensar en cómo solucionar el tema en el que me he metido yo solo. No encuentro respuestas. Sólo veo algo de luz si Juan Antonio encuentra algo de Eduardo. Así podría pagarle con la misma moneda. Sé que si encuentra algo me llamará.

Me tumbo en el sofá absorto en mis pensamientos.

Capítulo quince

SANDRA
Lo sabía. Sabía que había algo. David no me había tocado desde hace días cuando antes era imposible pasar algunas horas sin hacer el amor. Sabía que había algo pero esto no lo había pensado.
Tampoco me ha cogido por sorpresa. La forma en la que se miraron los dos, el exceso de amabilidad de Eduardo estos días. Ahora todo encaja.
Hablaremos mañana, hoy ya no tengo fuerzas. Con estos pensamientos me duermo.

Me despierto de madrugada, no cené nada anoche, no sé si David cenaría algo pero ahora mismo es lo menos que me importa.
Me levanto y voy a la cocina a ver si hay algo para comer en la nevera. Paso por el salón y veo a David dormido en el sofá. Está soñando con algo porque no para de moverse.
Me acerco y le miro con detenimiento.
Yo quiero a este hombre, me ha hecho muy feliz pero ahora mismo me siento  muy desgraciada. Además todo es culpa mía, si no me hubiera empeñado en encontrar trabajo, jamás habría conocido a Eduardo. A quién quiero engañar. No, no es culpa mía. Si él estaba predispuesto a ello, lo habría hecho de todas formas, con Eduardo o con otro.
¿Soy capaz de compartir a este hombre?¿ Soy capaz de saber que ha estado con un hombre y esperarle en casa para después hacerme a mí el amor? No lo sé. En principio me repugna la idea pero sigo queriéndole. Además él me avisó y yo decidí seguir adelante. ¿Puedo luchar por esta relación?. Sigo  mirándole mientras me pregunto estas cosas. Voy a la cocina, cojo un yogurt para comérmelo sentada en la cocina. Oigo un grito desgarrador. Es David.

-No, por favor, no me dejes, yo te quiero. No me dejes. No sé qué hacer, ayúdame.

David está hablando pero está dormido. Parece una pesadilla.

-David, despierta, estás teniendo una pesadilla.

Lo cojo de los hombros y lo sacudo. Abre los ojos
-Sandra, estás aquí, he tenido un sueño horrible. ¿Qué hago en el sofá?. Oh, no, no fue un sueño, es real. Por favor no me dejes, te necesito. Yo solo no puedo con esto.
-David, estoy aquí. Tenemos que hablar. Tengo cosas que decirte.
-No me dejes. No puedo capear esto solo.
-David, escúchame. Yo te quiero. Esto no cambia mis sentimientos pero sí cambia mi perspectiva de vida contigo. No sé si seré capaz de esperar a que llegues a casa sabiendo que has estado con otro y cuando me quieras hacer el amor, no sé si podré aceptar que hayas estado dentro de un hombre y él dentro de ti. Antes te dije que no quería compartirte y es verdad. Yo quiero ser todo lo que necesitas y no sé cómo hacerlo.
-Ya eres todo lo que necesito.
-No vuelvas a decir eso porque es evidente que no es verdad. No me tomes por tonta.
-No te tomo por tonta. Si él no me hubiera insistido, no lo habría hecho. Yo fui a verle para decirle que no podía haber nada entre nosotros pero mi cuerpo sucumbió.
-Lo que significa que lo deseabas. Incluso me has dicho que lo disfrutaste.
-Sí
-¿Entonces qué tengo que esperar dr esta relación?. Tengo que aceptar que cada semana vas a irte con un tío para follártelo y luego volverás a casa como si nada. ¿Es eso verdad? ¿tengo que aceptarlo?
-No sé qué decirte. En todos estos años no me ha apetecido. Sólo fue al ver a Eduardo cuando me surgió esa necesidad. ¿No podemos dejar de hablar de ello?. ¿No podemos simplemente vivir el día a día?
-No lo sé David. Yo sólo sé que te quiero.

David se levanta y me abraza. Empieza a llorar.

-Perdóname, no te quería hacer daño. No paraba de pensar en lo que te estaba haciendo pero no podía parar, mi cuerpo lo deseaba.

Empieza a besarme. Hace días que no me ha hecho el amor y yo le deseo. No me puedo resistir. Le devuelvo el beso y eso parece que le enciende aún más. Su beso se hace más pasional. Noto su erección, también me desea. Me tumba en el sofá, me desnuda rápidamente y me penetra, sin preámbulos, de forma pasional y sin límites ni restricciones. Yo lo deseo así, que saque toda esa pasión conmigo porque yo se la devuelvo de la misma forma.

Menos mal que mis reglas son cortas.

Cuando terminamos, estamos los dos exhaustos, abrazados en el sofá. No hablamos porque nuestros cuerpos ya han hablado por nosotros. Es como si no hubiera ocurrido nada. La forma en la que estamos juntos es increíble, incluso en estas circunstancias. Nos volvemos a dormir abrazados, juntos en el sofá. Apenas hay sitio pero así estamos más juntos, piel con piel.

A la mañana siguiente, David está ya levantado cuando me despierto. Oigo trajinar en la cocina y me levanto a ver qué está haciendo.

-Buenos días- Viene y me da un beso en los labios.
-Te estaba haciendo el desayuno.
-Gracias, la verdad es que tengo hambre.
-Tortitas, con harina integral y sin azúcar.
-Gracias, me gustan mucho. ¿Sabes hacer tortitas?
-He vivido mucho tiempo solo, tuve que aprender. Anda siéntate que ya están hechas y te las sirvo.
-Vale, pero me voy a tomar la pastilla del desayuno.
-Mientras pongo la mesa.

Voy a la habitación y me tomo la pastilla del desayuno. David está muy servicial, demasiado. Parece como si no hubiera pasado nada.

Cuando vuelvo veo que ha puesto la mesa, incluso hay periódicos para leer. Ha debido de levantarse muy temprano.

-Siéntate que quiero servirte yo.
-Vale.

Me siento y disfruto del momento. ¿Por qué no puede ser siempre así?. Sólo los dos, juntos y nadie más. Ahora mismo me iría a vivir con David a una isla desierta para estar solamente él y yo.

DAVID

Me he levantado muy temprano, no podía dormir. Sandra esta en el sofá, respirando tranquilamente y profundamente dormida. Parece mentira con lo que le he hecho pasar. Me ha demostrado que me quiere. Anoche, bueno esta madrugada, ha respondido a mis caricias con igual pasión, me sigue queriendo, hasta me lo ha dicho. No la merezco, tengo que hacer que confíe en mí de nuevo. Lo voy a intentar con todas mis fuerzas.

Me he ido al kiosco a comprar los periódicos y después me he puesto a hacer el desayuno. Sé que le encantan las tortitas americanas y me salen de vicio así que me pongo a hacerlas porque llevan su trabajo ya que hay que hacer una a una. Cuando estoy terminando veo que viene a la cocina. Le sirvo el desayuno. Come con gana, claro, anoche no cenamos ninguno de los dos. Cuando terminamos de desayunar nos miramos.

-¿Esto es para compensar lo de ayer?
-No, esto es porque te quiero. Necesito que sepas que haré todo lo posible por hacerte feliz, empezando por darte de comer.
Sonríe, es la primera vez que sonríe en días.
-David, esto no es necesario. Yo sé que me quieres, anoche me lo demostraste, sé que me deseas pero no quiero volver a tocar el tema. Estoy cansada y sólo quiero pasar un domingo normal con mi chico.
-Claro mi amor, lo que tú quieras. ¿quieres pasar el domingo tirados en el sofá viendo la tele?
-Me parece una gran idea.
-Pues recojo y ya está.
-Te ayudo.
-No, quiero hacerlo yo solo. Tú ve al salón y mira a ver qué ponen.
-Vale.

Sandra va al salón mientras recojo la cocina y lavo los platos. Cuando termino me voy al salón. Sandra está acurrucada en el sofá con el mando en la mano zapeando. Me siento a su lado y recuesta su cabeza en mi hombro.

-No quiero discutir- me dice.
-Yo tampoco.
                                               
Permanecemos los dos juntos acurrucados pensando en nuestra cosas, ni siquiera le hacemos caso a la tele.
                                              
Suena el despertador, ya es lunes, toca currar. Abro los ojos y veo el panorama que tengo delante para hoy. Tendré una reunión con Juan Antonio y mi tío a ver si han sacado algo. Aún es pronto, apenas han pasado unos días pero tiene que estar ya trabajando sobre ello.

Me giro y veo a Sandra mirándome.

-¿Estabas pensando en lo que me espera hoy, verdad?
-Sí
-Te lo he visto en la mirada. ¿Quieres que vaya a verte después del médico? No entro a trabajar hasta por la tarde.
-Me encantaría. Hoy va a ser un día muy duro. Seguro que mamá ha hablado con mi tío Julián y le ha dicho que nos echó de casa el sábado.
-Pero tu tío ya lo sabe, él fue el primero al que llamaste para decírselo.
-Sí, si cuando le dije lo que había pasado, reaccionó muy bien, no me echó en cara nada y se puso manos a la obra.
-Se nota que él te quiere.
-Es mi padrino, su deber es cuidar de mí.
-Ja, ja, ya eres un poco mayor para que cuiden de ti.
-Yo quiero que tú cuides de mí, para siempre.
-¿David, por qué me dices esas cosas tan bonitas y luego haces lo otro? De verdad no te entiendo. Los hombres sois tan raros.
-¿Es que tus otras parejas fueron raras? Cuéntame.
-No tenemos tiempo ahora, yo no te he preguntado por las otras tías o tíos con los que has estado, ¿vale?
-Vale pero la conversación queda pendiente. Me voy a duchar.

Cuando salgo de la ducha huelo a desayuno. Tengo hambre. Devoro lo que me ha preparado Sandra y en menos tiempo del deseado estoy saliendo por la puerta.

-Luego te llamo- le digo.
-Vale.

Me voy al trabajo pensando en el día que tengo por delante. Va a ser difícil.
Cuando llego Berta me dice que mi tío Julián me está buscando. Voy a su despacho. Llamo a la puerta y entro.

-Hola, tío Julián. ¿Me buscabas?
-Buenos días David. Siéntate.

Me siento en uno de los sillones que hay frente a su mesa. Su despacho es muy parecido al mío.

-Bien, he estado todo el fin de semana con Juan Antonio. Hemos visto algunas formas en las que podemos proceder pero necesitamos antes saber qué es lo que quiere este tipo. ¿Te pondrías en contacto con él para preguntárselo?
-Claro, lo que haga falta. Supongo que podré localizar su número. Incluso a lo mejor está registrado en la centralita del otro día que llamó.
-Pues quiero que le llames, hoy mismo y le preguntes qué es lo que quiere. Necesitamos saber si es dinero u otra cosa.
-Vale, le llamaré a media mañana a ver si le puedo sonsacar algo pero no sé cómo proceder.
-Díselo claramente, que te tiene en ascuas y necesitas saber lo que quiere. Luego ya de ahí, tomamos nosotros el control. He hecho una búsqueda de información de este tipo y no es oro todo lo que reluce pero por ahora no te quiero adelantar nada. Juan Antonio es muy profesional.
-De eso no tengo dudas, si trabaja para ti seguro que es un buen profesional.
-Te recuerdo que el que firma los cheques eres tú no yo.
-Ya sabes lo que quería decir.
-Sí ya lo sé pero aún pienso que no has aceptado que todo esto es tuyo.
-Poco a poco tío, dame tiempo por favor.
-El que necesites, ya lo sabes.

Me levanto para irme.

-Gracias tío, de verdad no sé qué haría si no estuvieras aquí.
-Algo se te ocurriría, seguro. Hasta luego y mantenme informado.
-Claro, hasta luego.

Salgo del despacho y me voy al mío. Tengo una videoconferencia en apenas 15 minutos y tengo que repasar el papeleo. Después llamaré a Eduardo.

Cuando llego a mi despacho le digo a Berta que mire a ver si ha quedado registrado el número desde donde llamó Eduardo. Me dice que lo va a buscar y si está que me lo pasa.

En pocos minutos tengo a Berta en el despacho.

-Aquí lo tiene, estaba registrado. No he tenido problemas. ¿Quiere que le llame?.
-No gracias Berta. Ya le llamaré yo después de la vídeo conferencia.
-¿Algo más señor?
-No gracias Berta. ¿Tengo que decirte otra vez que no me llames señor?
-Lo siento, es la costumbre, así llamaba siempre a su padre.
-Lo sé Berta, pero aunque sólo sea por la edad.
-Vale David, lo intentaré pero no prometo nada.

Y sale del despacho. La verdad es que mi padre consiguió un buen equipo humano para trabajar en la empresa. Sabía juzgar muy bien a la gente.

Al terminar la videoconferencia sé que tengo que llamar a Eduardo y cuanto antes lo haga mejor.

-Berta, no me interrumpas en los próximos 10 minutos, tengo que hacer una llamada muy importante y no quiero distracciones.
-Descuide David.

Cojo el teléfono y marco el número que me ha dado Berta.

-David, qué alegría
-¿Tienes mi número grabado verdad..?
-Claro, ¿qué quieres, ya me echas de menos y quieres hacerlo otra vez?
-Quiero que me digas lo que quieres para acabar una vez y por todas con este tema y quiero que me des el original del vídeo.
-Vamos por partes, ya te dije que ya te lo diría y el original del vídeo está a buen recaudo. Ya te lo daré cuando todo esto termine.
-Necesito que me digas lo que quieres, ¿es dinero?
-Precisamente dinero no es, de eso ya tengo.
-Pero podrías tener más.
-No quiero más dinero. Tengo suficiente. Aún no sé lo que me vas a tener que dar. Estoy esperando mi oportunidad y ya te lo diré cuando surja.
-No me puedes tener así. Necesito saberlo.
-Pues te vas a quedar con las ganas porque ni yo mismo lo sé aún. ¿O quieres venir a mi casa a discutirlo?
-No quiero volver a verte.
-Ves, justamente son cosas como esas las que me echan para atrás. Si nos lo pasamos estupendamente, ¿por qué no repetir? Sé que lo estás deseando.
-No sigas por ahí Eduardo, no es verdad. Sólo quiero que me digas qué persigues.
-Estaba pensando en enviar el vídeo a alguna revista o algún programa de esos del corazón, pixelando mi imagen claro.
-Eres un hijo de puta, harías mucho daño a mucha gente.
-De eso se trata chaval. Quiero hacerte daño a ti y a tu familia. ¿Aún no te has enterado que todo esto es por venganza?
-Venganza, ¿qué te he hecho yo?
-Directamente tú nada pero tu madre y tu padre sí. A ver si tienes huevos de averiguarlo, pregúntaselo a tu madre. Dile que soy Eduardo Cruz Sarmiento a ver qué te dice.

Al decir estas palabras Eduardo cuelga. Venganza, no sé si es peor que pedir dinero. Se lo tengo que decir a mi tío.

Voy al despacho de mi tío Julián. Toco en la puerta y entro. Está al teléfono con alguien.

-Mira, justo acaba de entrar por la puerta, espera un momento.
-Es Juan Antonio- y pone el teléfono en manos libres.
-Ya sé lo que quiere Eduardo, bueno no exactamente pero sí por qué lo hace. Dice que es por venganza, que le diga a mi madre que es Eduardo Cruz Sarmiento y que se quiere vengar de mi padre y de mi madre. ¿Sabéis quién es?
-Me suena el nombre- dice mi tío.
-Juan Antonio, comprueba el nombre en la base de datos a ver si es algún ex empleado o algo. Con estos datos ya tienes para trabajar.
Mi tío cuelga el teléfono.
-¿De qué te puede sonar el nombre, tío?
-Ahora mismo no lo sé pero seguro que Juan Antonio lo encuentra.
-Llama a mi madre y pregúntale por el nombre, a ver si le suena.

Mi tío Julián coge el teléfono y marca el número de mi madre. Pone el manos libres.

-Hola Matilde. ¿Conoces a Eduardo Cruz Sarmiento?
-Así sin pensar, la verdad es que no. ¿Por qué?
-Pues es la persona que está chantajeando a David. Dice que te conoce a ti y que conocía al David padre y que todo esto es por venganza.

Se oye a mi madre suspirar.

-Pues ahora mismo no caigo pero si quieres intento hacer memoria. ¿habéis mirado si es un antiguo empleado o tiene algo que ver con la empresa?
-Está Juan Antonio en ello. Seguro que encuentra algo.
-Seguro que sí. Es bueno en su trabajo.
-¿Sabes donde está David?
-Estoy aquí mamá.
-David, discúlpame. Siento mucho haberte tratado así el otro día. Me pilló todo de sorpresa y reaccioné muy mal. Perdóname. Tú sabes que te quiero.
-Sí mamá, ya lo sé, no tengo que perdonarte nada.
-Y Sandra, ¿se ha ido ya?
-No, ¿Por qué se tendría que ir?
-Hijo, por lo que tú ya sabes, vamos lo de acostarse con otro, la verdad es que yo no lo hubiera aguantado.
-Mamá, Sandra ya sabía que era así. No me ha dejado, incluso me ha dicho que no me lo echa en cara.
-Esa niña me sorprende tanto.
-Es que ella me quiere de verdad.
-Ya, no paras de decírmelo. Al final me lo creeré y todo. Bueno, Julián si se me ocurre algo, ya te llamo vale.
-Claro Matilde, hasta luego.
-Adiós mamá.
-Adiós.
-Pues ahora toca esperar. Mira a ver si fue un compañero de la Universidad o algo. ¿Tienes la orla o algo donde poder ver los nombres de los alumnos?
-No pero lo puedo encontrar. Seguro en la web de la universidad habrá algo sobre antiguos alumnos. Lo miro. Ya te digo algo tío pero de todas formas me ha dicho que en contra mío concretamente no tiene nada.
-Hasta luego

Salgo del despacho de mi tío y en vez de ir al mío subo hasta arriba a la biblioteca.

Me paso un par de horas mirando Internet, introduciendo el nombre de Eduardo y comprobando la página web de la Universidad. No encuentro nada.

A la hora de comer llamo a Sandra.

-Hola guapa.
-¿Qué tal, cómo te ha ido la mañana?
-Uf, he hablado con Eduardo y me ha dicho que todo esto es por venganza. Resulta que conocía a mis padres y por lo visto tiene algo contra ellos. Todo el mundo está buscando el qué, incluso mi madre.
-Osea que no es una cosa tuya personal, sino contra la empresa.
-Concretamente contra mis padres. He hablado con mi madre y no sabe quien es, no se acuerda del nombre.
-De todas formas, Eduardo tiene pocos años más que tú, ¿Puede ser que fuera por sus padres.? Piénsalo. Si no ha sido empleado o proveedor, ¿cómo narices conoce a tus padres?. Ahora si es algo de los suyos, podrían haber sido compañeros de tus padres, tendrían la misma edad más o menos.
-Pues tienes razón. No habíamos pensado eso. Se lo voy a decir a mi tío Julián. Eres la mejor. Sabes, mi madre me ha pedido perdón por lo del otro día.
-No me extraña, ella te quiere y todos los que te queremos te lo perdonamos todo. Eres muy importante para nosotros, tu madre, tu tío y también para mí.
-Sabes que te quiero.
-Sí, lo sé. Y yo no puedo dejar de quererte.
-¿Comemos juntos?
-Me encantaría. Pasas a por mí. No entro a trabajar hasta por la tarde.
-Paso por el piso, comemos y echamos una siesta. ¿qué te parece?
-Mientras no durmamos, me parece bien.
-Guapa, luego nos vemos.
-Espero impaciente.
-Un beso, adiós.
-Adiós.

Llamo a mi madre para decirle lo que me ha dicho Sandra.

-Mamá, he hablado con Sandra sobre lo de Eduardo y me ha abierto los ojos de otra posibilidad.
-Dime, cariño.
-Me ha dicho que ya que Eduardo es poco más mayor que yo, a ver si no es algo relacionado con sus padres. Tendrían que tener más o menos vuestra edad. ¿no te suena algo que os hubiera pasado a ti y a papá de jóvenes?

Oigo una aspiración al otro lado de la línea y un “mierda”

-Vale David, yo te llamo después, tengo que comprobar algo.
-No mamá, dime lo que se te haya ocurrido, no estaré tranquilo.
-No David, lo tengo que comprobar primero. El apellido Cruz sí me sonaba pero ahora que dices lo de sus padres, es verdad que el primer socio de tu padre se llamaba de apellido Cruz pero tengo que comprobar el apellido de su mujer y si tuvieron hijos. Luego te llamo- y cuelga.
-Pero mamá…
Ha colgado, me ha dejado con la palabra en la boca.

Llamo a mi tío.

-Tío Julián. Sandra me ha comentado algo sobre la edad de Eduardo y que si no era empleado o proveedor, que a lo mejor lo de la venganza tiene que ver con algo de sus padres y los míos. He llamado a mi madre para decírselo y se ha puesto rara. Me ha dicho que tenía que comprobar unas cosas, que el primer socio de mi padre se apellidaba Cruz y que ya me llamaría. ¿Sabes de quién habla?
-Por supuesto que sí. Pues podría ser, no sé si llegó a tener hijos o no pero es una historia que debe contarte tu madre. A mí me hubiera gustado que no la llegaras a conocer nunca pero debe ser ella la que te lo cuente.
-Joder, tío, dime algo por favor, yo no puedo estar así, con la duda.
-No David debe ser tu madre.
-Por favor
-No
-Vale, gracias de todas formas.

Me quedo pensando a ver qué puedo hacer. No puedo estar de brazos cruzados.

Al momento me llama Berta.

-David, me voy a comer, ¿necesita algo antes de irme?
-¿Ya es la hora de comer?. No, gracias Berta, yo también me marcho a comer. Hasta luego.
-Hasta luego.

Cojo mi chaqueta y salgo para casa a comer con Sandra.


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