Capítulo ocho
SANDRA
Estoy orgullosa de David, es un
hombre hecho y derecho. Se ha manejado perfectamente, sin dudas ni titubeos.
Claro, tiene 30 años, ha vivido ya algo y habrá tenido sus experiencias. Y me
viene a la cabeza lo de su bisexualidad. Sigo sin comprenderlo. No ha dado
muestras de necesitar más que lo que yo le ofrezco. Tengo que preguntarle hace
cuánto tiempo fue su última relación con un hombre. No sé si es una cosa que
pasa en determinados momentos de la vida y una vez hecho ya se te pasa, como
una moda o algo así, o realmente lo tiene introducido en su sistema y es
necesario para él. Tenemos que hablar largo y tendido de esto, si no, no estaré
tranquila. Yo no puedo competir con un hombre, no puedo darle las mismas cosas.
Nos dirigimos los dos cogidos de
la mano y pensando en nuestra propias cosas hacia Ecotex. Tiene la reunión en
poco más de media hora y no sé a qué hora terminará. Después supongo que iremos
juntos a casa de su madre y dormiremos allí. Tendremos que hablar en su
habitación porque es un tema tan íntimo que no creo que lo sepa su madre. Lo
ideal sería que mañana mismo pudiéramos hacer la mudanza al piso y a partir de
mañana noche ya vivir ahí. Total el piso lo tiene todo. Está amueblado y tiene
agua y luz. Así será sólo llevar nuestras cosas. Lo que yo tengo cabe en un par
de bolsas de viaje porque es todo lo que me he comprado hoy y no creo que David
se lleve muchas cosas, me imagino que casi todo será ropa. Qué guapo está con
traje, la verdad es que parece un verdadero yuppie. Le miro de arriba abajo y
se gira. Se da cuenta de que le estoy mirando y sonriendo me dice
-¿Qué?, ¿te gusta lo que ves?
-No te quepa la menor duda.
Estaba pensando en lo guapo que estás con traje.
-Pues imagínate lo guapo que
estoy sin él. Luego, si quieres, lo compruebas.
-Ya sé lo guapo que estás sin traje.
Me gustas también mucho así y por
supuesto que luego lo comprobaré de nuevo!!
Me coge de la cintura y me atrae
hacia él. Entonces me da un beso en los labios y se aparta. Sus ojos sonríen.
Está feliz.
Cuando llegamos al edificio,
entramos y subimos por el ascensor.
Al llegar a su despacho nos
saluda Berta.
-Buenas tardes Señor, señorita.
-Buenas tardes Berta. Mañana
vendrá Juan Pérez Santiago o alguien en su nombre. Habrá que darle una copia de
mi nómina y dinero para pagar la fianza y la mensualidad. Es el propietario del
piso que hemos alquilado. Si estoy en el edificio cuando venga, localízame
porque me gustaría hacerlo todo personalmente. Intentaré estar por aquí mañana
todo el día para que así sea. De todas formas, dile a los de administración que
tengan preparado una copia de mi nómina para poder entregársela y diles que el
dinero lo tiene que sacar de la partida de mi sueldo. Es un tema privado, no de
empresa.
-Sí señor, descuide, yo me
encargo. Le están esperando en la sala de juntas. Me han dicho que le avise en
el momento de llegar.
-Vale, gracias, ahora mismo voy.
Entramos en su
despacho.
-Me voy ahora a la reunión, sé
que faltan 10 minutos para las 7 pero cuanto antes empiece antes acaba. ¿Qué
vas a hacer?
-No lo sé. Ya es de noche y no
me apetece ir por ahí sola. Supongo que me subiré a la biblioteca a leer algo o
navegar con el ordenador.
-Perfecto, me gusta que te
quedes en el edificio. Aquí no te puede pasar nada. Cuando acabe, te llamo
¿vale?
-De acuerdo.
Nos besamos y salimos al
pasillo. En contra de nuestro deseo nos separamos en el ascensor. Él baja y yo
subo.
Paso las siguientes dos horas en
la biblioteca. La verdad es que es magnífica. Tiene libros y libros y tomos y
tomos de enciclopedias, libros de derecho, diccionarios, vamos, muchísimo
material de consulta y también de ocio porque está lleno de novelas,
bibliografías, de misterio, históricas, hasta hay novelas de amor. Vamos que es
difícil aburrirse aquí. Además siempre está el portátil, si quiero divertirme
de otra forma.
Son las 9 y media de la noche y
me empiezo a preocupar. Ya sé que las reuniones duran y duran y no se sabe
cuando acaban pero llevan más de dos horas y media. Lo malo es que queda poca
gente y no sé a quien preguntar. No sé donde está la sala de juntas aunque me
puedo guiar por el directorio pero no quiero que David piense que soy una
desesperada. No quiero interrumpirle en una reunión.
Son casi las 10 de la noche. Mis
tripas están sonando, bajaré a la cafetería a ver si hay alguien y tomar aunque
sea un tentempié.
Al entrar en la cafetería
observo que sólo hay dos empleados, uno sirviendo en el self-service y otro en
la caja.
Me cojo un yogurt desnatado y
una manzana. Con eso tendrá que bastar. Me acerco a la caja y cuando voy a pagar
el empleado me dice que no hace falta. Que todo lo mío ya está cubierto y por
mucho que insisto se niega a cobrarme. Por Dios, este hombre, es que no me va a
dejar pagar nunca nada. Me siento en una de las mesas que hay libres, la verdad
está la cafetería casi vacía. La mayoría de los empleados estarán ya en sus
casas, cenando, viendo la TV, y demás.
Me da tiempo a acabarme el
yogurt y la manzana. Me tomo la pastilla de la noche aunque no haya cenado del
todo pero es la hora de tomársela.
Son más de las 10, no será que
la reunión ya acabó y se marchó David a su casa sin mí. No me lo creo, es
imposible que se haya olvidado de mí. Estoy decidida a ir a buscar la sala de
juntas, a ver si están allí aún.
Justo cuando me dispongo a salir
de la cafetería, me encuentro cara a cara con David.
-Estabas aquí.
-Claro
-Es que llevo un buen rato
buscándote, como me dijiste que estarías en la biblioteca, pues te he buscado
ahí. Nadie me ha dicho que habías bajado.
-Es que tenía hambre, son más de
las 10.
-Perdona, es que la reunión se
ha alargado más de la cuenta. Nos vamos.
-Sí
Nos cogemos de la mano y salimos
del edifico, cogemos la moto y vamos hacia la casa de David.
Al llegar nos comunica el
servicio que la madre de David tiene esta noche una cena benéfica y llegará
tarde. Mejor, si puedo evitar verla pues mejor que mejor.
Cuando llegamos se acerca
corriendo Rufo.
-Hola Rufo- dice David y juega
con él.
-Me echas de menos ¿verdad? Yo
también a ti amigo.
Me encanta que le gusten los
animales. Yo no podría estar con una persona a la que no le gustaran los
animales.
-Pues cenamos algo ¿no?
-Me apetece una sopa. La verdad
es que en la moto me he enfriado.
-Pues marchando una sopa.
David se pone a hacer una sopa
con fideos, le pone también un poco de pollo, y unas virutas de jamón. Con todo
el servicio que tiene y él cocinando, vaya, vaya.
Cenamos en silencio, cada uno
con sus propios pensamientos.
-¿Qué tal la reunión?
-Bien, ya sabes cosas de
resultados y objetivos. Estamos pensando en abrir más mercado, sobre todo en Asia.
Estamos en Japón pero queremos ir a China. Ya veremos.
-Parece mentira que tu padre
haya montado esta empresa de vender camisetas por los mercados.
-Sí, parece que hace una
eternidad cuando pasó eso. Pero al final todo el sacrificio dio resultado.
-Y tanto que dio resultado. Es
una pena que tu padre no pueda ver lo bien que te va al frente.
-Lo sé y también me da pena. Me
arrepiento de no haberle dedicado unos años cuando él estaba aún vivo, hubiera
sido fantástico para los dos.
-Entonces no me hubieras
conocido.
-Seguro que sí pero en otras
circunstancias. ¿Crees en el destino? Yo sí, y sé que lo que tiene que pasar,
pasará antes o después pero seguro que pasará.
-Te veo muy seguro.
-Lo estoy. Me encuentro bien en
el trabajo, jamás lo habría dicho la verdad, soy feliz y tú estás a mi lado. No
puedo pedir más.
Se acerca a besarme
delicadamente.
-¿Nos vemos una peli?
-Sí, una de miedo para
esconderme detrás de ti.
Vamos al salón y elige
una de miedo, de mucho miedo.
DAVID
Pues no será de mucho miedo la
película, Sandra se ha quedado frita viéndola. No la voy a despertar, quería
haberla amado esta noche pero prefiero que duerma. Seguro que se ha dormido
porque está cansada.
La cojo entre mis brazos y la
llevo a la cama. Le quito los zapatos y la ropa y la dejo en ropa interior. Es
preciosa, tan blanca y pelirroja, es tan inusual.
Me desnudo y meto en la cama. La
observo mientras duerme. Su respiración es tranquila, descansada y así,
mirándola, me duermo yo también.
Me despierto, aún es de noche.
Miro el reloj, las 6 de la mañana. Puedo quedarme en la cama unos minutos más.
Observo a Sandra que aún duerme. Es
maravilloso verla relajada. Justo en ese momento abre los ojos, y me
mira.
-Hola preciosa.
-Buenos días, bueno no sé, aún
es de noche.
-Sí, son las 6.
-¿A qué hora tienes que
levantarte?
-Sobre las 7.
-Yo también me levantaré a esa
hora e iré contigo a la oficina. No quiero quedarme aquí con tu madre.
-Lo sé y lo entiendo. Te vuelves
a dormir o ¿Prefieres hacer algo en esta hora que queda?
-Sólo una hora, pues habrá que
darse prisa
Y me coge la cabeza y empieza a
besarme con pasión, mucha pasión, como si no pudiera tener suficiente. Es
increíble, mi libido sube como la espuma y no hace falta más para que esté
entonado. Me encanta que tome la iniciativa algunas veces. Las mujeres deben
ser así también.
De repente deja mi boca y se
pone a chuparme los pezones, tira de ellos con sus dientes, los lame y vuelve a
tirar. Dios mío, cómo me gusta. Luego deja los pezones y sube hasta mis orejas,
Empieza tirando de los lóbulos, mete si lengua dentro de la oreja, succiona el
lóbulo, me da pequeños mordisquitos en el cuello. Me encanta. No sé qué le
pasa. No me deja hacer a mí. Intento cogerla para darnos la vuelta y no me
deja, se defiende con las piernas y me aparta.
-No, quiero ser yo la que te dé
placer a ti, sólo yo a ti, ¿entendido?
-Eso no es justo, yo también lo
quiero hacer.
-No se trata de justicia, quiero
que veas que yo sola puedo proporcionarte todo el placer que necesitas, no
tienes que ir a buscarlo a ningún sitio.
Entonces caigo en la cuenta, lo
dice por lo de la bisexualidad.
La cojo por los hombros
-Lo dices por lo de la
bisexualidad ¿Verdad? Ya te he dicho que eso fue hace mucho tiempo y que no me
ha vuelto a pasar. Sólo te necesito a ti.
-Ahora me dices eso pero no se
sabe qué pasará dentro de unos años. Entonces te habrás cansado de mí y
buscarás otra cosa.
-Mira Sandra, no sé ni lo que va
a pasar mañana. Ahora sé que quiero estar contigo, sólo contigo, ¿no te basta?
-No, vamos a alquilar un piso
juntos, me he venido hasta aquí para estar contigo, necesito saber que seré
siempre lo que necesitas. Necesito oír de tus labios que no buscarás el amor de
un hombre.
-No buscaré el amor de un
hombre, eso te lo aseguro.
-Sabes a lo que me refiero, no
me refiero a amor de sentimiento me refiero a contacto físico, me refiero a
sexo. Tienes que asegurarme que no buscarás sexo con un hombre.
No entiendo cómo me puede pedir
eso, ya le he dicho por activa y por pasiva que sólo la necesito a ella. No quiere
entenderme. No sé cómo decírselo para que lo entienda.
-Mira Sandra, ya te digo que no
sé lo que voy a querer dentro de 5 años. Nos hemos comprometido para estar
juntos estos 6 meses. Vamos a ver qué tal va. Y después ya decidiremos qué
hacer con nuestras vidas. Vive el momento, no te preocupes por el futuro. Sólo
te puedo decir que por ahora, no necesito a nadie más que a ti. ¿No es eso
suficiente?
-No, para mí no lo es. Necesito
saber que estarás conmigo todo el tiempo.
-No quiero hacer una promesa que
no pueda cumplir.
-Osea, que no vas a querer estar
conmigo siempre.
-No he dicho eso, lo que digo es
que quiero vivir día a día, hemos planificado por 6 meses. ¿No es suficiente
para ti? De verdad, no me lo esperaba, pensé que serías más sensata.
-¿Me estás llamando tonta?
-Eso nunca, te quiero y te
admiro. Jamás se me ocurriría llamarte tonta.
Eso parece que la calma un poco
porque no me replica. Se sienta en la cama y suspira. Parece que quiere llorar.
-Yo sé que lo que te pido es
mucho pero sólo necesito oírtelo decir, aunque no sea verdad.
-Pero yo jamás te mentiré, no
puedo mentirte, significas demasiado para mí.
-Ni siquiera una mentira piadosa
que me haga feliz.
-¿Qué quieres que te diga?
-Que me querrás siempre y que
nunca necesitarás a nadie más que a mí.
-Lo que te puedo decir es que te
quiero con locura y te necesito desesperadamente y que lucharé con todas mis
fuerzas para que sea siempre así.
Sandra suspira y llora. No puedo
verla llorar, me parte el alma. La cojo entre mis brazos y beso sus ojos
mojados. Pruebo el sabor de sus lágrimas y de ahí le beso en la boca. Me
devuelve el beso desesperadamente, intentando agarrarse a mí como si me fuera a
ir para siempre. Su beso es carnal, fiero, me muerde y me hace sangre en el
labio. La aparto y la miro, sus ojos están llenos de pasión y de amor. No
quiere perderme.
La cojo de los dos brazos y se
los subo por la cabeza. La tengo aprisionada, no puede moverse. La penetro con
fuerza, no sé si está preparada aún pero me da igual, quiero que vea que yo la
puedo dominar, que soy más fuerte que ella.
Sandra grita cuando entro en
ella, no creo que se lo esperara.
-Me haces daño
-Lo sé.
Sigo y sigo hasta que al final
me corro, la suelto entonces y la miro. Su mirada está puesta en mí pero no es
de amor, parece de miedo pero tampoco estoy seguro.
-¿Por qué has hecho eso?
-No lo sé, fue un impulso.
-No hace falta que me hicieras
daño.
-Perdóname, no lo he podido
evitar. No quería que me impusieras algo que yo no quiero. He necesitado ser
más fuerte que tú, he necesitado controlarte para que no seas tú la que me
controle a mí. No puedo soportar que nadie me controle. Cuando mis padres lo
intentaron me fui. No puedo con ello.
-Yo no te quiero controlar, eso
lo sé. Sólo quiero que seas feliz conmigo y nada más. No quiero que tengas que
irte a buscar lo que yo no puedo darte. Sólo es eso.
Se me queda mirando con esos
preciosos ojos verdes. No sé que hacer. La he lastimado y no me gusta mi
reacción.
-Perdóname, yo no soy violento.
No sé qué me ha pasado.
Coloco mi cabeza entre mis
manos. No podrá nunca perdonarme. Es como si la hubiera violado. No la merezco,
sólo necesitaba oír unas palabras que no he sido capaz de decir.
Viendo mi sufrimiento, se me
acerca y coge mi cabeza entre sus manos. Me da un largo beso.
-Te perdono. Sé que no eras tú.
No me la merezco. Es demasiado
buena para mí.
-¡Cuánto te quiero!
-Yo sé que me quieres, me lo has
demostrado pero no pienses que te quiero controlar. Tú eres tú y te quiero tal
cual eres. Precisamente te quiero por cómo eres. Independiente, seguro, fuerte,
decidido, ¿qué más te puedo decir?
-Sandra, te quiero con locura.
No sé cómo explicar lo que siento por ti. Me faltan palabras.
-Demuéstramelo.
Me mira con esos ojos y no puedo
escapar, me tiene atrapado. La beso con fuerza y ella me responde.
Capítulo nueve
SANDRA
No le entiendo. Me ha forzado
pero sé que no lo ha hecho por que sí. Quería someterme. Tiene un problema con
aceptar imposiciones de otros. Sin embargo, cuando su madre le dijo de quedarse
6 meses, lo aceptó y eso que estaba totalmente en contra al principio. ¿Qué le
diría para convencerle?
Lo veo dormir plácidamente, como
si no hubiera ocurrido nada, no sé si esto va a ser un punto y aparte en
nuestra relación. ¿Relación? ¡¡Si llevamos juntos sólo unos días que se pueden
contar con los dedos de una mano!! ¿Me habré precipitado dejándolo todo por
él?. Ahora ya no estoy segura. Un hombre que te puede forzar sólo para
demostrar su fuerza, no sé, desde luego no es lo que me esperaba. Es verdad que
todas las relaciones tienen algo ¿pero hasta este punto?
He tomado una decisión. Me
mudaré al piso con él y entonces veré qué pasa. Me tomaré la relación día a día
y nada más. En contra de mi buen juicio y mi absoluto deseo y necesidad de
tener todo organizado, me tomaré cada día como venga y analizaré semana a
semana si ha sido positiva o no. En el momento en que no lo sea, por mucho que
quiera a David, me marcharé. No puedo estar en una relación que no me aporte
cosas positivas.
Está decidido.
Después de estar juntos nos
duchamos y vestimos. Salimos para la oficina en donde desayunamos juntos. Él se
va luego a su despacho y yo me quedo pensando en qué voy a hacer. Miro los
periódicos digitales en busca de trabajo. Tengo que preguntarle a David si ha
recibido la carta de recomendación de Luis. Hay algunos trabajos de camarera
pero son de noche y así no podré estar con David. Él trabajando durante el día
y yo durante la noche, ni hablar, tengo que buscar algo en horario de oficina,
por ejemplo, como dependienta. No tengo experiencia en eso pero el “no” ya lo
tengo. Hay algunos anuncios aunque no muchos.
Decido llamar a uno de
ellos.
-Hola, llamo por el anuncio del
periódico, necesitan una dependienta ¿no?
-Si, ¿qué experiencia tiene?
-Como dependienta no tengo pero
he estado trabajando de camarera en un restaurante durante tres años.
-¿cobrabas?
-Sí, tomaba nota, servía y al
final cobraba.
-¿Cuántos años tienes?
-23
-Necesitamos a alguien con una
magnífica presencia.
-Bueno, pues, soy pelirroja con
ojos verdes. Tengo el cabello largo y soy delgada pero lo mejor sería una
entrevista personal ¿No cree?
-Tienes razón, tu descripción física
encaja con lo que estamos buscando. ¿te puedes pasarte sobre las 11?
-Claro, cuál es la dirección?
Anoto la dirección que me da y nos
despedimos hasta luego. Ahora el problema es la ropa. Por supuesto no he venido
en ropa adecuada y no voy a volver a casa de su madre a cambiarme que es donde
envío David la ropa que compré, ni quiero hacerlo ni me va a dar tiempo.
La única solución es ir a
comprar un traje y demás y arreglarme aquí en la oficina. Vale, decidido, pues
manos a la obra. Me queda como una hora y media.
Voy a una de las tiendas más
próximas a Ecotex. Enseguida encuentro lo que busco. Un traje de pantalón en
verde oscuro que destaca mis ojos. Salones en color marrón con blusa y bolso a
juego. Perfecto. Adiós saldo de la Visa. Bueno, si me dan el trabajo me
recuperaré.
Vuelvo a Ecotex. Ahora dónde
puedo cambiarme? Para tener intimidad tendrá que ser en el despacho de David. Subo
hasta su piso y me encuentro con Berta.
-Buenos días señorita.
-Hola Berta ¿está David?
-Está en el despacho de su tío
pero puede pasar si quiere.
-Gracias Berta. De todas formas
sólo voy a estar un momento. Si no vuelve antes de que me haya marchado, ¿le
puede decir que he estado aquí, por favor?
-Claro que sí señorita.
-Berta por favor, no me llame señorita, me llamo Sandra.
-Vale, yo te llamo Sandra si tú
me hablas de tú.
-De acuerdo.
Entro en el despacho de David y
me cambio de ropa. Menos mal que en mi maxibolso siempre llevo maquillaje y
cepillo.
Me miro en el espejo y me gusta
lo que veo. Mi larga cabellera cae por mi espalda. El traje a juego con mis
ojos, la verdad es que estoy guapa. Me voy a ir, necesito coger un taxi. Le
diré a Berta que me pida uno.
-¡¡Qué guapa!!
-La verdad es que sí, tengo una
entrevista de trabajo y no estoy nada mal. Berta, necesito un taxi, ¿dónde lo
puedo pedir?
-Yo misma te lo pido. Lo que me
extraña es que necesites un trabajo, estando con David…
-Ya pero es que no me gusta
vivir de nadie, siempre he trabajado y necesito ser independiente.
-Te entiendo perfectamente. Baja
ya si quieres que te llamo al taxi ya mismo. ¿Dónde tiene que ir?
-A esta calle- y se la señalo en
el papel donde lo he escrito.
-Bien, no está muy lejos aunque
mejor en taxi que andando. Baja que enseguida estará aquí.
-Gracias Berta, hasta luego.
Me bajo para abajo y ciertamente
no tengo que esperar mucho hasta que llega un taxi a por mí. En pocos minutos
estoy en la dirección que me han dado por teléfono pero no veo ninguna tienda.
Le pregunto al taxista si realmente es esa la dirección y la reafirma.
Bajo del taxi y voy hacia el
número que tengo escrito en el papel. Entro a lo que parece ser un despacho.
-Buenos días, tengo una cita a
las 11. Soy Sandra Sempere
-Buenos días Sandra. Llegas
puntual. Eduardo te está esperando, pasa por favor al despacho número 3.
Camino por el pasillo hasta el
despacho número 3 y toco en la puerta. Oigo un “pasa” y abro la puerta. Al
hacerlo me encuentro con un hombre de unos 30 ó 35 años, guapo, alto, muy bien
plantado que se levanta de la mesa y viene a saludarme con la mano extendida
delante de él.
-Hola Sandra, soy Eduardo.
-Buenos días Eduardo.
-Por favor siéntate.
-Gracias.
-Te estarás preguntando por qué
recibimos en un despacho si lo que buscamos son dependientas ¿verdad?
-La verdad es que sí, estoy
intrigada.
-Pues es por una simple razón.
El artículo que vendemos es muy vanguardista y aún no tenemos las tiendas del
todo terminadas. Hay personas que al ver los artículos se echan para atrás sin
ni siquiera conocer las condiciones del empleo así que hemos decidido hacer las
entrevistas en terreno neutro.
-Muy buena idea, así nadie se
hace una idea preconcebida.
-Exacto, primero te quiero
contar las condiciones y después te enseñaré los productos. Trabajarás 5 días a
la semana, con un sueldo base y un porcentaje sobre tus ventas. Si se alcanza
el objetivo, también tendrás un plus de productividad. Cuanto más vendas, más
cobras pero lo bueno de este negocio es que el cliente viene a ti, tú no tienes
que buscar a nadie.
-Me parecen buenas condiciones
pero quiero saber cuál es el producto.
-Bien pues los productos son
todos eróticos, todo lo que puedas imaginar y más. Por eso te digo que hay
gente que nada más saber eso, ya se echan para atrás porque les da vergüenza o
no va con sus ideas o yo qué sé. ¿Tú cómo lo llevas?
-No estoy en contra, creo que
cada uno puede hacer con su cuerpo lo que le plazca, siempre y cuando no atente
contra nadie.
-Sabia chica, aquí podrás
encajar bien. Tienes que hacer una demostración de venta, ven por aquí.
Eduardo me lleva por el pasillo
por donde he entrado y vamos a una especie de estudio. Aquí veo a un fotógrafo
y un montón de juguetes eróticos. Bueno, alguno sí que he usado en el pasado
pero no todos. Hay cosas que ni sé para qué son.
-Vale pues lo que tienes que
hacer es venderme uno de esos productos, el que tú quieras.
Luego si sales elegida te harán
un curso de uso y disfrute de cada artículo pero por ahora coge uno que sepas cómo
funciona. Me lo tienes que explicar y vender. Firma este documento en el que
pone que das permiso para que te graben y empezamos.
Leo el documento, es corto y
sólo pone que autorizo la grabación de mi imagen personal para fines
exclusivamente internos de la empresa Socialjuegos S.L.
No veo nada anormal en
ello y firmo el documento.
-Perfecto, ahora vamos a grabar.
Lo grabamos para estudiar después a todas las candidatas los socios que somos.
Yo soy uno de ellos pero hay cuatro más y las empleadas las vamos a elegir
entre todos. Como es imposible que los cinco coincidamos, pues lo grabamos y ya
decidimos después.
-Me parece lógico- le digo.
-Ven, posiciónate aquí y coge lo
que quieras. Ahora véndemelo.
Cojo un vibrador, es de
las pocas cosas que sé lo que son.
-Caballero, a su compañera le
encantará este aparato, tiene estimulación vaginal y del clítoris al mismo
tiempo. Hace que ella alcance unos orgasmos increíbles. Se lo recomiendo.
Además lo pueden usar juntos y disfrutar ambos.
-Muy bien pero es que yo no
tengo compañera sino compañero.
-Ah, pues mejor, este vibrador
se puede usar analmente y de esta forma mientras Vd. está por delante, el
vibrador está por detrás.
-Ja,Ja,Ja, me encanta, qué
imaginación tienes mujer, qué bueno.
Se ríe abiertamente y parece
encantado con mi idea.
Yo también sonrío.
-Perfecto, ya tenemos hecha la
toma. Entonces deja todos tus datos a María que te llamaremos, seguro que te
llamaremos…
-De acuerdo, gracias, ¿eso es
todo?
-Sí, Sandra, por ahora ya está.
Si necesitamos otra prueba ya te llamaremos.
-Bien, pues espero sus noticias.
-Claro que sí, adiós.
-Adiós.
Salgo del despacho, son casi las
12 y media. No sé si habrá llegado el propietario del piso a Ecotex. Sería
perfecto tener ya la llave y poder pasar allí esta noche. Me veo cocinando en
esa cocina, haciendo las cenas, los desayunos, tengo ganas de empezar a vivir
con David, juntos.
No me apetece coger un taxi para
volver a Ecotex pero tampoco tengo muy claro por donde debo ir. Tengo que
agenciarme un directorio o mapa o algo para aprenderme las calles. La última
vez que vivi en Madrid fue hace ya más de 8 años, siempre permanecía en mi
barrio, recuerdo no salir de él, siempre estaba en casa o en el instituto, no
tenía amigas, no salía nunca por ahí. Cuando me pasó lo que me pasó, mis padres
decidieron mudarse a Cuenca que es donde acabé el bachillerato. Nunca me gustó
Madrid, los recuerdos que tengo no son nada buenos. Otro sacrificio que hago
por él. Le quiero mucho y quiero estar con él pero me pregunto si no estaré
poniendo en la balanza demasiadas cosas, si no sale bien, tendré que irme con
el rabo ente las piernas. No quiero ni pensarlo.
Pregunto a una mujer por donde
está la Castellana y me la señala, no está lejos, una vez que esté allí ya me
fijaré en el número para ir a Ecotex. De todas forma el edificio resalta osea
que no será difícil verlo.
Camino hacia la Castellana y
pienso en el trabajo, en la entrevista tan peculiar que me acaban de hacer. No
lo había visto nunca pero tampoco es descabellado, supongo que habrá gente con
prejuicios a los que no les guste ese tipo de artículos. Si me dan el trabajo
tendré que em-po-llar-me todas las instrucciones y modos de uso, me parto de
risa yo sola, empollarme, qué bueno, el
que me vea ahora dirá que estoy loca, una tía vestida de traje riéndose a
carcajada limpia en medio de la calle. Para estar loca.
Llego a la Castellana y no tardo
nada en divisar el edificio, la verdad es que está bastante cerca.
Llego a las oficinas en poco más
de 20 minutos andando. No está mal. Entro y subo al despacho de David.
-Hola Sandra ¿qué tal ha ido?
-Bien, muy curioso pero ya
veremos.
-David está dentro, lo digo por
si quieres pasar. Ya le he comentado lo de tu entrevista.
-Vale gracias Berta.
Toco y abro la puerta y David levanta
la mirada del ordenador. Sonríe afectuosamente y se levanta. Se queda parado a
mitad de camino, está en éxtasis, parece que ha visto una diosa o algo.
-Dios, qué guapa estás. Ese
color te sienta de maravilla. Ya me ha dicho Berta lo del trabajo, ¿Qué tal te
ha ido?
-Bueno pues no sé, es algo raro
la verdad.
-Sabes que no necesitas
trabajar.
-Sabes que necesito sentirme
independiente. No usaré tu dinero para vivir, tenlo claro David.
-Ya me lo imaginaba yo, la
verdad es que has tardado en buscar trabajo.
-Ja, Ja, Ja, qué gracioso eres.
-Bueno pues dime de qué se
trata.
-Primero dime tú si ha venido el
del piso.
-Pues tú que crees- y abre el
cajón y coge unas llaves y me las enseña.
-Tenía ganas de alquilarlo, ha
venido enseguida.
Corro hacia él y me lanzo a sus
brazos.
-¿Podremos dormir ahí hoy?
-Por supuesto que sí. El tío no
sabía por donde pisar cuando se ha enterado de quien soy yo. Ha sido
alucinante.
-¿De verdad?
-Ya ves, parece que creía que yo
era un oficinista o algo y cuando le han hecho subir a mi despacho y después
hemos ido a administración y todo el mundo tratándome de señor y todo eso, pues
el tío ha alucinado. Pero muy bien la verdad, es majo.
-Es importante tener un buen
casero. Sólo espero que no nos suba el alquiler al saber ahora quien eres.
-Da igual, de todas formas hemos
firmado por 6 meses osea que eso lo tiene que respetar.
-Qué ganas tengo de ir.
-Yo también. Nos llevamos algo
de ropa hoy y mañana por la mañana si quieres ya nos llevamos todas las cosas
de casa de mi madre. Dios, cómo voy a echar de menos a Rufo.
-Lo sé mi amor, pero él está
mejor en la casa, ahí tiene donde correr y todo. Imagínatelo en el piso todo el
día encerrado. Tú no quieres eso ¿verdad?
-Claro que no, yo quiero que
corretee cuando quiera y persiga pájaros y husmee por ahí, vamos que sea perro.
-Yo también quiero eso para él.
Además podrás ir a verle los fines de semana si quieres y entre semana también.
Que vivamos en otro sitio no significa que no veas a tu madre. Al contrario,
necesitas verla a menudo porque ahora te necesita.
-Pues no sé yo, las últimas dos
noches ni siquiera ha estado en casa. No sé a qué hora habrá vuelto. Esta mujer
me tiene intrigado. Sé que socializaba mucho cuando mi padre vivía pero siempre
iban los dos juntos. Ahora que está sola pensé que se lo tomaría con calma.
-Creo que lo que le pasa a tu
madre es que no quiere estar sola para no pensar en tu padre. Así si sale está
con otra gente y se distrae.
-Puede que tengas razón. Yo no
quiero verla triste y hundida. Quiero que esté feliz.
-Ya verás el día que le des
nietos
-¿Nietos?, no vas un poco
rápido.
-Tío que era una broma. Cómo
eres por Dios.
-Ah, vale, es que yo no pienso
tener hijos en muchos años, vamos que muchos, muchos años.
-Y eso por qué.
-No creo que sea buen padre. Hay
que sacrificar demasiadas cosas y no estoy preparado para ello.
-Pues tienes 30 años, qué, ¿vas
a esperar hasta los 50?.
-A lo mejor.
-Menos humos. Ya verás, en
cuanto encuentres a la mujer de tu vida, querrás tener hijos.
-A la mujer de mi vida ya la he
encontrado y no quiero compartirla con nadie, ni siquiera con un hijo.
-Tu idea cambiará con el tiempo.
Te lo aseguro.
-Ya veremos. Let’s take one day at a time.
-Sí, día a
día.
-Queda poco
para la hora de comer. ¿Nos vamos?
-¿No tienes
ahora nada para hacer?
-Hasta las
16.00 h. no tengo nada. Entonces tengo una reunión, para variar y después ya me
iré. Bueno nos iremos. ¿O prefieres irte tú a la casa después de comer y vas
acomodándola?
-Qué buena
idea, me encanta y así cuando llegues tú, ya estará algo más aclimatada. Haré
una copia de las llaves para que tengamos los dos ¿Qué te parece?
-Perfecto.
Pues vamos a comer ¿Qué te apetece?
-Carne..un
buen chuletón..
-Pues podemos
ir a una brasería que hay aquí cerca, ¿vale?
-De acuerdo.
Vamos a la
brasería y pedimos. Nos sirven en un tiempo prudencial y la carne está
riquísima. La acompaño de una buena ensalada y agua. Qué rico está todo. Al
terminar David se tiene que marchar a la oficina y yo me voy al piso.
-Luego nos
vemos preciosa. Te llamaré al salir de la oficina.
-Te estaré
esperando.
Nos damos un
beso y cada uno se va por su lado.
Quiero poder
ir andando a la casa. Me sitúo de frente en la Castellana y cierro los ojos.
Visualizo la calle y la forma en la que vine ayer desde la casa. Tengo que
hacer el recorrido al revés. Empiezo a andar.
Las tiendas
me suenan, creo que voy por el camino correcto. De todas formas si me pierdo,
siempre puedo preguntar. Veo una ferretería, entro para hacer una copia de las
llaves para David.
Sigo el
camino que tengo dibujado en mi mente. La verdad es que tengo suerte porque
tengo un buen sentido de orientación. Dicen que las mujeres no lo solemos tener
pero sí que lo tengo.
Tras una
media hora en la que me están ya matando los pies, la veo, veo la carnicería y
la farmacia y ahí está el edificio. ¡¡Qué bien!!. Lo he encontrado. Abro la
puerta del portal y subo por las escaleras. ¡¡Qué ganas tengo de llegar y
quitarme los zapatos!! Abro la puerta de la casa. Le doy al interruptor general
de la luz y se enciende la luz del pasillo. La apago. Recorro la casa, ¡¡qué a
gusto nos vamos a encontrar aquí!!. Me cambio de ropa, dejo el traje que me he
comprado colgado en el armario, me cambio de zapatos, menos mal que llevo todo
en el maxibolso donde me cabe incluso la ropa que llevaba antes y me relajo. Me
siento un rato en el sofá, es cómodo y pongo la tele. Miro en la nevera y la
despensa. No hay nada. Está todo vacío. Decido limpiar la nevera para poder
enchufarla. Menos mal que hay agua. Le paso un paño mojado, no parece que esté
sucia pero por si acaso. Una vez que estoy satisfecha con el resultado decido
bajar al supermercado para comprar algo para cenar y desayunar mañana.
A mi vuelta
saco todo de las bolsas y lo reparto, lo que es de nevera lo pongo ahí y lo que
es de despensa en su lugar apropiado. Le voy a dar una gran sorpresa a David.
He comprado pasta para esta noche y pan y mantequilla para mañana además de
café y leche, también un poco de pavo para mí y mis tostadas.
Tallarines
con pesto es la cena, he comprado una botella de vino blanco afrutado que me
encanta. Puedo beber poco pero un vaso seguro que cae.
Esperaré
hasta que llame David para hacer la pasta pero la salsa pesto la hago y así ya
la tengo preparada. Me encanta cocinar, me relaja mucho. Cojo mi móvil y lo pongo
en música a toda pastilla mientras canto como una loca. Finalmente tengo todo
preparado a falta de hervir la pasta así que me siento un rato en el salón,
salgo a la terraza, miro la calle, no pasa el tiempo. No me imagino estar aquí
sola todo el día esperando a David. Menos mal que he hecho lo del trabajo. De
todas formas tendré que ir a ver si hay algo más, por mucho que me haya dicho
Eduardo que me llamarán, creo que eso se lo dicen a todas y no puedo quedarme
esperando a ver si me llaman. Mañana compraré el periódico y miraré los
anuncios de trabajo a ver si hay algo que encaja conmigo y lo que busco.
De repente me
sobresalta el timbre de la puerta. Voy al telefonillo. ¿Quién es?. Soy yo. Es
David. Ya ha llegado y no me ha llamado antes, así no estará la cena preparada.
Abro la puerta de la entrada y enseguida voy a darle al gas para que empiece a
hervir el agua. Jo, pues así cenaremos más tarde. Miro la hora, son las 8,
bueno no es demasiado tarde.
DAVID
Subo por las
escaleras de la casa nueva. No he llamado a Sandra, porque sólo tengo ganas de
ir a casa y verla. Ayer por la noche no tuve valor de despertarla para hacer el
amor así que esta noche no se me escapa. Además he pasado por la farmacia y he
comprado preservativos. No sé si le habrá llamado mi tío Julián, se lo tengo
que preguntar.
-Ya estás
aquí, pero no ibas a llamarme al salir de la oficina.
-Sí pero
luego sólo quería llegar aquí cuanto antes para estar contigo.
Voy y la
beso, prolongadamente, apasionadamente.
-Mira lo que he
comprado y saco del bolsillo una caja de preservativos.
Sandra se ríe
-Qué
gracioso. Pues al final me va a localizar un ginecólogo Alicia, mi compañera en
Salamanca. Su hermana vive aquí y me ha dicho que le iba a consultar el nombre
de su ginecólogo.
-Vale, pero
tenías que habérmelo dicho antes. No sé qué cara pondrá mi tío, supongo que
será un alivio. La verdad es que no le veo preguntando a su mujer o a su hija
si su ginecólogo es bueno o no.
-Mira que eres
gracioso, yo tampoco me lo imagino. Como no me has llamado antes, ahora resulta
que hay que esperar a que cueza el agua para echar la pasta. Yo pensaba ponerla
a hervir cuando me llamaras y así cuando llegaras ya estaría hecha pero ahora
nos va a tocar esperar, aunque sea sólo un poco porque es pasta fresca. Tengo
la salsa hecha ya. Pesto, lo que a ti te gusta.
-Mmm, qué
rico, con lo que me gusta. A ver si eres tan buena cocinera como lo eres en
otras cosas.
-Incluso te
diría que soy mejor. Me gusta mucho cocinar y me esfuerzo en ello. Le pongo
mucho amor.
-Pues pon
algo de amor en mí también que quiero estar contigo.
Viene hacia
mí y me besa. Nuestras lenguas se pierden y empezamos a jadear, ¡¡sólo por un
beso!!.
-Si seguimos
así, no vamos a cenar hasta dentro de unas horas. Más vale que apagues el gas..
-¿Prefieres
sexo a cenar?
-Pues la
verdad es que ahora sí lo prefiero. Ven, vamos a la cama y así la estrenamos.
-Espera voy a
tapar todo esto y a apagar el gas.
La espero en
el pasillo mientras apaga todo y tapa los bols. Cuando viene hacia mí la cojo
de la mano.
La habitación
está perfecta, con la cama hecha, cosa que va a durar muy poco.
La cojo y la
beso otra vez. Me devuelve el beso con ganas. Nos empezamos a desnudar, primero
despacio y después con más ansia. Hace horas que no he estado dentro de ella y
lo echo tanto de menos.
Nos tiramos
en la cama, riendo, besando, acariciando, no podemos quitar nuestras manos el
uno del otro. Le beso el pecho, qué tetas más bonitas tiene. No le va a hacer
falta implantes ni nada por el estilo, son preciosas tal cual. Además son el
tamaño perfecto para mi mano, ni mucho ni poco. Me las meto en la boca, primero
una y luego la otra. Le muerdo los pezones y grita de placer y de dolor al
mismo tiempo. Parece que le gusta. Le cojo el culo y la atraigo hacia mí. Le
meto la mano entre las piernas, quiero ver si está lo suficientemente mojada
para poder penetrarla ya. Ahh, sí, está muy mojada. Me encanta, así resbalaré
dentro de ella. Me separo un poco y cojo un preservativo.
-Toma,
pónmelo.
Ella lo coge,
rompe el envoltorio y apretando la punta lo desliza hacia abajo a lo largo de
mi polla que está ya muy dura. Está claro que no es la primera vez que lo hace.
Lo ha hecho muy bien. Luego le
preguntaré algo.
La penetro y
Sandra se empieza a mover, buscando los punto de roce para darse placer. Yo me
empiezo a mover, hacia dentro, hacia fuera, hacia los lados, haciendo círculos.
¡¡Qué gusto!!. Está mojadísima. Ahh, me voy a correr. Se lo digo, me responde
que ella también y llegamos juntos. Me desplomo encima de ella.
-Ahh, qué
gusto. Qué bien lo haces.
-Anda que tú.
Tú tampoco lo hace nada mal sabes, guapo.
Salgo de ella
y cojo el condón, ato la punta y lo dejo en la mesita de noche.
-¿Qué quieres
que te haga ahora? Le pregunto.
-Lo que tú
quieras.
-Pues voy a
ver.
Le doy la vuelta.
Le cojo el culo. Aspiro su olor. Le doy la vuelta otra vez. Meto la cara entre
sus piernas. Qué bien huele. Estaría aquí metido siempre. Qué cosas me hace
sentir.
-¿No tienes
un vibrador?
-Pues sí,
pero está en Salamanca.
-Improvisaremos.
Espera ahora vuelvo.
Enseguida
regreso pero sin lo que yo estaba buscando, claro, si es que la casa está sin
habitar. No he encontrado las cosas que
hubiera podido usar.
-Pues vengo
con las manos vacías pero ya sé que hay que comprar. Ven para aquí que te voy a
comer toda.
-Primero me
tendrás que coger- y se levanta de la cama y sale corriendo.
Voy detrás de
ella, le veo el culo cómo se mueve para arriba y abajo igual que las tetas. La
gravedad.
Por fin la
cojo cerca de la cocina.
-Te pillé.
Me la pongo
sobre el hombro y la llevo hacia la habitación, no para de reír y gritar.
La tiro sobre
la cama, se mueve hacia atrás hasta que ya no hay más sitio, entonces se
relaja, abre la boca y empieza a jadear anticipándose a lo que va a ocurrir. Al
verla así casi me corro, se está imaginando todo, está disfrutando sin tocarla,
sólo con su pensamiento.
La cojo de
los tobillos y la tiro hacia mí, entonces empiezo a chuparle el clítoris, uso
la lengua como espada y la penetro todo lo que puedo, cuando no es con la lenga
es con los dedos, primero uno, luego dos , luego tres. Entro, salgo, entro
salgo. Gime de placer, se va a correr de nuevo, veo cómo se estremece. ¡¡Cómo
me pone!!. Tan solo viéndola me estoy poniendo yo duro otra vez. Se pasa la
lengua por los labios, entre abre la boca, se muerde el labio inferior y un
sonido gutural sale de su garganta. Se corre, su cuerpo tiembla y se estremece.
Pone los ojos en blanco y agarra las sábanas con las dos manos
-No pares por
favor, que viene otro.
Sigo
tocándola, chupándola, mordiéndola y enseguida se corre otra vez.
-Oh David
cómo me gusta. Qué bien lo haces,
-Todo para ti
mi amor. Todo
Y sigo
acariciándola y penetrándola. Ahora soy yo el que me pongo el condón. Y la
penetro con la polla, la cojo por la cintura y la siento encima de mí. Estamos
frente a frente. Ella es la que se mueve ahora. Haciendo círculos con la
pelvis, arriba y abajo. Qué gusto. Sus pupilas se dilatan, se va a correr de
nuevo, lo veo en sus ojos y yo me dejo llevar haciéndolo también.
Tras un rato
encima de la cama recuperándonos de nuestra pasión le digo.
-Tengo
hambre.
-Habló el
romanticismo en persona.
-Vale no es
romántico pero es verdad
Miro el
reloj.
-Son casi las
10. Deberíamos cenar algo y después acostarnos.
-Acostados ya
estamos pero tienes razón, hay que comer algo.
Nos
levantamos y vamos a la cocina. Enciende el gas para que cueza el agua.
Mientras
tanto le traigo una camiseta de las mías que tenía en el gimnasio del trabajo.
-Toma, ponte
esto, que no quiero que cojas frío.
-Qué romántico.
Yo me coloco
unos pantalones de chándal que también tenía en el gimnasio.
Así ella está
vestida por arriba y yo por abajo. Nos complementamos.
Pongo la mesa
y al poco tiempo ya está la pasta cocinada. Lo llevamos todo a la mesa del
comedor para cenar. Abro la botella de vino blanco que ha comprado. Está bueno.
Comemos
mirándonos a los ojos, sin articular palabra. Comiéndonos con la mirada. Parece
increíble que hace sólo unos minutos estábamos en la cama haciendo el amor y
ahora los dos estamos pensando en lo mismo otra vez. Esta mujer me vuelve loco,
no puedo tener suficiente, siempre deseo amarla. No puede ser bueno. ¿Será
lujuria?.
Después de
cenar recogemos la mesa. Ella lava los platos mientras yo miro a ver si hacen
algo en la tele. La verdad es que ya es tarde y han empezado las películas y
series.
-Ven,
siéntate a mi lado
-Voy
Viene hacia
mí y se sienta justo a mi lado. Recoge sus piernas y se sienta encima. Se
recuesta sobre mi hombro y suspira.
-Sabes, ahora
mismo soy la mujer más feliz del planeta. Es que no puedo pedir más.
-Sí, se te ve
muy feliz. Yo también lo soy.
Oímos la
llamada en un teléfono, es el mío. A mi pesar me levanto para mirar quien me
llama a esta hora.
-Joder, es mi
madre.
-Cógelo, no
vaya a ser importante.
-Hola mamá.
-¿Es que no
te lo he dicho?. Pues se me habrá pasado. Perdona. Hemos alquilado un piso y
estoy aquí con Sandra. Vamos a vivir juntos.
-Pero mamá….
-Sí
-Sí
-Lo siento
pero es lo que quiero. Adiós.
Cuelgo.
-¿Qué ha
pasado?
-Mi madre,
que dice que no le he dicho que no iba a cenar y estaba preocupada. Me ha
soltado un sermón sobre abandonarla que ya ves. Que si me quedo para estar con
ella y no esté sola y no me va a ver, pues que eso es lo mismo que si me
hubiera quedado en Salamanca.
-¿De verdad
no te has acordado de decirle lo del piso?
-Pues la
verdad es que no.
-Estará
buena.
-Sí,
buenamente cabreada es lo que está.
Sandra se
echa a reír.
-Perdona pero
es que tenías que haberte visto. Lo siento por ella pero yo quiero que estés
aquí conmigo. ¿Tú qué prefieres?
-¿Es que lo
tienes que preguntar?
Y voy hacia
Sandra para cogerla y besarla de nuevo.
-Yo creo que
mi madre me está intentando manipular.
-Ya te digo.
-Es tarde,
deberíamos acostarnos. Mañana tengo que madrugar. Tengo un desayuno de trabajo
a las ocho.
-Sí, entonces
mejor a dormir.
Apago la tele
y nos vamos a la cama. Sandra ha comprado cepillos de dientes, pasta
dentífrica, peines, vamos todo lo necesario.
Primero uso
el baño yo y después lo usa ella. Estoy metido en la cama cuando ella viene a
mi lado. Se recuesta sobre mí y me da un beso casto en los labios.
-Buenas
noches, espero que duermas bien.
-Yo también
te lo deseo.
Apago la luz.
Permanezco un buen rato intentando dormir. Oigo la respiración tranquila y
relajada de Sandra y sé que se ha dormido. Yo intento hacer lo mismo pero no lo
consigo. Le doy vueltas a todo, al trabajo, al piso pero sobre todo a mi madre.
Es verdad que si me he quedado en Madrid en gran parte es para estar con ella
pero viviendo en otro sitio no voy a poder verla. Pero no voy a hacer que
Sandra se vaya a vivir a la casa con mi madre, no quiero arriesgarme a
perderla. No sé cómo lo voy a solucionar. No puedo tener contentas a las dos.
Con estos pensamientos por fin me duermo.
Me despierta
la alarma del móvil. Son las 6 de la mañana. Sandra también abre los ojos.
-Buenas, ¿Qué
tal has dormido?
-Bueno pues
la verdad es que me costó pero al final lo conseguí. Tú sí que has dormido
bien, te quedaste frita nada más tocar la almohada. ¿Tan cansada estabas?
-No, es que
entre la cena y el tute que me diste antes, estaba tan a gusto y satisfecha que
sólo podía dormir.
Lo dice
estirándose toda, la sábana se le escapa de las manos y corre hacia abajo por
su barriga. La miro y se me despierta el deseo.
-Ni lo
intentes que te leo el pensamiento. Tienes que levantarte y ducharte para ir al
desayuno ese que tienes. Si empezamos ahora con otras cosas, no sales de aquí
hasta las diez.
Me río, cuánta razón tiene.
-Vale pero me
haces un café por fa, que si no me lo tomo no me despierto del todo y quiero
llegar de una pieza a la oficina.
-Claro, ve y
dúchate. Yo me voy a hacer mi desayuno y te preparo un café de paso.
Me lanza un beso con la mano mientras se levanta y va para la cocina.
Como me he
traído algo de ropa de la oficina, cuando me ducho me pongo un traje nuevo.
Tengo que ir a casa a recoger más ropa y cosas.
Voy hacia la
cocina, huelo el café. Qué rico.
-¿Qué te
parece que vayamos a casa de mi madre el sábado. Así la veo y aprovechamos para
traernos ropa y otras cosas?
-Haré lo que
tú digas. Quiero cambiar la opinión que tiene tu madre de mí pero no sé cómo
hacerlo.
-Sé tú misma.
Es lo mejor.
Sandra desayuna y yo me tomo un café solo.
Cuando hemos
terminado me tengo que marchar. La verdad es que me podía acostumbrar a esta
vida. Venir a casa, a la mujer que quiero, que tiene la cena preparada, hacer
el amor, dormir juntos, levantarnos juntos, desayunar juntos y después irme al
trabajo. Me encanta la idea de que esté aquí cuando yo vuelva. La necesito para
hablar de todo con ella. Tengo mucha confianza en su juicio y sé que no me
mentirá si le pido opinión de algo.
-Me alegro de
que estés aquí conmigo.
La beso
suavemente.
-Me tengo que
ir. Nos vemos luego. Yo te llamo cuando acabe la reunión a ver si podemos comer
juntos. ¿Vale?
-Perfecto.
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