viernes, 15 de agosto de 2014

Venganza en la Sangre-tercera parte-

Capítulo ocho

SANDRA

Estoy orgullosa de David, es un hombre hecho y derecho. Se ha manejado perfectamente, sin dudas ni titubeos. Claro, tiene 30 años, ha vivido ya algo y habrá tenido sus experiencias. Y me viene a la cabeza lo de su bisexualidad. Sigo sin comprenderlo. No ha dado muestras de necesitar más que lo que yo le ofrezco. Tengo que preguntarle hace cuánto tiempo fue su última relación con un hombre. No sé si es una cosa que pasa en determinados momentos de la vida y una vez hecho ya se te pasa, como una moda o algo así, o realmente lo tiene introducido en su sistema y es necesario para él. Tenemos que hablar largo y tendido de esto, si no, no estaré tranquila. Yo no puedo competir con un hombre, no puedo darle las mismas cosas.

Nos dirigimos los dos cogidos de la mano y pensando en nuestra propias cosas hacia Ecotex. Tiene la reunión en poco más de media hora y no sé a qué hora terminará. Después supongo que iremos juntos a casa de su madre y dormiremos allí. Tendremos que hablar en su habitación porque es un tema tan íntimo que no creo que lo sepa su madre. Lo ideal sería que mañana mismo pudiéramos hacer la mudanza al piso y a partir de mañana noche ya vivir ahí. Total el piso lo tiene todo. Está amueblado y tiene agua y luz. Así será sólo llevar nuestras cosas. Lo que yo tengo cabe en un par de bolsas de viaje porque es todo lo que me he comprado hoy y no creo que David se lleve muchas cosas, me imagino que casi todo será ropa. Qué guapo está con traje, la verdad es que parece un verdadero yuppie. Le miro de arriba abajo y se gira. Se da cuenta de que le estoy mirando y sonriendo me dice

-¿Qué?, ¿te gusta lo que ves?
-No te quepa la menor duda. Estaba pensando en lo guapo que estás con traje.
-Pues imagínate lo guapo que estoy sin él. Luego, si quieres, lo compruebas.
-Ya sé lo guapo que estás sin traje. Me gustas también  mucho así y por supuesto que luego lo comprobaré de nuevo!!

Me coge de la cintura y me atrae hacia él. Entonces me da un beso en los labios y se aparta. Sus ojos sonríen. Está feliz.

Cuando llegamos al edificio, entramos y subimos por el ascensor.
Al llegar a su despacho nos saluda Berta.

-Buenas tardes Señor, señorita.
-Buenas tardes Berta. Mañana vendrá Juan Pérez Santiago o alguien en su nombre. Habrá que darle una copia de mi nómina y dinero para pagar la fianza y la mensualidad. Es el propietario del piso que hemos alquilado. Si estoy en el edificio cuando venga, localízame porque me gustaría hacerlo todo personalmente. Intentaré estar por aquí mañana todo el día para que así sea. De todas formas, dile a los de administración que tengan preparado una copia de mi nómina para poder entregársela y diles que el dinero lo tiene que sacar de la partida de mi sueldo. Es un tema privado, no de empresa.
-Sí señor, descuide, yo me encargo. Le están esperando en la sala de juntas. Me han dicho que le avise en el momento de llegar.
-Vale, gracias, ahora mismo voy.

Entramos en su despacho.

-Me voy ahora a la reunión, sé que faltan 10 minutos para las 7 pero cuanto antes empiece antes acaba. ¿Qué vas a hacer?
-No lo sé. Ya es de noche y no me apetece ir por ahí sola. Supongo que me subiré a la biblioteca a leer algo o navegar con el ordenador.
-Perfecto, me gusta que te quedes en el edificio. Aquí no te puede pasar nada. Cuando acabe, te llamo ¿vale?
-De acuerdo.
Nos besamos y salimos al pasillo. En contra de nuestro deseo nos separamos en el ascensor. Él baja y yo subo.

Paso las siguientes dos horas en la biblioteca. La verdad es que es magnífica. Tiene libros y libros y tomos y tomos de enciclopedias, libros de derecho, diccionarios, vamos, muchísimo material de consulta y también de ocio porque está lleno de novelas, bibliografías, de misterio, históricas, hasta hay novelas de amor. Vamos que es difícil aburrirse aquí. Además siempre está el portátil, si quiero divertirme de otra forma.

Son las 9 y media de la noche y me empiezo a preocupar. Ya sé que las reuniones duran y duran y no se sabe cuando acaban pero llevan más de dos horas y media. Lo malo es que queda poca gente y no sé a quien preguntar. No sé donde está la sala de juntas aunque me puedo guiar por el directorio pero no quiero que David piense que soy una desesperada. No quiero interrumpirle en una reunión.

Son casi las 10 de la noche. Mis tripas están sonando, bajaré a la cafetería a ver si hay alguien y tomar aunque sea un tentempié.

Al entrar en la cafetería observo que sólo hay dos empleados, uno sirviendo en el self-service y otro en la caja.

Me cojo un yogurt desnatado y una manzana. Con eso tendrá que bastar. Me acerco a la caja y cuando voy a pagar el empleado me dice que no hace falta. Que todo lo mío ya está cubierto y por mucho que insisto se niega a cobrarme. Por Dios, este hombre, es que no me va a dejar pagar nunca nada. Me siento en una de las mesas que hay libres, la verdad está la cafetería casi vacía. La mayoría de los empleados estarán ya en sus casas, cenando, viendo la TV, y demás.

Me da tiempo a acabarme el yogurt y la manzana. Me tomo la pastilla de la noche aunque no haya cenado del todo pero es la hora de tomársela.

Son más de las 10, no será que la reunión ya acabó y se marchó David a su casa sin mí. No me lo creo, es imposible que se haya olvidado de mí. Estoy decidida a ir a buscar la sala de juntas, a ver si están allí aún.

Justo cuando me dispongo a salir de la cafetería, me encuentro cara a cara con David.

-Estabas aquí.
-Claro
-Es que llevo un buen rato buscándote, como me dijiste que estarías en la biblioteca, pues te he buscado ahí. Nadie me ha dicho que habías bajado.
-Es que tenía hambre, son más de las 10.
-Perdona, es que la reunión se ha alargado más de la cuenta. Nos vamos.
-Sí

Nos cogemos de la mano y salimos del edifico, cogemos la moto y vamos hacia la casa de David.

Al llegar nos comunica el servicio que la madre de David tiene esta noche una cena benéfica y llegará tarde. Mejor, si puedo evitar verla pues mejor que mejor.

Cuando llegamos se acerca corriendo Rufo.

-Hola Rufo- dice David y juega con él.
-Me echas de menos ¿verdad? Yo también a ti amigo.

Me encanta que le gusten los animales. Yo no podría estar con una persona a la que no le gustaran los animales.

-Pues cenamos algo ¿no?
-Me apetece una sopa. La verdad es que en la moto me he enfriado.
-Pues marchando una sopa.

David se pone a hacer una sopa con fideos, le pone también un poco de pollo, y unas virutas de jamón. Con todo el servicio que tiene y él cocinando, vaya, vaya.

Cenamos en silencio, cada uno con sus propios pensamientos.

-¿Qué tal la reunión?
-Bien, ya sabes cosas de resultados y objetivos. Estamos pensando en abrir más mercado, sobre todo en Asia. Estamos en Japón pero queremos ir a China. Ya veremos.
-Parece mentira que tu padre haya montado esta empresa de vender camisetas por los mercados.
-Sí, parece que hace una eternidad cuando pasó eso. Pero al final todo el sacrificio dio resultado.
-Y tanto que dio resultado. Es una pena que tu padre no pueda ver lo bien que te va al frente.
-Lo sé y también me da pena. Me arrepiento de no haberle dedicado unos años cuando él estaba aún vivo, hubiera sido fantástico para los dos.
-Entonces no me hubieras conocido.
-Seguro que sí pero en otras circunstancias. ¿Crees en el destino? Yo sí, y sé que lo que tiene que pasar, pasará antes o después pero seguro que pasará.
-Te veo muy seguro.
-Lo estoy. Me encuentro bien en el trabajo, jamás lo habría dicho la verdad, soy feliz y tú estás a mi lado. No puedo pedir más.

Se acerca a besarme delicadamente.

-¿Nos vemos una peli?
-Sí, una de miedo para esconderme detrás de ti.

Vamos al salón y elige una de miedo, de mucho miedo.

DAVID

Pues no será de mucho miedo la película, Sandra se ha quedado frita viéndola. No la voy a despertar, quería haberla amado esta noche pero prefiero que duerma. Seguro que se ha dormido porque está cansada.

La cojo entre mis brazos y la llevo a la cama. Le quito los zapatos y la ropa y la dejo en ropa interior. Es preciosa, tan blanca y pelirroja, es tan inusual.
Me desnudo y meto en la cama. La observo mientras duerme. Su respiración es tranquila, descansada y así, mirándola, me duermo yo también.

Me despierto, aún es de noche. Miro el reloj, las 6 de la mañana. Puedo quedarme en la cama unos minutos más. Observo a Sandra que aún duerme. Es  maravilloso verla relajada. Justo en ese momento abre los ojos, y me mira.

-Hola preciosa.
-Buenos días, bueno no sé, aún es de noche.
-Sí, son las 6.
-¿A qué hora tienes que levantarte?
-Sobre las 7.
-Yo también me levantaré a esa hora e iré contigo a la oficina. No quiero quedarme aquí con tu madre.
-Lo sé y lo entiendo. Te vuelves a dormir o ¿Prefieres hacer algo en esta hora que queda?
-Sólo una hora, pues habrá que darse prisa

Y me coge la cabeza y empieza a besarme con pasión, mucha pasión, como si no pudiera tener suficiente. Es increíble, mi libido sube como la espuma y no hace falta más para que esté entonado. Me encanta que tome la iniciativa algunas veces. Las mujeres deben ser así también.

De repente deja mi boca y se pone a chuparme los pezones, tira de ellos con sus dientes, los lame y vuelve a tirar. Dios mío, cómo me gusta. Luego deja los pezones y sube hasta mis orejas, Empieza tirando de los lóbulos, mete si lengua dentro de la oreja, succiona el lóbulo, me da pequeños mordisquitos en el cuello. Me encanta. No sé qué le pasa. No me deja hacer a mí. Intento cogerla para darnos la vuelta y no me deja, se defiende con las piernas y me aparta.

-No, quiero ser yo la que te dé placer a ti, sólo yo a ti, ¿entendido?
-Eso no es justo, yo también lo quiero hacer.
-No se trata de justicia, quiero que veas que yo sola puedo proporcionarte todo el placer que necesitas, no tienes que ir a buscarlo a ningún sitio.

Entonces caigo en la cuenta, lo dice por lo de la bisexualidad.
La cojo por los hombros

-Lo dices por lo de la bisexualidad ¿Verdad? Ya te he dicho que eso fue hace mucho tiempo y que no me ha vuelto a pasar. Sólo te necesito a ti.
-Ahora me dices eso pero no se sabe qué pasará dentro de unos años. Entonces te habrás cansado de mí y buscarás otra cosa.
-Mira Sandra, no sé ni lo que va a pasar mañana. Ahora sé que quiero estar contigo, sólo contigo, ¿no te basta?
-No, vamos a alquilar un piso juntos, me he venido hasta aquí para estar contigo, necesito saber que seré siempre lo que necesitas. Necesito oír de tus labios que no buscarás el amor de un hombre.
-No buscaré el amor de un hombre, eso te lo aseguro.
-Sabes a lo que me refiero, no me refiero a amor de sentimiento me refiero a contacto físico, me refiero a sexo. Tienes que asegurarme que no buscarás sexo con un hombre.

No entiendo cómo me puede pedir eso, ya le he dicho por activa y por pasiva que sólo la necesito a ella. No quiere entenderme. No sé cómo decírselo para que lo entienda.

-Mira Sandra, ya te digo que no sé lo que voy a querer dentro de 5 años. Nos hemos comprometido para estar juntos estos 6 meses. Vamos a ver qué tal va. Y después ya decidiremos qué hacer con nuestras vidas. Vive el momento, no te preocupes por el futuro. Sólo te puedo decir que por ahora, no necesito a nadie más que a ti. ¿No es eso suficiente?
-No, para mí no lo es. Necesito saber que estarás conmigo todo el tiempo.
-No quiero hacer una promesa que no pueda cumplir.
-Osea, que no vas a querer estar conmigo siempre.
-No he dicho eso, lo que digo es que quiero vivir día a día, hemos planificado por 6 meses. ¿No es suficiente para ti? De verdad, no me lo esperaba, pensé que serías más sensata.
-¿Me estás llamando tonta?
-Eso nunca, te quiero y te admiro. Jamás se me ocurriría llamarte tonta.

Eso parece que la calma un poco porque no me replica. Se sienta en la cama y suspira. Parece que quiere llorar.

-Yo sé que lo que te pido es mucho pero sólo necesito oírtelo decir, aunque no sea verdad.
-Pero yo jamás te mentiré, no puedo mentirte, significas demasiado para mí.
-Ni siquiera una mentira piadosa que me haga feliz.
-¿Qué quieres que te diga?
-Que me querrás siempre y que nunca necesitarás a nadie más que a mí.
-Lo que te puedo decir es que te quiero con locura y te necesito desesperadamente y que lucharé con todas mis fuerzas para que sea siempre así.

Sandra suspira y llora. No puedo verla llorar, me parte el alma. La cojo entre mis brazos y beso sus ojos mojados. Pruebo el sabor de sus lágrimas y de ahí le beso en la boca. Me devuelve el beso desesperadamente, intentando agarrarse a mí como si me fuera a ir para siempre. Su beso es carnal, fiero, me muerde y me hace sangre en el labio. La aparto y la miro, sus ojos están llenos de pasión y de amor. No quiere perderme.

La cojo de los dos brazos y se los subo por la cabeza. La tengo aprisionada, no puede moverse. La penetro con fuerza, no sé si está preparada aún pero me da igual, quiero que vea que yo la puedo dominar, que soy más fuerte que ella.
Sandra grita cuando entro en ella, no creo que se lo esperara.

-Me haces daño
-Lo sé.

Sigo y sigo hasta que al final me corro, la suelto entonces y la miro. Su mirada está puesta en mí pero no es de amor, parece de miedo pero tampoco estoy seguro.

-¿Por qué has hecho eso?
-No lo sé, fue un impulso.
-No hace falta que me hicieras daño.
-Perdóname, no lo he podido evitar. No quería que me impusieras algo que yo no quiero. He necesitado ser más fuerte que tú, he necesitado controlarte para que no seas tú la que me controle a mí. No puedo soportar que nadie me controle. Cuando mis padres lo intentaron me fui. No puedo con ello.
-Yo no te quiero controlar, eso lo sé. Sólo quiero que seas feliz conmigo y nada más. No quiero que tengas que irte a buscar lo que yo no puedo darte. Sólo es eso.

Se me queda mirando con esos preciosos ojos verdes. No sé que hacer. La he lastimado y no me gusta mi reacción.

-Perdóname, yo no soy violento. No sé qué me ha pasado.

Coloco mi cabeza entre mis manos. No podrá nunca perdonarme. Es como si la hubiera violado. No la merezco, sólo necesitaba oír unas palabras que no he sido capaz de decir.
Viendo mi sufrimiento, se me acerca y coge mi cabeza entre sus manos. Me da un largo beso.

-Te perdono. Sé que no eras tú.
No me la merezco. Es demasiado buena para mí.

-¡Cuánto te quiero!
-Yo sé que me quieres, me lo has demostrado pero no pienses que te quiero controlar. Tú eres tú y te quiero tal cual eres. Precisamente te quiero por cómo eres. Independiente, seguro, fuerte, decidido, ¿qué más te puedo decir?
-Sandra, te quiero con locura. No sé cómo explicar lo que siento por ti. Me faltan palabras.
-Demuéstramelo.

Me mira con esos ojos y no puedo escapar, me tiene atrapado. La beso con fuerza y ella me responde.

Capítulo nueve

SANDRA

No le entiendo. Me ha forzado pero sé que no lo ha hecho por que sí. Quería someterme. Tiene un problema con aceptar imposiciones de otros. Sin embargo, cuando su madre le dijo de quedarse 6 meses, lo aceptó y eso que estaba totalmente en contra al principio. ¿Qué le diría para convencerle?

Lo veo dormir plácidamente, como si no hubiera ocurrido nada, no sé si esto va a ser un punto y aparte en nuestra relación. ¿Relación? ¡¡Si llevamos juntos sólo unos días que se pueden contar con los dedos de una mano!! ¿Me habré precipitado dejándolo todo por él?. Ahora ya no estoy segura. Un hombre que te puede forzar sólo para demostrar su fuerza, no sé, desde luego no es lo que me esperaba. Es verdad que todas las relaciones tienen algo ¿pero hasta este punto?
He tomado una decisión. Me mudaré al piso con él y entonces veré qué pasa. Me tomaré la relación día a día y nada más. En contra de mi buen juicio y mi absoluto deseo y necesidad de tener todo organizado, me tomaré cada día como venga y analizaré semana a semana si ha sido positiva o no. En el momento en que no lo sea, por mucho que quiera a David, me marcharé. No puedo estar en una relación que no me aporte cosas positivas.

Está decidido.

Después de estar juntos nos duchamos y vestimos. Salimos para la oficina en donde desayunamos juntos. Él se va luego a su despacho y yo me quedo pensando en qué voy a hacer. Miro los periódicos digitales en busca de trabajo. Tengo que preguntarle a David si ha recibido la carta de recomendación de Luis. Hay algunos trabajos de camarera pero son de noche y así no podré estar con David. Él trabajando durante el día y yo durante la noche, ni hablar, tengo que buscar algo en horario de oficina, por ejemplo, como dependienta. No tengo experiencia en eso pero el “no” ya lo tengo. Hay algunos anuncios aunque no muchos.

Decido llamar a uno de ellos.

-Hola, llamo por el anuncio del periódico, necesitan una dependienta ¿no?
-Si, ¿qué experiencia tiene?
-Como dependienta no tengo pero he estado trabajando de camarera en un restaurante durante tres años.
-¿cobrabas?
-Sí, tomaba nota, servía y al final cobraba.
-¿Cuántos años tienes?
-23
-Necesitamos a alguien con una magnífica presencia.
-Bueno, pues, soy pelirroja con ojos verdes. Tengo el cabello largo y soy delgada pero lo mejor sería una entrevista personal ¿No cree?
-Tienes razón, tu descripción física encaja con lo que estamos buscando. ¿te puedes pasarte sobre las 11?
-Claro, cuál es la dirección?

Anoto la dirección que me da y nos despedimos hasta luego. Ahora el problema es la ropa. Por supuesto no he venido en ropa adecuada y no voy a volver a casa de su madre a cambiarme que es donde envío David la ropa que compré, ni quiero hacerlo ni me va a dar tiempo.

La única solución es ir a comprar un traje y demás y arreglarme aquí en la oficina. Vale, decidido, pues manos a la obra. Me queda como una hora y media.

Voy a una de las tiendas más próximas a Ecotex. Enseguida encuentro lo que busco. Un traje de pantalón en verde oscuro que destaca mis ojos. Salones en color marrón con blusa y bolso a juego. Perfecto. Adiós saldo de la Visa. Bueno, si me dan el trabajo me recuperaré.
Vuelvo a Ecotex. Ahora dónde puedo cambiarme? Para tener intimidad tendrá que ser en el despacho de David. Subo hasta su piso y me encuentro con Berta.

-Buenos días señorita.
-Hola Berta ¿está David?
-Está en el despacho de su tío pero puede pasar si quiere.
-Gracias Berta. De todas formas sólo voy a estar un momento. Si no vuelve antes de que me haya marchado, ¿le puede decir que he estado aquí, por favor?
-Claro que sí señorita.
-Berta por favor,  no me llame señorita, me llamo Sandra.
-Vale, yo te llamo Sandra si tú me hablas de tú.
-De acuerdo.

Entro en el despacho de David y me cambio de ropa. Menos mal que en mi maxibolso siempre llevo maquillaje y cepillo.
Me miro en el espejo y me gusta lo que veo. Mi larga cabellera cae por mi espalda. El traje a juego con mis ojos, la verdad es que estoy guapa. Me voy a ir, necesito coger un taxi. Le diré a Berta que me pida uno.

-¡¡Qué guapa!!
-La verdad es que sí, tengo una entrevista de trabajo y no estoy nada mal. Berta, necesito un taxi, ¿dónde lo puedo pedir?
-Yo misma te lo pido. Lo que me extraña es que necesites un trabajo, estando con David…
-Ya pero es que no me gusta vivir de nadie, siempre he trabajado y necesito ser independiente.
-Te entiendo perfectamente. Baja ya si quieres que te llamo al taxi ya mismo. ¿Dónde tiene que ir?
-A esta calle- y se la señalo en el papel donde lo he escrito.
-Bien, no está muy lejos aunque mejor en taxi que andando. Baja que enseguida estará aquí.
-Gracias Berta, hasta luego.

Me bajo para abajo y ciertamente no tengo que esperar mucho hasta que llega un taxi a por mí. En pocos minutos estoy en la dirección que me han dado por teléfono pero no veo ninguna tienda. Le pregunto al taxista si realmente es esa la dirección y la reafirma.
Bajo del taxi y voy hacia el número que tengo escrito en el papel. Entro a lo que parece ser un despacho.

-Buenos días, tengo una cita a las 11. Soy Sandra Sempere
-Buenos días Sandra. Llegas puntual. Eduardo te está esperando, pasa por favor al despacho número 3.

Camino por el pasillo hasta el despacho número 3 y toco en la puerta. Oigo un “pasa” y abro la puerta. Al hacerlo me encuentro con un hombre de unos 30 ó 35 años, guapo, alto, muy bien plantado que se levanta de la mesa y viene a saludarme con la mano extendida delante de él.

-Hola Sandra, soy Eduardo.
-Buenos días Eduardo.
-Por favor siéntate.
-Gracias.
-Te estarás preguntando por qué recibimos en un despacho si lo que buscamos son dependientas ¿verdad?
-La verdad es que sí, estoy intrigada.
-Pues es por una simple razón. El artículo que vendemos es muy vanguardista y aún no tenemos las tiendas del todo terminadas. Hay personas que al ver los artículos se echan para atrás sin ni siquiera conocer las condiciones del empleo así que hemos decidido hacer las entrevistas en terreno neutro.
-Muy buena idea, así nadie se hace una idea preconcebida.
-Exacto, primero te quiero contar las condiciones y después te enseñaré los productos. Trabajarás 5 días a la semana, con un sueldo base y un porcentaje sobre tus ventas. Si se alcanza el objetivo, también tendrás un plus de productividad. Cuanto más vendas, más cobras pero lo bueno de este negocio es que el cliente viene a ti, tú no tienes que buscar a nadie.
-Me parecen buenas condiciones pero quiero saber cuál es el producto.
-Bien pues los productos son todos eróticos, todo lo que puedas imaginar y más. Por eso te digo que hay gente que nada más saber eso, ya se echan para atrás porque les da vergüenza o no va con sus ideas o yo qué sé. ¿Tú cómo lo llevas?
-No estoy en contra, creo que cada uno puede hacer con su cuerpo lo que le plazca, siempre y cuando no atente contra nadie.
-Sabia chica, aquí podrás encajar bien. Tienes que hacer una demostración de venta, ven por aquí.

Eduardo me lleva por el pasillo por donde he entrado y vamos a una especie de estudio. Aquí veo a un fotógrafo y un montón de juguetes eróticos. Bueno, alguno sí que he usado en el pasado pero no todos. Hay cosas que ni sé para qué son.

-Vale pues lo que tienes que hacer es venderme uno de esos productos, el que tú quieras.

Luego si sales elegida te harán un curso de uso y disfrute de cada artículo pero por ahora coge uno que sepas cómo funciona. Me lo tienes que explicar y vender. Firma este documento en el que pone que das permiso para que te graben y empezamos.

Leo el documento, es corto y sólo pone que autorizo la grabación de mi imagen personal para fines exclusivamente internos de la empresa Socialjuegos S.L.

No veo nada anormal en ello y firmo el documento.

-Perfecto, ahora vamos a grabar. Lo grabamos para estudiar después a todas las candidatas los socios que somos. Yo soy uno de ellos pero hay cuatro más y las empleadas las vamos a elegir entre todos. Como es imposible que los cinco coincidamos, pues lo grabamos y ya decidimos después.
-Me parece lógico- le digo.
-Ven, posiciónate aquí y coge lo que quieras. Ahora véndemelo.

Cojo un vibrador, es de las pocas cosas que sé lo que son.

-Caballero, a su compañera le encantará este aparato, tiene estimulación vaginal y del clítoris al mismo tiempo. Hace que ella alcance unos orgasmos increíbles. Se lo recomiendo. Además lo pueden usar juntos y disfrutar ambos.
-Muy bien pero es que yo no tengo compañera sino compañero.
-Ah, pues mejor, este vibrador se puede usar analmente y de esta forma mientras Vd. está por delante, el vibrador está por detrás.
-Ja,Ja,Ja, me encanta, qué imaginación tienes mujer, qué bueno.
Se ríe abiertamente y parece encantado con mi idea.
Yo también sonrío.
-Perfecto, ya tenemos hecha la toma. Entonces deja todos tus datos a María que te llamaremos, seguro que te llamaremos…
-De acuerdo, gracias, ¿eso es todo?
-Sí, Sandra, por ahora ya está. Si necesitamos otra prueba ya te llamaremos.
-Bien, pues espero sus noticias.
-Claro que sí, adiós.
-Adiós.

Salgo del despacho, son casi las 12 y media. No sé si habrá llegado el propietario del piso a Ecotex. Sería perfecto tener ya la llave y poder pasar allí esta noche. Me veo cocinando en esa cocina, haciendo las cenas, los desayunos, tengo ganas de empezar a vivir con David, juntos.

No me apetece coger un taxi para volver a Ecotex pero tampoco tengo muy claro por donde debo ir. Tengo que agenciarme un directorio o mapa o algo para aprenderme las calles. La última vez que vivi en Madrid fue hace ya más de 8 años, siempre permanecía en mi barrio, recuerdo no salir de él, siempre estaba en casa o en el instituto, no tenía amigas, no salía nunca por ahí. Cuando me pasó lo que me pasó, mis padres decidieron mudarse a Cuenca que es donde acabé el bachillerato. Nunca me gustó Madrid, los recuerdos que tengo no son nada buenos. Otro sacrificio que hago por él. Le quiero mucho y quiero estar con él pero me pregunto si no estaré poniendo en la balanza demasiadas cosas, si no sale bien, tendré que irme con el rabo ente las piernas. No quiero ni pensarlo.

Pregunto a una mujer por donde está la Castellana y me la señala, no está lejos, una vez que esté allí ya me fijaré en el número para ir a Ecotex. De todas forma el edificio resalta osea que no será difícil verlo.

Camino hacia la Castellana y pienso en el trabajo, en la entrevista tan peculiar que me acaban de hacer. No lo había visto nunca pero tampoco es descabellado, supongo que habrá gente con prejuicios a los que no les guste ese tipo de artículos. Si me dan el trabajo tendré que em-po-llar-me todas las instrucciones y modos de uso, me parto de risa yo sola, empollarme, qué bueno,  el que me vea ahora dirá que estoy loca, una tía vestida de traje riéndose a carcajada limpia en medio de la calle. Para estar loca.
Llego a la Castellana y no tardo nada en divisar el edificio, la verdad es que está bastante cerca.

Llego a las oficinas en poco más de 20 minutos andando. No está mal. Entro y subo al despacho de David.
-Hola Sandra ¿qué tal ha ido?
-Bien, muy curioso pero ya veremos.
-David está dentro, lo digo por si quieres pasar. Ya le he comentado lo de tu entrevista.
-Vale gracias Berta.

Toco y abro la puerta y David levanta la mirada del ordenador. Sonríe afectuosamente y se levanta. Se queda parado a mitad de camino, está en éxtasis, parece que ha visto una diosa o algo.

-Dios, qué guapa estás. Ese color te sienta de maravilla. Ya me ha dicho Berta lo del trabajo, ¿Qué tal te ha ido?
-Bueno pues no sé, es algo raro la verdad.
-Sabes que no necesitas trabajar.
-Sabes que necesito sentirme independiente. No usaré tu dinero para vivir, tenlo claro David.
-Ya me lo imaginaba yo, la verdad es que has tardado en  buscar trabajo.
-Ja, Ja, Ja, qué gracioso eres.
-Bueno pues dime de qué se trata.
-Primero dime tú si ha venido el del piso.
-Pues tú que crees- y abre el cajón y coge unas llaves y me las enseña.
-Tenía ganas de alquilarlo, ha venido enseguida.
Corro hacia él y me lanzo a sus brazos.
-¿Podremos dormir ahí hoy?
-Por supuesto que sí. El tío no sabía por donde pisar cuando se ha enterado de quien soy yo. Ha sido alucinante.
-¿De verdad?
-Ya ves, parece que creía que yo era un oficinista o algo y cuando le han hecho subir a mi despacho y después hemos ido a administración y todo el mundo tratándome de señor y todo eso, pues el tío ha alucinado. Pero muy bien la verdad, es majo.
-Es importante tener un buen casero. Sólo espero que no nos suba el alquiler al saber ahora quien eres.
-Da igual, de todas formas hemos firmado por 6 meses osea que eso lo tiene que respetar.
-Qué ganas tengo de ir.
-Yo también. Nos llevamos algo de ropa hoy y mañana por la mañana si quieres ya nos llevamos todas las cosas de casa de mi madre. Dios, cómo voy a echar de menos a Rufo.
-Lo sé mi amor, pero él está mejor en la casa, ahí tiene donde correr y todo. Imagínatelo en el piso todo el día encerrado. Tú no quieres eso ¿verdad?
-Claro que no, yo quiero que corretee cuando quiera y persiga pájaros y husmee por ahí, vamos que sea perro.
-Yo también quiero eso para él. Además podrás ir a verle los fines de semana si quieres y entre semana también. Que vivamos en otro sitio no significa que no veas a tu madre. Al contrario, necesitas verla a menudo porque ahora te necesita.
-Pues no sé yo, las últimas dos noches ni siquiera ha estado en casa. No sé a qué hora habrá vuelto. Esta mujer me tiene intrigado. Sé que socializaba mucho cuando mi padre vivía pero siempre iban los dos juntos. Ahora que está sola pensé que se lo tomaría con calma.
-Creo que lo que le pasa a tu madre es que no quiere estar sola para no pensar en tu padre. Así si sale está con otra gente y se distrae.
-Puede que tengas razón. Yo no quiero verla triste y hundida. Quiero que esté feliz.
-Ya verás el día que le des nietos
-¿Nietos?, no vas un poco rápido.
-Tío que era una broma. Cómo eres por Dios.
-Ah, vale, es que yo no pienso tener hijos en muchos años, vamos que muchos, muchos años.
-Y eso por qué.
-No creo que sea buen padre. Hay que sacrificar demasiadas cosas y no estoy preparado para ello.
-Pues tienes 30 años, qué, ¿vas a esperar hasta los 50?.
-A lo mejor.
-Menos humos. Ya verás, en cuanto encuentres a la mujer de tu vida, querrás tener hijos.
-A la mujer de mi vida ya la he encontrado y no quiero compartirla con nadie, ni siquiera con un hijo.
-Tu idea cambiará con el tiempo. Te lo aseguro.
-Ya veremos. Let’s take one day at a time.
-Sí, día a día.
-Queda poco para la hora de comer. ¿Nos vamos?
-¿No tienes ahora nada para hacer?
-Hasta las 16.00 h. no tengo nada. Entonces tengo una reunión, para variar y después ya me iré. Bueno nos iremos. ¿O prefieres irte tú a la casa después de comer y vas acomodándola?
-Qué buena idea, me encanta y así cuando llegues tú, ya estará algo más aclimatada. Haré una copia de las llaves para que tengamos los dos ¿Qué te parece?
-Perfecto. Pues vamos a comer ¿Qué te apetece?
-Carne..un buen chuletón..
-Pues podemos ir a una brasería que hay aquí cerca, ¿vale?
-De acuerdo.

Vamos a la brasería y pedimos. Nos sirven en un tiempo prudencial y la carne está riquísima. La acompaño de una buena ensalada y agua. Qué rico está todo. Al terminar David se tiene que marchar a la oficina y yo me voy al piso.

-Luego nos vemos preciosa. Te llamaré al salir de la oficina.
-Te estaré esperando.

Nos damos un beso y cada uno se va por su lado.
Quiero poder ir andando a la casa. Me sitúo de frente en la Castellana y cierro los ojos. Visualizo la calle y la forma en la que vine ayer desde la casa. Tengo que hacer el recorrido al revés. Empiezo a andar.
Las tiendas me suenan, creo que voy por el camino correcto. De todas formas si me pierdo, siempre puedo preguntar. Veo una ferretería, entro para hacer una copia de las llaves para David.
Sigo el camino que tengo dibujado en mi mente. La verdad es que tengo suerte porque tengo un buen sentido de orientación. Dicen que las mujeres no lo solemos tener pero sí que lo tengo.

Tras una media hora en la que me están ya matando los pies, la veo, veo la carnicería y la farmacia y ahí está el edificio. ¡¡Qué bien!!. Lo he encontrado. Abro la puerta del portal y subo por las escaleras. ¡¡Qué ganas tengo de llegar y quitarme los zapatos!! Abro la puerta de la casa. Le doy al interruptor general de la luz y se enciende la luz del pasillo. La apago. Recorro la casa, ¡¡qué a gusto nos vamos a encontrar aquí!!. Me cambio de ropa, dejo el traje que me he comprado colgado en el armario, me cambio de zapatos, menos mal que llevo todo en el maxibolso donde me cabe incluso la ropa que llevaba antes y me relajo. Me siento un rato en el sofá, es cómodo y pongo la tele. Miro en la nevera y la despensa. No hay nada. Está todo vacío. Decido limpiar la nevera para poder enchufarla. Menos mal que hay agua. Le paso un paño mojado, no parece que esté sucia pero por si acaso. Una vez que estoy satisfecha con el resultado decido bajar al supermercado para comprar algo para cenar y desayunar mañana.

A mi vuelta saco todo de las bolsas y lo reparto, lo que es de nevera lo pongo ahí y lo que es de despensa en su lugar apropiado. Le voy a dar una gran sorpresa a David. He comprado pasta para esta noche y pan y mantequilla para mañana además de café y leche, también un poco de pavo para mí y mis tostadas.

Tallarines con pesto es la cena, he comprado una botella de vino blanco afrutado que me encanta. Puedo beber poco pero un vaso seguro que cae.

Esperaré hasta que llame David para hacer la pasta pero la salsa pesto la hago y así ya la tengo preparada. Me encanta cocinar, me relaja mucho. Cojo mi móvil y lo pongo en música a toda pastilla mientras canto como una loca. Finalmente tengo todo preparado a falta de hervir la pasta así que me siento un rato en el salón, salgo a la terraza, miro la calle, no pasa el tiempo. No me imagino estar aquí sola todo el día esperando a David. Menos mal que he hecho lo del trabajo. De todas formas tendré que ir a ver si hay algo más, por mucho que me haya dicho Eduardo que me llamarán, creo que eso se lo dicen a todas y no puedo quedarme esperando a ver si me llaman. Mañana compraré el periódico y miraré los anuncios de trabajo a ver si hay algo que encaja conmigo y lo que busco.

De repente me sobresalta el timbre de la puerta. Voy al telefonillo. ¿Quién es?. Soy yo. Es David. Ya ha llegado y no me ha llamado antes, así no estará la cena preparada. Abro la puerta de la entrada y enseguida voy a darle al gas para que empiece a hervir el agua. Jo, pues así cenaremos más tarde. Miro la hora, son las 8, bueno no es demasiado tarde.

DAVID

Subo por las escaleras de la casa nueva. No he llamado a Sandra, porque sólo tengo ganas de ir a casa y verla. Ayer por la noche no tuve valor de despertarla para hacer el amor así que esta noche no se me escapa. Además he pasado por la farmacia y he comprado preservativos. No sé si le habrá llamado mi tío Julián, se lo tengo que preguntar.

-Ya estás aquí, pero no ibas a llamarme al salir de la oficina.
-Sí pero luego sólo quería llegar aquí cuanto antes para estar contigo.

Voy y la beso, prolongadamente, apasionadamente.

-Mira lo que he comprado y saco del bolsillo una caja de preservativos.
Sandra se ríe
-Qué gracioso. Pues al final me va a localizar un ginecólogo Alicia, mi compañera en Salamanca. Su hermana vive aquí y me ha dicho que le iba a consultar el nombre de su ginecólogo.
-Vale, pero tenías que habérmelo dicho antes. No sé qué cara pondrá mi tío, supongo que será un alivio. La verdad es que no le veo preguntando a su mujer o a su hija si su ginecólogo es bueno o no.
-Mira que eres gracioso, yo tampoco me lo imagino. Como no me has llamado antes, ahora resulta que hay que esperar a que cueza el agua para echar la pasta. Yo pensaba ponerla a hervir cuando me llamaras y así cuando llegaras ya estaría hecha pero ahora nos va a tocar esperar, aunque sea sólo un poco porque es pasta fresca. Tengo la salsa hecha ya. Pesto, lo que a ti te gusta.
-Mmm, qué rico, con lo que me gusta. A ver si eres tan buena cocinera como lo eres en otras cosas.
-Incluso te diría que soy mejor. Me gusta mucho cocinar y me esfuerzo en ello. Le pongo mucho amor.
-Pues pon algo de amor en mí también que quiero estar contigo.

Viene hacia mí y me besa. Nuestras lenguas se pierden y empezamos a jadear, ¡¡sólo por un beso!!.

-Si seguimos así, no vamos a cenar hasta dentro de unas horas. Más vale que apagues el gas..
-¿Prefieres sexo a cenar?
-Pues la verdad es que ahora sí lo prefiero. Ven, vamos a la cama y así la estrenamos.
-Espera voy a tapar todo esto y a apagar el gas.

La espero en el pasillo mientras apaga todo y tapa los bols. Cuando viene hacia mí la cojo de la mano.
La habitación está perfecta, con la cama hecha, cosa que va a durar muy poco.
La cojo y la beso otra vez. Me devuelve el beso con ganas. Nos empezamos a desnudar, primero despacio y después con más ansia. Hace horas que no he estado dentro de ella y lo echo tanto de menos.
Nos tiramos en la cama, riendo, besando, acariciando, no podemos quitar nuestras manos el uno del otro. Le beso el pecho, qué tetas más bonitas tiene. No le va a hacer falta implantes ni nada por el estilo, son preciosas tal cual. Además son el tamaño perfecto para mi mano, ni mucho ni poco. Me las meto en la boca, primero una y luego la otra. Le muerdo los pezones y grita de placer y de dolor al mismo tiempo. Parece que le gusta. Le cojo el culo y la atraigo hacia mí. Le meto la mano entre las piernas, quiero ver si está lo suficientemente mojada para poder penetrarla ya. Ahh, sí, está muy mojada. Me encanta, así resbalaré dentro de ella. Me separo un poco y cojo un preservativo.

-Toma, pónmelo.

Ella lo coge, rompe el envoltorio y apretando la punta lo desliza hacia abajo a lo largo de mi polla que está ya muy dura. Está claro que no es la primera vez que lo hace. Lo ha hecho  muy bien. Luego le preguntaré algo.
La penetro y Sandra se empieza a mover, buscando los punto de roce para darse placer. Yo me empiezo a mover, hacia dentro, hacia fuera, hacia los lados, haciendo círculos. ¡¡Qué gusto!!. Está mojadísima. Ahh, me voy a correr. Se lo digo, me responde que ella también y llegamos juntos. Me desplomo encima de ella.

-Ahh, qué gusto. Qué bien lo haces.
-Anda que tú. Tú tampoco lo hace nada mal sabes, guapo.
Salgo de ella y cojo el condón, ato la punta y lo dejo en la mesita de noche.
-¿Qué quieres que te haga ahora? Le pregunto.
-Lo que tú quieras.
-Pues voy a ver.

Le doy la vuelta. Le cojo el culo. Aspiro su olor. Le doy la vuelta otra vez. Meto la cara entre sus piernas. Qué bien huele. Estaría aquí metido siempre. Qué cosas me hace sentir.

-¿No tienes un vibrador?
-Pues sí, pero está en Salamanca.
-Improvisaremos. Espera ahora vuelvo.

Enseguida regreso pero sin lo que yo estaba buscando, claro, si es que la casa está sin habitar. No he encontrado  las cosas que hubiera podido usar.
-Pues vengo con las manos vacías pero ya sé que hay que comprar. Ven para aquí que te voy a comer toda.
-Primero me tendrás que coger- y se levanta de la cama y sale corriendo.

Voy detrás de ella, le veo el culo cómo se mueve para arriba y abajo igual que las tetas. La gravedad.
Por fin la cojo cerca de la cocina.

-Te pillé.

Me la pongo sobre el hombro y la llevo hacia la habitación, no para de reír y gritar.

La tiro sobre la cama, se mueve hacia atrás hasta que ya no hay más sitio, entonces se relaja, abre la boca y empieza a jadear anticipándose a lo que va a ocurrir. Al verla así casi me corro, se está imaginando todo, está disfrutando sin tocarla, sólo con su pensamiento.

La cojo de los tobillos y la tiro hacia mí, entonces empiezo a chuparle el clítoris, uso la lengua como espada y la penetro todo lo que puedo, cuando no es con la lenga es con los dedos, primero uno, luego dos , luego tres. Entro, salgo, entro salgo. Gime de placer, se va a correr de nuevo, veo cómo se estremece. ¡¡Cómo me pone!!. Tan solo viéndola me estoy poniendo yo duro otra vez. Se pasa la lengua por los labios, entre abre la boca, se muerde el labio inferior y un sonido gutural sale de su garganta. Se corre, su cuerpo tiembla y se estremece. Pone los ojos en blanco y agarra las sábanas con las dos manos

-No pares por favor, que viene otro.
Sigo tocándola, chupándola, mordiéndola y enseguida se corre otra vez.
-Oh David cómo me gusta. Qué bien lo haces,
-Todo para ti mi amor. Todo

Y sigo acariciándola y penetrándola. Ahora soy yo el que me pongo el condón. Y la penetro con la polla, la cojo por la cintura y la siento encima de mí. Estamos frente a frente. Ella es la que se mueve ahora. Haciendo círculos con la pelvis, arriba y abajo. Qué gusto. Sus pupilas se dilatan, se va a correr de nuevo, lo veo en sus ojos y yo me dejo llevar haciéndolo también.

Tras un rato encima de la cama recuperándonos de nuestra pasión le digo.

-Tengo hambre.
-Habló el romanticismo en persona.
-Vale no es romántico pero es verdad

Miro el reloj.

-Son casi las 10. Deberíamos cenar algo y después acostarnos.
-Acostados ya estamos pero tienes razón, hay que comer algo.

Nos levantamos y vamos a la cocina. Enciende el gas para que cueza el agua.

Mientras tanto le traigo una camiseta de las mías que tenía en el gimnasio del trabajo.

-Toma, ponte esto, que no quiero que cojas frío.
-Qué romántico.

Yo me coloco unos pantalones de chándal que también tenía en el gimnasio.
Así ella está vestida por arriba y yo por abajo. Nos complementamos.

Pongo la mesa y al poco tiempo ya está la pasta cocinada. Lo llevamos todo a la mesa del comedor para cenar. Abro la botella de vino blanco que ha comprado. Está bueno.

Comemos mirándonos a los ojos, sin articular palabra. Comiéndonos con la mirada. Parece increíble que hace sólo unos minutos estábamos en la cama haciendo el amor y ahora los dos estamos pensando en lo mismo otra vez. Esta mujer me vuelve loco, no puedo tener suficiente, siempre deseo amarla. No puede ser bueno. ¿Será lujuria?.
Después de cenar recogemos la mesa. Ella lava los platos mientras yo miro a ver si hacen algo en la tele. La verdad es que ya es tarde y han empezado las películas y series.

-Ven, siéntate a mi lado
-Voy

Viene hacia mí y se sienta justo a mi lado. Recoge sus piernas y se sienta encima. Se recuesta sobre mi hombro y suspira.

-Sabes, ahora mismo soy la mujer más feliz del planeta. Es que no puedo pedir más.
-Sí, se te ve muy feliz. Yo también lo soy.

Oímos la llamada en un teléfono, es el mío. A mi pesar me levanto para mirar quien me llama a esta hora.

-Joder, es mi madre.
-Cógelo, no vaya a ser importante.
-Hola mamá.
-¿Es que no te lo he dicho?. Pues se me habrá pasado. Perdona. Hemos alquilado un piso y estoy aquí con Sandra. Vamos a vivir juntos.
-Pero mamá….
-Sí
-Sí
-Lo siento pero es lo que quiero. Adiós.

Cuelgo.

-¿Qué ha pasado?
-Mi madre, que dice que no le he dicho que no iba a cenar y estaba preocupada. Me ha soltado un sermón sobre abandonarla que ya ves. Que si me quedo para estar con ella y no esté sola y no me va a ver, pues que eso es lo mismo que si me hubiera quedado en Salamanca.
-¿De verdad no te has acordado de decirle lo del piso?
-Pues la verdad es que no.
-Estará buena.
-Sí, buenamente cabreada es lo que está.
Sandra se echa a reír.
-Perdona pero es que tenías que haberte visto. Lo siento por ella pero yo quiero que estés aquí conmigo. ¿Tú qué prefieres?
-¿Es que lo tienes que preguntar?
Y voy hacia Sandra para cogerla y besarla de nuevo.
-Yo creo que mi madre me está intentando manipular.
-Ya te digo.
-Es tarde, deberíamos acostarnos. Mañana tengo que madrugar. Tengo un desayuno de trabajo a las ocho.
-Sí, entonces mejor a dormir.

Apago la tele y nos vamos a la cama. Sandra ha comprado cepillos de dientes, pasta dentífrica, peines, vamos todo lo necesario.

Primero uso el baño yo y después lo usa ella. Estoy metido en la cama cuando ella viene a mi lado. Se recuesta sobre mí y me da un beso casto en los labios.

-Buenas noches, espero que duermas bien.
-Yo también te lo deseo.

Apago la luz. Permanezco un buen rato intentando dormir. Oigo la respiración tranquila y relajada de Sandra y sé que se ha dormido. Yo intento hacer lo mismo pero no lo consigo. Le doy vueltas a todo, al trabajo, al piso pero sobre todo a mi madre. Es verdad que si me he quedado en Madrid en gran parte es para estar con ella pero viviendo en otro sitio no voy a poder verla. Pero no voy a hacer que Sandra se vaya a vivir a la casa con mi madre, no quiero arriesgarme a perderla. No sé cómo lo voy a solucionar. No puedo tener contentas a las dos. Con estos pensamientos por fin me duermo.

Me despierta la alarma del móvil. Son las 6 de la mañana. Sandra también abre los ojos.

-Buenas, ¿Qué tal has dormido?
-Bueno pues la verdad es que me costó pero al final lo conseguí. Tú sí que has dormido bien, te quedaste frita nada más tocar la almohada. ¿Tan cansada estabas?
-No, es que entre la cena y el tute que me diste antes, estaba tan a gusto y satisfecha que sólo podía dormir.

Lo dice estirándose toda, la sábana se le escapa de las manos y corre hacia abajo por su barriga. La miro y se me despierta el deseo.

-Ni lo intentes que te leo el pensamiento. Tienes que levantarte y ducharte para ir al desayuno ese que tienes. Si empezamos ahora con otras cosas, no sales de aquí hasta las diez.

Me río, cuánta razón tiene.

-Vale pero me haces un café por fa, que si no me lo tomo no me despierto del todo y quiero llegar de una pieza a la oficina.
-Claro, ve y dúchate. Yo me voy a hacer mi desayuno y te preparo un café de paso.

Me lanza un beso con la mano mientras se levanta y va para la cocina.

Como me he traído algo de ropa de la oficina, cuando me ducho me pongo un traje nuevo. Tengo que ir a casa a recoger más ropa y cosas.

Voy hacia la cocina, huelo el café. Qué rico.

-¿Qué te parece que vayamos a casa de mi madre el sábado. Así la veo y aprovechamos para traernos ropa y otras cosas?
-Haré lo que tú digas. Quiero cambiar la opinión que tiene tu madre de mí pero no sé cómo hacerlo.
-Sé tú misma. Es lo mejor.

Sandra desayuna y yo me tomo un café solo.

Cuando hemos terminado me tengo que marchar. La verdad es que me podía acostumbrar a esta vida. Venir a casa, a la mujer que quiero, que tiene la cena preparada, hacer el amor, dormir juntos, levantarnos juntos, desayunar juntos y después irme al trabajo. Me encanta la idea de que esté aquí cuando yo vuelva. La necesito para hablar de todo con ella. Tengo mucha confianza en su juicio y sé que no me mentirá si le pido opinión de algo.

-Me alegro de que estés aquí conmigo.

La beso suavemente.

-Me tengo que ir. Nos vemos luego. Yo te llamo cuando acabe la reunión a ver si podemos comer juntos. ¿Vale?
-Perfecto.

Salgo por la puerta y me voy a la oficina

No hay comentarios:

Publicar un comentario