Capítulo
trece
SANDRA
Es viernes
por la mañana, está sonando el despertador. Me despierto y veo a David en la
cama a mi lado. Tiene ojeras. No sé a qué hora habrá llegado anoche. Yo estaba
muerta y necesitaba dormir.
David también abre los ojos.
-Hola
princesa, ayer cuando llegué estabas frita.
-Sí, es mi
primera semana de trabajo. La verdad es que estoy muerta y esta semana me toca
trabajar el sábado.
-Sí, después
iremos a comer con mamá.
-Tengo ganas
de ver cómo me trata esta vez. ¡Arriba, que hay que ducharse y desayunar!
David se levanta no sin antes darme un beso en los labios.
Me voy a la
cocina a preparar el desayuno. Yo no tengo que levantarme tan pronto pero no me
importa. Me gusta saber que se va al trabajo bien desayunado.
Cuando
aparece por la cocina ya está vestido con su traje impecable. Parece un Dios.
Lo miro descaradamente.
-No me
acostumbro de ver lo guapo que estás con traje. Bueno, de lo guapo que eres en
general.
-Tú sí que
eres guapa. ¡Tengo un hambre!
-¿Al final no
cenaste? ¿Qué tal con los japoneses?
-Bien ya
sabes, de aquí para allá. Ellos también estaban cansados y terminamos pronto
relativamente.
Se sienta a
la mesa y desayunamos. Cuando termina se pone la cazadora y coge el caso.
-Creí que
irías al trabajo andando.
-Es que a
estas horas la verdad es que no me apetece. No te preocupes, estaré bien. Llevo
llevando moto desde los 16 años.
-Vale,
descuida. Que tengas un buen día.
-Tú también.
Te quiero.
Me da un beso y se va.
Aún tengo
tiempo antes de empezar a prepararme para el trabajo. Me ducho tranquilamente,
me visto y me maquillo. Intento hacerme algo con el pelo y la plancha. No me
queda mal del todo. Estoy en casa un rato y calculando en tiempo, me voy al
trabajo. Estos días he ido andando y la verdad es que no está lejos. Eso sí,
voy con zapatos planos y en la tienda me los cambio. Luego llamaré a David.
DAVID
Llego a la
oficina y abro el correo. Encuentro uno de un remitente desconocido. Es un
vídeo. Lo abro, tenemos un buen antivirus, si fuera algo malo, lo habría
rechazado.
Cuando veo lo
que contiene, estallo de rabia. Es un vídeo de anoche. Tomado desde algún
ángulo en la casa de Eduardo. Es explícito y se ve absolutamente todo lo que
hicimos ayer.
Hay una nota adjunta.
-Esto es mi
garantía. Ya te diré más adelante lo que quiero.
Mierda,
Eduardo me está chantajeando. ¿Qué voy a hacer ahora?. No sólo Sandra, sino que
mi madre también podría verlo. Seguro que quiere dinero. Tengo que hurgar un
plan para desenmascararle. No sé si ir a la policía, no quiero que esto salga a
la luz. Podría hundir a la empresa. Tengo que hablarlo con alguien pero no con
Sandra. Hablaré con mi tío. Le llamo.
-Tío Julián.
¿Puedes venir a mi despacho? Necesito decirte algo.
-Claro, ahora
voy.
Mi tío Julián
enseguida se presenta en mi despacho.
-Dime, ¿Qué
pasa?
-Tengo que
contarte algo.
Se sienta en uno de los sillones que hay en frente de mi mesa.
Le cuento la
historia, desde la Universidad, cuando descubrí las orgías, el sexo con
hombres, con mujeres, todo lo que viví en esa época. Le cuento lo de Eduardo,
lo que pasó en la fiesta y lo que pasó ayer y le muestro el vídeo.
-Ahora no sé
que hacer.
Mi tío se me
queda mirando con la cara desencajada.
-No podemos
ir a la policía. Sería la ruina para la empresa- le digo.
-Mira, voy a
llamar a Juan Antonio, que investigue, seguro que ese tipo tiene algo que
esconder. Si es capaz de esto, habrá sido capaz de otras cosas y a Juan Antonio
no se le escapa nada. Te mantendré informado. Cuando este tipo te diga lo que
quiere, dímelo.
Se levanta y
se va. Juan Antonio es nuestro jefe de seguridad, antes había sido policía y
tiene contactos. Seguro que rastrean el correo y algo encontrarán. Me calmo un
poco, por lo menos no nos vamos a quedar de brazos cruzados. Creo que debo
decírselo a Sandra y a mi madre. Por si acaso, para que no las coja
desprevenidas. Una cosa es un ataque personal, que puedo capear pero otra cosa
más grave sería que afectara a la empresa. Eso sí que no lo podría soportar.
Supongo que se lo podré decir mañana en la comida en casa de mi madre.
Capítulo catorce
SANDRA
Estoy muy
feliz en mi trabajo, ya es viernes. Mañana comemos con la madre de David de
nuevo. David me vendrá a recoger a la tienda a las dos de la tarde y después
iremos a su casa en la moto. Además luego tengo toda la tarde libre, el domingo
y el lunes por la mañana. Lo voy a aprovechar para ir al médico de medicina
general. Ya tengo cita.
Lo único que
no me gusta es que casi ningún día como con David. Entre sus reuniones y mi
trabajo, no coincidimos. Menos mal que está la noche, por lo menos ahí nos vemos y hablamos. Últimamente
le veo un poco apartado de mí pero supongo que será por lo de mi nuevo trabajo
y por los negocios, con la que está cayendo es un milagro que su empresa aún
esté a flote.
Es sábado por
la mañana y queda poco para acabar la jornada laboral. He vendido bastante esta
mañana, creo que ha sido el mejor día de toda la semana. A la gente le gusta
comprar en sábado por lo visto. Claro, entre semana trabajan y sólo libran los
fines de semana.
Son casi las
dos de la tarde. David estará a punto de llegar.
Miro por el
gran ventanal de la tienda y le veo acercarse en la moto. Lleva unos vaqueros
negros y la cazadora de cuero que tanto me gusta. Está para comérselo.
Se quita el
casco pero no baja de la moto. Parece un anuncio, ese pelo que le cae por la
frente, esos ojos tan bonitos y esa boca esculpida, es que está tan bueno…. Y
yo duermo con él…. Estoy feliz. No me lo hubiera imaginado.
Por fin se
acaba el día. Recojo mis cosas y me marcho. Voy directamente hacia David.
-Hola guapo.
-Hola,
preciosa ¿Qué tal el día? Mira que estás guapa Con el uniforme.
-¿Sólo con el
uniforme?
-Ya sabes que
no, me gustas estés como estés.
Me besa en
los labios brevemente.
-Vamos, que
estará mamá que trina, en casa siempre se come a las dos.
-Ya lo sé,
pero ¿qué quieres que haga?, es mi horario.
-Ya cariño,
mamá lo entiende, no te preocupes.
Vamos hacia
la casa de la Moraleja y llegamos pronto, menos mal que vamos en moto, en coche
hubiera sido imposible.
Nos bajamos
de la moto y entramos a la casa cogidos de la mano. No sé de donde viene Rufo,
saltando y corriendo. Se le pone de patas a David, que lo coge y lo manosea y
lo besa.
-Rufo, amigo,
cuánto te echo de menos.
Rufo se queda
cerca de nosotros pero tras el primer saludo, se relaja y merodea por la casa a
su aire. Ésta ya es su casa y se nota.
-David,
Sandra, me alegro de que ya estéis aquí, vamos a comer que la comida está ya
preparada.
-Claro, mamá-
le dice David dándole un beso en la mejilla.
Caminamos
hacia el comedor y nos sentamos. La comida está exquisita. La cocinera lo hace
muy bien. Esto es vida, que te lo tengan todo hecho cuando llegas del trabajo.
Maravilloso.
Terminamos de comer y pasamos al salón a tomar café.
Cuando ya nos
han servido, David se aclara la garganta y comenta
-Tengo algo
que deciros a las dos. Es algo muy fuerte e importante, así que por favor
prestadme atención y no me interrumpáis hasta que haya terminado.
Las dos le miramos a la vez y nos quedamos muy pendientes de David.
DAVID
-Sandra ya lo
sabe pero tú no mamá. Cuando estuve en la Universidad, me introduje en un mundo
del que tú no estarías orgullosa.
-¿Drogas?
-No, drogas
no mamá, sexo.
-¿Sexo?. No
te entiendo.
- Sí mamá,
sexo, desenfrenado y total. Hombres, mujeres, grupos….
-¿Hombres?
-Sí, también
hombres.
La cara de mi madre es un poema. No se lo puede creer.
-Bueno hijo,
no puedo entenderlo pero si es algo del pasado que querías compartir, te lo
agradezco de corazón.
-Es que ahí
no acaba la cosa. Lo que os voy a contar tampoco lo sabes tú, Sandra. Por favor
no me juzguéis y sabed que os lo digo por lo que pueda pasar.
-Hijo, me
estás asustando.
-No es para
menos mamá.
-David, por favor,
cuéntanos lo que tienes que contar. Estamos contigo.
-Gracias
Sandra.
-Sandra ya
sabe que en el pasado estuve con hombres. Ella dudó de que esa forma de vida la
pudiera echar de menos. Le dije mil veces que no era así, que con ella tengo
todo lo necesario para ser feliz. Pero el otro día ocurrió algo.
Sandra abre los ojos como platos.
-En la fiesta
de la inauguración de la calle Hermosilla, cuando Eduardo y yo nos dimos la
mano, surgió algo.
-¿Quién es
Eduardo?
-Es la
persona que le hizo la entrevista de trabajo a Sandra, mamá. Estaba en la
tienda porque es uno de los socios.
Se me cae el
alma a los pies por la expresión de la cara de Sandra, ¿es sufrimiento?, ¿es
duda?, no lo sé pero no me gusta.
-Eduardo me
hizo que le siguiera al baño y tuvimos un pequeño encuentro sexual.
-Por eso
dijiste que te encontrabas mal y que
querías irte.
-Exacto.
-Bueno hijo,
un pequeño contacto sexual tampoco es para tanto.
-Aún no he
acabado mamá.
-Eduardo me
dijo que si no me acostaba con él del todo, se lo diría a Sandra. Yo estaba
fatal, por eso esos días no me levanté de la cama. Me sentía muy mal. No quería
que ocurriese.
Empiezo a ver
lágrimas correr por las mejillas de Sandra. Se me parte el corazón.
-Cuando volví
al trabajo, recibí una llamada de Eduardo para que me citara con él. Fue el día
que te dije que tenía que entretener a los Japoneses. Ese día me fui a su
apartamento y tuvimos sexo. Varias veces. Yo fui a decirle que no quería
hacerlo pero por mucho que mi mente se resistió, mi cuerpo no y sucumbí.
-Hijo, me has
dejado de piedra.
Sandra no dice nada.
-¿Y qué tiene
que ver esto conmigo?, David, seguro que es un tema que tienes que solucionar
con Sandra.
-Aún no he
terminado.
-Unos días
después, recibí un correo con un vídeo de nuestro encuentro sexual. Por lo
visto tiene cámaras en su casa y lo grabó todo. Incluía una nota diciendo que
el vídeo era su garantía y que ya me diría lo que quiere.
-Ahora
entiendes por qué estás tú aquí también, mamá. Esto puede explotar y afectar a
la empresa.
Veo como la
ira empieza a afectar a mi madre. Está roja como un tomate y antes de que pueda
decirle más, estalla.
-Maldito seas
tú y tu puta. Todo el esfuerzo de tantos años tirados a la mierda porque tu
puta no puede satisfacerte. Sal de esta casa ahora mismo y no vuelvas nunca
más.
-Mamá por
favor, no es culpa de Sandra.
-¿Pues de
quién si no? Ella es la que ha hecho que tú tengas que ir a buscar lo que no te
daba en casa.. ¡Fuera, ahora mismo los dos!
-Mamá, por
favor
-Ni mamá ni
gaitas ¡Fuera!
Me agacho
para cogerle la mano a Sandra para irnos y me la retira. Me mira aún sentada en
el sofá. Sus ojos reflejan odio, temor, sufrimiento, no sé qué es pero no me
gusta.
-Sandra, por
favor, vámonos.
Se levanta
despacio, como en una película. Coge sus cosas y se va para la puerta. Yo la
sigo. Una vez en el garaje, le paso el caso y se lo pone. Me pongo yo el mío y
nos montamos en la moto camino del piso.
No hablamos
durante el trayecto. Cuando llegamos y aparco la moto, Sandra se baja rápido y
sube por las escaleras. Abre la puerta, la deja abierta para que yo pase
también. Por lo menos no me ha cerrado la puerta en las narices, a lo mejor aún
hay algo de esperanza en nuestra relación.
La busco y la encuentro sentada al borde de la cama.
-No me vas a
decir nada.
-Tú ya lo has
dicho todo.
-No sé cómo
explicarte lo que me pasó.
-No tienes
por qué explicármelo. Me lo esperaba. Yo ya te dije que no podía satisfacer
todas tus necesidades, no es eso lo que me desconcierta.
-¿Qué?. ¿no
te importa que me haya acostado con un tío?
-Yo no he
dicho eso, claro que me importa y me duele pero lo comprendo y no te lo echaré
en cara. Pero me preocupan las consecuencias para ti y tu empresa. Lo que ha
dicho tu madre, me ha dejado helada, ella sí que piensa que es mi culpa. Yo ya
te avisé.
Me siento a su lado. No sé que decir.
-Se lo dije a
mi tío. Estuvimos hablando con Juan Antonio y vamos a ver si podemos sacar algo
de ese tío. Una persona tan joven y con una cadena de tiendas tiene que haber
hecho algo en su vida de lo que no esté orgulloso. Juan Antonio lo encontrará.
-¿Quién es
Juan Antonio?
-Es nuestro
jefe de seguridad.
-Te recuerdo
que tú también tienes una empresa y eres más joven que él. A lo mejor él
también lo heredó y no tiene nada que esconder.
-Me extraña
mucho. Una persona normal no pone cámaras para grabar un encuentro sexual. Yo
desde luego no lo haría, por lo menos sin preguntarle a la otra persona si le
importa y sólo lo usaría a nivel personal.
-Voy a perder
mi trabajo.
-¿Por qué
dices eso?
-Joder David,
Eduardo es mi jefe. Si encontráis algo en su contra me despedirá. Y si no lo
encontráis, ¿cómo crees que me sentiré yendo a trabajar todos los días sabiendo
lo que ha hecho?
-No lo había
pensado pero siempre puedes encontrar otra cosa.
-Me gusta mi
trabajo. Ahora me pides que lo deje. ¿Cómo sé que no vas a caer en la tentación
de nuevo? Te lo he dicho varias veces David, no soy lo que buscas. No te doy lo
suficiente. Voy a tener que aprender a compartirte y no sé si seré capaz. Soy
muy orgullosa y celosa, no creo que pueda.
-¿Por qué
dices que me tienes que compartir?. No volverá a pasar.
-Perdona que
te lo diga, pero no te creo. Confié en ti. Me dijiste que no me mentirías y a
la primera de cambio, toma, en la frente. Me has defraudado.
-Lo sé y no
sabes cuánto lo siento. Intenté resistirme pero no pude.
-¿Vas a
volver a verle, vas a acostarte otra vez con él?. Espero por lo menos que os
hayáis puesto preservativo.
-Sí, así fue
y no me acostaré con él de nuevo. Nunca.
-No sé si
creerte. Vas a tener que ganarte mi confianza de nuevo. Ya sabía yo que todo
esto era demasiado bueno para ser real.
-Sandra, por
favor, perdóname, yo te quiero a ti. El sentimiento que tengo por ti no es
igual a nada que haya sentido nunca. Estoy destrozado por dentro por haber
sucumbido, porque no pude ser fuerte y resistirme.
-¿Te gustó?
-No te puedo
mentir más, sí, me gustó, me gustó mucho.
Sandra suelta
un gemido de dolor que no pensaba pudiera nadie emitir. Es un dolor
desgarrador. Empieza a llorar de forma incontrolable. Se tira en la cama.
Intento acercarme a ella pero me rechaza.
-Por favor,
ahora no, déjame, quiero estar sola.
-Bien,
dormiré en el sofá esta noche. Mañana es domingo y hablaremos.
-Bien, ahora
déjame. Sólo quiero meterme en la cama y llorar.
-¿Puedo hacer
algo por ti?
-Ya has hecho
suficiente. Déjame.
Salgo de la
habitación y me voy al sofá. Intento pensar en cómo solucionar el tema en el
que me he metido yo solo. No encuentro respuestas. Sólo veo algo de luz si Juan
Antonio encuentra algo de Eduardo. Así podría pagarle con la misma moneda. Sé
que si encuentra algo me llamará.
Me tumbo en el sofá absorto en mis pensamientos.
Capítulo quince
SANDRA
Lo sabía.
Sabía que había algo. David no me había tocado desde hace días cuando antes era
imposible pasar algunas horas sin hacer el amor. Sabía que había algo pero esto
no lo había pensado.
Tampoco me ha
cogido por sorpresa. La forma en la que se miraron los dos, el exceso de
amabilidad de Eduardo estos días. Ahora todo encaja.
Hablaremos
mañana, hoy ya no tengo fuerzas. Con estos pensamientos me duermo.
Me despierto
de madrugada, no cené nada anoche, no sé si David cenaría algo pero ahora mismo
es lo menos que me importa.
Me levanto y
voy a la cocina a ver si hay algo para comer en la nevera. Paso por el salón y
veo a David dormido en el sofá. Está soñando con algo porque no para de
moverse.
Me acerco y
le miro con detenimiento.
Yo quiero a
este hombre, me ha hecho muy feliz pero ahora mismo me siento muy desgraciada. Además todo es culpa mía, si
no me hubiera empeñado en encontrar trabajo, jamás habría conocido a Eduardo. A
quién quiero engañar. No, no es culpa mía. Si él estaba predispuesto a ello, lo
habría hecho de todas formas, con Eduardo o con otro.
¿Soy capaz de
compartir a este hombre?¿ Soy capaz de saber que ha estado con un hombre y
esperarle en casa para después hacerme a mí el amor? No lo sé. En principio me
repugna la idea pero sigo queriéndole. Además él me avisó y yo decidí seguir
adelante. ¿Puedo luchar por esta relación?. Sigo mirándole mientras me pregunto estas cosas.
Voy a la cocina, cojo un yogurt para comérmelo sentada en la cocina. Oigo un
grito desgarrador. Es David.
-No, por
favor, no me dejes, yo te quiero. No me dejes. No sé qué hacer, ayúdame.
David está hablando pero está dormido. Parece una pesadilla.
-David,
despierta, estás teniendo una pesadilla.
Lo cojo de los hombros y lo sacudo. Abre los ojos
-Sandra,
estás aquí, he tenido un sueño horrible. ¿Qué hago en el sofá?. Oh, no, no fue
un sueño, es real. Por favor no me dejes, te necesito. Yo solo no puedo con
esto.
-David, estoy
aquí. Tenemos que hablar. Tengo cosas que decirte.
-No me dejes.
No puedo capear esto solo.
-David,
escúchame. Yo te quiero. Esto no cambia mis sentimientos pero sí cambia mi
perspectiva de vida contigo. No sé si seré capaz de esperar a que llegues a
casa sabiendo que has estado con otro y cuando me quieras hacer el amor, no sé
si podré aceptar que hayas estado dentro de un hombre y él dentro de ti. Antes
te dije que no quería compartirte y es verdad. Yo quiero ser todo lo que
necesitas y no sé cómo hacerlo.
-Ya eres todo
lo que necesito.
-No vuelvas a
decir eso porque es evidente que no es verdad. No me tomes por tonta.
-No te tomo
por tonta. Si él no me hubiera insistido, no lo habría hecho. Yo fui a verle
para decirle que no podía haber nada entre nosotros pero mi cuerpo sucumbió.
-Lo que
significa que lo deseabas. Incluso me has dicho que lo disfrutaste.
-Sí
-¿Entonces
qué tengo que esperar dr esta relación?. Tengo que aceptar que cada semana vas
a irte con un tío para follártelo y luego volverás a casa como si nada. ¿Es eso
verdad? ¿tengo que aceptarlo?
-No sé qué
decirte. En todos estos años no me ha apetecido. Sólo fue al ver a Eduardo
cuando me surgió esa necesidad. ¿No podemos dejar de hablar de ello?. ¿No podemos
simplemente vivir el día a día?
-No lo sé
David. Yo sólo sé que te quiero.
David se
levanta y me abraza. Empieza a llorar.
-Perdóname,
no te quería hacer daño. No paraba de pensar en lo que te estaba haciendo pero
no podía parar, mi cuerpo lo deseaba.
Empieza a
besarme. Hace días que no me ha hecho el amor y yo le deseo. No me puedo
resistir. Le devuelvo el beso y eso parece que le enciende aún más. Su beso se
hace más pasional. Noto su erección, también me desea. Me tumba en el sofá, me
desnuda rápidamente y me penetra, sin preámbulos, de forma pasional y sin
límites ni restricciones. Yo lo deseo así, que saque toda esa pasión conmigo
porque yo se la devuelvo de la misma forma.
Menos mal que
mis reglas son cortas.
Cuando
terminamos, estamos los dos exhaustos, abrazados en el sofá. No hablamos porque
nuestros cuerpos ya han hablado por nosotros. Es como si no hubiera ocurrido
nada. La forma en la que estamos juntos es increíble, incluso en estas
circunstancias. Nos volvemos a dormir abrazados, juntos en el sofá. Apenas hay
sitio pero así estamos más juntos, piel con piel.
A la mañana
siguiente, David está ya levantado cuando me despierto. Oigo trajinar en la
cocina y me levanto a ver qué está haciendo.
-Buenos días-
Viene y me da un beso en los labios.
-Te estaba
haciendo el desayuno.
-Gracias, la
verdad es que tengo hambre.
-Tortitas,
con harina integral y sin azúcar.
-Gracias, me
gustan mucho. ¿Sabes hacer tortitas?
-He vivido
mucho tiempo solo, tuve que aprender. Anda siéntate que ya están hechas y te
las sirvo.
-Vale, pero
me voy a tomar la pastilla del desayuno.
-Mientras
pongo la mesa.
Voy a la
habitación y me tomo la pastilla del desayuno. David está muy servicial,
demasiado. Parece como si no hubiera pasado nada.
Cuando vuelvo
veo que ha puesto la mesa, incluso hay periódicos para leer. Ha debido de
levantarse muy temprano.
-Siéntate que
quiero servirte yo.
-Vale.
Me siento y
disfruto del momento. ¿Por qué no puede ser siempre así?. Sólo los dos, juntos
y nadie más. Ahora mismo me iría a vivir con David a una isla desierta para
estar solamente él y yo.
DAVID
Me he
levantado muy temprano, no podía dormir. Sandra esta en el sofá, respirando
tranquilamente y profundamente dormida. Parece mentira con lo que le he hecho
pasar. Me ha demostrado que me quiere. Anoche, bueno esta madrugada, ha
respondido a mis caricias con igual pasión, me sigue queriendo, hasta me lo ha
dicho. No la merezco, tengo que hacer que confíe en mí de nuevo. Lo voy a
intentar con todas mis fuerzas.
Me he ido al
kiosco a comprar los periódicos y después me he puesto a hacer el desayuno. Sé
que le encantan las tortitas americanas y me salen de vicio así que me pongo a
hacerlas porque llevan su trabajo ya que hay que hacer una a una. Cuando estoy
terminando veo que viene a la cocina. Le sirvo el desayuno. Come con gana,
claro, anoche no cenamos ninguno de los dos. Cuando terminamos de desayunar nos
miramos.
-¿Esto es
para compensar lo de ayer?
-No, esto es
porque te quiero. Necesito que sepas que haré todo lo posible por hacerte
feliz, empezando por darte de comer.
Sonríe, es la
primera vez que sonríe en días.
-David, esto
no es necesario. Yo sé que me quieres, anoche me lo demostraste, sé que me
deseas pero no quiero volver a tocar el tema. Estoy cansada y sólo quiero pasar
un domingo normal con mi chico.
-Claro mi
amor, lo que tú quieras. ¿quieres pasar el domingo tirados en el sofá viendo la
tele?
-Me parece
una gran idea.
-Pues recojo
y ya está.
-Te ayudo.
-No, quiero
hacerlo yo solo. Tú ve al salón y mira a ver qué ponen.
-Vale.
Sandra va al
salón mientras recojo la cocina y lavo los platos. Cuando termino me voy al
salón. Sandra está acurrucada en el sofá con el mando en la mano zapeando. Me
siento a su lado y recuesta su cabeza en mi hombro.
-No quiero
discutir- me dice.
-Yo tampoco.
Permanecemos
los dos juntos acurrucados pensando en nuestra cosas, ni siquiera le hacemos
caso a la tele.
Suena el
despertador, ya es lunes, toca currar. Abro los ojos y veo el panorama que
tengo delante para hoy. Tendré una reunión con Juan Antonio y mi tío a ver si
han sacado algo. Aún es pronto, apenas han pasado unos días pero tiene que
estar ya trabajando sobre ello.
Me giro y veo
a Sandra mirándome.
-¿Estabas
pensando en lo que me espera hoy, verdad?
-Sí
-Te lo he
visto en la mirada. ¿Quieres que vaya a verte después del médico? No entro a
trabajar hasta por la tarde.
-Me
encantaría. Hoy va a ser un día muy duro. Seguro que mamá ha hablado con mi tío
Julián y le ha dicho que nos echó de casa el sábado.
-Pero tu tío
ya lo sabe, él fue el primero al que llamaste para decírselo.
-Sí, si
cuando le dije lo que había pasado, reaccionó muy bien, no me echó en cara nada
y se puso manos a la obra.
-Se nota que
él te quiere.
-Es mi
padrino, su deber es cuidar de mí.
-Ja, ja, ya
eres un poco mayor para que cuiden de ti.
-Yo quiero
que tú cuides de mí, para siempre.
-¿David, por
qué me dices esas cosas tan bonitas y luego haces lo otro? De verdad no te entiendo.
Los hombres sois tan raros.
-¿Es que tus
otras parejas fueron raras? Cuéntame.
-No tenemos
tiempo ahora, yo no te he preguntado por las otras tías o tíos con los que has
estado, ¿vale?
-Vale pero la
conversación queda pendiente. Me voy a duchar.
Cuando salgo
de la ducha huelo a desayuno. Tengo hambre. Devoro lo que me ha preparado
Sandra y en menos tiempo del deseado estoy saliendo por la puerta.
-Luego te
llamo- le digo.
-Vale.
Me voy al
trabajo pensando en el día que tengo por delante. Va a ser difícil.
Cuando llego
Berta me dice que mi tío Julián me está buscando. Voy a su despacho. Llamo a la
puerta y entro.
-Hola, tío
Julián. ¿Me buscabas?
-Buenos días
David. Siéntate.
Me siento en
uno de los sillones que hay frente a su mesa. Su despacho es muy parecido al
mío.
-Bien, he
estado todo el fin de semana con Juan Antonio. Hemos visto algunas formas en
las que podemos proceder pero necesitamos antes saber qué es lo que quiere este
tipo. ¿Te pondrías en contacto con él para preguntárselo?
-Claro, lo
que haga falta. Supongo que podré localizar su número. Incluso a lo mejor está
registrado en la centralita del otro día que llamó.
-Pues quiero
que le llames, hoy mismo y le preguntes qué es lo que quiere. Necesitamos saber
si es dinero u otra cosa.
-Vale, le
llamaré a media mañana a ver si le puedo sonsacar algo pero no sé cómo
proceder.
-Díselo
claramente, que te tiene en ascuas y necesitas saber lo que quiere. Luego ya de
ahí, tomamos nosotros el control. He hecho una búsqueda de información de este
tipo y no es oro todo lo que reluce pero por ahora no te quiero adelantar nada.
Juan Antonio es muy profesional.
-De eso no
tengo dudas, si trabaja para ti seguro que es un buen profesional.
-Te recuerdo
que el que firma los cheques eres tú no yo.
-Ya sabes lo
que quería decir.
-Sí ya lo sé
pero aún pienso que no has aceptado que todo esto es tuyo.
-Poco a poco
tío, dame tiempo por favor.
-El que
necesites, ya lo sabes.
Me levanto
para irme.
-Gracias tío,
de verdad no sé qué haría si no estuvieras aquí.
-Algo se te
ocurriría, seguro. Hasta luego y mantenme informado.
-Claro, hasta
luego.
Salgo del
despacho y me voy al mío. Tengo una videoconferencia en apenas 15 minutos y
tengo que repasar el papeleo. Después llamaré a Eduardo.
Cuando llego
a mi despacho le digo a Berta que mire a ver si ha quedado registrado el número
desde donde llamó Eduardo. Me dice que lo va a buscar y si está que me lo pasa.
En pocos
minutos tengo a Berta en el despacho.
-Aquí lo
tiene, estaba registrado. No he tenido problemas. ¿Quiere que le llame?.
-No gracias
Berta. Ya le llamaré yo después de la vídeo conferencia.
-¿Algo más
señor?
-No gracias
Berta. ¿Tengo que decirte otra vez que no me llames señor?
-Lo siento,
es la costumbre, así llamaba siempre a su padre.
-Lo sé Berta,
pero aunque sólo sea por la edad.
-Vale David,
lo intentaré pero no prometo nada.
Y sale del
despacho. La verdad es que mi padre consiguió un buen equipo humano para
trabajar en la empresa. Sabía juzgar muy bien a la gente.
Al terminar
la videoconferencia sé que tengo que llamar a Eduardo y cuanto antes lo haga
mejor.
-Berta, no me
interrumpas en los próximos 10 minutos, tengo que hacer una llamada muy
importante y no quiero distracciones.
-Descuide
David.
Cojo el teléfono y marco el número que me ha dado Berta.
-David, qué
alegría
-¿Tienes mi
número grabado verdad..?
-Claro, ¿qué
quieres, ya me echas de menos y quieres hacerlo otra vez?
-Quiero que
me digas lo que quieres para acabar una vez y por todas con este tema y quiero
que me des el original del vídeo.
-Vamos por
partes, ya te dije que ya te lo diría y el original del vídeo está a buen
recaudo. Ya te lo daré cuando todo esto termine.
-Necesito que
me digas lo que quieres, ¿es dinero?
-Precisamente
dinero no es, de eso ya tengo.
-Pero podrías
tener más.
-No quiero
más dinero. Tengo suficiente. Aún no sé lo que me vas a tener que dar. Estoy
esperando mi oportunidad y ya te lo diré cuando surja.
-No me puedes
tener así. Necesito saberlo.
-Pues te vas
a quedar con las ganas porque ni yo mismo lo sé aún. ¿O quieres venir a mi casa
a discutirlo?
-No quiero
volver a verte.
-Ves,
justamente son cosas como esas las que me echan para atrás. Si nos lo pasamos
estupendamente, ¿por qué no repetir? Sé que lo estás deseando.
-No sigas por
ahí Eduardo, no es verdad. Sólo quiero que me digas qué persigues.
-Estaba
pensando en enviar el vídeo a alguna revista o algún programa de esos del
corazón, pixelando mi imagen claro.
-Eres un hijo
de puta, harías mucho daño a mucha gente.
-De eso se
trata chaval. Quiero hacerte daño a ti y a tu familia. ¿Aún no te has enterado
que todo esto es por venganza?
-Venganza,
¿qué te he hecho yo?
-Directamente
tú nada pero tu madre y tu padre sí. A ver si tienes huevos de averiguarlo,
pregúntaselo a tu madre. Dile que soy Eduardo Cruz Sarmiento a ver qué te dice.
Al decir
estas palabras Eduardo cuelga. Venganza, no sé si es peor que pedir dinero. Se
lo tengo que decir a mi tío.
Voy al
despacho de mi tío Julián. Toco en la puerta y entro. Está al teléfono con
alguien.
-Mira, justo
acaba de entrar por la puerta, espera un momento.
-Es Juan
Antonio- y pone el teléfono en manos libres.
-Ya sé lo que
quiere Eduardo, bueno no exactamente pero sí por qué lo hace. Dice que es por
venganza, que le diga a mi madre que es Eduardo Cruz Sarmiento y que se quiere
vengar de mi padre y de mi madre. ¿Sabéis quién es?
-Me suena el
nombre- dice mi tío.
-Juan
Antonio, comprueba el nombre en la base de datos a ver si es algún ex empleado
o algo. Con estos datos ya tienes para trabajar.
Mi tío cuelga
el teléfono.
-¿De qué te
puede sonar el nombre, tío?
-Ahora mismo
no lo sé pero seguro que Juan Antonio lo encuentra.
-Llama a mi
madre y pregúntale por el nombre, a ver si le suena.
Mi tío Julián
coge el teléfono y marca el número de mi madre. Pone el manos libres.
-Hola
Matilde. ¿Conoces a Eduardo Cruz Sarmiento?
-Así sin
pensar, la verdad es que no. ¿Por qué?
-Pues es la
persona que está chantajeando a David. Dice que te conoce a ti y que conocía al
David padre y que todo esto es por venganza.
Se oye a mi madre
suspirar.
-Pues ahora
mismo no caigo pero si quieres intento hacer memoria. ¿habéis mirado si es un
antiguo empleado o tiene algo que ver con la empresa?
-Está Juan
Antonio en ello. Seguro que encuentra algo.
-Seguro que
sí. Es bueno en su trabajo.
-¿Sabes donde
está David?
-Estoy aquí
mamá.
-David,
discúlpame. Siento mucho haberte tratado así el otro día. Me pilló todo de
sorpresa y reaccioné muy mal. Perdóname. Tú sabes que te quiero.
-Sí mamá, ya
lo sé, no tengo que perdonarte nada.
-Y Sandra,
¿se ha ido ya?
-No, ¿Por qué
se tendría que ir?
-Hijo, por lo
que tú ya sabes, vamos lo de acostarse con otro, la verdad es que yo no lo
hubiera aguantado.
-Mamá, Sandra
ya sabía que era así. No me ha dejado, incluso me ha dicho que no me lo echa en
cara.
-Esa niña me
sorprende tanto.
-Es que ella
me quiere de verdad.
-Ya, no paras
de decírmelo. Al final me lo creeré y todo. Bueno, Julián si se me ocurre algo,
ya te llamo vale.
-Claro
Matilde, hasta luego.
-Adiós mamá.
-Adiós.
-Pues ahora
toca esperar. Mira a ver si fue un compañero de la Universidad o algo. ¿Tienes
la orla o algo donde poder ver los nombres de los alumnos?
-No pero lo
puedo encontrar. Seguro en la web de la universidad habrá algo sobre antiguos
alumnos. Lo miro. Ya te digo algo tío pero de todas formas me ha dicho que en
contra mío concretamente no tiene nada.
-Hasta luego
Salgo del
despacho de mi tío y en vez de ir al mío subo hasta arriba a la biblioteca.
Me paso un
par de horas mirando Internet, introduciendo el nombre de Eduardo y comprobando
la página web de la Universidad. No encuentro nada.
A la hora de comer llamo a Sandra.
-Hola guapa.
-¿Qué tal,
cómo te ha ido la mañana?
-Uf, he
hablado con Eduardo y me ha dicho que todo esto es por venganza. Resulta que
conocía a mis padres y por lo visto tiene algo contra ellos. Todo el mundo está
buscando el qué, incluso mi madre.
-Osea que no
es una cosa tuya personal, sino contra la empresa.
-Concretamente
contra mis padres. He hablado con mi madre y no sabe quien es, no se acuerda
del nombre.
-De todas
formas, Eduardo tiene pocos años más que tú, ¿Puede ser que fuera por sus
padres.? Piénsalo. Si no ha sido empleado o proveedor, ¿cómo narices conoce a
tus padres?. Ahora si es algo de los suyos, podrían haber sido compañeros de
tus padres, tendrían la misma edad más o menos.
-Pues tienes
razón. No habíamos pensado eso. Se lo voy a decir a mi tío Julián. Eres la
mejor. Sabes, mi madre me ha pedido perdón por lo del otro día.
-No me
extraña, ella te quiere y todos los que te queremos te lo perdonamos todo. Eres
muy importante para nosotros, tu madre, tu tío y también para mí.
-Sabes que te
quiero.
-Sí, lo sé. Y
yo no puedo dejar de quererte.
-¿Comemos
juntos?
-Me
encantaría. Pasas a por mí. No entro a trabajar hasta por la tarde.
-Paso por el
piso, comemos y echamos una siesta. ¿qué te parece?
-Mientras no
durmamos, me parece bien.
-Guapa, luego
nos vemos.
-Espero
impaciente.
-Un beso,
adiós.
-Adiós.
Llamo a mi madre para decirle lo que me ha dicho Sandra.
-Mamá, he
hablado con Sandra sobre lo de Eduardo y me ha abierto los ojos de otra
posibilidad.
-Dime,
cariño.
-Me ha dicho
que ya que Eduardo es poco más mayor que yo, a ver si no es algo relacionado
con sus padres. Tendrían que tener más o menos vuestra edad. ¿no te suena algo
que os hubiera pasado a ti y a papá de jóvenes?
Oigo una aspiración al otro lado de la línea y un “mierda”
-Vale David,
yo te llamo después, tengo que comprobar algo.
-No mamá,
dime lo que se te haya ocurrido, no estaré tranquilo.
-No David, lo
tengo que comprobar primero. El apellido Cruz sí me sonaba pero ahora que dices
lo de sus padres, es verdad que el primer socio de tu padre se llamaba de
apellido Cruz pero tengo que comprobar el apellido de su mujer y si tuvieron
hijos. Luego te llamo- y cuelga.
-Pero mamá…
Ha colgado,
me ha dejado con la palabra en la boca.
Llamo a mi tío.
-Tío Julián.
Sandra me ha comentado algo sobre la edad de Eduardo y que si no era empleado o
proveedor, que a lo mejor lo de la venganza tiene que ver con algo de sus
padres y los míos. He llamado a mi madre para decírselo y se ha puesto rara. Me
ha dicho que tenía que comprobar unas cosas, que el primer socio de mi padre se
apellidaba Cruz y que ya me llamaría. ¿Sabes de quién habla?
-Por supuesto
que sí. Pues podría ser, no sé si llegó a tener hijos o no pero es una historia
que debe contarte tu madre. A mí me hubiera gustado que no la llegaras a
conocer nunca pero debe ser ella la que te lo cuente.
-Joder, tío,
dime algo por favor, yo no puedo estar así, con la duda.
-No David
debe ser tu madre.
-Por favor
-No
-Vale,
gracias de todas formas.
Me quedo
pensando a ver qué puedo hacer. No puedo estar de brazos cruzados.
Al momento me
llama Berta.
-David, me
voy a comer, ¿necesita algo antes de irme?
-¿Ya es la
hora de comer?. No, gracias Berta, yo también me marcho a comer. Hasta luego.
-Hasta luego.
Cojo mi chaqueta y salgo para casa a comer con Sandra.
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